lunes, 25 de febrero de 2019

CNEL.MARTINIANO CHILAVERT (El Héroe Olvidado)-



(Guerrero de la Independencia-Héroe de Caseros-Mártir de la Soberanía Nacional-1801-1852) 



(Compilación, edición e imágenes por: Gonzalo V. Montoro Gil)
Sería bueno imitar los valores que demuestra Chilavert  que dio su vida para que hoy seamos, todavía, una nación y hoy no tiene ni siquiera una tumba propia y se encuentra tirado anónimamente su féretro en el subsuelo de una tumba prestada en el Cementerio de la Recoleta, sin ni siquiera una chapa que recuerde su nombre




Este trabajo sobre Chilavert no es ni pretende ser original. Es, sí, una recopilación de datos sobre el prócer hechos por distintos autores que han escrito sobre él y su conducta que si bien varió en un momento de su vida, siempre fue coherente con su pensamiento en defensa de lo nacional, aun cuando en su momento se haya equivocado defendiendo a aquellos que atentaron contra nuestra soberanía - cosa que fue reconocida a tiempo- y que en los momentos en que el unitarismo traidor y cipayo parecía que tenía todas la de ganar, el Coronel Chilavert no se anduvo con vueltas y enrostrándole su cipayismo a éstos, prestó su espada, su honor y hasta su vida al Brig.Gral.J.M.de Rosas y a su gobierno Federal, para defender a su nación  de las invasiones extranjeras junto a los que supieron traicionarla, sin dejar de dejar asentado cara a cara con el Restaurador que él seguía siendo Unitario pero que no concebía que alguien se alzara contra la soberanía de su país.
El coronel Martiniano Chilavert, héroe de Ituzaingó, prestó servicio bastantes años en el Partido Unitario al mando del General Juan Lavalle y sus aliados Colorados en Montevideo. Durante mucho tiempo estuvo haciéndole la guerra al Partido Federal y a su jefe Rosas cuando realmente cayó en si que no estaba atacando a un partido sino a la Confederación Argentina. 
Le dice Chilavert a Fructuoso Rivera, jefe unitario del Partido Colorado aliado de Lavalle: 
“Hace tiempo que veo que la guerra que Ud. hace no es a Rosas sino a la República Argentina, ya que su lucha es una cadena de coaliciones con el extranjero. De resultas de ello Argentina ha sido ultrajada en su soberanía, favoreciendo esto a Rosas ya que la opinión pública ve amenazada la Patria”. 
En estos tiempos Chilavert se enteró del combate de la Vuelta de Obligado, en la cual la Confederación Argentina se impuso ante una flota coligada franco británica que atacó el territorio argentino. Así fue que, aunque opositor político decidido de Juan Manuel de Rosas en abril de 1846 le ofreció humildemente sus servicios,
Escribe en La Gaceta Mercantil (30 de julio de 1850) contestándole a El Comercio del Plata, dirigido por Alsina:
 "Al abandonar a esos hombres en su oprobiosa carrera, me propuse guardar el más profundo silencio sobre lo pasado; no por ellos, sino por mí, y sobre todo por mi patria. ¿No es aún bastante el Iodo que han arrojado sobre ella? ¿Es necesario aún más?  Miserables, que os ufanáis de la más exquisita inmoralidad! iMe llamáis traidor, porque no os acompañé en vuestra carrera de crímenes y de deshonra! Yo haré ver lo que sois vosotros, inveterados traidores, falsarios, manchados con todos los crímenes y sin el más pequeño sentimiento de honor, infames cobardes, que habéis preferido vender vuestra patria al extranjero, antes que sufrir las penalidades del destierro... iMe llamáis traidor! Mientras derramabais lágrimas de dolor sobre el cadáver de un maquinista inglés, ¿qué os merecieron los centenares de argentinos destrozados en Obligado por la metralla extranjera? iVituperio y maldición! ¿ y sois vosotros los que me llamáis traidor?    ¿y por qué? Porque he ofrecido a mi patria mis débiles servicios en esta cuestión santa, de justicia y de gloria para ellas! Sabed, pues, que este dictado es el timbre más honroso de mi vida... no os aflijáis, llegó el tiempo de los desengaños para todos, y vuestros hijos os maldecirán por la ignominia que les legáis... ".
