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jueves, 26 de noviembre de 2020

(de Pluma Ajena) Día de la Soberanía Nacional-Acto en Palermo (J.M.Soaje Pinto y L.Castagnino)

 (de Pluma Ajena) Día de la Soberanía Nacional-Acto en Palermo (J.M.Soaje Pinto y L.Castagnino)

En emotivo acto reafirmando nuestra soberanía política y económica Leonardo Castagnino y J.Manuel Soaje Pinto, entre otros oradores, en sólidos discursos bajo la mirada de Don Juan Manuel de Rosas en su monumento ecuestre en Palermo - 20 de Noviembre de 2020, recordando la gesta de Vuelta de Obligado, Tonelero y Angostura del Quebracho.





miércoles, 25 de noviembre de 2020

lunes, 23 de noviembre de 2020

JUAN BAUTISTA ALBERDI -El Paradigma del Cipayo Nativo Anglo-Francés

 JUAN BAUTISTA ALBERDI

(El Paradigma del Cipayo Nativo Anglo-Francés)




Intentaremos aquí en unas pocas pinceladas un gráfico recorrido de Juan B. Alberdi como epítome de una inteligencia al servicio de intereses extranjeros; y lo que es peor, conscientemente.

Hubo muchos, es cierto. Ya hemos hablado en otros trabajos de Lavalle, de Mitre, de Sarmiento, de Lamadrid, pero nadie como Alberdi por los efectos nocivos de su accionar a lo largo de su vida.

Un Cipayo. Un verdadero ‘cipayo’ en toda su acepción: “Soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y Gran Bretaña. "regimientos de cipayos" (Definiciones de 'Oxford Languages') En el Imperio británico, se conocía como cipayo a un nativo de la India  reclutado (en general) al servicio del poder europeo , normalmente del Reino Unido , pero el uso también se extendía a los ejércitos coloniales de Francia y Portugal. ​De ahí se generalizó una segunda acepción como nativo de una colonia simpatizante con los intereses metropolitanos, o simplemente "secuaz a sueldo", como recoge la Real Academia Española.

Por esa razón nos centraremos en él como ejemplo que engloba a tantos otros que combatieron a su propio país en beneficio de Francia e Inglaterra y de su sucursal en América del Sur: Brasil, renegando de sus raíces hispanas y de la soberanía de su nación.

En él se encarna no solo lo cultural sino, y esto es lo grave, también el creador de la estructura jurídica que hasta el día de hoy nos agobia y nos somete al poder del dinero, de la Banca extranjera.

Las leyes de nuestro país están basadas en sus criterios jurídicos que comienza en los prolegómenos de la Constitución Nacional. Fue el armador de una estructura jurídica que sirvió y sirve de base a todo un andamiaje legal que nos aplasta y nos asfixia. Por esa razón la importancia de su accionar en el Río de la Plata que tantos perjuicios nos ha causado y nos causa hoy día.

Y lo peor de todo es que no fue original: todos sus pensamientos jurídicos eran extraídos de Francia y de los EE.UU con el cual estaba también, encandilado.

Es claro que culturalmente muchos ‘auto-exiliados’ (sic) en Montevideo formadores de la llamada ‘Comisión Argentina’ o el llamado ‘Gobierno de la Defensa’, estaba conformado por Orientales y Unitarios argentinos que celebraban los ataques europeos y brasileños contra su propio país.

Conspirando y azuzando a éstos a atacar sin piedad al Gobierno soberano de la Confederación Argentina, siendo agentes, súbditos de los gobiernos de Francia e Inglaterra y del nuevo imperio luso-brasileño, generosamente solventados económicamente para tales fines.

Ya desde los albores del siglo XIX, 1810 los encuentra a estos sujetos en pleno sometimiento a los imperios transatlánticos y sus bancas generosas para con ellos.

El fin propuesto, como pedía Juan B. Alberdi, era que la Banda Oriental o por lo menos Montevideo, fuese independiente para que Inglaterra y Francia ‘campearan en sus nobles dominios’.

Ahora, algo que parece contradictorio, no lo es. Alberdi, uno de los principales ‘antirrosistas’ escribía en 1847 “Si digo que la Republica Argentina está próspera en medio de sus conmociones asiento un hecho que todos palpan”.

Puede leerse que la lucha de estos Unitarios no era por mejorar una supuesta condición de pobreza de la patria. Reconocían, como lo confesaba el propio Alberdi, que la Confederación se desenvolvía económicamente con una ‘prosperidad admirable’.

¿Y entonces? Sólo el odio masónico a su patria y su corta visión política, embebida en trasnochado ideologismo iluminista, podían hacer que combatieran con denuedo a aquello que admiraban; y más allá de pretendidos reconocimientos periodísticos, sus actitudes no cambiaron.

¿Quiénes eran los ‘cerebros‘  de ese gobierno, de ese grupo de obsecuentes y empleados pagos de los Imperios británicos, franceses y brasileños -sean monarquías o repúblicas-, todos indignos a su tierra?

La conocida y extendida familia Obes, principal familia oligárquica de Montevideo: Lucas Obes, José Ellauri, Juan A. Gelly, Jorge Pacheco, Manuel Herrera y Obes, Melchor Pacheco y Obes. Sumados a todos ellos, Santiago Vázquez, Andrés Lamas. Tambien los nativos de éste lado del Plata, Florencio y Juan Cruz Varela, José Rivera Indarte, José Mármol, Julián Segundo Agüero, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Julián Alvarez, Valentín Alsina (fundador del grupo llamado ‘Comisión de Argentina‘  que reunía y aglutinaba a los exiliados argentinos de Montevideo quienes se oponían a Rosas.) y los militares argentinos Gregorio Araoz de Lamadrid, Juan Galo Lavalle, José María Paz y Mariano Acha, principalmente.

Esos súbditos de Francia e Inglaterra, de la Europa revolucionaria despreciaban, desde el fondo de su corazón a su patria y abjuraban de su pasado hispánico.

No puede haber colonización por parte de imperios extranjeros sin la utilización de sus lacayos nativos, ampliamente sobornados.

Es que los imperios cuando no pueden conquistar por las armas, conquistan mediante las leyes internas hábilmente diseñadas por esos escribas bien pagados.

Es más, con el tiempo estos imperios se dieron cuenta que las batallas militares las podían perder (1806, 1807 con las invasiones inglesas, 1825, 1827 en Brasil, 1838 Francia, 1845-1850 Francia e Inglaterra, etc).

