Cnel. PRUDENCIO ARNOLD - Actor y Testigo del desbande del Ejército Federal
Ya nos hemos explayado en otro trabajo
sobre el Coronel Prudencio Arnold (no se lo conocía por el primer nombre
‘José’). (ver “JUAN MANUEL DE ROSAS-
Fidelidad De Militares Y Funcionarios Luego De Su Caída” https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2023/08/juan-manuel-de-rosas-fidelidad-de.html.).
Ya hemos dicho allí que peleó bajo las
órdenes del Gobernador Pablo Echague, General Ángel Pacheco y también bajo órdenes
de Martín Santa Coloma durante años en las agrestes tierras de Santa Fe, contra
los indios de diferentes tribus volviéndose un especialista en dichas guerras,
trabándose en lucha una y otra vez, a la par que también luchaba contra los
Unitarios.
Hemos comentado que “Cuando
el Ejército Grande de Justo José de Urquiza invadió la provincia de Santa Fe, camino a enfrentarse con Rosas,
Arnold intentó detener sus avanzadas, pero sus soldados huyeron. Retrocedió
sobre Buenos Aires, combatiendo en su camino las fracciones sueltas del Ejército Grande, y una
maniobra de las tropas de Justo José de Urquiza le impidió unirse al ejército de Rosas en la batalla de Caseros.
Su lealtad a la Federación, en esos días, fue reconocida por el comandante en
jefe del Departamento del Norte de Buenos Aires, coronel Hilario Lagos. En ningún momento dejó de hostilizar a las fuerzas
enemigas, por su extremo derecho y retaguardia
Ya hemos comentado que “Durante toda su vida mantuvo una nutrida correspondencia con Juan
Manuel de Rosas y especialmente, con Manuelita Rosas estando éstos en el
exilio, a los cuales Arnold mantenía actualizado los acontecimientos y hechos
políticos y sociales del Plata, propendiendo, además, a juntar voluntades y
dinero para enviar al Restaurador y su familia con el objeto de aliviar sus
penurias económicas, con fidelidad hasta el último día de la vida del Ilustre
Restaurador y a la soberanía de la Confederación Argentina deshilachada, lo
cual fue permanentemente agradecido por Manuelita”.
Por carta enviada por Rosas el 7 de Enero de 1876,
éste le agradece a Arnold en envío de 10 onzas de oro que el Coronel le enviase
el día 5 de Octubre de 1875, en el cual, también le decía que “Su retrato es el único que hay en la salita de mi casa, en esta ciudad,
frente a las ventanas de la calle”. Su afecto hacia el
Restaurador permanecía incólume veinte años después de la Batalla de Caseros.
*
Ahora bien, aquí nos importa
comentar como fue el proceso por el cual las fuerzas Federales fieles a Rosas, se
fueron deshilachando y las filas de sus tropas, a medida que avanzaba Urquiza
camino a la batalla final de Caseros, comenzaban a ralearse.
Hemos sabido por historiadores el
desbande de las tropas ‘rosistas’ ante el avance de Urquiza pero el único que
describió en primera persona lo sucedido fue el Coronel Arnold por la sencilla
razón que él participó en primera persona de lo sucedido en los prolegómenos de
Caseros. Fue actor y testigo privilegiado y describió puntillosamente como se
fueron dando los hechos.
Por ejemplo, las tropas de Santa
Coloma estaban anarquizadas, puesto que el mismo no los hacía ejercitar, les
daba barriles abiertos de licor a pesar de la oposición franca de Arnold,
volviéndose aquella totalmente indisciplinada, con muchas sublevaciones aquí
y allá.
Muchos de los sublevados eran
antiguos compañeros de Arnold; mas que eso: eran amigos y parientes. Mientras
Urquiza avanzaba con sus tropas al encuentro de Rosas aprestándose a la batalla
final.
Pacheco extrañamente daba órdenes de
retroceder, lo que cumplía a regañadientes Arnold no entendiendo las razones
para ello y acrecentándose la desmoralización de la tropa, creciendo la
deserción de oficiales como el Capitán Acosta que producía el efecto de que
como oficiales desertaban, los soldados al ver lo que hacían los oficiales, los
seguían en su huida.
Muchos hermanos y parientes,
comenzaron a luchar unos contra otros. Los soliviantados contra los fieles al
gobierno. El espíritu de cuerpo se iba perdiendo en los soldados y oficiales
leales al gobierno, a la par que iban dejando en el camino, vituallas,
armamentos, etc.
Arnold lo fue describiendo paso a
paso y al detalle, lo que ha servido para entender cómo se fueron desarrollando
los hechos y la caída del soberano gobierno de la Confederación Argentina,
atacada por Urquiza y los entrerrianos, los correntinos, los Unitarios,
Imperiales brasileños, ‘colorados’ orientales, etc.