Creemos que no existe un juicio tan lapidario y tan exacto como este de Chilavert -unitario casi toda su vida-, acerca de la conducta canallesca del partido de la antipatria. Además de dar su sangre por la patria, nuestro prócer nos dejó documentos que contribuyen eficazmente a esclarecer la verdad de nuestro pasado y que culmina -inevitablemente- en la demolición de las estatuas de los enemigos de la Nación y en la erección de las de los genuinos héroes de la nacionalidad, entre las que ha de estar la del mártir de Caseros.
En mayo escribió, al general federal-oriental aliado de Rosas, Manuel Oribe: 
“El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella.”…
“En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le repetirá: traidor! traidor! Traidor!” 
“Conducido por estas convicciones me reputé desligado del partido al que servía [ él era unitario, pero ante todo, Argentino ], tan luego como la intervención binaria de la Inglaterra y de la Francia se realizó en los negocios del Plata… Me impuse de las ultrajantes condiciones a que pretenden sujetar a mi país los poderosos interventores, y del modo inicuo como se había tomado su escuadra. Ví también propagadas doctrinas a las que deben sacrificarse el honor y el porvenir de mi país. La disolución misma de su nacionalidad se establece como principio. El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella.” 
El ejército invasor, fuerte de 25.000 hombres, al mando de Urquiza, estaba compuesto fundamentalmente por fuerzas extranjeras brasileras, uruguayas, y las entrerrianas y correntinas.
Además de 4000 mercenarios alemanes al servicio de Brasil, que esperaban oportunidad en Colonia.  Participaba Mitre y Sarmiento como boletinero del ejército, vestido con uniforme francés. 
La historia oficial calla el hecho de que fue una invasión extranjera, rechazada por el grueso de la población de la campaña.
Al enterarse que su patria sería invadida por tropas brasileña, en alianza con compatriotas al mando de Urquiza, hizo arder la sangre de Martiniano Chilavert (Unitario). Abandonó su exilio montevideano y cruzó el río para ponerse a las órdenes del Restaurador, quien sabiendo de sus quilates de militar valiente y avezado, puso la artillería a su mando.
En 1851 tenía el comando del Regimiento de artillería ligera. En octubre de ese año, con muchos otros jefes, reiteró su adhesión al Gobierno, amenazado por el pronunciamiento de Urquiza
Chilavert tomó el mando en jefe de la artillería. Integró la famosa junta de guerra que reunió a los jefes federales la noche anterior a Caseros en donde reclamó la batalla contra el invasor, diciendo, que él no sabría dónde ocultar su espada si había de envainarla sin combatir con el enemigo que estaba enfrente y que en cuanto a él, acompañaría al gobierno de su patria hasta el último instante, porque así era cien veces gloriosa para él la muerte al pie de sus cañones combatiendo. 
Cuando Rosas se enteró de lo que había acaecido en aquella junta de guerra, le tendió la mano al bravo coronel y le dijo: 
“Coronel Chilavert, es Ud. un patriota; esta batalla será decisiva para todos. Urquiza, yo, o cualquier otro que prevalezca, deberá trabajar inmediatamente la Constitución Nacional sobre las bases existentes. Nuestro verdadero enemigo es Brasil, porque es un imperio.” 
En la Junta de Guerra que, presidida por Rosas, tuvo lugar la víspera de Caseros, Chilavert -una vez más- indicó la ruta del honor:
"...El deber de defender la Patria, como el amor hacia la siempre bendita madre, no se discute en su inexorable indivisibilidad; porque de discutirse los sagrados vínculos del corazón que forman la esencia de la vida y los eternos preceptos de la moral, quedarían a merced de los más protervos para violarlos y para enseñar a violarlos... No sabría dónde ocultar mi espada si habría de envainarla sin combatir con el enemigo que enfrente está. En cuanto a mí acompañaré al gobierno de mi patria hasta el último instante; así es cien veces más gloriosa para mí la muerte al pie de los cañones, combatiendo, como cien veces más vergonzosas las concesiones de un enemigo que se creía vencedor, cuando por boca de aquéllos debía resonar todavía la gran voz de la patria, la voz del honor. Si vencemos, entonces yo me hago el eco de mis compañeros de armas para pedirle al general Rosas que emprenda inmediatamente la organización constitucional. Si somos vencidos nada pediré al vencedor; soy suficientemente orgulloso para que él pueda darme gloria mayor que la que pueda darme yo mismo, rindiendo mi último aliento bajo la bandera a cuya honra me consagré desde niño".