Cambiaron de sistema: la conquista se realizaría mejor mediante la utilización de nativos adeptos que propondrían y  realizarían todo lo necesario y ordenado por la metrópoli allende el atlántico siendo los gobernantes y funcionarios de nuestro país meros empleados súbditos bien pagados por aquellos, vulgarmente llamados ‘cipayos’. Raúl Scalabrini Ortiz bien lo desmenuza punto por punto en sus escritos.

Solo cuando se encontrasen con un impedimento diplomático o político para el logro de sus fines, acudirían a las armas –en lo posible, apareciendo propios integrantes de la nacionalidad atacada como gestores y ejecutores- pero siempre estando los ingleses y franceses más los brasileños como ordenadores de las acciones y beneficiarios finalmente de las consecuencias de dichas batallas, como sucedió en Caseros.

Una vez logrado derrocar a los gobiernos soberanos que osaron oponerse a su rapiña, mediante sus escribas, políticos y militares sabiamente comprados, continuarían con su rapiña sin disparase un solo tiro. Los díscolos ya fueron ejecutados.

Los franceses, como los ingleses, tenían un sistema: buscaban una excusa nimia, absurda, para atacarnos a nuestra patria, como lo hicieron en Egipto, México, China, donde lograron su cometido sometiendo a dichas naciones a sus leyes y a la eliminación de todo tipo de soberanía política y económica succionando toda su riqueza con una gula sin fin.

Demos otro ejemplo. En México utilizaron los franceses el mismo subterfugio en la llamada ‘La Guerra de los Pasteles’

Esta guerra entre México y Francia se llevó a cabo del 16 de abril de 1838 al 9 de marzo del 1839, surgió a partir del reclamo de un francés que poseía un restaurante en México y pedía que se lo indemnizara económicamente porque en 1832, oficiales del presidente Santa Anna, se habían comido unos pasteles en su local sin pagar. Claro está que, el enfrentamiento no fue ocasionado por esa causa pero sí ese fue el hecho que motivó a Francia a reclamar ventajas comerciales.

La situación entre México y Francia se tornó más difícil cuando en Tampico, en 1837, fue fusilado un pirata francés. En el mes de febrero de 1838, una escuadra de buques franceses hizo su primer acto de presencia en Antón Lizardo, Veracruz.

El 16 de abril de 1838, los franceses declararon el bloqueo al puerto de Veracruz, incautando los barcos mercantes mexicanos. Los buques de los contrincantes dispararon contra San Juan de Ulúa al conocerse la negativa a sus reclamaciones en las que exigían la exoneración de los préstamos forzosos al gobierno, entre otros planteos entendidos como exagerados.

Vemos como sucedió en nuestro país.

Desde 1838 en adelante, la flota francesa cerró al comercio la ciudad de Buenos Aires y los puertos fluviales de la Confederación Argentina. Esta acción había sido justificada por la negativa del gobierno de Rosas a aceptar la exigencia de exceptuar a los súbditos franceses de las obligaciones del servicio militar, obtener satisfacciones por supuestas ofensas a ciudadanos de esa nación y asegurar el tratamiento de nación más favorecida a Francia por parte de la Confederación Argentina. Lo veremos en los párrafos que siguen donde referiremos a las actitudes expansionistas de Luis Felipe de Orleáns.

Algunas de esas cuestiones se relacionaban con Cesar H. Bacle  un impresor nacido en Suiza que regenteaba la Litografía del Estado Argentino, quien había sido detenido el 2 de marzo de 1837 por traición. El vicecónsul solicitó el 4 de marzo de 1837 que se lo remitiera a Francia para juzgarlo en el caso de que fuese culpable; posteriormente exigió directamente que, de serlo, se le concediera el perdón. No obtuvo respuesta alguna del gobierno.

Acusado de conspirar contra el gobierno en época de revolución y de guerra, y comprobado este hecho por cartas escritas de su puño y reconocidas por él mismo, fue reducido á prisión. Entonces reclamó la protección del cónsul francés, y durante la secuela de su causa murió en su propia casa, habiendo sido conducido su cadáver por multitud de franceses, quienes quisieron darle a esta ceremonia una importancia que revestía el carácter de un insulto o de una amenaza al gobierno.

Roger acusaba de malos tratos a su custodia, específicamente al Coronel D.N. Quevedo, afirmando que después de cerca de seis meses de estar encerrado en un calabozo había sido devuelto a su casa en un deplorable estado de salud. No obstante, Bacle era opiómano y el parte médico indicó que murió de una gastritis ocasionada por abuso inmoderado de opio. Al día siguiente, el vicecónsul, los oficiales del navío d'Assas y más de quinientos franceses acompañaron el cortejo fúnebre.

Se lo acusaba de vender planos de importancia militar a Bolivia cuando en 1836 había viajado a Chile para establecerse, de apoyar a los exiliados unitarios en Uruguay, intervenir en la política interna de Chile y haber recientemente vendido mapas confeccionados por el gobierno argentino para la próxima guerra con Santa Cruz, lo que confesó. Roger afirmaba la inocencia de Bacle.

No obstante, existía una carta dirigida el 25 de febrero de 1837 a Bernardino Rivadavia, ofreciendo de acuerdo con el ministro chileno Diego Portales facilitar el pasaje de Agüero, Alsina, Varela y Rivadavia mismo a Chile, con el objeto de obstaculizar la alianza con Rosas para enfrentar a la Confederación Peruano-Boliviana corroborado con correspondencia de Alsina y de Mora, secretario del General Andrés de Santa Cruz (Ultimátum del Sr. Cónsul de Francia, página 11 y 48). 

El 4 de enero de 1838, Bacle murió preso en su domicilio​ y Roger hizo suyos los reclamos de su viuda, a los que agregó reclamaciones de franceses obligados a servir en el ejército​ otra en favor de Pedro Lavié (otro francés incorporado al ejército y encarcelado por robo) ​ y otra acompañando los reclamos por supuestos perjuicios comerciales sufridos en 1821 por Blas Despouy. ​

Con un tal Despouy sucedió lo mismo: había levantado un establecimiento industrial en Barracas destinado a curtiembre y elaboración de aceites de animales. Contó al principio con apoyo del estado, pero en 1821 fue clausurado por razones de salubridad y ante las quejas de sus vecinos.

Blas Despouy era un negociante que movido por sugestiones directas del general Rivera, de quien era agente en algunos negocios, como se comprueba por su correspondencia original reclamaba perjuicios por habérsele ordenado á solicitud de sus vecinos la clausura de un establecimiento para la extracción de grasa de potro. El gobierno le había atendido su reclamo, pero él fijó una suma extravagante, sin perjuicio de reducirla algún tiempo después y de constituirse en acérrimo defensor del gobierno de Rosas.

