JUAN GALO LAVALLE,
(Semblanzas de un Súbdito Francés)
Gonzalo V. Montoro Gil
En un
magnífico libro el historiador santafecino Ariel Gustavo PÉREZ relata las
vicisitudes, poco conocidas, del Gral. José de San Martín desde que
llegó de Europa hasta la Batalla de San Lorenzo. Su estilo, a la par
de presentar situaciones históricas documentadas, nos da una especie de pintura
de la época, de regiones y de caracteres de los personajes de aquellos tiempos,
con climas que nos hace imaginar las geografías, el humor y los sufrimientos de
esos Granaderos recién formados. A la par de la enjundia de San Martín y el
trato que él tenía para con sus subordinados.
A lo largo del
relato se incorporan figuras noveles que posteriormente harán carrera en la
historia y en las armas de nuestra nación: Mariano Necochea, Gregorio Aráoz de
Lamadrid, Ángel Pacheco, Juan del Galo Lavalle, Hipólito Bouchard ( como
militar, no como marino todavía), todos a las órdenes de San Martín y sumamente
jóvenes sino casi niños, pero que ya empezaban a tomar las armas con ardor para
defender a su patria y que tuvieron el bautismo de fuego en la conocida y
gloriosa Batalla de San Lorenzo el 3 de Febrero de 1813.
Esta
circunstancia y esos acontecimientos sirven para hacer notar que en aquella
época era común que muchos militares o simplemente civiles, cambiaran su
apellido (y a veces, hasta su nombre) con el fin de castellanizarlos cuando
arribaban a estas tierras desde Europa. Y si eran de origen español, se sacaran
el ‘De’ para distinguirse –como criollos y revolucionarios- de los españoles.
A modo de
ejemplo, Hipólito Bouchard se llamaba en realidad André Paul Bouchard, francés,
revolucionario y marino.
Gregorio Araoz
de Lamadrid, se llamaba en realidad Gregorio Aráoz De La Madrid.
Y, por último
en este caso, Juan Galo Lavalle que en realidad se llamaba, primeramente Juan
Galo De La Vallée (de origen francés), luego a sus 15 años y camino a San
Lorenzo, como joven Granadero a las órdenes de San Martín, muta a Juan Galo De
Lavalle para terminar siendo Juan Galo Lavalle.
San Martín
decidió encaminar la formación de un conjunto de jóvenes voluntarios que se
incorporarían como Cadetes. Pertenecientes en muchos casos a las familias más
distinguidas de la ciudad. Juan Galo de Lavalle que en esa época dejó su
apellido francés, suprimió el ‘De’ de su apellido y lo apocopó,
posiblemente para evitar la vinculación con los apellidos españoles pidió su alta
como cadete y fue aceptado en agosto de 1812.
Lavalle nace
en Buenos Aires, 17 de Octubre de 1797. Sus padres eran María Mercedes González
Bordallo y Ross (1770-1829) y de Manuel José Levieux de La Vallée y Cortés,
contador general de las Rentas y el Tabaco del Virreinato del Río de la Plata,
quien fuere descendiente directo del conquistador de México Hernán Cortés.y
Cortés (1753-1840), descendiente directo de Hernán Cortés por parte de padre.
Los La Vallée eran, obviamente, de origen francés.
Juan Galo quiso
castellanizar su apellido porque no quería aparecer como francés en tierras
americanas, como se dijo.
Fue un
valiente soldado, arriesgado, con gran bravura y arrojo. Peleó a las órdenes de
San Martín en la epopeya de los Andes, en Chile, en Perú, siendo
considerado un gran militar por su valentía y heroicidad.
A su regreso
fue incorporado a la guerra del Brasil, como jefe del regimiento de Coraceros
donde se destacó también por su valor y lucha, sobre todo en la Batalla de
Ituzaingó donde luego se ganó el ascenso a General.
Cuando vuelve
a Buenos Aires, toma contacto con los líderes del partido Unitario: Salvador
María del Carril, los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela y Julián Segundo
Agüero, que lo convencen de unirse a ellos para derrocar al gobernador
Dorrego.–a quien él decía querer mucho- y luego de unas batallas, Dorrego es
traicionado por Mariano Acha y lo toman prisionero.
Lavalle
influenciado por aquellos lo manda a fusilar el 13 de Diciembre de 1828 (a
través de –justamente otro ex soldado de San Martin, Lamadrid).
José María
ROSA, dice que Del Carril fue el ‘cerebro’ que impulsó veladamente, en varias
cartas particulares a Juan Lavalle, hombre vehemente y gran militar, pero de
pocas luces, que fusilara a Dorrego porque él era un “hombre de genio y
debe tener firmeza para prescindir de los sentimientos”. Por otra
parte “una revolución es un juego de azar en el que se gana hasta la
vida de los vencidos” y le aconseja “que aborde la cuestión a
sangre fría” “Hemos estado de acuerdo con la ‘fusilación’ (sic) de Dorrego
antes de ahora. Ha llegado el momento de ejecutarla”.