En el conflicto que enfrentó a Rosas con Justo José de Urquiza y el Imperio del Brasil, dirigió todas las fuerzas de artillería de la Confederación en la batalla de Caseros. El historiador Adolfo Saldías así relata este hecho épico:
“Haciendo fuego contra el grueso de las tropas invasoras brasileñas hasta agotar la munición. La última resistencia fue la de la artillería de Chilavert y la infantería de Díaz (también de origen unitario). Como se agotaron las municiones, mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con éstos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar… y así terminó la batalla.” 
Con tan sólo 300 artilleros soportó por todo el tiempo que duró la arremetida de casi 12.000 brasileños, hasta que la impresionante superioridad numérica y el agotamiento de las municiones rindieron al bravo coronel.
MARTÍ nos dice que “…La actitud de Chilavert: un héroe olvidado Conociendo la personalidad de Chilavert, nadie po-dría poner en duda sus rasgos morales y militares. Hombre honesto y gallardo al extremo de seguir con su estirpe, de valiente aquel día, decidió continuar en el campo de batalla, sin ninguna obligación hasta el límite de lo humano; era el riesgo del soldado que estaba pronto a mantener hasta las últimas consecuencias. Chilavert era un militar honorable y así lo demostró una vez más. El sólo con su contingente de soldados permaneció hasta que fue rodeado y debió rendirse. Antes Rosas no pudo convencerlo de que en ese momento, era inútil proseguir con el combate, que sacrificar más vidas inútilmente y decidió retirada, pero nunca le ordenó que asumiera esa defensa que era en última instancia no sólo la resultante den combate adverso sino hasta un peligro para su propia persona. De otro modo, el diálogo entre ambos fue suficiente tal vez para convalidar que Rosas debía irse y que Chilavert estaba dispuesto al menos a sostener la lucha mientras el jefe máximo de la Confederación Argentina pudiera alejarse lo más pronto posible en dirección a la ciudad”.
En los campos de Caseros los artilleros de Chilavert aún resistían. Los imperiales avanzaban hacia ellos siendo destrozados por los certeros disparos de los cañones de la Confederación. Solamente cuando agotaron la munición pudieron ser tomados.
El orgulloso coronel esperó entonces la llegada de los enemigos. Y ahí quedó, pitando un chala, displicentemente recostado sobre uno de sus cañones, aún humeante. Atrincherado en su orgullo, disimulaba así su formidable arrogancia de soldado espartano, con la sencillez y naturalidad de que suelen revestirse las grandes cosas.
Pasado el calor de la pelea, le hurtó un minuto a la rabia que lo dominaba - ¡que pucha! – a la vista de las legiones brasileras, y el corazón se le acongojó contemplando centenares de camaradas muertos casi a su lado. ¿Valdrían la pena – se preguntó en un instante fugaz de escepticismo – tantos sacrificios, para terminar así? Como encontrando la respuesta, un golpe de viento hizo aletear la bandera del regimiento, que chamuscada, hecha casi girones en todo su paño, flameaba sobre el mástil. La miró fijamente, se le nublaron un poco los ojos, pero volvió a templarse: ¡sí, valía la pena!. Eran las dos de la tarde. La batalla de Caseros había terminado. En total había durado 7 horas si se cuenta desde el inicio de los tiroteos entre las guerrillas o 5 si se contabiliza desde que comenzó el choque entre el grueso de los ejércitos.
Inmediatamente después de caseros comienzan las matanzas. Chilavert sería uno de los inmolados con saña y desvergüenza. 