Otro francés, Pedro Lavié era proveedor de un cantón militar al interior de la frontera; y había sido sumariado por infracción á los reglamentos para mantener la disciplina de las tropas. Convicto de estoy de haber robado cantidad de dinero, fue sentenciado a seis meses de prisión. 

Pedro Jusson, marinero, reo de asesinato en la persona de Matías Cañete, sentenciado en última instancia á la pena condigna;

Pero, así como los ingleses y franceses pudieron vencer la resistencia de los gobiernos de México, Egipto, China, donde introdujeron forzadamente el opio en sus tierras, etc. no pudieron con Don Juan Manuel de Rosas cuya diplomacia  y aguerridos militares más el pueblo todo se opuso a las prepotencias imperiales.

Estos se dieron cuenta que podían lograr sus cometidos de otra manera, como se dijo arriba: comprando, sobornando a los nativos deslumbrados por las luces y por el oro que corría a raudales en los Unitarios de ambos lados del Plata.

¿Para qué correr riesgos inútiles con su propia gente que moría en tierras lejanas, si tenían maniatados a los cipayos de cada región que cumplían sus órdenes por unos pesos?

El terreno fue preparado por la ‘intelligentzia’ local: intelectuales nativos pero de una mirada anclada en lo foráneo que impedía la creación de un pensamiento propio de los argentinos y que nos colonizaban pedagógicamente. Los primeros de todos fueron Bernardino Rivadavia y su secretario Manuel García, personeros eternos de todo interés comercial y financiero británico en nuestra patria.

Ya hemos dado varios nombres arriba –sin agotar la lista- quiénes eran pero Alberdi fue el más dañino porque le dio el andamiaje jurídico a nuestra colonización estructurando el país en leyes por él mencionadas y hechas para provecho exclusivo de los extranjeros y sus capitales, que, de ese modo se aseguraban sus intereses en el Plata.

Alberdi en su ‘Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho’  decía orgullosamente que “ya no éramos hijos de España: desde la Revolución somos hijos de Francia. Había que reemplazar definitivamente el idioma castellano  “importación absurda de una legitimidad exótica“, que no se encuentra en “armonía íntima con nuestro pensamiento más simpático mil veces con el movimiento rápido y directo del pensamiento francés, que no con los eternos contorneos del pensamiento español

Este amor a lo foráneo entusiasmó a su amigo Alberdi: "Gutiérrez es un europeísta convencido”, diría años después en su biografía póstuma. "Gutiérrez vivía en Europa en su propio país", agregó, creyendo que estar fuera de la realidad era el mejor elogio que podía hacerse del constituyente.  "A su influencia se debió en parte, que el elemento europeísta predominase en la Constitución de mayo de 1853"

Ya comentamos en otro trabajo  lo que explicaba Alberto J. Bondesio “En 1834 Juan Bautista Alberti, Juan María Gutiérrez, Marcos Sastre, Vicente Fidel López, Miguel Cané, Carlos Tejedor, Juan Thompson, Félix Frías, y otros fundaron el Salón Literario y en 1837 Esteban Echeverría juntamente con Alberdi, Gutiérrez, José Mármol, Rivera Indarte, Pastor Obligado y otros fundan la Joven Argentina o la Joven Generación Argentina que fue disuelta al año siguiente por el gobierno de Rosas. En 1838 Alberdi junto a otros emigrados argentinos crea en Montevideo, la Asociación de Mayo. Asimismo aparecen simultáneamente asociaciones similares en San Juan, Tucumán, Córdoba, etc. en cuyo seno trabajarán Domingo F. Sarmiento, Benjamín Villafañe, Marcos Avellaneda, Vicente Fidel López entre otros”.

“Todas estas sociedades secretas tenían algo en común: realizar trabajos subterráneos, fomentando las diversas coaliciones para derrocar al gobierno de Rosas”.

“Pero, una vez vencido Rosas, para los Unitarios que habían vuelto del extranjero Urquiza era una molestia para sus planes y lo consideraban otro tirano más. Entonces a fin de combatir al ‘nuevo’ tirano se formó otra logia llamada ‘Juan-Juan’ de la que formaban parte: Miguel Estévez Seguí, José Mármol, Adolfo Alsina, Juan José Monte de Oca, José María Moreno, y algunos militares como José María Pirán, Emilio Conesa y Emilio Mitre”.

Claro, todos estos fogoneaban desde la página de sus periódicos y libelos diversos los ataques arteros de los imperios citados; impregnando el ambiente que finalmente desemboca en la Batalla de Caseros y se irradia hasta el presente, de una cultura que propendía al achicamiento territorial y a la negación de valor alguno a la conservación de la unión de los territorios hispanos considerando que solo lo proveniente de Francia e Inglaterra era la ‘civilización’, por lo que lo proveniente de España era la ‘barbarie’ que se trasladaba al interior de nuestro territorio, que era la causa de nuestros males y de nuestra falta de desarrollo como nación.

Recordemos lo que decían Lamas, Herrera, Sarmiento, Mitre y Alberdi, “la extensión territorial es lo malo para el progreso”. Pero bien que aplaudían como los EEUU, Inglaterra, Francia, Brasil iban extendiendo sus imperios a costa de sangre y fuego. Claro, eran la ‘civilización’….

Ellos sabían bien el daño que producían con su ideología para nuestra nación; todo para favorecer sus bolsillos a costa de nuestra integridad soberana. Deleznable.

Esto desde la óptica de la cultura y de la educación que proponían; esto es, el modelo de sociedad que pergeñaban en sus mentes. La ‘cuadratura del círculo’.

Pero, ello debía ser maniatado a futuro para que el esquema de país propuesto no surtiera cambios inesperados y atase sin sobresaltos a nuestra patria a la sujeción y dictado del extranjero.

Para tales fines se requería un armado jurídico que fuese el sostén de todo el andamiaje cultural que nos volvería mansos corderos de los centros de poder mundial y de las finanzas.

Y ahí aparece Juan Bautista Alberdi preparando el terreno desde el armado jurídico que posibilitara ‘ad-eternum’ el sometimiento al dictado de los intereses extranjeros.

Tucumano,  hijo de Salvador Cayetano de Alberdi Egaña y de Josefa Aráoz y Balderrama. Su padre  era un comerciante vasco, nacido el 7 de julio de 1757 en Guetaria, Guipúzcoa, hijo de Manuel Ventura de Alberdi Elcano y Magdalena de Egaña Larzabal.

