(Guerrero de la Independencia-Héroe de Caseros-Mártir
de la Soberanía Nacional-1801-1852)
(Compilación, edición e imágenes por: Gonzalo V. Montoro Gil)
Sería bueno imitar
los valores que demuestra Chilavert que
dio su vida para que hoy seamos, todavía, una nación y hoy no tiene ni siquiera
una tumba propia y se encuentra tirado anónimamente su féretro en el subsuelo
de una tumba prestada en el Cementerio de la Recoleta, sin ni siquiera una
chapa que recuerde su nombre
Este
trabajo sobre Chilavert no es ni pretende ser original. Es, sí, una
recopilación de datos sobre el prócer hechos por distintos autores que han
escrito sobre él y su conducta que si bien varió en un momento de su vida,
siempre fue coherente con su pensamiento en defensa de lo nacional, aun cuando
en su momento se haya equivocado defendiendo a aquellos que atentaron contra
nuestra soberanía - cosa que fue reconocida a tiempo- y que en los momentos en
que el unitarismo traidor y cipayo parecía que tenía todas la de ganar, el
Coronel Chilavert no se anduvo con vueltas y enrostrándole su cipayismo a
éstos, prestó su espada, su honor y hasta su vida al Brig.Gral.J.M.de Rosas y a
su gobierno Federal, para defender a su nación
de las invasiones extranjeras junto a los que supieron traicionarla, sin
dejar de dejar asentado cara a cara con el Restaurador que él seguía siendo
Unitario pero que no concebía que alguien se alzara contra la soberanía de su
país.
El
coronel Martiniano Chilavert, héroe de Ituzaingó, prestó servicio bastantes
años en el Partido Unitario al mando del General Juan Lavalle y sus aliados
Colorados en Montevideo. Durante mucho tiempo estuvo haciéndole la guerra al
Partido Federal y a su jefe Rosas cuando realmente cayó en si que no estaba atacando
a un partido sino a la Confederación Argentina.
Le
dice Chilavert a Fructuoso Rivera, jefe unitario del Partido Colorado aliado de
Lavalle:
“Hace tiempo que veo que la guerra que
Ud. hace no es a Rosas sino a la República Argentina, ya que su lucha es una
cadena de coaliciones con el extranjero. De resultas de ello Argentina ha sido
ultrajada en su soberanía, favoreciendo esto a Rosas ya que la opinión pública
ve amenazada la Patria”.
En
estos tiempos Chilavert se enteró del combate de la Vuelta de Obligado, en la
cual la Confederación Argentina se impuso ante una flota coligada franco
británica que atacó el territorio argentino. Así fue que, aunque opositor
político decidido de Juan Manuel de Rosas en abril de 1846 le ofreció
humildemente sus servicios,
Escribe en La Gaceta Mercantil (30 de julio
de 1850) contestándole a El Comercio del Plata, dirigido por Alsina:
"Al abandonar a esos hombres en su
oprobiosa carrera, me propuse guardar el más profundo silencio sobre lo pasado;
no por ellos, sino por mí, y sobre todo por mi patria. ¿No es aún bastante el
Iodo que han arrojado sobre ella? ¿Es necesario aún más? Miserables, que os ufanáis de la más
exquisita inmoralidad! iMe llamáis traidor, porque no os acompañé en vuestra
carrera de crímenes y de deshonra! Yo haré ver lo que sois vosotros,
inveterados traidores, falsarios, manchados con todos los crímenes y sin el más
pequeño sentimiento de honor, infames cobardes, que habéis preferido vender
vuestra patria al extranjero, antes que sufrir las penalidades del destierro...
iMe llamáis traidor! Mientras derramabais lágrimas de dolor sobre el cadáver de
un maquinista inglés, ¿qué os merecieron los centenares de argentinos
destrozados en Obligado por la metralla extranjera? iVituperio y maldición! ¿ y
sois vosotros los que me llamáis traidor?
¿y por qué? Porque he ofrecido a mi patria mis débiles servicios en esta
cuestión santa, de justicia y de gloria para ellas! Sabed, pues, que este
dictado es el timbre más honroso de mi vida... no os aflijáis, llegó el tiempo
de los desengaños para todos, y vuestros hijos os maldecirán por la ignominia
que les legáis... ".