Del Carril
bajo cuerda y casi susurrando maquiavélicamente aconsejó fuertemente a Lavalle
luego del fusilamiento de Dorrego que “Es conveniente que recoja Ud.
una acta del consejo verbal que debe haber precedido a lo fusilación. Un
instrumento de esta clase redactado con destreza será un documento muy
interesante para su vida póstuma... El Sr. D. J. A. (don Julián Agüero) y Don
B. R. (Bernardino Rivadavia), son de esta opinión y creen que lo que se ha
hecho no se completa sino se hace triunfar en todas partes la causa de la
civilización contra el salvajismo”.
Fue el
gabinete presidencial en pleno quien aconsejó el fusilamiento civilizador,
levantando actas en las que constaba el salvajismo de los gobernadores. Pero
Lavalle no entendía. ¿Si era un acto de patriotismo fusilarlo a Dorrego, por
qué retacearle la gloria del “por mi orden”? Del Carril volvió a insistir en
una carta del 20 en un último intento de convencer a esa espada sin cabeza de
no apelar al juicio de la historia sin tomar precauciones: “Incrédulo
como soy de la imparcialidad que se atribuye a la posteridad... la posteridad
consagra y recibe las deposiciones del fuerte o del impostor que venció, sedujo
y sobrevivió... Yo no dejaría de hacer algo útil por vanos temores.
“Si para llegar siendo digno de un alma noble es necesario envolver la
impostura con los pasaportes de la verdad, se embrolla; y si es necesario
mentir a la posteridad se miente y se engaña a los vivos y a los muertos”
Tanto los
líderes unitarios como Lavalle, de tendencia liberal, detestaban a Dorrego, por
la tendencia de éste a favor de las clases populares.
Lavalle quiso
convencer a San Martín de plegarse a su bando contra los Federales y
de que asumiera el gobierno de la provincia.
Pero éste,
espantado por el comportamiento de su ex subordinado en una nota que entrega a
sus emisarios, le contestó –aconsejándolo paternalmente- que "los
medios que me han propuesto no me parece tendrán las consecuencias que usted se
propone". Y sugiere rendirse a los de López y Rosas: "Una
sola víctima que pueda economizar al país le será de un consuelo
inalterable".
El General
unitario, Tomás de IRIARTE, Unitario, nos dice en sus memorias:
“…..después de la ejecución de Dorrego, Lavalle (y sus
hombres) asolaba(n) la campaña con arbitrario sistema y
el terror fue su medio…se violaba el derecho de propiedad, y los agraviados
tenían que resignarse y sufrir en silencio los vejámenes que les inferían, porque
la más leve queja, la más sumisa reclamación costó a algunos infelices la
vida…..hombres despiadados como si (el país) hubiera sido conquistado, como si
ellos fuesen extranjeros hacían sentir a sus compatriotas peso del
régimen militar, cual si fuesen enemigos…olvidándose que ellos eran también
hijos de la tierra….cometían las mayores violencias, las más inauditas
crueldades…actuaban como bestias feroces sobre los desgraciados que caían en
sus manos…… Era un odio frenético, fanático y descomunal….”
Rosas le
envía una carta a Pacheco fechada en Cañuelas 24 de julio de 1829 luego de
asesinato de Dorrego y el comienzo de su desbarranque (Cf. Adolfo
Carranza’ Hojas Históricas’- Buenos Aires -1893 pg. 94
citado por Ernesto QUESADA) “Tarde era ya para que Lavalle invocase el honor
y la dignidad como causa para proseguir una guerra cruenta cuando desde dos
años atrás venía haciéndola, aliado a los franceses y con los dineros y
recursos de los mismos que agredían a la República Argentina y se habían
apoderado de una parte del territorio. Si Lavalle ya había admitido con todas
sus consecuencias esa alianza de un pueblo extraño contra la propia patria era
lógico, cuando la Francia había zanjado satisfactoriamente la contienda, que
entrase él también en el orden de las cosas que tal hecho establecía
y que la misma Francia se empeñaban dejar establecido por lo que hacía a
Lavalle y su partido en armas”.
La trayectoria
del General Lavalle, en su corta y aguerrida vida, dejó la huella de un
valiente granadero que acompañó la Gesta Libertadora del General San Martín, y
más tarde del General Simón Bolívar.