Juan Bautista estudió en el Colegio de Ciencias Morales gracias a una beca  de estudio otorgada por la Provincia de Buenos Aires. Abandonó prematuramente sus estudios en 1824 debido a que no se adaptó a las exigencias de la enseñanza. (En nuestros tiempos se diría que estudió gracias al erario público, compuesto por impuestos pagados por los gauchos hispanos ignorantes que el defenestra y que al decirse que ‘abandonó prematuramente los estudios debido a que no se ‘adaptó’ (sic) a las exigencias de la enseñanza’, debió ser una elipsis elegante para decir que encima que estudió gratis, abandonó los estudios por vago.

Luego se arrepintió y retomó los estudios en el departamento de jurisprudencia en la  Universidad de Buenos Aires. Siguió sus estudios en la Universidad de Córdoba, aunque no los completó en esa época: los continuó en Montevideo en 1840  y obtuvo su título de doctor en jurisprudencia durante su estadía en Chile.

Entonces, nació en la hispánica Tucumán, fue hijo de españoles, estudió en la Universidad de Buenos Aires, Universidad de Córdoba, Universidad de Montevideo, doctor en Jurisprudencia en Chile…Todo representativo de nuestra gallarda cultura hispánica que él se encarga de denostar con adjetivos olvidando de donde viene, donde se crió y donde estudió. Literalmente, un renegado.

Alberdi fue uno de los principales sostenedores de las invasiones británicas y francesas al Rio de La Plata, y un personaje muy alejado de ser considerado de pensamiento Federal y Nacional.

Este escritor tucumano, errático y acomodaticio según soplaran los vientos, fue un ejemplo histórico de otros que son hoy ejemplos vivos de aquél.

No trepidó en apoyar fervorosamente las citadas invasiones, pues decía que, “así se evitaría el avance brasileño hacia nuestras costas‘ (sic). Aunque en 1852 en la batalla de Caseros había aplaudido y apuntalado ese avance brasileño en la guerra contra su nación. Contradicciones liberales, como no podía ser de otra manera.

Estudiando las Obras Completas del autor, en especial ‘Las Bases…‘, podemos leer en  El Brasil ante la democracia en América‘  escritas por el autor en el año 1869 y “La monarquía como mejor forma del gobierno de Sudamérica” (sic)  en 1867, que éste tenía en claro que el Brasil tuvo siempre como finalidad manifiesta extender sus fronteras hacia Uruguay, Paraguay, Bolivia y la Argentina.

Dice Alberdi que el Brasil tenía como mira fija y constante “extender su territorio hasta el Plata para poseer los dos grandes ríos, por donde puede entrar el mundo y hacerle perder los territorios internos de su Imperio que se apoyan en las márgenes de esos ríos y sus afluentes”.

Queda comprobado que, cuando Alberdi quería, podía reconocer los proyectos expansionistas del Imperio y la importancia del control de los ríos Paraguay, Uruguay, y los que lo harían llegar a Bolivia…y más allá.

Algo que Artigas, Oribe, Lavalleja, Rosas y los demás Federales siempre supieron ver. Con la diferencia que éstos combatieron hasta dar sus vidas y bienes para no dejar expandirse al Imperio brasileño, mientras que Alberdi, cuando el Brasil invadió el Plata, lo apoyó abiertamente en contradicción con lo expresado en alguno de sus textos.

Alberdi, siempre tarde y cuando su veneno ponzoñoso había hecho efecto, se habría dado cuenta del expansionismo brasileño sobre las tierras paraguayas, las Orientales, Entre Ríos, Corrientes y las Misiones.

En el año 1866 reconoció los alcances concretos de la política expansiva de Brasil, que “ocupa ya como parte de su suelo las misiones argentinas orientales, la mitad del Estado del Uruguay, y aspira a tomar un tercio del Paraguay […] La República Argentina ha perdido, en cincuenta años, dos tercios de su territorio. ¿Quién le ha quitado Bolivia, el Paraguay, las Misiones, Montevideo, Magallanes? No es la Europa. – Es el desorden, la falta de gobierno […] La República Argentina perdió Montevideo por mano del Brasil y las Malvinas por mano de los Estados Unidos, que las entregaron a Inglaterra”

Pero también decía “El río Paraguay (…) es necesario a la integridad de Brasil por dos motivos diferentes: porque sirve para asegurarle y conservarle las provincias que hoy posee, y porque basta una sola posesión para darle el territorio del Paraguay, atravesado por él, y las provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos (…) sería para el Brasil tomar las puertas orientales de Bolivia, que son los ríos Bermejo y Pilcomayo

Alberdi brinda ese esquema, esa estructura jurídica que nos volvería -y que nos vuelve aun hoy día- una factoría inglesa o francesa o de sus lugartenientes en Sudamérica que fueron y son los brasileños.

José María Rosa  nos hacía notar que Alberdi bramaba en 1939, en pleno ataque de los franceses: «llamar hermanos a los nacidos en el mismo suelo es un despropósito; los espíritus universales no somos hermanos de las bestias nacidas en América». También Echeverría decía en 1846, en plena agresión anglo-francesa: ”La patria para ellos no estuvo en la tierra, ni en la historia ni en la sangre, ni en la comunidad. La patria era la  civilización‘. «Nadie es extranjero en la patria universal, la patria es el universo».

El lector dirá:- ¿Y lo que implicó la Constitución Nacional? ¿No fue ello de importancia mayor?

En consonancia del caos que durante décadas asoló nuestro país la Constitución Nacional, que iba a ser la pócima que solucionara todos nuestros problemas e iba a organizar la nación, era un mero ‘librito’ como irónicamente pero con acierto explicaban Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas.

Es dable notar el desaguisado intelectual en el pensamiento y voz del modelo de constitucionalismo argentino: Juan Bautista Alberdi.

Todos sabemos que la Constitución Nacional tiene como sustento lo escrito por el mencionado en su “Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina”, escrita en el año 1852, a pocas semanas de que el gobierno legítimo de su país fuese derrocado por una asonada internacional.

 Eso sí, el escrito rezumaba palabras rimbombantes sobre la libertad y los derechos. Libertad y derechos que ‘no recordó’ el autor al momento de su libelo, cuando aún la sangre de los patriotas federales estaba fresca luego de la masacre. No puede haber hipocresía mayor.

 Pues bien, ese autor constitucionalista ensalzado hasta lo inimaginable lo primero que dice es que la existencia de una Constitución no servía para nada y que era una utopía (sic).

Pareció que esa contradicción flagrante no lo avergonzó ni un ápice ni a él ni a quienes lo alababan.

