JUAN BAUTISTA ALBERDI
(El Paradigma del Cipayo Nativo Anglo-Francés)
Intentaremos aquí en
unas pocas pinceladas un gráfico recorrido de Juan B. Alberdi como epítome de
una inteligencia al servicio de intereses extranjeros; y lo que es peor, conscientemente.
Hubo muchos, es
cierto. Ya hemos hablado en otros trabajos de Lavalle, de Mitre, de Sarmiento,
de Lamadrid, pero nadie como Alberdi por los efectos nocivos de su accionar a
lo largo de su vida.
Un
Cipayo. Un verdadero ‘cipayo’ en toda su acepción: “Soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia,
Portugal y Gran Bretaña. "regimientos de cipayos" (Definiciones de 'Oxford Languages') En el Imperio británico,
se conocía como cipayo a un nativo de la India reclutado (en general) al servicio del poder europeo , normalmente del Reino Unido , pero el uso también se extendía a los ejércitos
coloniales de Francia y Portugal. De ahí se generalizó una segunda acepción como
nativo de una colonia simpatizante con los intereses metropolitanos, o
simplemente "secuaz a sueldo", como recoge la Real Academia Española.
Por esa razón nos
centraremos en él como ejemplo que engloba a tantos otros que combatieron a su
propio país en beneficio de Francia e Inglaterra y de su sucursal en América
del Sur: Brasil, renegando de sus raíces hispanas y de la soberanía de su
nación.
En él se encarna no
solo lo cultural sino, y esto es lo grave, también el creador de la estructura
jurídica que hasta el día de hoy nos agobia y nos somete al poder del dinero,
de la Banca extranjera.
Las leyes de nuestro
país están basadas en sus criterios jurídicos que comienza en los prolegómenos
de la Constitución Nacional. Fue el armador de una estructura jurídica que
sirvió y sirve de base a todo un andamiaje legal que nos aplasta y nos asfixia.
Por esa razón la importancia de su accionar en el Río de la Plata que tantos
perjuicios nos ha causado y nos causa hoy día.
Y lo peor de todo es
que no fue original: todos sus pensamientos jurídicos eran extraídos de Francia
y de los EE.UU con el cual estaba también, encandilado.
Es claro que
culturalmente muchos ‘auto-exiliados’ (sic) en Montevideo formadores de la
llamada ‘Comisión Argentina’ o el llamado ‘Gobierno de la Defensa’, estaba
conformado por Orientales y Unitarios argentinos que celebraban los ataques
europeos y brasileños contra su propio país.
Conspirando y
azuzando a éstos a atacar sin piedad al Gobierno soberano de la Confederación
Argentina, siendo agentes, súbditos de los gobiernos de Francia e Inglaterra y
del nuevo imperio luso-brasileño, generosamente solventados económicamente para
tales fines.
Ya desde los albores
del siglo XIX, 1810 los encuentra a estos sujetos en pleno sometimiento a los
imperios transatlánticos y sus bancas generosas para con ellos.
El fin propuesto, como pedía Juan B.
Alberdi, era que la Banda Oriental o por lo menos Montevideo, fuese
independiente para que Inglaterra y Francia ‘campearan en sus nobles dominios’.
Ahora, algo que parece contradictorio,
no lo es. Alberdi, uno de los principales ‘antirrosistas’ escribía en
1847 “Si digo que la Republica Argentina está próspera en medio de sus
conmociones asiento un hecho que todos palpan”.
Puede leerse que la lucha de estos
Unitarios no era por mejorar una supuesta condición de pobreza de la patria.
Reconocían, como lo confesaba el propio Alberdi, que la Confederación se
desenvolvía económicamente con una ‘prosperidad
admirable’.
¿Y entonces? Sólo el odio masónico a
su patria y su corta visión política, embebida en trasnochado ideologismo
iluminista, podían hacer que combatieran con denuedo a aquello que admiraban; y
más allá de pretendidos reconocimientos periodísticos, sus actitudes no
cambiaron.
¿Quiénes eran los
‘cerebros‘ de ese gobierno, de ese grupo
de obsecuentes y empleados pagos de los Imperios británicos, franceses y brasileños
-sean monarquías o repúblicas-, todos indignos a su tierra?
La conocida y
extendida familia Obes, principal familia oligárquica de Montevideo: Lucas
Obes, José Ellauri, Juan A. Gelly, Jorge Pacheco, Manuel Herrera y Obes,
Melchor Pacheco y Obes. Sumados a todos ellos, Santiago Vázquez, Andrés Lamas.
Tambien los nativos de éste lado del Plata, Florencio y Juan Cruz Varela, José
Rivera Indarte, José Mármol, Julián Segundo Agüero, Esteban Echeverría, Juan
Bautista Alberdi, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Julián Alvarez,
Valentín Alsina (fundador del grupo llamado ‘Comisión de Argentina‘ que reunía y aglutinaba a los exiliados
argentinos de Montevideo quienes se oponían a Rosas.) y los militares
argentinos Gregorio Araoz de Lamadrid, Juan Galo Lavalle, José María Paz y Mariano
Acha, principalmente.
Esos súbditos de
Francia e Inglaterra, de la Europa revolucionaria despreciaban, desde el fondo
de su corazón a su patria y abjuraban de su pasado hispánico.
No puede haber
colonización por parte de imperios extranjeros sin la utilización de sus
lacayos nativos, ampliamente sobornados.
Es que los imperios
cuando no pueden conquistar por las armas, conquistan mediante las leyes
internas hábilmente diseñadas por esos escribas bien pagados.
Es más, con el tiempo
estos imperios se dieron cuenta que las batallas militares las podían perder
(1806, 1807 con las invasiones inglesas, 1825, 1827 en Brasil, 1838 Francia,
1845-1850 Francia e Inglaterra, etc).
Cambiaron de sistema:
la conquista se realizaría mejor mediante la utilización de nativos adeptos que
propondrían y realizarían todo lo
necesario y ordenado por la metrópoli allende el atlántico siendo los
gobernantes y funcionarios de nuestro país meros empleados súbditos bien
pagados por aquellos, vulgarmente llamados ‘cipayos’. Raúl Scalabrini Ortiz
bien lo desmenuza punto por punto en sus escritos.
Solo cuando se
encontrasen con un impedimento diplomático o político para el logro de sus
fines, acudirían a las armas –en lo posible, apareciendo propios integrantes de
la nacionalidad atacada como gestores y ejecutores- pero siempre estando los
ingleses y franceses más los brasileños como ordenadores de las acciones y
beneficiarios finalmente de las consecuencias de dichas batallas, como sucedió
en Caseros.