Sin embargo,
esta huella fue eclipsada por un arrogante fanatismo faccioso, al enfrentarse
con terrible crueldad a sus propios hermanos, en la Guerra Civil desatada a
partir de 1820 entre unitarios y federales. Guerra en la que nunca quiso
participar el General San Martín y quien opinó dejando este testimonio sobre su
subalterno Juan Lavalle….. “igualarlo en coraje es muy difícil,
superarlo imposible”
Pero San
Martín indignado y ofuscado por la guerra civil que Lavalle y los Unitarios
habían provocado finalmente y perdiendo el sosiego y la templanza le dice al
Gral. Iriarte sumamente irritado y desilusionado días antes de irse
definitivamente a vivir a Europa en 1829: "Sería un loco si me mezclase
con estos calaveras. Entre ellos hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien
no he fusilado de lástima cuanto estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son
muchachos sin juicio, hombres desalmados...
Allí San
Martín, triste y desilusionado prefirió volver al exilio, al ver lo que su
ex—subordinado de tantas batallas estaba cometiendo contra el país.
*
La paradoja está en que a sus 15 años
se cambió el apellido francés que tenía por el castizo Lavalle, porque no
quería aparecer como extranjero frente a su pueblo.
Pero, bueno, uno estaría tentado a
decir que la ‘sangre tira’ y no pudo renegar de su sangre francesa, aunque haya
nacido en Buenos Aires.
Pero no es así: Hipólito Bouchard fue
claramente francés al igual que el Almirante Brown lo fue irlandés y Juan B.
Thorne fue estadounidense, mas nunca traicionaron a la tierra que les abrió la
puerta para ellos, su familia y su futuro; la bendita tierra Argentina que los
recibió con los brazos abiertos.
Decíamos en
otro trabajo “Lavalle comenzaba su éxodo, tras ser derrotado por Oribe, quien lo
perseguía de cerca y, sin el apoyo de los pueblos por donde pasaba. No tenía
planes muy definidos, y en su huida hacia el norte, iba sembrando el terror,
matando y saqueando a las poblaciones”.
Lavalle simplemente, y más allá de las
paradojas, fue un traidor consumado, liso y llano, vendido al oro francés,
empleado del gobierno francés a pesar de ocultar el origen de su apellido en
sus años mozos por temor a que lo confundieran con uno de ellos, borró de un
plumazo todo lo bueno que había hecho bajo las ordenes de San Martin en la
batalla de San Lorenzo y en el Ejercito de los Andes así como en la primera
Guerra contra el Brasil, para después volcarse de lleno y emplearse como
‘lamebotas’ de los escribas logistas Unitarios sediciosos y los anglo-franceses
Finalmente, huérfano de todo apoyo y
perseguido por todo el territorio por el General Manuel Oribe y demás ejércitos
nacionales, en su huida es acorralado en San Salvador de Jujuy y muere miserablemente
allí por una partida del ejército en forma ignominiosa: en la cama y con su
amante, el 9 de Octubre de 1841...
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FUENTES
CASTAGNINO, Leonardo (“La situación de la Confederación Argentina’-
La Gazeta Federal –www.lagazeta.com.ar)
CASTAGNINO,
Leonardo
(https://www.lagazeta.com.ar/bandera_nacional.htm)
ECHEVERRÍA,
Esteban (Poema ‘Avellaneda’ en Cantos, ed. W. M. Jackson, Bs. As., 1947).
GARCÍA
MELLID, Atilio. (“Proceso al Liberalismo
Argentino”. Ed.Peña Lillo, Bs.As.-1974).
IRIARTE,
Tomás (‘Memorias’- 12 tomos- Ed.
Argentinas S.I.A-1944)
MONTORO GIL, Gonzalo V. (‘De Artigas a Rosas- El Sueño Trunco de la Patria Grande’- 2020-
El Mensajero De La Confederación Argentina blogspot)
PÉREZ,
Ariel Gustavo (‘El Grito Apasionado-San
Martín camino a San Lorenzo’- Prosa Amerian Editores-2020)
QUESADA,
Ernesto (‘Pacheco y la Campaña de Cuyo’- Ediciones Pampa y Cielo – Bs.As. 1976.-
pags. 9/12, 15, 16, 17, 22, 32, 33, 45, 94 y cctes)
ROSA,
José María (‘Salvador María del Carril
-Pequeña Biografía’- La Baldrich - Espacio de Pensamiento Nacional-
Biblioteca Digital www.labaldrich.com.ar)
ROSA,
José María (‘La Guerra del Paraguay y Las
Montoneras Argentinas'-Biblioteca Argentina de Historia y Política-’-Ed.Peña
Lillo SRL- 1974- 4ta.Edición. nota Nro.4
del capítulo 2, Pag.26) y (la edición digital de 1985)
TRÍAS,
Vivián (‘Juan Manuel de Rosas’-Cámara
de Representantes de la R.O.U.-Montevideo 1987)
VILLAFAÑE,
Benjamín (‘Reminiscencias Históricas De Un
Patriota’, Ed. Fundación Banco Comercial del Norte.-1972)
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