Si la Constitución que va a darse ha de ser del género de las dadas o ensayadas hasta aquí en la América del Sur, no valdrá la pena de trabajar mucho para conseguir su sanción. Ya está visto lo que han dado y darán nuestras constituciones actuales….A fuerza de vivir por tantos años en el terreno de la copia y del plagio de las teorías constitucionales de la Revolución francesa y de las constituciones de Norteamérica, nos hemos familiarizado de tal modo con la utopía, que la hemos llegado a creer un hecho normal y práctico. Paradojal y utopista es el propósito de realizar las concepciones audaces de Siéyes y las doctrinas puritanas de Massachusetts, con nuestros peones y gauchos que apenas aventajan a los indígenas. Tal es el camino constitucional que nuestra América ha recorrido hasta aquí y en que se halla actualmente. Es tiempo ya de que aspiremos a cosas más positivas y prácticas, y a reconocer que el camino en que hemos andado hasta hoy es el camino de la utopía. Es utopía el pensar que nuestras actuales constituciones, copiadas de los ensayos filosóficos que la Francia de 1789 no pudo realizar, se practiquen por nuestros pueblos, sin más antecedente político que doscientos años de coloniaje oscuro y abyecto. Es utopía, es sueño y paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana, tal como salió formada de manos de su tenebroso pasado colonial, pueda realizar hoy la república representativa, que Francia acaba de ensayar con menos éxito que en culturasu siglo filosófico, y que los Estados Unidos realizan sin más rivales que los cantones helvéticos, patria de Rousseau, de Necker, de Rossi, de Cherbuliez, de Dumont, etcétera. Utopía es pensar que podamos realizar la república representativa, es decir, el gobierno de la sensatez, de la calma, de la disciplina, por hábito y virtud más que por coacción, de la abnegación y del desinterés, si no alteramos o modificamos profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro pueblo hispanoamericano”

Analicemos puntillosamente este compendio de incoherencias y falsedades  del nuestro ilustre tucumano, nuestro constitucionalista por antonomasia.

Primero, Alberdi –constitucionalista- considera que la existencia de una Constitución es una utopía. Si eso no es una contradicción no sabemos qué es.

Él nos alerta sobre la inutilidad de las teorías constitucionalistas francesas o estadounidenses.

Y nos dice que si las constituciones francesas y estadounidenses han fracasado (a confesión de parte…) no debe extrañarnos que hayan fracasado en nuestro país pues somos un pueblo hispanoamericano compuesto por peones y gauchos que apenas aventajan a los indios.

Difícil encontrar una contradicción mayor.

Por un lado dice que el fracaso del sistema constitucional en nuestro país es porque nuestro pueblo es gaucho e hispano, pero que reconoce que en Francia y los EEUU también ha fracasado.

Entonces, según se deja ver, no es una cuestión de ser hispanoamericano el fracaso del sistema constitucionalista. Esto no lo ve Alberdi en sus disquisiciones y muy orondo lo pasa de largo.

Queda una visión diáfana, a tenor del razonamiento del mismo, deduciendo que si fracasó el sistema constitucionalista en Francia, necesariamente ( no sabemos cómo llega a tal conclusión determinista) debe fracasar en nuestro país que por ser hispano habitado por gauchos, es necesariamente ignorante.

La contradicción se hace más profunda e insalvable cuando dice, finalmente, que para que pueda darse una república ‘representativa’ es necesario que alteremos o modifiquemos “…profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro pueblo hispanoamericano”.  Esa nueva contradicción está dada en que antes había dicho que los franceses o estadounidenses han fracasado en ello,  siendo una utopía.

¿No será que el problema, en definitiva, no es una cuestión de nacionalidad o país, sino en que la Constitución, como panacea, es una utopía?. No lo decimos nosotros, lo dice el propio adalid del constitucionalismo argentino.

Cuando Alberdi dice “Es utopía el pensar que nuestras actuales constituciones, copiadas de los ensayos filosóficos que la Francia de 1789 no pudo realizar, se practiquen por nuestros pueblos, sin más antecedente político que doscientos años de coloniaje oscuro y abyecto”…,parece olvidar que él no salió ni es hijo de un francés o de un sueco, sino que es un descendiente español, estirpe de la cual él reniega y que además, sus estudios fueron realizados en una escuela, colegio y universidad con profesores de origen español.

Nada peor que un ignorante y además, perjuro.

Y de la boca del propio tucumano nos enteramos que no importa las coaliciones de esa minoría intelectualoide Unitaria con el extranjero si con ello se logra que nuestro país tenga una Constitución. Todo vale en su nombre

Fue gestor de las normas constitucionales producto de su lucha antinacional para su logro durante tantos años, aunque en realidad es curioso lo que piensa en el fondo de la Constitución escrita, excusa pueril para atacar a la soberanía de su patria.  

Después de haber escrito “Las Bases…” y haber sido un apologista en lograr una Constitución escrita como panacea para la organización nacional, razón por la cual combatió a Rosas, cambió de parecer. En el año 1871 escribió su libro „Cartas Quillotanas‘, en una de ellas llamada „Peregrinación de Luz del Día‟, manifestó una opinión contraria “…Las constituciones escritas en el papel están expuestas a borrarse todos los días; las que no se borran fácilmente son las escritas en los hombres, es decir, en sus costumbres”.

Dice Alberdi: "Nuestra historia constitucional no es más que una continua serie de imitaciones forzadas", y que sus autores se diferenciaban "con las divisas hipócritas de libertad, garantías, constitución", mientras que él ya había dejado "de concebir el derecho como una colección de leyes escritas".

Téngase presente sus permanentes  contradicciones aunque los historiadores liberales han tenido una sospechosa y silenciosa ‘laguna’ acerca de lo sentenciado por su prócer.

Otra contradicción más diciendo que  “la política exterior es la causa del resultado del desarrollo y engrandecimiento del país”. Tranquilícese lector, para el escriba esto es solo válido y  aplicable a todo país, menos al suyo.

Queda manifiesto en esto que las guerras no solo son cuerpo a cuerpo sino que también se dan batallas diplomáticas y la importancia que atribuía a esto Alberdi., tal lo consignado arriba. Por supuesto sin contar con el oro y dinero a raudales que el Imperio brasileño y francés distribuyó gracias a sus banqueros varios como veremos debajo.