Una vez logrado
derrocar a los gobiernos soberanos que osaron oponerse a su rapiña, mediante
sus escribas, políticos y militares sabiamente comprados, continuarían con su
rapiña sin disparase un solo tiro. Los díscolos ya fueron ejecutados.
Los franceses, como
los ingleses, tenían un sistema: buscaban una excusa nimia, absurda, para
atacarnos a nuestra patria, como lo hicieron en Egipto, México, China, donde
lograron su cometido sometiendo a dichas naciones a sus leyes y a la
eliminación de todo tipo de soberanía política y económica succionando toda su
riqueza con una gula sin fin.
Demos otro
ejemplo. En México utilizaron los franceses el mismo subterfugio en la llamada
‘La Guerra de los Pasteles’
Esta guerra entre México y Francia se llevó a cabo del 16 de abril
de 1838 al 9 de marzo del 1839, surgió a partir del reclamo de un francés que poseía un
restaurante en México y pedía que se lo indemnizara económicamente
porque en 1832, oficiales del presidente
Santa Anna, se habían comido unos pasteles en su local sin pagar. Claro
está que, el enfrentamiento no fue ocasionado por esa causa pero sí ese fue el hecho que motivó a Francia a
reclamar ventajas comerciales.
La situación entre
México y Francia se tornó más difícil cuando en Tampico, en 1837, fue fusilado un pirata francés. En el mes de
febrero de 1838, una escuadra de buques franceses hizo su primer acto de
presencia en Antón Lizardo, Veracruz.
El 16 de abril de 1838, los franceses declararon el bloqueo al puerto de
Veracruz, incautando los barcos mercantes mexicanos. Los
buques de los contrincantes dispararon contra San Juan de Ulúa al conocerse la negativa a sus reclamaciones
en las que exigían la exoneración
de los préstamos forzosos al gobierno, entre otros planteos entendidos
como exagerados.
Vemos como sucedió en nuestro país.
Desde 1838 en
adelante, la flota francesa cerró al comercio la ciudad de Buenos
Aires y los puertos fluviales de la Confederación Argentina. Esta
acción había sido justificada por la negativa del gobierno de Rosas a aceptar
la exigencia de exceptuar a los súbditos franceses de las obligaciones
del servicio militar, obtener satisfacciones por supuestas ofensas a
ciudadanos de esa nación y asegurar el tratamiento de nación más favorecida a
Francia por parte de la Confederación Argentina. Lo veremos en los párrafos que
siguen donde referiremos a las actitudes expansionistas de Luis Felipe de
Orleáns.
Algunas de esas cuestiones se
relacionaban con Cesar H. Bacle un impresor nacido en Suiza que
regenteaba la Litografía del Estado Argentino, quien había sido detenido el 2
de marzo de 1837 por traición. El vicecónsul solicitó el 4 de marzo de 1837 que
se lo remitiera a Francia para juzgarlo en el caso de que fuese culpable;
posteriormente exigió directamente que, de serlo, se le concediera el perdón.
No obtuvo respuesta alguna del gobierno.
Acusado de conspirar contra el
gobierno en época de revolución y de guerra, y comprobado este hecho por cartas
escritas de su puño y reconocidas por él mismo, fue reducido á prisión.
Entonces reclamó la protección del cónsul francés, y durante la secuela de su
causa murió en su propia casa, habiendo sido conducido su cadáver por multitud
de franceses, quienes quisieron darle a esta ceremonia una importancia que
revestía el carácter de un insulto o de una amenaza al gobierno.
Roger acusaba de
malos tratos a su custodia, específicamente al Coronel D.N. Quevedo, afirmando
que después de cerca de seis meses de estar encerrado en un calabozo había sido
devuelto a su casa en un deplorable estado de salud. No obstante, Bacle era
opiómano y el parte médico indicó que murió de una gastritis ocasionada
por abuso inmoderado de opio. Al día siguiente, el vicecónsul, los oficiales
del navío d'Assas y más de quinientos franceses acompañaron el
cortejo fúnebre.
Se lo acusaba de
vender planos de importancia militar a Bolivia cuando en 1836 había viajado a
Chile para establecerse, de apoyar a los exiliados unitarios en Uruguay,
intervenir en la política interna de Chile y haber recientemente vendido mapas
confeccionados por el gobierno argentino para la próxima guerra con Santa Cruz,
lo que confesó. Roger afirmaba la inocencia de Bacle.
No obstante, existía
una carta dirigida el 25 de febrero de 1837 a Bernardino Rivadavia, ofreciendo
de acuerdo con el ministro chileno Diego Portales facilitar el pasaje
de Agüero, Alsina, Varela y Rivadavia mismo a Chile, con el objeto de
obstaculizar la alianza con Rosas para enfrentar a la Confederación
Peruano-Boliviana corroborado con correspondencia de Alsina y de Mora,
secretario del General Andrés de Santa Cruz (Ultimátum del Sr. Cónsul
de Francia, página 11 y 48).
El 4 de enero de 1838, Bacle murió
preso en su domicilio y Roger hizo suyos los reclamos de su viuda, a los que
agregó reclamaciones de franceses obligados a servir en el ejército otra en
favor de Pedro Lavié (otro francés incorporado al ejército y encarcelado por
robo) y otra acompañando los reclamos por supuestos perjuicios comerciales
sufridos en 1821 por Blas Despouy.
Con un tal Despouy sucedió
lo mismo: había levantado un establecimiento industrial en Barracas destinado a
curtiembre y elaboración de aceites de animales. Contó al principio con apoyo
del estado, pero en 1821 fue clausurado por razones de salubridad y ante las
quejas de sus vecinos.
Blas Despouy era un negociante que
movido por sugestiones directas del general Rivera, de quien era agente en
algunos negocios, como se comprueba por su correspondencia original reclamaba
perjuicios por habérsele ordenado á solicitud de sus vecinos la clausura de un
establecimiento para la extracción de grasa de potro. El gobierno le había
atendido su reclamo, pero él fijó una suma extravagante, sin perjuicio de
reducirla algún tiempo después y de constituirse en acérrimo defensor del
gobierno de Rosas.
Otro francés, Pedro Lavié era
proveedor de un cantón militar al interior de la frontera; y había sido
sumariado por infracción á los reglamentos para mantener la disciplina de las
tropas. Convicto de estoy de haber robado cantidad de dinero, fue sentenciado a
seis meses de prisión.
Pedro Jusson, marinero, reo de
asesinato en la persona de Matías Cañete, sentenciado en última instancia á la
pena condigna;
Pero, así como los ingleses y
franceses pudieron vencer la resistencia de los gobiernos de México, Egipto, China,
donde introdujeron forzadamente el opio en sus tierras, etc. no pudieron con
Don Juan Manuel de Rosas cuya diplomacia
y aguerridos militares más el pueblo todo se opuso a las prepotencias
imperiales.