Desde el campo de Caseros fue conducido a Palermo, donde Urquiza había instalado su cuartel general, allí fue reconvenido por Urquiza por su “defección” del bando unitario, a lo que Chilavert respondió “Mil veces lo volvería a hacer”, lo que desató la ira de Urquiza que le espetó “vaya nomás…” y ordenó que se le pegaran cuatro tiros por la espalda, ejecución infamante que a modo de castigo se le propinaba a los cobardes y a los traidores. 
El sargento mayor Modesto Rolón afirmó: 
“Recuerdo que el hombre iba con toda tranquilidad, pues lo llevaba a mi lado. Al llegar al paraje designado, le comuniqué la tremenda orden que portaba. Está bien, me contestó, permítame señor oficial, reconciliarme con Dios -y dio unos cuantos pasos rezando en voz baja- hasta que pasados algunos segundos dijo: estoy pronto, señor oficial, sacó su reloj y pidió lo entregasen a su hijo; se quitó asimismo su pequeño tirador y arrojándolo al suelo, manifestó que había en él algunos cigarros y un poco de dinero. También regaló a los soldados su poncho y sombrero, pidiéndoles no le destrozaran la cabeza.” 
Con resignada valentía se puso contra la pared.  Fue entonces cuando el oficial encargado del pelotón, se acercó a Chilavert y le ofreció un pañuelo para vendarse los ojos.  El coronel lo rechazó.  Había visto tantas veces la muerte ajena que no le molestaba ver la propia. Casi en un susurro, el mayor Rolón le dijo:
 -“De espaldas, Coronel”-.
 Chilavert lo miró sin entender.
 -“De espaldas“  repitió el oficial.  -“De espaldas, como un traidor“-.
 Un golpe feroz dio en la cara de Rolón, que cayó unos metros más atrás.
 -“De espaldas, no.  Como un traidor, no“. –Se acercaron dos soldados para contenerlo.  Sufrieron la misma suerte.
 -“Como un traidor no, como un traidor, jamás. “  –Se acercaron los otros soldados del pelotón para contenerlo.  
Como un puma herido enfrentó a todos.  –“Tiren acá“ –decía-.  “Tiren al pecho, al pecho, que yo no soy un traidor.  Traidores son los que venden a esta patria.  Tiren al pecho“.  –
Un facón brilló entre los golpes y empujones-.  “Al pecho, al pecho. Traidores son los que se entregan a un imperio de esclavos por unas monedas“.  –
El filo cayó sobre la espalda del coronel, que ni así dejó de gritar: “al pecho, tiren al pecho”,  
Otro filo dibujó su trayecto mortal contra el cuerpo del coronel.  -“Tiren acá”-, y peleaba contra todos.  
Su camisa se tiño de sangre.  Una y otra vez los facones y bayonetas se bañaron en esa sangre de valiente, que no dejaba de gritar, mientras se le iba la vida.  “¡No soy traidor, no soy traidor!”. 
Un sable le abrió un tajo en la cabeza.  Fue entonces cuando cayó al piso.  Virasoro sacó el revólver y descargó sus balas sobre el hombre que todavía no se resignaba a ser fusilado como un traidor.  
El oficial y sus soldados quisieron asegurar a la víctima y se produjo una lucha salvaje, espantosa: las bayonetas, las culatas y la espada fueron los instrumentos de martirio que finalmente vencieron a aquel león. Envuelto en su sangre, con la cabeza partida de un hachazo y todo su cuerpo convulsionado por la agonía, hizo aún ademán de llevarse la mano al pecho. En una convulsión final se señaló el pecho. Con un hilo de voz, murmuró por última vez ….“como un traidor, ..no”.
Esto sucedió el 4 de febrero de 1852, al otro día de la batalla de Caseros y desmentían groseramente la frase de “Ni vencedores ni vencidos” que tan mendazmente había proclamado Urquiza, quien no ahorró sangre de los vencidos y vayan como ejemplo los ahorcados de la división de Aquino; (Esta división estaba compuesta de más de 800 hombres que pertenecían al ejército federal de Manuel Oribe y que al ser derrotado éste, fueron incorporados por Urquiza, de manera forzada al llamado “Ejército Grande”).
