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jueves, 20 de noviembre de 2025

MASONERÍA- INFILTRACIÓN Y ‘ODIUM FIDEI’ en la Argentina de hoy

 MASONERÍA- INFILTRACIÓN Y ‘ODIUM FIDEI’ en la Argentina de hoy



Gonzalo V. Montoro Gil

Es fácilmente comprobable la infiltración de la masonería dentro de la Iglesia y hoy dia a plena luz; sin tapujos. No es simple laicismo, ateísmo o agnosticismo; es odio a la Cruz.

La masonería se autodefine como asociación laica. Ella dice que solo promueve la separación entre la religión y los asuntos públicos y la neutralidad de las instituciones estatales en materia de fe. Dícese enfocar solo en garantizar la libertad de conciencia, el derecho a una educación libre de dogmas y la separación de poderes, sin oponerse necesariamente a la práctica religiosa en la esfera privada. 

Falso. Mendaz. Ello solo es el ariete, la punta de lanza para su penetración en la iglesia y la destrucción del espíritu religioso de los pueblos. Medios como la CNN, Estados como el de Tailandia, la propia Israel, NO permiten el uso de la palabra ‘Jesus’ o ‘Cristo’. Este satanismo encubierto no consiente mencionar pronunciar su nombre.

Ya en la antigüedad había judíos que, siguiendo una tradición contraria a las Escrituras, no pronunciaban el nombre divino. De hecho, durante los primeros siglos de nuestra era, los judíos que leían en público decían ʼAdhonái (“Señor”, en hebreo) en lugar del nombre divino cada vez que este aparecía en las Escrituras.

En una oración a su Padre, Jesús declaró: “He dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer” (Juan 17:26).

Con todo, el principal enemigo del nombre de Dios no se rindió. Tras la muerte de los apóstoles, Satanás comenzó de inmediato a sembrar la semilla de la apostasía, es decir, a corromper las enseñanzas cristianas (Mateo 13:38, 39; 2 Pedro 2:1).

Pongamos por caso a Justino Mártir, quien alrededor de la fecha en que murió Juan, el último de los apóstoles. Aunque afirmaba ser cristiano, repetía constantemente en sus obras que Dios, quien nos da todas las cosas, “por ningún nombre [propio] puede ser nombrado”.

Vemos, por tanto, hasta qué punto ha llegado Satanás para borrar a Dios de la mente de las personas. 

Un par de ejemplos vernáculos, bastarán…

En la Av. Santa Fé 1352 entre Talcahuano y Uruguay, en la ciudad de Buenos Aires existe una Iglesia cuyo nombre es San Nicolás de Bari. Se estaban haciendo obras de reparación y mejoras. Quien las hacía, aunque parezca una humorada, era el Rotary Club. Y no solo eso ya que existía un cartel en el frontispicio de la Parroquia donde decíae que las obras las está haciendo la susodicha organización masónica. (ve foto debajo)

Digamos, como al pasar, que el Rotary Club es una sociedad masónica fundada el 23 de febrero de 1905 en Chicago por el abogado masón Paul Harris, y que adquirió carácter internacional en 1912; estableciéndose en la Argentina el 8 de noviembre de 1919.

Interpelado el cura párroco por el suscripto, no supo que decir balbuceando incoherencias..

Ante su silencio, le envié rapidamente un correo electrónico el 13 de Noviembre de 2019 acerca del hecho relatado para que brinde por escrito lo que no quiso decirme verbalmente.

La carta decía: “Hola, mi nombre es Gonzalo V.Montoro Gil y he observado con suma preocupación que un organismo masónico es quien interviene en obras dentro de mi iglesia. En efecto, he visto que el Rotary Club, institución masónica, interviene en reparación y obras dentro de la Parroquia y encima ostentando impúdicamente su nombre en un cartel. Quisiera que el Sr.Párraco explique a sus fieles semejante desatino y obre en consecuencia y se proceda al desagravio necesario. A no ser que ecuménicamente el Sr. Párroco sea masón. Lo saludo atte. (sigue firma)”