Estos se dieron cuenta que podían
lograr sus cometidos de otra manera, como se dijo arriba: comprando, sobornando
a los nativos deslumbrados por las luces y por el oro que corría a raudales en
los Unitarios de ambos lados del Plata.
¿Para qué correr riesgos inútiles con
su propia gente que moría en tierras lejanas, si tenían maniatados a los
cipayos de cada región que cumplían sus órdenes por unos pesos?
El terreno fue preparado por la ‘intelligentzia’
local: intelectuales nativos pero de una mirada anclada en lo foráneo que
impedía la creación de un pensamiento propio de los argentinos y que nos
colonizaban pedagógicamente. Los primeros de todos fueron Bernardino Rivadavia
y su secretario Manuel García, personeros eternos de todo interés comercial y
financiero británico en nuestra patria.
Ya hemos dado varios nombres arriba
–sin agotar la lista- quiénes eran pero Alberdi fue el más dañino porque le dio
el andamiaje jurídico a nuestra colonización estructurando el país en leyes por
él mencionadas y hechas para provecho exclusivo de los extranjeros y sus
capitales, que, de ese modo se aseguraban sus intereses en el Plata.
Alberdi en su ‘Fragmento Preliminar al
Estudio del Derecho’ decía orgullosamente
que “ya no éramos hijos de España: desde la Revolución somos hijos de
Francia“. Había que reemplazar definitivamente el idioma castellano “importación absurda de una legitimidad
exótica“, que no se encuentra en “armonía íntima con nuestro pensamiento
más simpático mil veces con el movimiento rápido y directo del pensamiento
francés, que no con los eternos contorneos del pensamiento español“
Este amor a lo foráneo entusiasmó a su
amigo Alberdi: "Gutiérrez es un
europeísta convencido”, diría años después en su biografía póstuma. "Gutiérrez vivía en Europa en su propio
país", agregó, creyendo que estar fuera de la realidad era el mejor
elogio que podía hacerse del constituyente.
"A su influencia se debió en
parte, que el elemento europeísta predominase en la Constitución de mayo de
1853"
Ya comentamos en otro trabajo lo
que explicaba Alberto J. Bondesio “En
1834 Juan Bautista Alberti, Juan María Gutiérrez, Marcos Sastre, Vicente Fidel
López, Miguel Cané, Carlos Tejedor, Juan Thompson, Félix Frías, y otros
fundaron el Salón Literario y en 1837 Esteban Echeverría juntamente con
Alberdi, Gutiérrez, José Mármol, Rivera Indarte, Pastor Obligado y otros fundan
la Joven Argentina o la Joven Generación Argentina que fue disuelta al año
siguiente por el gobierno de Rosas. En 1838 Alberdi junto a otros emigrados
argentinos crea en Montevideo, la Asociación de Mayo. Asimismo aparecen
simultáneamente asociaciones similares en San Juan, Tucumán, Córdoba, etc. en
cuyo seno trabajarán Domingo F. Sarmiento, Benjamín Villafañe, Marcos
Avellaneda, Vicente Fidel López entre otros”.
“Todas
estas sociedades secretas tenían algo en común: realizar trabajos subterráneos,
fomentando las diversas coaliciones para derrocar al gobierno de Rosas”.
“Pero,
una vez vencido Rosas, para los Unitarios que habían vuelto del extranjero
Urquiza era una molestia para sus planes y lo consideraban otro tirano más.
Entonces a fin de combatir al ‘nuevo’ tirano se formó otra logia llamada
‘Juan-Juan’ de la que formaban parte: Miguel Estévez Seguí, José Mármol, Adolfo
Alsina, Juan José Monte de Oca, José María Moreno, y algunos militares como
José María Pirán, Emilio Conesa y Emilio Mitre”.
Claro, todos estos
fogoneaban desde la página de sus periódicos y libelos diversos los ataques
arteros de los imperios citados; impregnando el ambiente que finalmente
desemboca en la Batalla de Caseros y se irradia hasta el presente, de una
cultura que propendía al achicamiento territorial y a la negación de valor
alguno a la conservación de la unión de los territorios hispanos considerando
que solo lo proveniente de Francia e Inglaterra era la ‘civilización’, por lo
que lo proveniente de España era la ‘barbarie’ que se trasladaba al interior de
nuestro territorio, que era la causa de nuestros males y de nuestra falta de
desarrollo como nación.
Recordemos lo que
decían Lamas, Herrera, Sarmiento, Mitre y Alberdi, “la extensión territorial es lo malo para el progreso”. Pero bien
que aplaudían como los EEUU, Inglaterra, Francia, Brasil iban extendiendo sus
imperios a costa de sangre y fuego. Claro, eran la ‘civilización’….
Ellos sabían bien el
daño que producían con su ideología para nuestra nación; todo para favorecer
sus bolsillos a costa de nuestra integridad soberana. Deleznable.
Esto desde la óptica
de la cultura y de la educación que proponían; esto es, el modelo de sociedad
que pergeñaban en sus mentes. La ‘cuadratura del círculo’.
Pero, ello debía ser
maniatado a futuro para que el esquema de país propuesto no surtiera cambios
inesperados y atase sin sobresaltos a nuestra patria a la sujeción y dictado
del extranjero.
Para tales fines se
requería un armado jurídico que fuese el sostén de todo el andamiaje cultural
que nos volvería mansos corderos de los centros de poder mundial y de las
finanzas.
Y ahí aparece Juan
Bautista Alberdi preparando el terreno desde el armado jurídico que
posibilitara ‘ad-eternum’ el
sometimiento al dictado de los intereses extranjeros.
Tucumano, hijo de Salvador Cayetano de Alberdi Egaña y
de Josefa Aráoz y Balderrama. Su padre
era un comerciante vasco, nacido el 7 de julio de 1757 en Guetaria,
Guipúzcoa, hijo de Manuel Ventura de Alberdi Elcano y Magdalena de Egaña
Larzabal.
Juan Bautista estudió en el Colegio de Ciencias Morales gracias a una beca de
estudio otorgada por la Provincia de Buenos Aires. Abandonó
prematuramente sus estudios en 1824 debido a que no se adaptó a las exigencias de la
enseñanza. (En nuestros tiempos se diría que estudió gracias al erario público,
compuesto por impuestos pagados por los gauchos hispanos ignorantes que el
defenestra y que al decirse que ‘abandonó
prematuramente los estudios debido a que no se ‘adaptó’ (sic) a las exigencias de la enseñanza’, debió
ser una elipsis elegante para decir que encima que estudió gratis, abandonó los
estudios por vago.