Creemos que no existe un juicio tan lapidario
y tan exacto como este de Chilavert -unitario casi toda su vida-, acerca de la
conducta canallesca del partido de la antipatria. Además de dar su sangre por
la patria, nuestro prócer nos dejó documentos que contribuyen eficazmente a
esclarecer la verdad de nuestro pasado y que culmina -inevitablemente- en la
demolición de las estatuas de los enemigos de la Nación y en la erección de las
de los genuinos héroes de la nacionalidad, entre las que ha de estar la del
mártir de Caseros.
En
mayo escribió, al general federal-oriental aliado de Rosas, Manuel Oribe:
“El cañón de Obligado contestó a tan
insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante
un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de
gloria para ella.”…
“En todas las posiciones en que el
destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido el sentimiento más enérgico
de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen religioso respeto. Considero
el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y
oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un
acusador implacable que sin cesar le repetirá: traidor! traidor!
Traidor!”
“Conducido por estas convicciones me
reputé desligado del partido al que servía [ él era unitario, pero ante todo,
Argentino ], tan luego como la intervención binaria de la Inglaterra y de la
Francia se realizó en los negocios del Plata… Me impuse de las ultrajantes
condiciones a que pretenden sujetar a mi país los poderosos interventores, y
del modo inicuo como se había tomado su escuadra. Ví también propagadas
doctrinas a las que deben sacrificarse el honor y el porvenir de mi país. La
disolución misma de su nacionalidad se establece como principio. El cañón de
Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi
corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en
esta lucha de justicia y de gloria para ella.”
El ejército invasor, fuerte de 25.000 hombres, al mando
de Urquiza, estaba compuesto
fundamentalmente por fuerzas extranjeras brasileras, uruguayas, y las entrerrianas
y correntinas.
Además de 4000 mercenarios alemanes al servicio de Brasil,
que esperaban oportunidad en Colonia. Participaba Mitre y Sarmiento como boletinero
del ejército, vestido con uniforme francés.
La historia oficial calla el hecho de que fue una invasión
extranjera, rechazada por el grueso de la población de la campaña.
Al
enterarse que su patria sería invadida por tropas brasileña, en alianza con
compatriotas al mando de Urquiza, hizo arder la sangre de Martiniano Chilavert
(Unitario). Abandonó su exilio montevideano y cruzó el río para ponerse a las
órdenes del Restaurador, quien sabiendo de sus quilates de
militar valiente y avezado, puso la artillería a su mando.
En
1851 tenía el comando del Regimiento de artillería ligera. En octubre de ese
año, con muchos otros jefes, reiteró su adhesión al Gobierno, amenazado por el
pronunciamiento de Urquiza.
Chilavert
tomó el mando en jefe de la artillería. Integró la famosa junta de guerra que
reunió a los jefes federales la noche anterior a Caseros en donde reclamó la
batalla contra el invasor, diciendo, que él no sabría dónde ocultar su espada
si había de envainarla sin combatir con el enemigo que estaba enfrente y que en
cuanto a él, acompañaría al gobierno de su patria hasta el último instante,
porque así era cien veces gloriosa para él la muerte al pie de sus cañones
combatiendo.
Cuando
Rosas se enteró de lo que había acaecido en aquella junta de guerra, le tendió
la mano al bravo coronel y le dijo:
“Coronel Chilavert,
es Ud. un patriota; esta batalla será decisiva para todos. Urquiza, yo, o cualquier otro que prevalezca, deberá trabajar
inmediatamente la Constitución Nacional sobre las bases existentes. Nuestro
verdadero enemigo es Brasil, porque es un imperio.”
En la Junta de Guerra que, presidida por
Rosas, tuvo lugar la víspera de Caseros, Chilavert -una vez más- indicó la ruta
del honor:
"...El deber de
defender la Patria, como el amor hacia la siempre bendita madre, no se discute
en su inexorable indivisibilidad; porque de discutirse los sagrados vínculos
del corazón que forman la esencia de la vida y los eternos preceptos de la
moral, quedarían a merced de los más protervos para violarlos y para enseñar a
violarlos... No sabría dónde ocultar mi espada si habría de envainarla sin
combatir con el enemigo que enfrente está. En cuanto a mí acompañaré al
gobierno de mi patria hasta el último instante; así es cien veces más gloriosa
para mí la muerte al pie de los cañones, combatiendo, como cien veces más
vergonzosas las concesiones de un enemigo que se creía vencedor, cuando por
boca de aquéllos debía resonar todavía la gran voz de la patria, la voz del
honor. Si vencemos, entonces yo me hago el eco de mis compañeros de armas para
pedirle al general Rosas que emprenda inmediatamente la organización
constitucional. Si somos vencidos nada pediré al vencedor; soy suficientemente
orgulloso para que él pueda darme gloria mayor que la que pueda darme yo mismo,
rindiendo mi último aliento bajo la bandera a cuya honra me consagré desde
niño".