La misiva fue recibida el día 14 de Noviembre a las 3:38:24 de la tarde

To

sannicolasdebari@fibertel.com.ar

From

"Gonzalo V. Montoro Gil" <gvmg@hotmail.com>

Subject

Masonería entronizada en la Parroquia

Sent on

13-Nov-2019 at 5:38:24 PM (GMT-03:00)

 

Opened at

14-Nov-2019 at 3:04:49 PM (GMT-03:00)

Location

Buenos Aires, Argentina (80% likelihood)

Recipient IP

186.23.209.30


El silencio fue nuevamente su respuesta. Típico comportamiento masónico del que deriva igual comportamiento del Unitarismo a lo largo de nuestra historia. El que calla otorga…

El Rotary Club explota la ingenuidad, la ambición, la presuntuosidad de hombres henchidos su ego y engreídos. Es una asociación que apunta a reclutar a hombres, preferentemente de negocios y profesionales, y se propone, en teoría y ‘hacia afuera’, moralizar y mejorar los espíritus contribuyendo a la paz universal mediante la práctica de una moral sin dogmas y de un laicismo y naturalismo absolutos. Es la Masonería internacional esparcida por todo el mundo, como noviciado de la Orden, para probar, ensayar y conquistar adeptos.

Sus jefes son elegidos por los masones residentes en la ciudad norteamericana de Evanston, Illinois, cerca de Chicago, sede del organismo central.

Como se puede comprobar a lo largo de nuestra historia patria, desde las invasiones inglesas hasta la actualidad, la historia de nuestro país ha estado marcada por un constante aluvión de intereses masónicos –reconocidos por los propios imputados y con orgullo- dirigidos a agredirlo, disgregarlo, fragmentarlo y desmembrarlo territorialmente, con el objeto de socavar definitivamente los últimos vestigios de nuestra soberanía.

*

Para aquellos descreídos que entienden que la repulsa de los masones a la Iglesia es cosa del pasado, vamos a dar una última prueba de que ello no es asi: hasta el día de hoy el odio de la masonería a todo lo que huela a Cristianismo, a Catolicismo, a nuestra Iglesia milenaria está plenamente vigente; las bulas papales siguen enhiestas y valederas. Esto es tan cierto que no pueden ni siquiera nombrar a Cristo. Veamos.

Cuando el músico Adrián Otero, masón, solicita ser miembro de la Logia ‘Respetable Logia Renovación Cultural Nro 522’  se reúne la misma el 12 de Abril de 2012 para su aceptación. Pero, lo curioso y que por supuesto se omite en cuanto pasquín o medio exista, cuando ponen la fecha dice el certificado de aceptación: “12 de Abril de 2012 de ….la era vulgar”..



Queda así marcado por su propia letra el ‘Odium Fidei’, el odio a la Fe por parte de las logias que no pueden pronunciar ni siquiera ‘de la era cristiana’., el nombre de Cristo. Demostración palpable del Anticristo que anida como esencia en las Logias, en toda su expresión y, por ende, el fundamento último de la incompatibilidad perenne de la masonería con la catolicidad….Si, si; No, no…..(Mateo 5:37),

La Iglesia Católica ha condenado sistemáticamente a la masonería a través de diversas constituciones y encíclicas: desde la constitución Próvidas Romanorum de Benedicto XIV en 1751; Ecclesiam a Jesu-Christo de Pío VII en 1821; Quo Graviora de León XII en 1825; las encíclicas Traditi Humilitati Nostrae de Pío VIII en 1829 y Mirari Vos de Gregorio XVI en 1832; así como las múltiples condenas de Pío IX entre 1846 y 1873, incluyendo el SyllabusQui Pluribus y Apostolicae Sedis; hasta la encíclica Humanum Genus de León XIII (1884) y las posteriores instrucciones y declaraciones oficiales del Santo Oficio hasta el siglo XX.

Finalmente, el 19 de marzo de 1950, el Osservatore Romano, órgano periodístico oficial del Vaticano, reiteró que las condenas a la masonería permanecen válidas en toda su integridad a pesar de ser todo esto acallado por los medios de difusión que, obviamente, pertenecen su dueños y directores, justamente, a la Masonería.