Luego se arrepintió y retomó los
estudios en el departamento de jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Siguió sus
estudios en la Universidad de Córdoba,
aunque no los completó en esa época: los continuó en Montevideo en 1840 y obtuvo su
título de doctor en jurisprudencia durante su estadía en Chile.
Entonces, nació en la hispánica
Tucumán, fue hijo de españoles, estudió en la Universidad de Buenos Aires,
Universidad de Córdoba, Universidad de Montevideo, doctor en Jurisprudencia en
Chile…Todo representativo de nuestra gallarda cultura hispánica que él se
encarga de denostar con adjetivos olvidando de donde viene, donde se crió y
donde estudió. Literalmente, un renegado.
Alberdi fue uno de los principales
sostenedores de las invasiones británicas y francesas al Rio de La Plata, y un
personaje muy alejado de ser considerado de pensamiento Federal y Nacional.
Este escritor tucumano, errático y
acomodaticio según soplaran los vientos, fue un ejemplo histórico de otros que
son hoy ejemplos vivos de aquél.
No trepidó en apoyar fervorosamente las
citadas invasiones, pues decía que, “así se evitaría el avance brasileño
hacia nuestras costas‘ (sic). Aunque en 1852 en la batalla de Caseros había
aplaudido y apuntalado ese avance brasileño en la guerra contra su nación.
Contradicciones liberales, como no podía ser de otra manera.
Estudiando las Obras Completas del
autor, en especial ‘Las Bases…‘, podemos
leer en ‘El Brasil ante
la democracia en América‘ escritas por el autor en el año 1869
y “La monarquía como mejor forma del gobierno de Sudamérica” (sic) en 1867, que éste tenía en claro que el
Brasil tuvo siempre como finalidad manifiesta extender sus fronteras hacia
Uruguay, Paraguay, Bolivia y la Argentina.
Dice Alberdi que el Brasil tenía como
mira fija y constante “extender su territorio hasta el Plata para poseer los
dos grandes ríos, por donde puede entrar el mundo y hacerle perder los
territorios internos de su Imperio que se apoyan en las márgenes de esos ríos y
sus afluentes”.
Queda comprobado que, cuando Alberdi
quería, podía reconocer los proyectos expansionistas del Imperio y la
importancia del control de los ríos Paraguay, Uruguay, y los que lo harían
llegar a Bolivia…y más allá.
Algo que Artigas, Oribe, Lavalleja,
Rosas y los demás Federales siempre supieron ver. Con la diferencia que éstos combatieron
hasta dar sus vidas y bienes para no dejar expandirse al Imperio brasileño,
mientras que Alberdi, cuando el Brasil invadió el Plata, lo apoyó abiertamente
en contradicción con lo expresado en alguno de sus textos.
Alberdi, siempre tarde y cuando su
veneno ponzoñoso había hecho efecto, se habría dado cuenta del expansionismo
brasileño sobre las tierras paraguayas, las Orientales, Entre Ríos, Corrientes
y las Misiones.
En el año 1866 reconoció los alcances
concretos de la política expansiva de Brasil, que “ocupa ya como parte de su suelo las misiones argentinas orientales, la
mitad del Estado del Uruguay, y aspira a tomar un tercio del Paraguay […] La
República Argentina ha perdido, en cincuenta años, dos tercios de su
territorio. ¿Quién le ha quitado Bolivia, el Paraguay, las Misiones,
Montevideo, Magallanes? No es la Europa. – Es el desorden, la falta de gobierno
[…] La República Argentina perdió Montevideo por mano del Brasil y las Malvinas
por mano de los Estados Unidos, que las entregaron a Inglaterra”
Pero también decía “El río Paraguay
(…) es necesario a la integridad de Brasil por dos motivos diferentes: porque
sirve para asegurarle y conservarle las provincias que hoy posee, y porque
basta una sola posesión para darle el territorio del Paraguay, atravesado por
él, y las provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos (…) sería para el
Brasil tomar las puertas orientales de Bolivia, que son los ríos Bermejo y
Pilcomayo”
Alberdi brinda ese
esquema, esa estructura jurídica que nos volvería -y que nos vuelve aun hoy
día- una factoría inglesa o francesa o de sus lugartenientes en Sudamérica que
fueron y son los brasileños.
José María Rosa nos hacía notar que Alberdi bramaba en 1939,
en pleno ataque de los franceses: «llamar
hermanos a los nacidos en el mismo suelo es un despropósito; los espíritus
universales no somos hermanos de las bestias nacidas en América». También
Echeverría decía en 1846, en plena agresión anglo-francesa: ”La patria para
ellos no estuvo en la tierra, ni en la historia ni en la sangre, ni en la
comunidad. La patria era la
civilización‘. «Nadie es extranjero en la patria universal, la patria es
el universo».
El lector dirá:- ¿Y lo que implicó la Constitución Nacional? ¿No fue ello de importancia
mayor?
En consonancia del caos que durante
décadas asoló nuestro país la Constitución Nacional, que iba a ser la pócima
que solucionara todos nuestros problemas e iba a organizar la nación, era un
mero ‘librito’ como irónicamente pero con acierto explicaban Facundo Quiroga y
Juan Manuel de Rosas.
Es dable notar el desaguisado
intelectual en el pensamiento y voz del modelo de constitucionalismo argentino:
Juan Bautista Alberdi.
Todos sabemos que la Constitución
Nacional tiene como sustento lo escrito por el mencionado en su “Bases y puntos de partida para la
organización política de la República de Argentina”, escrita en el año
1852, a pocas semanas de que el gobierno legítimo de su país fuese derrocado
por una asonada internacional.
Eso sí, el escrito rezumaba palabras
rimbombantes sobre la libertad y los derechos. Libertad y derechos que ‘no
recordó’ el autor al momento de su libelo, cuando aún la sangre de los
patriotas federales estaba fresca luego de la masacre. No puede haber
hipocresía mayor.
Pues bien, ese autor constitucionalista
ensalzado hasta lo inimaginable lo primero que dice es que la existencia de una
Constitución no servía para nada y que era una utopía (sic).
Pareció que esa contradicción
flagrante no lo avergonzó ni un ápice ni a él ni a quienes lo alababan.