En
el conflicto que enfrentó a Rosas con Justo José de Urquiza y el Imperio del Brasil, dirigió
todas las fuerzas de artillería de la Confederación en la batalla de Caseros. El
historiador Adolfo Saldías así relata este hecho épico:
“Haciendo fuego contra el grueso de
las tropas invasoras brasileñas hasta agotar la munición. La última resistencia
fue la de la artillería de Chilavert y la infantería de Díaz (también de origen
unitario). Como se agotaron las municiones, mandó recoger los proyectiles del
enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con éstos. Y cuando
no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar…
y así terminó la batalla.”
Con
tan sólo 300 artilleros soportó por todo el tiempo que duró la arremetida de
casi 12.000 brasileños, hasta que la impresionante superioridad numérica y el
agotamiento de las municiones rindieron al bravo coronel.
MARTÍ nos dice que “…La actitud de Chilavert: un héroe olvidado Conociendo la personalidad
de Chilavert, nadie po-dría poner en duda sus rasgos morales y militares.
Hombre honesto y gallardo al extremo de seguir con su estirpe, de valiente
aquel día, decidió continuar en el campo de batalla, sin ninguna obligación
hasta el límite de lo humano; era el riesgo del soldado que estaba pronto a
mantener hasta las últimas consecuencias. Chilavert era un militar honorable y
así lo demostró una vez más. El sólo con su contingente de soldados permaneció
hasta que fue rodeado y debió rendirse. Antes Rosas no pudo convencerlo de que
en ese momento, era inútil proseguir con el combate, que sacrificar más vidas
inútilmente y decidió retirada, pero nunca le ordenó que asumiera esa defensa
que era en última instancia no sólo la resultante den combate adverso sino
hasta un peligro para su propia persona. De otro modo, el diálogo entre ambos
fue suficiente tal vez para convalidar que Rosas debía irse y que Chilavert
estaba dispuesto al menos a sostener la lucha mientras el jefe máximo de la
Confederación Argentina pudiera alejarse lo más pronto posible en dirección a
la ciudad”.
En los campos de Caseros los artilleros de Chilavert aún
resistían. Los imperiales avanzaban hacia ellos siendo destrozados por los
certeros disparos de los cañones de la Confederación. Solamente cuando agotaron
la munición pudieron ser tomados.
El orgulloso coronel esperó entonces la llegada de los
enemigos. Y ahí quedó, pitando un chala, displicentemente recostado sobre uno
de sus cañones, aún humeante. Atrincherado en su orgullo, disimulaba así su
formidable arrogancia de soldado espartano, con la sencillez y naturalidad de
que suelen revestirse las grandes cosas.
Pasado el calor de la pelea, le hurtó un minuto a la rabia
que lo dominaba - ¡que pucha! – a la
vista de las legiones brasileras, y el corazón se le acongojó contemplando
centenares de camaradas muertos casi a su lado. ¿Valdrían la pena – se preguntó
en un instante fugaz de escepticismo – tantos sacrificios, para terminar así?
Como encontrando la respuesta, un golpe de viento hizo aletear la bandera del
regimiento, que chamuscada, hecha casi girones en todo su paño, flameaba sobre
el mástil. La miró fijamente, se le nublaron un poco los ojos, pero volvió a
templarse: ¡sí, valía la pena!. Eran las dos de la tarde. La batalla de Caseros
había terminado. En total había durado 7 horas si se cuenta desde el inicio de
los tiroteos entre las guerrillas o 5 si se contabiliza desde que comenzó el
choque entre el grueso de los ejércitos.
Inmediatamente después de caseros comienzan las matanzas.