¿Cómo? ¿Un padre renegando de su hijo?,

Posteriormente y con los años se desdijo (una y otra vez como los liberales de hoy día), yendo y viniendo fácilmente en sus ideas cambiando de parecer sin ponerse colorado, produciendo un gran daño a nuestra nación. Seguramente sus ideas mutaban según sus intereses de momento como estamos viendo a lo largo de este trabajo.

 No hay perdón para tanta perfidia.

Tarde estimado tucumano. El daño infligido a la nación no tiene cura. El mal desparramado a lo largo de décadas por su verba y sus escritos hizo carne en nuestros líderes subsumiendo los intereses de nuestra nación a los de los foráneos que con la base jurídica que Ud. plantó y estructuró, supieron y saben hasta hoy día exprimirnos en un sinfín de exacciones de nuestros productos y rentas.

Alberdi, fue uno de los propulsores jurídicos más importantes para lograr la libertad de la navegación de los ríos interiores para todos los países del mundo. Esto se vio reflejado en la Constitución liberal de 1853, hija putativa de la derrota de Caseros por la alianza extranjera. El mismo Alberdi que requería imperativamente en su famoso libro ‘Las Bases’ “que la Argentina pidiera y se llenara de préstamos en el extranjero, que empeñáramos nuestras rentas y bienes nacionales para empresas que harán prosperar al país”

Recién en los últimos años de su vida parecería que Alberdi - siempre a destiempo y cuando su veneno ponzoñoso había hecho efecto- se habría dado cuenta del expansionismo brasileño sobre las tierras paraguayas, las Orientales, Entre Ríos, Corrientes y las Misiones. ¿Pero, realmente se arrepintió de su lucha pro-europea y brasileña?. Veremos que no.

Estos supuestos “arrepentimientos‟  -solo epistolares- en las postrimerías de sus vidas por parte de algunos personajes de la historia como Urquiza o Alberdi, más allá de las dudas que generan, aunque fueran ciertos, no sirven para remediar el enorme mal que ambos han hecho a la Argentina soberana aliándose al extranjero en forma tan ruin. ‘Facta, non verba. Facta manent, verba, volant’.

Téngase presente cómo el tucumano, más allá de sus declaradas y cacareados “remordimientos‟ por haber apoyado a los Unitarios en su lucha sediciosa contra el gobierno legítimo de su país, en su trabajo “Los Intereses Argentinos en la Guerra del Paraguay con el Brasil‘, ha justificado las alianzas de los Unitarios con los extranjeros: ―…"¿Qué indujo a Paz, a Lavalle, a Varela, a ligarse con el extranjero, contra el gobierno de su país, en la época de Rosas ? que el exclusivismo e intolerancia contra el ejercicio de toda resistencia constitucional, no deja otro medio de oposición eficaz a los disidentes, que su alianza con el extranjero. Ellos han dado el ejemplo de diez coaliciones con el extranjero para derrocar al gobierno de su país: coaligados sucesivamente con los franceses y los orientales, han entrado al fin de los años en su país por la mano del Brasil‖

Alberdi confiesa que la invasión que Lavalle llevó en 1840 contra don Juan Manuel de Rosas se hizo con dinero francés. El dinero francés fue lo importante, lo demás, secundario. Dice textualmente Alberdi en sus ‘Escritos Póstumos’ (tomo XV pág. 505, edición de 1900), “cuando los fondos estuvieron listos y la opinión preparada, el ejército se formó en un día”” 

En sus últimos años, en un especie de acto de contrición, en 1867 dice en sus ‘Escritos Póstumos’  argumentos cambiantes. En tal sentido ha escrito en su vejez, reconociendo la actitud del liberalismo: “Rosas con su política realista confirmó, afianzó las raíces de nuestra historia en Roma y en la España Imperial Católica. Mientras esto hacía Rosas, "en nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales: Mitre, Sarmiento y Compañía,”. Ha dicho Juan Bautista Alberdi “han establecido un despotismo turco en la historia, en la política y en la biografía de los argentinos... Ellos tienen un Al Corán que es ley aceptar, creer y profesar, so pena de excomunión. . . Sus textos son un código de verdad histórica, refutarlos es violar la ley, es un crimen de estado. . . No todos tienen el derecho de escribir la historia, al menos que no sea conforme a los tipos históricos grabados por los liberales oficiales. De tal historia han deducido una política que es su fabricación”.

 “…Aunque mi pasado político, (de militancia unitaria y liberal), me obstruye un poco, no me impedirá, sin embargo, llegada la oportunidad, que ha de venir, de tributar a la justicia histórica, en obsequio de muchos títulos que le asisten a Rosas, el testimonio público de mis convicciones a su respecto." "En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales: Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política, en la biografía de los argentinos….Ellos tienen un Al Corán que es ley aceptar, creer y profesar, so pena de excomunión. ..Sus textos son un código de verdad histórica, refutarlos es violar la ley, es un crimen de estado. ..No todos tienen el derecho de escribir la historia, al menos que no sea conforme a los tipos históricos grabados por los liberales oficiales., De tal historia han deducido una política que es su fabricación."

Lo que nos lleva a darnos cuenta que en realidad a él como a algunos otros como Sarmiento reconocieron, sin sonrojarse, luego de la caída de Rosas que el gobierno del Restaurador fue muy bueno y honesto.

Tarde. Sumamente tarde. Insustancial.

Debemos recordar, cosa que no hace Alberdi, que él fue uno de los promotores durante muchos años de derrocar a un gobierno legítimamente representativo, sensato, calmo, disciplinado.

‘Representativo’ pues el gobierno de la Confederación al mando del Brigadier. General J.M.de Rosas fue elegido por la Sala de Representantes de Buenos Aires, casi por unanimidad ratificado el mismo por plebiscito y por la existencia de los distintos pactos interprovinciales que le dieron marco legal a su actuación internacional.

Fue ‘sensato’ porque siempre puso su renuncia o su no reelección a disposición de dicha Sala.

Fue un gobierno ejercido con ‘calma y disciplinado’ aun en los momentos de mayor agresión por parte de los sediciosos unitarios y sus socios extranjeros ingleses y franceses.

Para Alberdi daría la idea de que la representatividad solo se da a través de una Constitución, aunque también decía lo contrario como hemos visto arriba.

Incomprobable, más cuando la misma no es más que efecto de una acción sediciosa por fuerzas internacionales y los enciclopedistas Unitarios que ninguna representación tuvieron jamás nuestra tierra y solo accedieron al poder por el derrocamiento de su legal gobierno, lo que –como veremos- vuelve a la cacareada Constitución de 1853 insanablemente nula.

Hagamos un somero análisis el contenido de nuestra pretendida Constitución ‘Federal’ (sic), que no es tal.