“Si
la Constitución que va a darse ha de ser del género de las dadas o ensayadas
hasta aquí en la América del Sur, no valdrá la pena de trabajar mucho para
conseguir su sanción. Ya está visto lo que han dado y darán nuestras
constituciones actuales….A fuerza de vivir por tantos años en el terreno de la
copia y del plagio de las teorías constitucionales de la Revolución francesa y
de las constituciones de Norteamérica, nos hemos familiarizado de tal modo con
la utopía, que la hemos llegado a creer un hecho normal y práctico. Paradojal y
utopista es el propósito de realizar las concepciones audaces de Siéyes y las
doctrinas puritanas de Massachusetts, con nuestros peones y gauchos que apenas
aventajan a los indígenas. Tal es el camino constitucional que nuestra América
ha recorrido hasta aquí y en que se halla actualmente. Es tiempo ya de que
aspiremos a cosas más positivas y prácticas, y a reconocer que el camino en que
hemos andado hasta hoy es el camino de la utopía. Es utopía el pensar que
nuestras actuales constituciones, copiadas de los ensayos filosóficos que la
Francia de 1789 no pudo realizar, se practiquen por nuestros pueblos, sin más
antecedente político que doscientos años de coloniaje oscuro y abyecto. Es
utopía, es sueño y paralogismo puro el pensar que nuestra raza
hispanoamericana, tal como salió formada de manos de su tenebroso pasado
colonial, pueda realizar hoy la república representativa, que Francia acaba de
ensayar con menos éxito que en culturasu siglo filosófico, y que los Estados
Unidos realizan sin más rivales que los cantones helvéticos, patria de
Rousseau, de Necker, de Rossi, de Cherbuliez, de Dumont, etcétera. Utopía es
pensar que podamos realizar la república representativa, es decir, el gobierno
de la sensatez, de la calma, de la disciplina, por hábito y virtud más que por
coacción, de la abnegación y del desinterés, si no alteramos o modificamos
profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro pueblo
hispanoamericano”
Analicemos puntillosamente este
compendio de incoherencias y falsedades
del nuestro ilustre tucumano, nuestro constitucionalista por
antonomasia.
Primero, Alberdi –constitucionalista-
considera que la existencia de una Constitución es una utopía. Si eso no es una
contradicción no sabemos qué es.
Él nos alerta sobre la inutilidad de
las teorías constitucionalistas francesas o estadounidenses.
Y nos dice que si las constituciones
francesas y estadounidenses han fracasado (a confesión de parte…) no debe
extrañarnos que hayan fracasado en nuestro país pues somos un pueblo
hispanoamericano compuesto por peones y gauchos que apenas aventajan a los
indios.
Difícil encontrar una contradicción
mayor.
Por un lado dice que el fracaso del
sistema constitucional en nuestro país es porque nuestro pueblo es gaucho e
hispano, pero que reconoce que en Francia y los EEUU también ha fracasado.
Entonces, según se deja ver, no es una
cuestión de ser hispanoamericano el fracaso del sistema constitucionalista.
Esto no lo ve Alberdi en sus disquisiciones y muy orondo lo pasa de largo.
Queda una visión diáfana, a tenor del
razonamiento del mismo, deduciendo que si fracasó el sistema constitucionalista
en Francia, necesariamente ( no sabemos cómo llega a tal conclusión
determinista) debe fracasar en nuestro país que por ser hispano habitado por
gauchos, es necesariamente ignorante.
La contradicción se hace más profunda
e insalvable cuando dice, finalmente, que para que pueda darse una república
‘representativa’ es necesario que alteremos o modifiquemos “…profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro pueblo
hispanoamericano”. Esa nueva
contradicción está dada en que antes había dicho que los franceses o
estadounidenses han fracasado en ello,
siendo una utopía.
¿No será que el problema, en
definitiva, no es una cuestión de nacionalidad o país, sino en que la
Constitución, como panacea, es una utopía?. No lo decimos nosotros, lo dice el
propio adalid del constitucionalismo argentino.
Cuando Alberdi dice “Es utopía el pensar que nuestras actuales
constituciones, copiadas de los ensayos filosóficos que la Francia de 1789 no
pudo realizar, se practiquen por nuestros pueblos, sin más antecedente político
que doscientos años de coloniaje oscuro y abyecto”…,parece olvidar que él
no salió ni es hijo de un francés o de un sueco, sino que es un descendiente
español, estirpe de la cual él reniega y que además, sus estudios fueron
realizados en una escuela, colegio y universidad con profesores de origen
español.
Nada peor que un ignorante y además, perjuro.
Y de la boca del propio tucumano nos
enteramos que no importa las coaliciones de esa minoría intelectualoide
Unitaria con el extranjero si con ello se logra que nuestro país tenga una
Constitución. Todo vale en su nombre
Fue gestor de las normas
constitucionales producto de su lucha antinacional para su logro durante tantos
años, aunque en realidad es curioso lo que piensa en el fondo de la
Constitución escrita, excusa pueril para atacar a la soberanía de su patria.
Después de haber escrito “Las Bases…” y haber sido un apologista
en lograr una Constitución escrita como panacea para la organización nacional,
razón por la cual combatió a Rosas, cambió de parecer. En el año 1871 escribió
su libro „Cartas Quillotanas‘, en una de ellas llamada „Peregrinación de
Luz del Día‟, manifestó una opinión contraria “…Las constituciones escritas
en el papel están expuestas a borrarse todos los días; las que no se borran
fácilmente son las escritas en los hombres, es decir, en sus costumbres”.
Dice Alberdi: "Nuestra historia constitucional no es más que una continua serie
de imitaciones forzadas", y que sus autores se diferenciaban "con las divisas hipócritas de libertad,
garantías, constitución", mientras que él ya había dejado "de concebir el derecho como una
colección de leyes escritas".
Téngase presente sus permanentes contradicciones aunque los historiadores
liberales han tenido una sospechosa y silenciosa ‘laguna’ acerca de lo
sentenciado por su prócer.
Otra contradicción más diciendo
que “la política exterior es la causa
del resultado del desarrollo y engrandecimiento del país”. Tranquilícese lector, para el escriba esto
es solo válido y aplicable a todo país,
menos al suyo.
Queda manifiesto en esto que las
guerras no solo son cuerpo a cuerpo sino que también se dan batallas
diplomáticas y la importancia que atribuía a esto Alberdi., tal lo consignado
arriba. Por supuesto sin contar con el oro y dinero a raudales que el Imperio brasileño
y francés distribuyó gracias a sus banqueros varios como veremos debajo.
¿Cómo? ¿Un padre renegando de su hijo?,
Posteriormente y con los años se
desdijo (una y otra vez como los liberales de hoy día), yendo y viniendo fácilmente
en sus ideas cambiando de parecer sin ponerse colorado, produciendo un gran
daño a nuestra nación. Seguramente sus ideas mutaban según sus intereses de
momento como estamos viendo a lo largo de este trabajo.
No hay
perdón para tanta perfidia.
Tarde
estimado tucumano. El daño infligido a la nación no tiene cura. El mal
desparramado a lo largo de décadas por su verba y sus escritos hizo carne en
nuestros líderes subsumiendo los intereses de nuestra nación a los de los
foráneos que con la base jurídica que Ud. plantó y estructuró, supieron y saben
hasta hoy día exprimirnos en un sinfín de exacciones de nuestros productos y
rentas.