Chilavert sería uno de los inmolados con saña y desvergüenza.
Desde
el campo de Caseros fue conducido a Palermo, donde Urquiza había instalado su cuartel
general, allí fue reconvenido por Urquiza por su “defección” del bando
unitario, a lo que Chilavert respondió “Mil veces lo volvería a hacer”, lo que desató la ira de Urquiza que le espetó “vaya nomás…” y ordenó que se le pegaran
cuatro tiros por la espalda, ejecución infamante que a modo de castigo se le
propinaba a los cobardes y a los traidores.
El
sargento mayor Modesto Rolón afirmó:
“Recuerdo que el hombre iba con toda tranquilidad, pues
lo llevaba a mi lado. Al llegar al paraje designado, le comuniqué la tremenda
orden que portaba. Está bien, me contestó, permítame señor oficial,
reconciliarme con Dios -y dio unos cuantos pasos rezando en voz baja- hasta que
pasados algunos segundos dijo: estoy pronto, señor oficial, sacó su reloj y
pidió lo entregasen a su hijo; se quitó asimismo su pequeño tirador y
arrojándolo al suelo, manifestó que había en él algunos cigarros y un poco de
dinero. También regaló a los soldados su poncho y sombrero, pidiéndoles no le
destrozaran la cabeza.”
Con resignada
valentía se puso contra la pared. Fue entonces cuando el oficial
encargado del pelotón, se acercó a Chilavert y le ofreció un pañuelo para
vendarse los ojos. El coronel lo rechazó. Había visto
tantas veces la muerte ajena que no le molestaba ver la propia. Casi en un
susurro, el mayor Rolón le dijo:
-“De espaldas, Coronel”-.
Chilavert lo
miró sin entender.
-“De espaldas“ repitió el oficial. -“De espaldas, como un traidor“-.
Un golpe
feroz dio en la cara de Rolón, que cayó unos metros más atrás.
-“De espaldas, no. Como un
traidor, no“. –Se acercaron dos soldados para
contenerlo. Sufrieron la misma suerte.
-“Como un traidor no, como un traidor, jamás.
“ –Se acercaron los otros soldados del pelotón para
contenerlo.
Como un puma herido
enfrentó a todos. –“Tiren acá“
–decía-. “Tiren al pecho, al
pecho, que yo no soy un traidor. Traidores son los que venden a esta
patria. Tiren al pecho“. –
Un facón brilló
entre los golpes y empujones-. “Al
pecho, al pecho. Traidores son los que se entregan a un imperio de
esclavos por unas monedas“. –
El filo cayó sobre
la espalda del coronel, que ni así dejó de gritar: “al pecho, tiren al pecho”,
Otro filo dibujó su
trayecto mortal contra el cuerpo del coronel. -“Tiren acá”-, y peleaba contra todos.
Su camisa se tiño
de sangre. Una y otra vez los facones y bayonetas se bañaron en esa
sangre de valiente, que no dejaba de gritar, mientras se le iba la
vida. “¡No soy traidor, no soy
traidor!”.
Un sable le abrió
un tajo en la cabeza. Fue entonces cuando cayó al
piso. Virasoro sacó el revólver y descargó sus balas sobre el hombre
que todavía no se resignaba a ser fusilado como un traidor.
El oficial y sus
soldados quisieron asegurar a la víctima y se produjo una lucha salvaje,
espantosa: las bayonetas, las culatas y la espada fueron los instrumentos de
martirio que finalmente vencieron a aquel león. Envuelto en su sangre, con la
cabeza partida de un hachazo y todo su cuerpo convulsionado por la agonía, hizo
aún ademán de llevarse la mano al pecho. En una convulsión final se señaló el
pecho. Con un hilo de voz, murmuró por última vez ….“como un traidor, ..no”.
Esto
sucedió el 4 de febrero de 1852, al otro día de la batalla de Caseros y
desmentían groseramente la frase de “Ni vencedores ni vencidos” que tan
mendazmente había proclamado Urquiza, quien no ahorró sangre de los
vencidos y vayan como ejemplo los ahorcados de la división de Aquino; (Esta
división estaba compuesta de más de 800 hombres que pertenecían al ejército
federal de Manuel Oribe y que al ser derrotado éste, fueron incorporados
por Urquiza,
de manera forzada al llamado “Ejército Grande”).