A los pocos días de finalizada la batalla de Caseros, Urquiza mandó a fusilar al regimiento completo de Aquino, desde oficiales hasta el último soldado y los colgó de los árboles de Palermo. El representante ingles que visita a Urquiza en Palermo vuelve impresionado y asqueado del espectáculo de cadáveres insepultos, ya en estado de descomposición, colgando varios días de los árboles de Palermo. 
El general Cesar Díaz, jefe del ala izquierda del ejército de Urquiza, relata en sus memorias:
“Un bando del general en jefe había condenado a muerte al regimiento del coronel Aquino, y todos los individuos de este cuerpo que cayeron prisioneros fueron pasado por las armas. Se ejecutaban todos los días de a diez, de a veinte y más hombres juntos. Los cuerpos de la victimas quedaban insepultos, cuando no eran colgados en algunos de los árboles de la alameda que conduce a Palermo. Las gentes del pueblo que venían al cuartel general se veían a cada paso obligadas a cerrar los ojos para evitar la contemplación de los cadáveres desnudos y sangrientos que por todos lados se ofrecían a sus miradas; y la impresión de horror que experimentaban a la vista de tan repugnante espectáculo trocaba en tristes las halagüeñas esperanzas que el triunfo de las armas aliadas hacía nacer”(Memorias inéditas del general Cesar Díaz. P.307)
Nótese que esta salvajada de Urquiza es relatada por un general de su propio ejército, lo que libra al testimonio de toda sospecha de falsedad. 
Chilavert fue fusilado por un pelotón del batallón mandado por el coronel Cayetano Virasoro. El anciano Francisco Castellote y su hijo Pedro, padre y hermano políticos de Chilavert, fueron a implorar a Urquiza la vida del sentenciado a muerte, pero Urquiza fue insensible al dolor, inclusive le negó cristiana sepultura exponiendo sus restos a la descomposición de su carne, sólo después de unos días les entregó el cadáver destrozado del heroico artillero. 
Martiniano Chilavert fue un paradigma de héroe porque a su coraje personal (indispensable en esos tiempos) unió un talento y una preparación profesional y científica que lo convirtió en un artillero de excepción en una época en que no abundaban quienes se dedicaran a menesteres tan complejos.
Tan es asi que además de sus dotes militares tenia un criterio muy de avanzada para la época respecto a temas civiles y de desarrollo urbano: pocos saben que el actual puente Pueyrredón fue construido por el mismísimo Chilavert en el año 1849 obviamente, en aquél tiempo, de madera y que se llamaba Puente Viejo.
Sin embargo, la historia “oficial” o liberal, como quiera llamarse, puso en práctica su remanido y deleznable método de borrar de sus anales la memoria del héroe ya que para ellos Chilavert “sacó los pies del plato”… y todo porque tuvo la dignidad suficiente para no actuar como un traidor a su Patria. 
Digamos para finalizar que los restos de Chilavert se encuentran a la fecha -2018- arrojados, arrumbados sin chapa, placa o dato alguno que lo identifique, en el  fondo oscuro, en el subsuelo de la bóveda de una familia amiga: Coronel Eliseo Argüello en el Cementerio de la Recoleta sobre la esquina de la calle Azcuénaga y Av.Pueyrredón-Sección 19, en el extremo nordeste del cementerio. (ver fotos al final)
Y como dice UZAL “¡Vaya a saber uno que mano piadosa la llevó hasta allí…Lo cierto es que su entrada no está registrada en la Administración, de modo que el traslado se realizó clandestinamente.. Hay que comprenderlo: eran años de miedo y persecución-los posteriores a Caseros-para cuanto tuviera olor a federación o a rosismo”.
Sigue diciendo el autor que se hizo la averiguación oficialmente por el año 1968 y se respondió oficialmente lo que sigue:
“Junio 28 de 1968/ Señor Administrador del Cementerio de la Recoleta: / Habiéndose efectuado una búsqueda en nuestros registros de inhumaciones desde el mes de febrero de 1852 hastas diciembre de 1915, no existen constancia del cadáver de D.Martiniano Chilavert /Fdo.A. Alvarez,90…Notifiquese al recurrente./ Ricardo J.Fernández, Administrador/ Cementerio de la Recoleta”.