Alberdi, fue uno de los propulsores
jurídicos más importantes para lograr la libertad de la navegación de los ríos
interiores para todos los países del mundo. Esto se vio reflejado en la
Constitución liberal de 1853, hija putativa de la derrota de Caseros por la
alianza extranjera. El mismo Alberdi que requería imperativamente en su famoso
libro ‘Las Bases’ “que la Argentina pidiera y se llenara de préstamos en el
extranjero, que empeñáramos nuestras rentas y bienes nacionales para empresas
que harán prosperar al país”
Recién en los últimos años de su vida
parecería que Alberdi - siempre a destiempo y cuando su veneno ponzoñoso había
hecho efecto- se habría dado cuenta del expansionismo brasileño sobre las
tierras paraguayas, las Orientales, Entre Ríos, Corrientes y las Misiones.
¿Pero, realmente se arrepintió de su lucha pro-europea y brasileña?. Veremos
que no.
Estos supuestos “arrepentimientos‟ -solo epistolares- en las postrimerías de sus
vidas por parte de algunos personajes de la historia como Urquiza o Alberdi,
más allá de las dudas que generan, aunque fueran ciertos, no sirven para
remediar el enorme mal que ambos han hecho a la Argentina soberana aliándose al
extranjero en forma tan ruin. ‘Facta, non
verba. Facta manent, verba, volant’.
Téngase presente cómo el tucumano, más
allá de sus declaradas y cacareados “remordimientos‟ por haber apoyado a los
Unitarios en su lucha sediciosa contra el gobierno legítimo de su país, en su
trabajo “Los Intereses Argentinos en la Guerra del Paraguay con el Brasil‘, ha
justificado las alianzas de los Unitarios con los extranjeros: ―…"¿Qué
indujo a Paz, a Lavalle, a Varela, a ligarse con el extranjero, contra el
gobierno de su país, en la época de Rosas ? que el exclusivismo e intolerancia
contra el ejercicio de toda resistencia constitucional, no deja otro medio de
oposición eficaz a los disidentes, que su alianza con el extranjero. Ellos han
dado el ejemplo de diez coaliciones con el extranjero para derrocar al gobierno
de su país: coaligados sucesivamente con los franceses y los orientales, han
entrado al fin de los años en su país por la mano del Brasil‖
Alberdi confiesa que la invasión que Lavalle
llevó en 1840 contra don Juan Manuel de Rosas se hizo con dinero francés. El
dinero francés fue lo importante, lo demás, secundario. Dice textualmente
Alberdi en sus ‘Escritos Póstumos’
(tomo XV pág. 505, edición de 1900), “cuando
los fondos estuvieron listos y la opinión preparada, el ejército se formó en un
día””
En sus últimos años, en un especie de acto de
contrición, en 1867 dice en sus ‘Escritos
Póstumos’ argumentos cambiantes. En tal sentido ha
escrito en su vejez, reconociendo la actitud del liberalismo: “Rosas con su
política realista confirmó, afianzó las raíces de nuestra historia en Roma y en
la España Imperial Católica. Mientras esto hacía Rosas, "en nombre de la
libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales: Mitre, Sarmiento y
Compañía,”. Ha dicho Juan
Bautista Alberdi “han establecido
un despotismo turco en la historia, en la política y en la biografía de los
argentinos... Ellos tienen un Al Corán que es ley aceptar, creer y profesar, so
pena de excomunión. . . Sus textos son un código de verdad histórica,
refutarlos es violar la ley, es un crimen de estado. . . No todos tienen el
derecho de escribir la historia, al menos que no sea conforme a los tipos
históricos grabados por los liberales oficiales. De tal historia han deducido
una política que es su fabricación”.
“…Aunque mi pasado político, (de militancia
unitaria y liberal), me obstruye un poco, no me impedirá, sin embargo, llegada
la oportunidad, que ha de venir, de tributar a la justicia histórica, en
obsequio de muchos títulos que le asisten a Rosas, el testimonio público de mis
convicciones a su respecto." "En
nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales:
Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en
la política, en la biografía de los argentinos….Ellos tienen un Al Corán que es
ley aceptar, creer y profesar, so pena de excomunión. ..Sus textos son un
código de verdad histórica, refutarlos es violar la ley, es un crimen de estado.
..No todos tienen el derecho de escribir la historia, al menos que no sea
conforme a los tipos históricos grabados por los liberales oficiales., De tal
historia han deducido una política que es su fabricación."
Lo que nos
lleva a darnos cuenta que en realidad a él como a algunos otros como Sarmiento
reconocieron, sin sonrojarse, luego de la caída de Rosas que el gobierno del
Restaurador fue muy bueno y honesto.
Tarde. Sumamente tarde. Insustancial.
Debemos recordar, cosa que no hace
Alberdi, que él fue uno de los promotores durante muchos años de derrocar a un
gobierno legítimamente representativo, sensato, calmo, disciplinado.
‘Representativo’ pues el gobierno de
la Confederación al mando del Brigadier. General J.M.de Rosas fue elegido por
la Sala de Representantes de Buenos Aires, casi por unanimidad ratificado el
mismo por plebiscito y por la existencia de los distintos pactos
interprovinciales que le dieron marco legal a su actuación internacional.
Fue ‘sensato’ porque siempre puso su renuncia o su no reelección a
disposición de dicha Sala.
Fue un gobierno ejercido con ‘calma y disciplinado’ aun en los
momentos de mayor agresión por parte de los sediciosos unitarios y sus socios
extranjeros ingleses y franceses.
Para Alberdi daría la idea de que la
representatividad solo se da a través de una Constitución, aunque también decía
lo contrario como hemos visto arriba.
Incomprobable, más cuando la misma no
es más que efecto de una acción sediciosa por fuerzas internacionales y los
enciclopedistas Unitarios que ninguna representación tuvieron jamás nuestra
tierra y solo accedieron al poder por el derrocamiento de su legal gobierno, lo
que –como veremos- vuelve a la cacareada Constitución de 1853 insanablemente
nula.
Hagamos un somero análisis el
contenido de nuestra pretendida Constitución ‘Federal’ (sic), que no es tal.
Lo antes mencionado y acontecido hasta
el día de hoy demuestran la falsía de lo que allí se ordena, siendo finalmente
lo que vislumbró Facundo Quiroga y J. M. de Rosas: solo un ‘cuadernito’ que
permitió al centralismo unitario y liberal que sucedieron a Caseros adueñarse
del país y venderlo al mejor postor.