A los pocos días de finalizada la batalla de Caseros, Urquiza
mandó a fusilar al regimiento completo de Aquino, desde oficiales hasta el
último soldado y los colgó de los árboles de Palermo. El representante ingles
que visita a Urquiza en Palermo vuelve impresionado y asqueado del espectáculo
de cadáveres insepultos, ya en estado de descomposición, colgando varios días
de los árboles de Palermo.
El general Cesar Díaz, jefe del ala izquierda del ejército de
Urquiza, relata en sus memorias:
“Un bando del general en jefe había condenado a muerte al
regimiento del coronel Aquino, y todos los individuos de este cuerpo que
cayeron prisioneros fueron pasado por las armas. Se ejecutaban todos los días
de a diez, de a veinte y más hombres juntos. Los cuerpos de la victimas
quedaban insepultos, cuando no eran colgados en algunos de los árboles de la
alameda que conduce a Palermo. Las gentes del pueblo que venían al cuartel
general se veían a cada paso obligadas a cerrar los ojos para evitar la
contemplación de los cadáveres desnudos y sangrientos que por todos lados se
ofrecían a sus miradas; y la impresión de horror que experimentaban a la vista
de tan repugnante espectáculo trocaba en tristes las halagüeñas esperanzas que
el triunfo de las armas aliadas hacía nacer”(Memorias inéditas del general Cesar
Díaz. P.307)
Nótese que esta salvajada de Urquiza es relatada por un
general de su propio ejército, lo que libra al testimonio de toda sospecha de
falsedad.
Chilavert
fue fusilado por un pelotón del batallón mandado por el coronel Cayetano
Virasoro. El anciano Francisco Castellote y su hijo Pedro, padre y hermano
políticos de Chilavert, fueron a implorar a Urquiza la vida del sentenciado a
muerte, pero Urquiza fue
insensible al dolor, inclusive le negó cristiana sepultura exponiendo sus
restos a la descomposición de su carne, sólo después de unos días les entregó
el cadáver destrozado del heroico artillero.
Martiniano
Chilavert fue un paradigma de héroe porque a su coraje personal (indispensable
en esos tiempos) unió un talento y una preparación profesional y científica que
lo convirtió en un artillero de excepción en una época en que no abundaban
quienes se dedicaran a menesteres tan complejos.
Tan
es asi que además de sus dotes militares tenia un criterio muy de avanzada para
la época respecto a temas civiles y de desarrollo urbano: pocos saben que el
actual puente Pueyrredón fue construido por el mismísimo Chilavert en el año
1849 obviamente, en aquél tiempo, de madera y que se llamaba Puente Viejo.
Sin
embargo, la historia “oficial” o liberal, como quiera llamarse, puso en
práctica su remanido y deleznable método de borrar de sus anales la memoria del
héroe ya que para ellos Chilavert “sacó los pies del plato”… y todo porque tuvo
la dignidad suficiente para no actuar como un traidor a su Patria.
Digamos
para finalizar que los restos de Chilavert se encuentran a la fecha -2018-
arrojados, arrumbados sin chapa, placa o dato alguno que lo identifique, en
el fondo oscuro, en el subsuelo de la
bóveda de una familia amiga: Coronel Eliseo Argüello en el Cementerio de la
Recoleta sobre la esquina de la calle Azcuénaga y Av.Pueyrredón-Sección 19, en
el extremo nordeste del cementerio. (ver
fotos al final)
Y
como dice UZAL “¡Vaya a saber uno que
mano piadosa la llevó hasta allí…Lo cierto es que su entrada no está registrada
en la Administración, de modo que el traslado se realizó clandestinamente.. Hay
que comprenderlo: eran años de miedo y persecución-los posteriores a
Caseros-para cuanto tuviera olor a federación o a rosismo”.
Sigue
diciendo el autor que se hizo la averiguación oficialmente por el año 1968 y se
respondió oficialmente lo que sigue:
“Junio 28 de 1968/ Señor Administrador
del Cementerio de la Recoleta: / Habiéndose efectuado una búsqueda en nuestros
registros de inhumaciones desde el mes de febrero de 1852 hastas diciembre de
1915, no existen constancia del cadáver de D.Martiniano Chilavert /Fdo.A. Alvarez,90…Notifiquese
al recurrente./ Ricardo J.Fernández, Administrador/ Cementerio de la Recoleta”.