Tomen nota aquellos tibios…..

 

                                                                     ***

 

 

jueves, 6 de noviembre de 2025

ENCARNACIÓN EZCURRA, MAS ‘ROSISTA’ QUE…ROSAS

 ENCARNACIÓN EZCURRA, MAS ‘ROSISTA’ QUE…ROSAS


Gonzalo V. Montoro Gil

De nuestra historia se han extraído numerosas anécdotas sobre las figuras militares o políticas que vivieron en aquellos tiempos. Anécdotas que, en muchas ocasiones, delineaban el carácter de los personajes y las costumbres imperantes en esas sociedades, casi aldeanas.

Son innumerables las historias de personajes como Rosas, Lavalle, Oribe, Mitre, Sarmiento, Manuelita Rosas, entre otros, que permiten vislumbrar, a través de los hechos relatados, sus idiosincrasias, sus humores, sus caracteres y sus patriotismos, reales o fingidos. Todo ello se extrae de las propias palabras de los protagonistas o de testigos ocasionales, cuyos documentos nos acercan al presente esas historias, a menudo domésticas, reservadas para pocos y alejadas de pomposos auditorios.

Hemos comentado en otro trabajo lo que de ella decía su sobrino Lucio V. MANSILLA (MANSILLA, Lucio V. (“Rozas, ensayo histórico-psicológico, Bs As, A-Z, 1996”) que, trazando una semblanza de ella, dijo: “Juan Manuel la amó como a ninguna y nadie lo amó como ella...fue su brazo derecho. Militaba, convencía, inducia, sugestionaba…era muy pasional, valiente e inteligente. No era estéticamente muy agraciada, fue su socia y consejera, siendo ella la única persona a quien verdaderamente escuchaba.  Manejaba su actividad política sin ‘medias lenguas’.  Era muy directa y expeditiva en sus acciones y órdenes, en otras palabras, era muy poco diplomática.  Repartía premios y castigos en forma rigurosa y férrea mientras su marido se ausentaba de la ciudad.  Aun cuando éste se encontraba presente, tejía alianzas, identificaba a aquellos que se declaraban Federales, pero conspiraban contra la Confederación, etc.  Podemos decir que se trataba de un matrimonio, pero en cierta forma conformaban una sociedad políticamente perfecta”

"La encarnación de aquellas dos almas fue completa. A nadie quizá amó tanto Rosas como a su mujer, ni nadie creyó tanto en él como ella; de modo que llegó a ser su brazo derecho, con esa impunidad, habilidad, perspicacia y doble vista que es peculiar a la organización femenil. Sin ella quizá no vuelve al poder. No era ella la que en ciertos momentos mandaba; pero inducía, sugestionaba y una inteligencia perfecta reinaba en aquel hogar, desde el tálamo hasta más allá".

Como se sabe, doña Encarnación era quien manejaba la cuestión política en Buenos Aires, mientras Rosas se encontraba muy lejos, en la Campaña del Desierto, a considerable distancia de la ciudad portuaria.

Era ella quien investigaba las acciones de federales y unitarios en la ciudad: evaluaba sus comportamientos, en más o menos con intenciones patrióticas, y comunicaba a Rosas, a través de ‘chasques’ permanentes, el desarrollo de la política en la ciudad y sus zonas aledañas.

Para ello, Encarnación disponía de espías que le informaban de cuanto acontecía en la ciudad, y ella se encargaba de comunicárselo a su marido, manteniéndolo al tanto de los hechos que se iban desarrollando en su ausencia.

La correspondencia, abundante y constante, no sólo trasladaba noticias, sino que también expresaba el carácter, la firmeza y la templanza de la firmante, asi como las sugerencias para actuar.

Para Encarnación, primero: el orden y el deber. La familia y la política. Era mujer de fuerte carácter, escondida tras una mirada seria y fría. Fue ella quien lo llevó al poder. Fue ella quien le abrió el camino a sus facultades extraordinarias y fue ella quien impulsó la rama más radical del restaurador de las leyes. La lealtad por sobre todo, mujer de decisión e inteligencia.