Lo antes mencionado y acontecido hasta el día de hoy demuestran la falsía de lo que allí se ordena, siendo finalmente lo que vislumbró Facundo Quiroga y J. M. de Rosas: solo un ‘cuadernito’ que permitió al centralismo unitario y liberal que sucedieron a Caseros adueñarse del país y venderlo al mejor postor.

Porque todas las constituciones que rigieron y rigen en nuestro país no son más que palabras sin consonancia alguna con nuestra realidad, con nuestra idiosincrasia hispana a contrapelo de nuestras necesidades como Nación. Sin olvidar que el Pacto Federal de 1931 obró como una verdadera Constitución que organizó el país basado dicho pacto en nuestra esencia y rasgos culturales. Porque una ley no crea los hechos, los consagra.

Solo el empirismo puede ser el sustento de una sana soberanía política y económica alejado de ideologismos extraídos de mentes absortas de la realidad que las circunda.

El faro intelectual de los ideologismos imperantes en nuestro país en la época del gobierno soberano de Juan Manuel de Rosas y luego de su caída ha sido Juan B. Alberdi que con  sus extravagancias desquiciadas junto a  Sarmiento, Agüero, los Varela, los Alsina, Salvador María del Carril, Mitre hoy  son homenajeados con estatuas, calles y monumentos, pero cómo,¿la Constitución no era Federal, según su texto?, entonces si es así ¿por qué nuestros ‘próceres’ de escuela son todos Unitarios?.

Alberdi en un rosario de sus pensamientos llevados a la pluma nos ilustra sin ruborizarse lo que los ideólogos a contramano de la realidad del país intentaron: la entrega vil de nuestra soberanía política, económica y territorial, tan en contraposición al empirismo que debe primar en las decisiones políticas en aras de la conservación en todo tiempo de la integridad de nuestra nación.

Reproducimos, en lo tocante a este tema, lo dicho en nuestro trabajo anterior en un anexo de actualización para observar en pensamiento de los ideólogos liberales de ayer ( y de hoy) en contraposición al empirismo, a la necesidad de actuar según la experiencia fáctica.

De la boca del propio tucumano nos enteramos que no importa las coaliciones de esa minoría intelectualoide unitaria con el extranjero si con ello se logra que nuestro país tenga una Constitución. Todo vale en su nombre.

Tal la estrechez mental del afamado tucumano.

Puede inferirse que los supuestos ‘arrepentimientos’  de Alberdi lo fueron solo para la posteridad que él presentía le iba a pedir cuentas. Fue un utópico, lo que significa un abstraído de la realidad de su país y tirano de la esencialidad de su patria.

Es dable observar que más allá de las supuestas ‘marcha-atrás’ en sus argumentaciones filosóficas jacobinas, continuó en el tiempo afirmando su ideario de ser sojuzgados por Francia o Inglaterra..

Y es más, el mismo declara muy orondo su pensamiento anti-argentino en sus ‘Escritos Póstumos’  en su libelo ‘Acontecimientos Del Plata En 1839 Y 1840 -Recuerdos – impresiones - pensamientos‘.

En él se resume en forma puntillosa un resumen perfecto de lo infectado por las ideas de la Revolución Francesa los cerebros de nuestra juventud de aquellos días, llamada pomposamente Generación del ’37, supuestamente dorada, pero realmente antiargentina y pro-francesa hasta la médula.

Oigamos de la boca del propio Alberdi el pensamiento malsano de aquellos unitarios que como documento insoslayable nos pinta de cuerpo entero el embotamiento moral y mental de aquellos, que con sus ditirambos y léxico florido y grandilocuente pero falto de realidad, intentaron a bajo el terror lograr la ‘cuadratura del círculo, como ya se dijo anteriormente.

“La juventud- dice Alberdi- abrazó las ideas, se asoció, escribió sus creencias; emprendió  una propaganda por la asociación, por la palabra, por la prensa; invadió la literatura, la crítica, la ciencia, la historia; renovó el recuerdo de las glorias nacionales; acaloro los ánimos; elevo los espíritus la concepción y la esperanza de un porvenir de libertad y de dichas.

Es decir, que todo medio sirve para voltear a un gobierno nacional, legítimo sostenido por el pueblo, no importa acudir a lo que sea ni decir lo que haga falta para tal fin. Porque queda claro que para Alberdi, el fin justifica los medios

Sigue diciendo nuestro prócer liberal: “El año 37 vino cambiar la faz de las cosas. Tres cuestiones extranjeras se suscitaron con el gobierno de Buenos Aires. Bolivia, el Estado Oriental y la Francia. Tuvieron reclamaciones que hacer, de Rosas, a mano armada. Se comprendió, entonces, que un cambio inmediato era posible viniese de fuera la República Argentina”.

Un país extranjero reclamaba a mano armada al gobierno del propio país del escriba y no solo no se sonroja ni se indigna Alberdi con lo dicho, sino que falto de todo pudor lo desea y lo alienta:

Como se puede leer, la Confederación Argentina se deshacía: se perdía Tarija, la Banda Oriental y mientras, Francia, se abalanzaba sobre nuestro país….el anhelo de Alberdi de la intervención estaba cerca. La traición del tucumano quedaba plasmada en sus deseos más fervientes, ya que el “país no tenía elementos suficientes de reacción y que era indispensable para hacer girar la rueda de la revolución adoptar un eje extranjero”.

Y que no solo Bolivia y el Estado Oriental en manos de los unitarios y brasileños podían ayudar a que esto sucediera, sino que principalmente –para Alberdi- la Francia era la que mayor esperanza le daba para tales fines pues “La juventud  se contrajo establecer la cuestión francesa en provecho de la revolución. En esto siguió el instinto del país. Uno y otro fueron hábiles para prescindir del derecho en la cuestión, y mirarla solo del lado de la utilidad revolucionaria; sin incurrir, por supuesto, en los temores ineptos de conquista respecto de la Francia”.

Esta enorme traición reconocida por el propio Alberdi alentando a la juventud unitaria y liberal para coadyuvar a la intervención de una nación extranjera en su propio suelo con tal de derrocar a Rosas y su gobierno nacional llega hasta el hecho de prescindir del derecho y mirar solo la utilidad revolucionaria, pues total para estos cerebros embotados por las ideas jacobinas francesas no existía el temor de que Francia viniera a conquistarnos pues ellos comulgaban con las ideas de los unitarios en un festín de hermandad y fraternidad.