Además, se iba sabiendo de la
rendición de Oribe en la Banda Oriental, lo que acrecentaba la perdida de fe y
el desánimo de las tropas. Sin embargo, tanto Arnold como el Coronel Hilario
Lagos, seguían fieles a su gobierno sosteniendo, en cuanto pudieren, a sus
tropas.
En carta que Lagos le envía a Arnold
el 21 de Enero de 1852, a días de la trascendental batalla de Caseros, Lagos
descarga su furia contra los traidores al país que se vendieron al oro
brasileño y en la parte pertinente dice:
“…Valor y constancia, comandante Arnold, Vd, ha de vengarse, estoy cierto,
de esos cobardes traidores a su patria y vendidos al vil oro del gabinete del
Brasil. ¡Pobres Argentinos que así se dejan alucinar, que no recuerdan un
instante siquiera que son argentinos! ¡Qué lástima que nuestra amada patria se
vea desgarrada: oprimida y al borde de reducirse a escombros por la mano de sus mismos hijos,
por esos hijos que debieran sus pechos argentinos defenderla hasta morir,
contra la invasión extranjera que el desnaturalizado Urquiza ha introducido al
corazón de la patria, que en mala hora le vio nacer. Ella quedará reducida a
pavesas primero que el extranjero vil portugués y sus aliados le pongan su
asquerosa bárbara ley. Hilario Lagos”
Proféticas las palabras de Lagos. Así
terminó sucediendo.
Las que no fueron proféticas fueron
las palabras de Estanislao López gobernador santafesino que en carta a Juan
Manuel de Rosas el 16-01-1832 le dice a éste que ha detenido momentáneamente al
joven Justo José de Urquiza para que le aclare una situación irregular diciendo
de Urquiza que “a mi modo de ver el mozo
es ingenuo y de un carácter franco” (sic). Falto de poder de observación
del santafesino.
Producida la batalla de Caseros,
Arnold le pidió instrucciones a Pacheco y éste le ordenó presentarse a Urquiza.
Con gran disgusto Arnold forma sus tropas y les dice, formándolos en círculo,
informándoles de las novedades en aquellos días:
"Dicen que
el general Rosas está embarcado. El general Pacheco, nuestro 2º jefe, me ordena
presentarme al general vencedor. Voy a hacerlo .solo. Estas armas que cargamos,
hace once años que el gobierno puso en nuestras manos, nunca se han deshonrado
y sólo a Dios se han rendido, como lo acredita vuestra sangre generosa
derramada por la patria. No deben ahora rendirse al que trae extranjeros para
hacer fuego a su bandera y matar argentinos, tiradlas a las vizcacheras antes
de cometer tal infamia. Estamos ligados por el compañerismo en tal larga guerra
de sufrimientos de todo género, unidos como si fuéramos una sola familia y
vamos a separarnos hoy, tal vez para siempre. Regresad al seno de vuestras
familias, no les lleváis plata, pero lleváis el honor de haber servido bien a
nuestra patria. Enseñadlo a vuestros hijos para que nos imiten.
"Ahora,
mis leales compañeros y queridos amigos, deseo estrechar en mi pecho a uno por
uno de Vds. como demostración de agradecimiento por el honor que me han dado y
para que sintáis la agitación de mi corazón por nuestra separación".
Luego de este discurso Arnold reflexionó en voz alta: “Cuando este acto empezó, también empezó el
llanto y cuando terminó ya no nos entendíamos; todos lloraban y yo también. ¡No
se puede explicar todo lo que en ese 'momento pasó; viejos tigres en el campo
del honor transformados en muchachos llorones! Así concluí mis servicios a la
patria en el gobierno del general Rosas; fui
el último de los capitanes que mandaban fuerza de los Ejércitos Argentinos que
obedecían a este señor general y el único que no presentó las armas al general
vencedor”.
“Aquel
pelotón de valientes fueron los soldados más virtuosos y que costaron menos
gastos a la nación. Su prest eran 20 pesos moneda corriente al mes. Su ración
consistía en carne puramente. Sus vicios de entretenimiento, lo eran sólo para
tres meses en el año y medio uniforme para 12 meses. Armamento de viejo sistema
y 174 caballos para el servicio de 10 años, manteniendo frecuentemente una
guerra sin cuartel con los indios y sufriendo por tan largo tiempo sin
desertar-se de los cantones de la frontera, donde todo era escaso. Haber
cumplido de esta manera con su deber sin que haya quien arrojara una falta al
rostro de estos servidores, no era poco y de ello estábamos, plenamente
satisfechos. Todos los militares saben que para contener la deserción hay que
mantener siempre en movimiento a la tropa. La posteridad dirá si merecen esos patriotas. o no el título de virtuosos.”
Arnold licenció a sus tropas y se
presenta –solo- ante Urquiza en Palermo el cual le solicita (¿o le ordena?)
seguir en servicio pues urgía el cuidado de las fronteras ante el indio
amenazante.