Veamos un ejemplo del carácter de Encarnación:

En una charla que tuvo con la madre del Restaurador, doña Agustina López Osornio, en Julio de 1833, mientras Rosas estaba compenetrado en la marcha de su Campaña del Desierto, en un pasaje de dicha charla se da la siguiente conversación:
ALO: “yo doy gracias que sólo han sido unos pocos años. Vale más su campaña al desierto que las intrigas y artimañas de la política de Buenos Aires, que solo nos aleja unas familias contra otras. ¡Familias que además hemos sido históricamente muy amigas!

EE: “Yo le quiero avisar Doña Agustina, que su hijo va a volver, y volverá a gobernar. yo misma estoy cuidando sus intereses hasta que vuelva. En mi casa se recibe a todas aquellas personas que le son fieles en su pensamiento. Cumplo con mi deber de esposa del restaurador manteniendo un orden en la estancia, comunicándome con esos cismáticos que más que rosistas parecen unitarios. No podemos permitir que vuelva la anarquía. Es preciso defender a la Santa Federación, de lo contrario los más humildes, los más desprotegidos quedarán sumidos en la desgracia, sin el amparo de aquel que garantice su protección y consejo. Y ese es su hijo.

ALO: “Con lo que me ha costado a mi disciplinar a Juan Manuel! Ahora usted me dice que el tiene lo que se necesita para disciplinar a otros!

EE: “Por supuesto, a usted se le debe esa disciplina. Y déjeme decirle, también a usted se le debe esa excesiva generosidad. Sirve para proteger a los más débiles. Pero no es fructuoso que lo sea entre sus pares. Juan Manuel no utiliza su fuerza con algunos que claramente abusan de él, como la utiliza para con sus peones. Se deja robar y traicionar en sus negocios y hasta por los que son parte de su mismo partido. Y yo se lo advierto cuando puedo.

ALO: “Y dígame, realmente, ¿la escucha? ¿Le contesta sus cartas? – Le dijo su suegra en tono irónico

EE: “No necesito que me responda mi marido. Su silencio basta para entender que él acepta mi deber. Recibo en nuestra casa a los más modestos, y por las noches llegan las familias más tradicionales con quienes compartimos las mismas ideas, las apostólicas. Hasta su regreso no dejaré de responder a las demandas y mantener en alerta al juez de paz contra cualquier enemigo de Rosas.

ALO: “Ahora entiendo las malas lenguas sobre usted Encarnación. Al parecer ha tomado las riendas de la política en ausencia de Juan Manuel.

EE: “Podrán pensar lo que quieran. Yo le informo todo a mi marido, y estoy convencida que está de acuerdo con cada paso que doy. Más si ello es en favor de su persona y sus principios. Él mismo siempre me pidió que “abriera los ojos a los paisanos fieles que los tengan cerrados, y muy especialmente a la de los pobres”. Creo que estoy cumpliendo bien sus órdenes, pues no he dejado de informar a los periódicos y en mi propia casa acerca de las verdades que ocurren, para que no sean engañados. Los paisanos me quieren.

ALO: “Lo que me está queriendo decir entonces es que está preparando una suerte de revolución. ¡Me resulta aberrante! no es su rol como madre y esposa estar inmiscuida en los asuntos políticos de su marido.

EE: “Lo que es aberrante es permanecer con ojos cerrados ante la realidad que nos rodea. El desorden que dejó el gobierno de Balcarce, el descuido de los más desfavorecidos y la traición a quien ha sabido instaurar las leyes luego de tanta anarquía y violencia innecesaria. Si para ello se necesita una revolución, pues que así sea. La debilidad de los nuestros frente a esos casacas lomos negros es lo verdaderamente aberrante. A mi me basta con decir la verdad, y Rosas lo sabe. Yo soy su primera colaboradora, y le sirvo más que sus mejores amigos.

ALO: “La misma verdad con la que me informaron que estaba embarazada para poder casarse?

EE: “ Esa fue idea de su “ingrato hijo”. Pues usted a mí no me intimida….