No se sabe que deplorar más de los unitarios en lo que respecta a la entrega bochornosa de su país a manos de los franceses e ingleses, si su mala fe en sus pensamientos y acciones o su supina y estulta ignorancia de la realidad de la política mundial. Igualmente, los anglo-franceses se aprovecharían de ellos para el logro imperial de sus intereses.

Creo que los Unitarios y las mentes europeizadas no conocían el criterio madre de la diplomacia inglesa dicha por Lord Palmerston también aplicable a Francia: “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes; solo intereses permanentes”. Pareciera que Alberdi, entre otros, desconocía los crudos y sempiternos principios políticos ingleses y franceses.

Así esa ignorancia o mala fe como un irrefrenable anhelo –según Alberdi-  los hacía “ver entrelazada la bandera tricolor, con las banderas de las repúblicas del Plata, para simbolizar en lo futuro la fraternidad de nuestros pases con la civilización europea, haba sido mi sueño desde la aparición de la cuestión francesa en Buenos Aires.

Nada importa más a Alberdi y a todo la intelectualidad bañada en los principios masónicos y el racionalismo  iluminista que ver a a los franceses entrando en nuestro país y dominándolos pues “…Nosotros no creeremos jamás en la guerra inconcebible y absurda entre banderas que con distintos colores, son la expresión rica de un mismo dogma, de un mismo sistema, de una misma creencia”…pues para Alberdi “en Mayo de 1810 sobre la orilla occidental del Ro de la Plata, un pueblo que es la Francia de la América, di la señal los pueblos del nuevo continente de entrar en la ruta que la Francia acababa de abrir para el mundo”.

Que quede comprensible para todos: Argentina es la Francia de América. O sea, una colonia francesa y además, renegando de nuestra herencia hispana.

Ante tal reconocimiento por parte de Alberdi de que su más ferviente deseo es ser una colonia francesa, y ante la previsión de que se lo tachara de traidor a su patria, él se adelanta a tal juicio diciendo “Al inclinarnos, pues, ante la nobleza de la Francia, nosotros no cometemos un acto de traición al suelo americano. Nosotros traicionamos al tirano si es que se puede ser traidor con un tirano para ser fieles la patria que este tirano despedaza. ….Y no nos detendremos en el fútil reparo de que aceptamos aliados extranjeros. Mi y mil veces volveremos sobre esto, y nosotros haremos ver que lejos de ser una mengua para las nacionalidades americanas, la injerencia protectora de la primera nación de la Europa en nuestras cosas, ella es el principio de una política nueva y vasta que tendrá por resultado ulterior el establecimiento de una solidaridad fecunda entre las libertades y los intereses progresivos de ambos mundos.

Como dijimos arriba, no sabemos si deplorar más la vileza de la traición a su patria de Alberdi, su ignorancia sobre los intereses políticos de las naciones del mundo o su inocencia que raya en la estupidez. O todo junto.

El criterio de Alberdi está claro: no aceptamos un gobierno soberano porque no comulga con las ideas de la iluminada Francia. Entonces debemos aliarnos a la Francia fraterna para socavar los cimientos, el territorio y la libertad de la Argentina por una cuestión de solidaridad de ideas y principios. No debemos detenernos en minucias como en los reparos fútiles de ser aliados a extranjeros y vendernos por unos ‘denarios’ a nuestro patrón. Todo está permitido con tal derrocar a un gobierno soberano que no comparte las ideas internacionalistas

En efecto, el constituyente Gorostiaga, hizo la redacción final de la mentada Constitución de 1853 tomando muchos de las ideas del masón Alberdi, en especial sobre la libertad de la navegación de los ríos interiores. Esto ha sido una consecuencia necesaria de los compromisos asumidos por Urquiza con sus socios, los brasileños, y todos sabemos que el Brasil estaba sometido al Imperio Británico desde siempre y ahora también a Francia. Lo de la navegabilidad libre de los ríos interiores no existía en ningún lugar del mundo.

Y lo ejemplifica  Alberto González Arzac: ”..Si usted le decía a un europeo que el Támesis, o a estadounidense que en el Mississippi debía tener libre navegación, que todas las banderas podían pasar por ahí, sin pagar derecho de aduana y como se les cantase, le diría que está loco, que eso es territorio propio. Era una época en que no había asfalto, no había caminos, ni ferrocarriles; tampoco había aviones. ¿Cuál era el asfalto? Eran los ríos, los ríos navegables, por ahí pasaba el comercio. ¿Cómo iban a tener libre navegación? Era abrir el país de una forma demencial. Esto es lo que consagró la Constitución de 1853; abrió el país de una manera tan demencial que terminamos siendo colonia después de haber declarado la Independencia”.

Debemos tener presente que sus acciones no fueron movidas por patriotismo sino por ideologismo abstracto y, por ende, por lucro personal a costa de su propio gobierno que ellos ya reconocieron justo y soberano pero que a pesar de ello no trepidaron en combatirlo con la palabra y con acciones, hasta destruirlo.

El daño que provocó Alberdi con su pensamiento, doctrina y acción a lo largo de su vida no puede ser remediada con larvados seudo-reconocimientos de sus errores al final de su vida. Típico accionar logista.

Su supina ignorancia vivencial se manifiesta en su frase “Utopía es pensar que podamos realizar la república representativa, es decir, el gobierno de la sensatez, de la calma, de la disciplina, por hábito y virtud”.

Bueno, el tucumano entiende que la representatividad se da exclusivamente con una Constitución. Si no hay Constitución, no hay representatividad. Que solo la representatividad emanada de una Constitución nos da un gobierno sensato, calmo, disciplinado por hábito y virtud.

Alguien debiera haberle recordado que Inglaterra, la nación más poderosa sobre la tierra no tenía ni tiene constitución escrita. Alguien debiera haberle recordado que la Confederación Argentina no estaba huérfana de leyes: tenía un cuerpo jurídico completo producto de los diferentes pactos, en especial el Pacto Federal de 1831 que sirvió perfectamente de sostén de la unidad de la patria.

Pero eso parece no importar, es un detalle, una excusa pueril para conquistarnos y someternos, ya de manera ininterrumpida desde el 3 de Febrero de 1852 en que –como decía José Antonio Primo de Rivera- comienza la ‘Hora de los Enanos’ y que se perpetúa hasta el presente.

El estimado lector se preguntará “¿hasta cuándo la existencia del sojuzgamiento de nuestra patria?”. La respuesta es única y simple: “Hasta que un criollo venga a mandar”, como decía José Hernández en su Martín Fierro. 

Mientras tanto, la soga sobre nuestro cuello se aprieta día a día más y más….

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FUENTES


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