Y
Culmina el autor diciendo que el bronce imperecedero aun la patria le adeuda “…a este hijo fidelísimo, pero que se
levantará en día no lejano. El bronce que respetarán los siglos; que venerarán
los que vendrán.”
A
esta fecha –año 2018- aun la deuda sigue pendiente
¿Cuál
es el estado del país hoy?, Muchos de los que aquel 3 de febrero de 1852
empuñaron sus armas unidos al Brasil tienen hoy varios monumentos, plazas,
calles con sus nombres y periódicos homenajes en su honor, mientras que quien
dejó de lado todo para morir defendiendo su suelo natal ni siquiera descansa en
una tumba propia.
Algún
día, cuando las estatuas de los traidores sean demolidas y sus nombres no
cubran nunca más calles, escuelas y parques de nuestro país, sus restos -hoy
olvidados por los gobiernos fantoches liberales o seudo-progresistas
democráticos --, serán honrados como corresponde a quien dio su sangre en
cumplimiento de la divisa sagrada: Soberanía o Muerte.
Fuentes:
- Rivanera Carlés, Raul: Nuestros Próceres ‘Liding S.As.
Ediciones Internacionales-1943
- Castagnino, Leonardo: Juan Manuel
de Rosas-Sombras y Verdades
- Saldías, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina-, Tomo
VII, Buenos Aires, Orientación Cultural Editores, 1958, págs. 179-181
- López Mato, Omar: Caseros, las
vísperas del fin – Pasión y muerte del Coronel Martiniano Chilavert. Buenos
Aires (2006). Portal www.revisionistas.com.ar
- Martí, Gerardo
Marcelo: “Juan Manuel de Rosas-Historia
de un Viaje Sin Retorno” (Ed. AQL-2016, pag.18)
- Pachá,
Carlos Prof. Lic. : Fundación Historia y
Patria
- Saldias, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina.
- Rosa, José María: Historia Argentina.
- Rosa, José María: La caída.
- Castagnino Leonardo: Juan Manuel de Rosas, La ley y el orden.
- Castagnino Leonardo: Guerra del Paraguay. La Triple Alianza.
- Rosa, José María: Historia Argentina.
- Rosa, José María: La caída.
- Castagnino Leonardo: Juan Manuel de Rosas, La ley y el orden.
- Castagnino Leonardo: Guerra del Paraguay. La Triple Alianza.
- La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar
- Uzal, Francisco
Hipólito:
“El Fusilado de Caseros”, Ed. Astrea 1974-pag. 468,487/8)
- Montoro Gil, Gonzalo Vicente: Compilación, Edición, Fotos y datos sobre la
tumba del prócer
Lamentable la forma en que se ignora desde la Historia Nacional a este hombre tan comprometido con sus ideales. Aún hoy persiste el abandono hacia su persona, basta ver las pésimas condiciones de mantenimiento de la bóveda donde se encuentran depositados sus restos en el cementerio de la Recoleta.
ResponderBorrarMuchas gracias por el comentario. Muy pertinente.
BorrarDesde que descubrí la historia de Martiniano Chilavert, estoy obsesionado con su historia, acabo de descubrir este blog, porque buscaba su tumba, y no puedo creer que esto sea cierto, es increíble, que indignación!!!!! Gracias por esta información.
ResponderBorrarEstimado Mateo, ante todo pido disculpas por tardar en contestar....no soy muy ducho en el manejo de estos sitios y para mi son muy enmarañados....respecto al tema de Chilavert estoy de acuerdo...es muy dolorosa su vida y su muerte....y mas, donde se encuentra actualmennte y en el estado en que se encuentran sus restos...pero, lo invito a que ud. vaya a la recoleta, vaya a donde está la boveda de Eliseo Argüello -familia amiga de Chilavert- (la bóveda está a la altura de Pueyrredon y Libertador, en una esquina justo del cementerio)...puede asomarse y verla por las ventanillas rotas, lleno todo de mugre...No es el ataud que se ve alli primero sino en un agujero debajo del piso en lo profundo de la oscuridad...es muy triste...pero bueno, asi nos va a nosotros....lo que hacemos con nuestro pasado se traslada a nuestro presente....saludos federales
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