Entre todas esas historias, una puede dar a conocer la personalidad de Doña María de la Encarnación Ezcurra y Arguibel de Rosas (Buenos Aires, 25 de marzo de 1795 – 20 de octubre de 1838), dirigida a Vicente González, alias “el Carancho del Monte”. Este oficial ‘rosista’  y Juez de Paz en aquellos tiempos, era un muy buen amigo del Restaurador, hombre de confianza de éste y de armas tomar, que infundía temor en quienes conspiraban contra la nación.

Una de esas cartas del 22 de Octubre de 1833, pocas semanas después de la conversación que tuviera con la madre del Restaurador, Encarnación le envía a Vicente González haciéndole saber de manera enérgica, en forma resuelta, y sin filtro, al ladero de Juan Manuel lo siguiente y que pinta entero quien era Encarnación. Recordemos que era asidua la triangulación de correspondencia entre Encarnación en Buenos Aires, González en San Miguel de Monte y Rosas en la Patagonia-:

En la carta en cuestión le transmite de forma enérgica, resuelta y sin tapujos al ladero de Juan Manuel lo siguiente, y que muestra sin ambages quién era Encarnación:

“Estimado amigo: Su muy apreciable carta fecha 19 del corriente me ha llenado, como debe creerlo, de alegría, no tan solo por los interesantes detalles, que contiene respecto de los consecuentes amigos nuestros que espontáneamente se han presentado a defender nuestra Santa Causa, cuanto por las intrigas que se han descubierto iba a poner en práctica el muy ingrato General Espeche. Pero en este momento que. son las doce del día acabo de recibir cartas del Campamento General, en que me dicen que este traidor había llegado a dicho punto pidiendo alafia de las infinitas maniobras traidoras que había puesto en práctica.”

“Sin embargo de ser distinta la letra las contestaciones a sus apreciables cartas de 19 a 22 del crte. no le extrañe pues en medio de mis ocupaciones me he valido de dos amigos que me han brindado su pluma para servicio de secretario. De suerte que, estoy tan familiarizada ya con esta clase de ocupación y correspondencia que me hallo capaz de dirigir todas las oficinas del fuerte…

Esta carta nos ofrece una imagen clara de cómo Encarnación movía sus contactos, sus fieles, para conocer, incluso en el último rincón de la ciudad y de sus arrabales, el humor social y las posibles intrigas de los unitarios conspiradores y de los federales tibios.

¿Quién no ve a la férrea y orgullosa mujer consagrada con furia desde el primer instante, a la tarea de mantener encendida la llama del entusiasmo federal en el corazón de los correligionarios? Así su frenética exaltación de 1833 por conservar intacta la autoridad del Restaurador, es la misma de 1820, cuando contribuye con sus votos a la derrota de los amotinados del 1º de octubre, la misma de 1828 cuando propaga el horror a los despiadados verdugos de Dorrego, y la misma de 1829, de 1830, de 1831 y de 1832, cuando por fin, encumbrado el caudillo a la suprema grandeza, debe, sin embargo, seguir su formidable pugna con los ‘parricidas’, cismáticos, y demás endiablados opositores a la gloriosa causa de la Federación que él representa y dirige.

Dice el periodista Oscar MUÑOZ: “En todo ese tiempo, Encarnación había hecho mucho más que pasarle información precisa y hacerle saber sus puntos de vista (a veces, de manera imperativa). También, se había prodigado como activista social entre la gente del “bajo pueblo”. Su labor constante y efectiva en los barrios populares donde habitaban los “paisanos” la autorizaba a transmitirle su convicción de que “los pobres están dispuestos a trabajar de firme. Veremos qué hacen los figurones” (del bando cismático). 

Pero lo más jugoso de la misiva es el párrafo final: un pensamiento y una determinación política al mismo tiempo que es una advertencia por elevación, y que no deja lugar a dudas respecto al comportamiento que se espera de todo buen federal.

“…Ya le he escrito a Juan Manuel, que si se descuida conmigo a el mismo le he de hacer una revolución. Tales son los recursos y opinión que he merecido de mis amigos. Ya sabe mi amigo que puede contar siempre con el invariable afecto de su compañera y eterna amiga. — Encarnación Ezcurra de Rosas”.