Terminada la lucha, Urquiza que
necesitaba el apoyo urgente de los antiguos federales ‘rosistas’ lo mandó a
llamar rápidamente pues mientras sucedía la lucha entre los Imperiales y
Urquiza contra Rosas, las tribus indias se alzaban en armas y amenazaban los
poblaciones con matanzas, violaciones y secuestros permanentemente.
Por ello Urquiza le pidió que
siguiera en el servicio activo y se hiciera cargo de continuar con las batallas
contra los malones que asolaban y cercaban a las ciudades.
Arnold intentó sustraerse a ello
pero el tono de Urquiza no dejaba mucho margen de maniobra.
Urquiza solo le dio 6 meses de
licencia pero que luego debía presentarse con quien él quisiera para retomar el
servicio.
Así lo hizo Arnold, al igual que
Lagos y otros oficiales. Era imperativo marchar al interior para poner fin a
las tropelías de las distintas tribus aborígenes que acosaban constantemente a
los establecimientos ganaderos del interior y sus familias.
Pasaron los años –y los gobiernos- y
el Coronel Arnold seguía patrióticamente defendiendo las fronteras nacionales.
En 1861 se alistó a las órdenes de
Urquiza –el supuesto ‘mal menor’- contra Mitre en la batalla de Pavón, formando
parte de la avanzada del general Ricardo López Jordán que ocupó Pergamino, contra el
gobierno de Mitre.
Pero, al saberse la retirada de
Urquiza debió abandonar ese puesto, retirándose a Rosario.
Ya Arnold observaba la errática
conducta de Urquiza que de una victoria casi consumada entrega la misma a Mitre
huyendo a su provincia.
La principal causa de la
retirada de Urquiza hace referencia a un pacto subyacente promulgado por la
masonería argentina, involucrando a Urquiza, Mitre, Derqui, Sarmiento, a
quienes se encomendó bajo juramento poner todo lo que estuviera a su alcance
para apaciguar la guerra civil.
Este pacto habría sido
acordado durante la tenida masónica denominada Tenida de la Unidad Nacional,
celebrada el 21 de julio de 1860, de la cual participaron Mitre, Sarmiento,
Derqui y Urquiza, entre otros, según lo afirma la “Gran Logia de la Argentina
de Libres y Aceptados Masones-J.J. de Urquiza”. www.masoneria-argentina.org.ar. Archivado desde el original el 18 de enero de 2019. Consultado el 22 de septiembre de 2018.
La insólita decisión de
Urquiza dejó el campo abierto al ejército porteño, que se había retirado
hacia San Nicolás de los Arroyos. Mitre decidió entonces consolidar su
posición para marchar luego sobre Santa Fe. El 4 de octubre inició su avance
sobre Rosario con 13 000 hombres y 42 piezas de artillería,
ciudad que ocupó una semana después
A su vez, - y como si esto no
bastara- se sumaron los robos y asesinatos cometidos por Juan Saa, ladero de
Urquiza, lo que implicaba para Arnold una deshonra del Ejército.
Todo esto llevó a Arnold a solicitar
la separación absoluta del servicio, Así
lo dice en una carta al Presidente de la Republica Santiago Derqui el día 2 de
Octubre 1861:
“Exmo. Señor:
“Tengo el honor de dirigirme por la presente nota a V. E. para hacer llegar
a su superior conocimiento que razones poderosas y deberes que no me es ciado
prescindir sin mengua de mi honor y en homenaje del hábito militar que invisto,
me colocan en la dura precisión de hacer como lo hago, renuncia del mando
militar con que V. E. se sirvió honrarme por su superior decreto de fecha 20
del ppdo. y a la vez pido también a V E. se sirva decretar mi separación
absoluta del servicio en mi clase de Coronel en el Ejército Nacional. Dios
guarde a V. E muchos años.”
Fue invitado a incorporarse al
ejército de Bartolomé Mitre, pero se negó rotundamente a ello,
según la carta que le envió, "Así
concluí esta campaña ahumado por la pestilente pólvora de Pavón.", donde
el preclaro Coronel vio claramente el contubernio masónico entre Urquiza, Mitre
y el Unitarismo todo.
Vivió después en
Rosario y San Nicolás, y posteriormente en su estancia Santa María, en el sur
santafecino, falleciendo en Rosario el 31 de Marzo de 1876 manteniendo incólume
su fidelidad y afecto por su Jefe y Gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel
de Rosas, como bien se lo hizo saber en vida.
*
FUENTES
ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (Carta de
Estanislao López a Juan Manuel de Rosas-16-01-1832)
ARNOLD,
Prudencio (“Un Soldado Argentino”-
Ed. EUDEBA-1970)
MONTORO
GIL, Gonzalo Vicente (“JUAN MANUEL DE
ROSAS- Fidelidad De Militares Y Funcionarios Luego De Su Caída” )
TURONE,
Oscar y Gabriel (‘Prudencio Arnold’ - www.revisionistas.com.ar)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario