EL’ OTRO’ ÁLVARO ALZOGARAY
Seguramente cuando lea este nombre el lector no podrá evitar un respingo, pero antes deseo aclarar que no se trata del despreciable homónimo que fungió en la década del 60 como ministro de economía de nuestro país, que nos propinó un álgido invierno y un fraudulento empréstito “9 de Julio”.
A quien quiero conmemorar en el 135º aniversario de su deceso es a su bisabuelo, el Cnel. de Marina Álvaro José de Alzogaray.
(Afortunadamente algunos de sus descendientes tergiversaron
la grafía de su apellido por Alsogaray).
El Coronel provenía de una familia acaudalada que le procuró una excelente educación que aparte de poseer abundantes conocimientos, hablaba correctamente varios idiomas.
Se dedicó a la ingeniería naval tarea en la que descolló. Y dentro de ella se perfeccionó como artillero, una de las especialidades más complejas.
A los 15 años se incorporó a la escuadra
argentina organizada a consecuencia de la guerra con Brasil. La
mencionada arma fue puesta bajo la dirección del hacedor de nuestra Armada: el
insigne Almirante Guillermo Brown.
Alzogaray fue su ayudante durante la guerra contra el
Imperio de Brasil (1825-1828). Actuaba como su secretario, incluso
escribiendo el “Diario de Operaciones de la Escuadra Republicana”,
desde 1826 hasta 1828, día por día.
Fue ascendiendo por todo el escalafón militar hasta
alcanzar la máxima jerarquía y distinciones a su valor en combate. Cada
galón lo obtuvo en el campo de batalla. Sirvan como ejemplo: Venció
a Coe en Montevideo, a ‘Mascarilla’ López en “Mal Abrigo”; Tomó la “Isla de las
Ratas”; venció en “Santa Lucía”, etc.
Brown no hablaba castellano; Alzogaray, traducía sus
órdenes a la tripulación y tropa. Durante todo el año 1842, Alzogaray se
halló sirviendo en la Escuadra fondeada en Los Pozos. En enero de 1844,
Alzogaray al mando de 50 hombres rechazó un ataque de 400 hombres dirigidos por
los coroneles Centurión, Silva y Freire, que intentaban
apoderarse de la Plaza de Maldonado. Antes de iniciar el ataque el Coronel
Silva intimó a Alzogaray a rendirse por la superioridad numérica de los
atacantes.
Respondiéndole Alzogaray : “Diga Ud. al jefe
invasor que cuando se confía la defensa de un punto militar a un Oficial
Argentino, no se entra en él hasta concluir con el último de los valientes que
lo defienden; que en esta virtud puede cuando guste dar principio al asalto.”
Atacaron de inmediato y Alzogaray impidió que se abriera fuego hasta
tener cerca al enemigo provocándole muchas bajas, la batalla duró 8
horas, la victoria fue completa.
El 23-12-1844, comandando el Bergantín
“General San Martín” derrotaron al mercenario conocido como
el “Chacal de los tigres Anglo-franceses”: Giuseppe Garibaldi, en el combate de
“Punta del Cerro de Montevideo”, poniendo en fuga a siete goletas
enemigas. Garibaldi era muy “valiente” cuando atacaba a poblaciones
inermes que saqueaba protegido por la flota imperialista.
Cuando encontraba resistencia, huía. Brown le propinó tremenda paliza en
Costa Brava (15-8-42), lo capturó pero cometió el error de liberar al taimado
bandolero.
Regresando de esa misión Alzogaray recibió órdenes
de Mansilla de incorporarse a la División del Norte. El 17 de
septiembre arribó, con dicha División, al sitio donde iban a encontrarse
con la historia, las tierras de la familia Obligado. La intervención
armada anglo-francesa: En septiembre de 1845, ambas potencias declararon el
bloqueo a Buenos Aires. Para enfrentar a los atacantes, los criollos se
instalaron en un paraje conocido como la Vuelta de Obligado. A nuestro
biografiado se le ordenó instalar la primera batería a cuyo fin le entregaron
dos cañones de bronce de a 24, cuatro de 16 también de bronce (Material y
calibre muy inferior al que poseían los invasores), tres oficiales y 80
reclutas. En dos meses tuvo la batería instalada y sus servidores perfectamente
entrenados. Durante la lucha combatió hasta agotar sus municiones.
El historiador José María Rosa relata: “Alsogaray
es quien más ha resistido: a las cuatro de la tarde le quedaba un solo tiro y,
con serenidad, cargó un cañón y disparó la última andanada”.
Hasta ese día, Álvaro Alzogaray era un casi
desconocido oficial. Le preocupa “no poder pagar la pensión de mi hija
mayor en el colegio”. No ganaba mucho y además, como estaban en guerra,
cobraba su salario cuando podía. En una carta a un amigo, redactada antes del
enfrentamiento, narra que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que
duerme sobre la tierra, tapado con un poncho.
Pero ahí está, auténticamente al pie del
cañón. “Aún hay salud y ganas de pelear a cuanto pícaro gringo hay en el
mundo”, asegura.
En el parte de guerra de aquella jornada memorable se
lee “El comandante de la batería “Restaurador” don Álvaro J. de Alzogaray es
digno del renombre de intrépido y sereno guerrero…” En enero del
46 combatió en “San Lorenzo”.
Participó en “Angostura del Quebracho”, donde la flota
enemiga se retiró, derrotada. (04-06-1846). En junio de 1846, Alzogaray
fue nombrado por Mansilla, comandante del Cuartel General Divisionario
del Departamento del Norte, cargo que ocupó hasta fines de 1849 debiendo
regresar a Buenos Aires para preparar una nueva escuadrilla, se
avecinaba otra guerra con Brasil. Ese año lo destinó a ingeniería en la
reparación, armado, construcción y artillado de barcos. En enero de
1853 (Derrocado Rosas) lo sacaron del medio, enviándolo a Santa Fe donde
será conchabado como administrador de correos, por espacio de seis
años.
En la
Confederación de Urquiza sirvió en la escuadra federal. A comienzos de 1853 fue
ascendido a capitán y nombrado administrador de Correos en Santa Fe. En setiembre
de 1856 ascendió a sargento mayor y en 1859 tuvo a su cargo el parque utilizado
por Urquiza en la campaña de Cepeda. Luchó en Pavón, en 1861, y el 30 de octubre, semanas después, recibió los
despachos de coronel del ejército de la Confederación.
Durante la guerra
del Paraguay fue jefe superior del parque y maestranza
en Corrientes; fue reconocido como coronel en setiembre de 1868; y al fin de la
guerra ocupó diversas funciones administrativo. Formada la Comandancia General
de Marina, se lo nombró inspector general de la Armada, funciones que tuvo
hasta su muerte. (Nunca más
obtuvo mando de tropas o naves.)
A partir de allí
todos serán cargos de oficina, por último pasó a ser Inspector General de la
Armada en 1875 Con el grado de Coronel, muere en Buenos Aires el 31 de julio de
1879.
Sus restos
ingresaron al Cementerio de la Recoleta el 2 de agosto de 1879, siendo
depositados en la bóveda de la familia de Enrique B. Moreno (Sección 17, 36 ¼,
sepulturas 1 a 6). En 1927, dicha bóveda originariamente de 6 lotes, es
reducida a 3 y los restos del coronel Alzogaray se trasladan a la bóveda de la
familia “Alzogaray Molina”, en Chacarita. Después de muchas décadas de olvido,
en 2014, una comisión integrada por miembros de la Asociación “Patricios de
Vuelta de Obligado” y de “Jóvenes Revisionistas”, logra hallarla y luego de
comunicarlo a sus actuales descendientes, éstos proceden a trasladar los restos
del coronel al Cementerio de la Recoleta donde, desde fines de julio de 2014,
permanecen alojados en la bóveda familiar de “Alzogaray Erize”. Frente a la
misma, el 2 de agosto del mismo año, se procedió a efectuar el primer homenaje
al ilustre marino, al conmemorarse el 135º aniversario de su paso a la
inmortalidad; habiéndose concretado así un acto de revisionismo y verdadera
reparación histórica.
FUENTES:
José María Rosa (‘Historia Argentina’).
Leonardo
Castagnino (‘La Gazeta Federal’
www.lagazeta.com.ar)
Oscar A. Turone (‘Coronel de Marina Alvaro
José de Alzogaray, Hallazgo de sus restos’ www.revisionistas.com.ar)
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