Termina la carta que demuestra sin sombra de duda y con trazo grueso y resaltado la personalidad de Encarnación: aunque era una fiel compañera de su Juan Manuel, no dejaba de hacer notar que, si existiera algún hipotético desfallecimiento de su marido en la tarea de conservar la soberanía de la nación ante los ataques de los unitarios y sus aliados extranjeros ingleses, franceses, brasileños y mercenarios europeos de toda laya, hasta el propio Rosas se las tendría que ver con ella..


Es de suponer la sonrisa del Restaurador allá en los campamentos del sur, al leer la tajante reflexión final de su mujer y reconocer en ella lo que ya sabía: su carácter indomable y su determinación patriótica... 

                                                               

Las cartas que ella le enviaba a su marido antes de su vuelta son prueba de que era una exponente de las pocas mujeres inmiscuidas en política de la clase dirigente criolla en el siglo XIX.

Todavía hoy nuestra patria espera una reivindicación, un homenaje a su figura señera. Una mujer en una época en que las mujeres en general iban tras de sus hombres no solo físicamente, sino en cuanto a pensamientos políticos y sociales, tal vez sin mayor opiniones personales: Encarnación; no pertenecía a ese grupo (al igual que su hermana María Josefa Ezcurra); era de criterio propio y personalidad singular se animaba a emitir juicios de valor sobre estrategias y conductas políticas.

Hay suficientes razones de peso para considerarla la principal socia del ascenso al poder absoluto de su marido, una auténtica operadora política adelantada a su tiempo….

 ***

BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

Para profundizar en la correspondencia y el papel político de Encarnación Ezcurra, se pueden consultar diversas fuentes históricas y bibliográficas que abordan su vida, sus cartas y su influencia en la política argentina del siglo XIX. Estas fuentes permiten comprender mejor la personalidad de Encarnación, su influencia en la época y el valor de sus cartas como testimonio histórico.

Entre las obras más relevantes se destacan:

·        Encarnación Ezcurra: Una mujer en la tormenta” de María Sáenz Quesada, que ofrece un análisis detallado de su correspondencia y su rol durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.

·        La Mujer En La Historia Argentina” de Lily Sosa de Newton, donde se examina la figura de Encarnación y su participación activa en la política.

·        Los documentos recopilados en “Correspondencia de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra”, editados por la Academia Nacional de la Historia, que incluyen cartas originales y contexto histórico.

·        Artículos como “Encarnación Ezcurra y la Revolución de los Restauradores” publicados en revistas especializadas como Todo es Historia, que exploran la dimensión política y personal de sus escritos.

·        “Encarnación Ezcurra, esa mujer”- publicado por periodista santacruceño Oscar Muñoz en la Revista ‘Caras y Caretas’ el 23 de Marzo de 2025.

·        “Doña Encarnación Ezcurra de Rosas’-correspondencia inédita”, de Manuel Conde Montero-Publicado por La Revista Argentina De Ciencias Políticas -Año XIV, Tomo XXVII, N.º 149- Año 1923)

·        “Las Mujeres de Rosas”- María Sáenz Quesada- Editoral Planeta- año 1991


lunes, 27 de octubre de 2025

(de Pluma Ajena) SÍMBOLOS DE LA BANDERA DE ROSAS (Los verdaderos colores de la bandera nacional) (por David Prando)

                                              

(de Pluma Ajena) SÍMBOLOS DE LA BANDERA DE ROSAS (Los verdaderos colores de la bandera nacional) (por David Prando)

 


        en “Revista del Instituto de Investigaciones Históricos Juan Manuel de Rosas Nro. 38 Enero/Marzo 1995”

por David Prando

 

El tema de la bandera de la Confederación Argentina parecía agotado: varios autores revisionistas se refirieron a ella. Sin embargo, poco ahondaron en sus símbolos, sobre todo los cuatro gorros de la libertad que, pese a las repeticiones superficiales, en nada se parecen a los de Frigia.

Desde la Independencia hubo también enseñas azul turquí y blancas, pero el azul celeste siempre ha sido el color nacional, excepto entre 1836 y 1852. Durante las luchas civiles entre unitarios y federales se produjeron muchas confusiones, debido a que ambos bandos usaron los mismos colores; y eso que los federales tenían divisa roja, heredada de Artigas, López y otros caudillos.