Porque todas las constituciones que
rigieron y rigen en nuestro país no son más que palabras sin consonancia alguna
con nuestra realidad, con nuestra idiosincrasia hispana a contrapelo de
nuestras necesidades como Nación. Sin olvidar que el Pacto Federal de 1931 obró
como una verdadera Constitución que organizó el país basado dicho pacto en
nuestra esencia y rasgos culturales. Porque una ley no crea los hechos, los
consagra.
Solo el empirismo puede ser el
sustento de una sana soberanía política y económica alejado de ideologismos
extraídos de mentes absortas de la realidad que las circunda.
El faro intelectual de los
ideologismos imperantes en nuestro país en la época del gobierno soberano de Juan
Manuel de Rosas y luego de su caída ha sido Juan B. Alberdi que con sus extravagancias desquiciadas junto a Sarmiento, Agüero, los Varela, los Alsina,
Salvador María del Carril, Mitre hoy son
homenajeados con estatuas, calles y monumentos, pero cómo,¿la Constitución no
era Federal, según su texto?, entonces si es así ¿por qué nuestros ‘próceres’
de escuela son todos Unitarios?.
Alberdi en un rosario de sus
pensamientos llevados a la pluma nos ilustra sin ruborizarse lo que los
ideólogos a contramano de la realidad del país intentaron: la entrega vil de
nuestra soberanía política, económica y territorial, tan en contraposición al
empirismo que debe primar en las decisiones políticas en aras de la
conservación en todo tiempo de la integridad de nuestra nación.
Reproducimos, en lo tocante a este
tema, lo dicho en nuestro trabajo anterior en un anexo de actualización para
observar en pensamiento de los ideólogos liberales de ayer ( y de hoy) en
contraposición al empirismo, a la necesidad de actuar según la experiencia
fáctica.
De la boca del propio tucumano nos
enteramos que no importa las coaliciones de esa minoría intelectualoide
unitaria con el extranjero si con ello se logra que nuestro país tenga una
Constitución. Todo vale en su nombre.
Tal la estrechez mental del afamado
tucumano.
Puede inferirse que los supuestos
‘arrepentimientos’ de Alberdi lo fueron
solo para la posteridad que él presentía le iba a pedir cuentas. Fue un
utópico, lo que significa un abstraído de la realidad de su país y tirano de la
esencialidad de su patria.
Es dable observar que más allá de las
supuestas ‘marcha-atrás’ en sus argumentaciones filosóficas jacobinas, continuó
en el tiempo afirmando su ideario de ser sojuzgados por Francia o Inglaterra..
Y es más, el mismo declara muy orondo
su pensamiento anti-argentino en sus ‘Escritos
Póstumos’ en su libelo ‘Acontecimientos Del Plata En 1839 Y 1840
-Recuerdos – impresiones - pensamientos‘.
En él se resume en forma puntillosa un
resumen perfecto de lo infectado por las ideas de la Revolución Francesa los
cerebros de nuestra juventud de aquellos días, llamada pomposamente Generación
del ’37, supuestamente dorada, pero realmente antiargentina y pro-francesa
hasta la médula.
Oigamos de la boca del propio Alberdi
el pensamiento malsano de aquellos unitarios que como documento insoslayable
nos pinta de cuerpo entero el embotamiento moral y mental de aquellos, que con
sus ditirambos y léxico florido y grandilocuente pero falto de realidad,
intentaron a bajo el terror lograr la ‘cuadratura del círculo, como ya se dijo
anteriormente.
“La
juventud- dice
Alberdi- abrazó las ideas, se asoció,
escribió sus creencias; emprendió una
propaganda por la asociación, por la palabra, por la prensa; invadió la
literatura, la crítica, la ciencia, la historia; renovó el recuerdo de las
glorias nacionales; acaloro los ánimos; elevo los espíritus la concepción y la
esperanza de un porvenir de libertad y de dichas.
Es decir, que todo medio sirve para
voltear a un gobierno nacional, legítimo sostenido por el pueblo, no importa
acudir a lo que sea ni decir lo que haga falta para tal fin. Porque queda claro
que para Alberdi, el fin justifica los medios
Sigue diciendo nuestro prócer liberal:
“El año 37 vino cambiar la faz de las
cosas. Tres cuestiones extranjeras se suscitaron con el gobierno de Buenos
Aires. Bolivia, el Estado Oriental y la Francia. Tuvieron reclamaciones que
hacer, de Rosas, a mano armada. Se comprendió, entonces, que un cambio
inmediato era posible viniese de fuera la República Argentina”.
Un país extranjero reclamaba a mano
armada al gobierno del propio país del escriba y no solo no se sonroja ni se
indigna Alberdi con lo dicho, sino que falto de todo pudor lo desea y lo
alienta:
Como se puede leer, la Confederación
Argentina se deshacía: se perdía Tarija, la Banda Oriental y mientras, Francia,
se abalanzaba sobre nuestro país….el anhelo de Alberdi de la intervención
estaba cerca. La traición del tucumano quedaba plasmada en sus deseos más
fervientes, ya que el “país no tenía
elementos suficientes de reacción y que era indispensable para hacer girar la
rueda de la revolución adoptar un eje extranjero”.
Y que no solo Bolivia y el Estado
Oriental en manos de los unitarios y brasileños podían ayudar a que esto
sucediera, sino que principalmente –para Alberdi- la Francia era la que mayor
esperanza le daba para tales fines pues “La
juventud se contrajo establecer la
cuestión francesa en provecho de la revolución. En esto siguió el instinto del
país. Uno y otro fueron hábiles para prescindir del derecho en la cuestión, y
mirarla solo del lado de la utilidad revolucionaria; sin incurrir, por
supuesto, en los temores ineptos de conquista respecto de la Francia”.
Esta enorme traición reconocida por el
propio Alberdi alentando a la juventud unitaria y liberal para coadyuvar a la
intervención de una nación extranjera en su propio suelo con tal de derrocar a
Rosas y su gobierno nacional llega hasta el hecho de prescindir del derecho y
mirar solo la utilidad revolucionaria, pues total para estos cerebros embotados
por las ideas jacobinas francesas no existía el temor de que Francia viniera a
conquistarnos pues ellos comulgaban con las ideas de los unitarios en un festín
de hermandad y fraternidad.
No se sabe que deplorar más de los
unitarios en lo que respecta a la entrega bochornosa de su país a manos de los
franceses e ingleses, si su mala fe en sus pensamientos y acciones o su supina
y estulta ignorancia de la realidad de la política mundial. Igualmente, los
anglo-franceses se aprovecharían de ellos para el logro imperial de sus
intereses.
Creo que los Unitarios y las mentes
europeizadas no conocían el criterio madre de la diplomacia inglesa dicha por
Lord Palmerston también aplicable a Francia: “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes; solo
intereses permanentes”. Pareciera que Alberdi, entre otros, desconocía los
crudos y sempiternos principios políticos ingleses y franceses.