Y Culmina el autor diciendo que el bronce imperecedero aun la patria le adeuda “…a este hijo fidelísimo, pero que se levantará en día no lejano. El bronce que respetarán los siglos; que venerarán los que vendrán.”
A esta fecha –año 2018- aun la deuda sigue pendiente
¿Cuál es el estado del país hoy?, Muchos de los que aquel 3 de febrero de 1852 empuñaron sus armas unidos al Brasil tienen hoy varios monumentos, plazas, calles con sus nombres y periódicos homenajes en su honor, mientras que quien dejó de lado todo para morir defendiendo su suelo natal ni siquiera descansa en una tumba propia.
Algún día, cuando las estatuas de los traidores sean demolidas y sus nombres no cubran nunca más calles, escuelas y parques de nuestro país, sus restos -hoy olvidados por los gobiernos fantoches liberales o seudo-progresistas democráticos --, serán honrados como corresponde a quien dio su sangre en cumplimiento de la divisa sagrada: Soberanía o Muerte.
Fuentes:
- Rivanera Carlés, Raul: Nuestros Próceres ‘Liding S.As. Ediciones Internacionales-1943
- Castagnino, Leonardo: Juan Manuel de Rosas-Sombras y Verdades
- Saldías, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina-, Tomo VII, Buenos Aires, Orientación Cultural Editores, 1958, págs. 179-181
- López Mato, Omar: Caseros, las vísperas del fin – Pasión y muerte del Coronel Martiniano Chilavert. Buenos Aires (2006). Portal www.revisionistas.com.ar
- Martí, Gerardo Marcelo: “Juan Manuel de Rosas-Historia de un Viaje Sin Retorno” (Ed. AQL-2016, pag.18)
- Pachá, Carlos Prof. Lic. : Fundación Historia y Patria
- Saldias, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina.
- Rosa, José María: Historia Argentina.
- Rosa, José María: La caída.
- Castagnino Leonardo: 
Juan Manuel de Rosas, La ley y el orden.
- Castagnino Leonardo: Guerra del Paraguay. La Triple Alianza.
- La Gazeta Federal:    www.lagazeta.com.ar
- Uzal, Francisco Hipólito:  “El Fusilado de Caseros”, Ed. Astrea 1974-pag. 468,487/8)
- Montoro Gil, Gonzalo Vicente: Compilación, Edición, Fotos y datos sobre la tumba del prócer

    









4 comentarios:

  1. Lamentable la forma en que se ignora desde la Historia Nacional a este hombre tan comprometido con sus ideales. Aún hoy persiste el abandono hacia su persona, basta ver las pésimas condiciones de mantenimiento de la bóveda donde se encuentran depositados sus restos en el cementerio de la Recoleta.

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  2. Desde que descubrí la historia de Martiniano Chilavert, estoy obsesionado con su historia, acabo de descubrir este blog, porque buscaba su tumba, y no puedo creer que esto sea cierto, es increíble, que indignación!!!!! Gracias por esta información.

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    1. Estimado Mateo, ante todo pido disculpas por tardar en contestar....no soy muy ducho en el manejo de estos sitios y para mi son muy enmarañados....respecto al tema de Chilavert estoy de acuerdo...es muy dolorosa su vida y su muerte....y mas, donde se encuentra actualmennte y en el estado en que se encuentran sus restos...pero, lo invito a que ud. vaya a la recoleta, vaya a donde está la boveda de Eliseo Argüello -familia amiga de Chilavert- (la bóveda está a la altura de Pueyrredon y Libertador, en una esquina justo del cementerio)...puede asomarse y verla por las ventanillas rotas, lleno todo de mugre...No es el ataud que se ve alli primero sino en un agujero debajo del piso en lo profundo de la oscuridad...es muy triste...pero bueno, asi nos va a nosotros....lo que hacemos con nuestro pasado se traslada a nuestro presente....saludos federales

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