Así esa ignorancia o mala fe como un
irrefrenable anhelo –según Alberdi- los
hacía “ver entrelazada la bandera
tricolor, con las banderas de las repúblicas del Plata, para simbolizar en lo
futuro la fraternidad de nuestros pases con la civilización europea, haba sido
mi sueño desde la aparición de la cuestión francesa en Buenos Aires.
Nada importa más a Alberdi y a todo la
intelectualidad bañada en los principios masónicos y el racionalismo iluminista que ver a a los franceses entrando
en nuestro país y dominándolos pues “…Nosotros
no creeremos jamás en la guerra inconcebible y absurda entre banderas que con
distintos colores, son la expresión rica de un mismo dogma, de un mismo
sistema, de una misma creencia”…pues para Alberdi “en Mayo de 1810 sobre la orilla occidental del Ro de la Plata, un
pueblo que es la Francia de la América, di la señal los pueblos del nuevo
continente de entrar en la ruta que la Francia acababa de abrir para el mundo”.
Que quede comprensible para todos:
Argentina es la Francia de América. O sea, una colonia francesa y además,
renegando de nuestra herencia hispana.
Ante tal reconocimiento por parte de
Alberdi de que su más ferviente deseo es ser una colonia francesa, y ante la
previsión de que se lo tachara de traidor a su patria, él se adelanta a tal
juicio diciendo “Al inclinarnos, pues,
ante la nobleza de la Francia, nosotros no cometemos un acto de traición al
suelo americano. Nosotros traicionamos al tirano si es que se puede ser traidor
con un tirano para ser fieles la patria que este tirano despedaza. ….Y no nos
detendremos en el fútil reparo de que aceptamos aliados extranjeros. Mi y mil
veces volveremos sobre esto, y nosotros haremos ver que lejos de ser una mengua
para las nacionalidades americanas, la injerencia protectora de la primera nación
de la Europa en nuestras cosas, ella es el principio de una política nueva y
vasta que tendrá por resultado ulterior el establecimiento de una solidaridad
fecunda entre las libertades y los intereses progresivos de ambos mundos.
Como dijimos arriba, no sabemos si
deplorar más la vileza de la traición a su patria de Alberdi, su ignorancia
sobre los intereses políticos de las naciones del mundo o su inocencia que raya
en la estupidez. O todo junto.
El criterio de Alberdi está claro: no
aceptamos un gobierno soberano porque no comulga con las ideas de la iluminada
Francia. Entonces debemos aliarnos a la Francia fraterna para socavar los
cimientos, el territorio y la libertad de la Argentina por una cuestión de
solidaridad de ideas y principios. No debemos detenernos en minucias como en
los reparos fútiles de ser aliados a extranjeros y vendernos por unos
‘denarios’ a nuestro patrón. Todo está permitido con tal derrocar a un gobierno
soberano que no comparte las ideas internacionalistas
En efecto, el constituyente Gorostiaga,
hizo la redacción final de la mentada Constitución de 1853 tomando muchos de
las ideas del masón Alberdi, en especial sobre la libertad de la navegación de
los ríos interiores. Esto ha sido una consecuencia necesaria de los compromisos
asumidos por Urquiza con sus socios, los brasileños, y todos sabemos que el
Brasil estaba sometido al Imperio Británico desde siempre y ahora también a
Francia. Lo de la navegabilidad libre de los ríos interiores no existía en
ningún lugar del mundo.
Y lo ejemplifica Alberto González Arzac: ”..Si usted le decía a un europeo que el Támesis, o a estadounidense
que en el Mississippi debía tener libre navegación, que todas las banderas
podían pasar por ahí, sin pagar derecho de aduana y como se les cantase, le
diría que está loco, que eso es territorio propio. Era una época en que no
había asfalto, no había caminos, ni ferrocarriles; tampoco había aviones. ¿Cuál
era el asfalto? Eran los ríos, los ríos navegables, por ahí pasaba el comercio.
¿Cómo iban a tener libre navegación? Era abrir el país de una forma demencial.
Esto es lo que consagró la Constitución de 1853; abrió el país de una manera
tan demencial que terminamos siendo colonia después de haber declarado la
Independencia”.
Debemos
tener presente que sus acciones no fueron movidas por patriotismo sino por
ideologismo abstracto y, por ende, por lucro personal a costa de su propio
gobierno que ellos ya reconocieron justo y soberano pero que a pesar de ello no
trepidaron en combatirlo con la palabra y con acciones, hasta destruirlo.
El daño que provocó Alberdi con su pensamiento,
doctrina y acción a lo largo de su vida no puede ser remediada con larvados seudo-reconocimientos
de sus errores al final de su vida. Típico accionar logista.
Su supina ignorancia vivencial se
manifiesta en su frase “Utopía es pensar
que podamos realizar la república representativa, es decir, el gobierno de la
sensatez, de la calma, de la disciplina, por hábito y virtud”.
Bueno, el tucumano entiende que la
representatividad se da exclusivamente con una Constitución. Si no hay
Constitución, no hay representatividad. Que solo la representatividad emanada
de una Constitución nos da un gobierno sensato, calmo, disciplinado por hábito
y virtud.
Alguien debiera haberle recordado que
Inglaterra, la nación más poderosa sobre la tierra no tenía ni tiene
constitución escrita. Alguien debiera haberle recordado que la Confederación
Argentina no estaba huérfana de leyes: tenía un cuerpo jurídico completo
producto de los diferentes pactos, en especial el Pacto Federal de 1831 que
sirvió perfectamente de sostén de la unidad de la patria.
Pero eso parece no importar, es un
detalle, una excusa pueril para conquistarnos y someternos, ya de manera
ininterrumpida desde el 3 de Febrero de 1852 en que –como decía José Antonio
Primo de Rivera- comienza la ‘Hora de los Enanos’ y que se perpetúa hasta el
presente.
El estimado lector
se preguntará “¿hasta cuándo la existencia
del sojuzgamiento de nuestra patria?”. La respuesta es única y simple:
“Hasta que un criollo venga a
mandar”, como decía José Hernández en su Martín Fierro.
Mientras
tanto, la soga sobre nuestro cuello se aprieta día a día más
y más….
****
FUENTES
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ALBERDI, Juan Bautista (“Escritos Póstumos”-Tomo X- Imprenta de M.Biedma e Hijo- 1897, ~,
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ALBERDI, Juan Bautista (‘Acontecimientos Del Plata En 1839 Y 1840-Recuerdos – impresiones –
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, Tomo 15, Pags.433 a 457- Corte Suprema de Justicia de la Nación-Biblioteca
Central-Nro.de Orden 68.942-Ubicación X765)
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