En su expedición al Desierto (1833-34), Juan Manuel de Rosas llevó una bandera nacional que tenía franjas azules oscuro, en lugar de celeste. ¿Por qué Rosas eligió el azul turquí? Tres razones pueden explicar dicha elección. Primero, el azul celeste ha sido desde siempre el color fugitivo a la luz; en cambio su matiz más oscuro resiste y, por mas tiempo, al sol, a la lluvia, etc. Segundo, Rosas pensó que el color argentino era el azul: el decreto de la bandera nacional y de guerra (del 25 de febrero de 1818) así lo estableció, de ahí más tarde las interminables confusiones y discusiones sobre el tema. Y tercero, el celeste siempre fue el color preferido de liberales y masones.

Además, el azul oscuro era un color más noble, "azul real".

El 23 de marzo de 1846 -época de su segundo gobierno- Rosas le escribió al coronel Vicente González, que tenía a su cargo la Guardia de San Miguel del Monte, diciéndole que ese color debía ser azul oscuro para los días de fiesta, y agregó: "(...) Sus colores son blanco y azul oscuro un so colorado en el centro y en los extremos el gorro punzó de la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color celeste ha sido arbitrariamente sin y sin ninguna fuerza de Ley Nacional, introducido por las maldades de los unitarios. Se le ha agregado el letrero: ¡Viva la Federación! ¡Vivan los Federales! ¡Mueren los Unitarios!”

Al celebrarse el segundo aniversario del regreso de Rosas al poder, el 13 de abril de 1836, se izó la nueva enseña sobre el Fuerte de Buenos Aires. Después de Caseros, Urquiza regaló la misma bandera a Andrés Lamas y hoy día, la misma se halla en el Museo Histórico Nacional de Montevideo.

Rosas, poco después, se dedicó a convencer a los gobernadores provinciales de la necesidad de suprimir el celeste, y de adoptar la nueva enseña y la divisa federal. Por ejemplo, don Juan Manuel mantuvo una correspondencia sobre el asunto con Felipe Ibarra (gobernador de Santiago del Estero), entre abril y julio de 1836.

Según José Luis Busaniche, Ibarra debió mencionar la bandera de los colores nacionales: Rosas le dijo: “Por este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley y disposición alguna que prescriba el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en ciertos pueblos.” Sin embargo, tanto Ibarra como aquellos pueblos sabían ya desde 1812, en que el color nacional era el azul celeste. Busaniche creyó, en sus años antirrosistas, que Rosas falsificó la verdad siempre. Ello, empero, no tiene mayor importancia; si la  tiene el pensamiento de Rosas sobre el azul argentino. Rosas también escribió “El color verdadero de ella  porque está ordenado y en vigencia hasta la promulgación del código nacional que determinará el que ha de ser permanente, es el azul turquí y lanco, muy distinto del celeste”. ¿Existió ese código alguna vez? Y le recordó a Ibarra que dos enseñas nacionales- la que llevó a las pampas y la del Fuerte tenían los mismos colores, y que las nuevas banderas para las tropas fueron bendecidas y juradas en Buenos Aires.

La bandera nacional de la Confederación, puede haber sido una creación exclusiva de don Juan Manuel, entusiasmó a los federales, porteños y provincianos. Uno de estos, el coronel salteño Miguel Otero, en carta a Rufino Guido (hermano del General Tomás Guido), el 22 de octubre de 1872, le dijo que los unitarios no enarbolaron la bandera azul y blanca. “Sino el estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco, para que fuese más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” en alusión a la celebérrima “Cruzada Libertadora” de Lavalle en su luna de miel con los franceses. Por lo visto, don Miguel siguió siendo un entusiasta a carta cabal que nunca reconoció a la enseña celeste y blanca como nacional. Si Sarmiento hubiera conocido esta carta ¡ qué escándalo hubiera armado!.

El autor anónimo del “Triunfo del Bello Sexo” (Buenos Aires, 1850) escribió también sobre el mismo tema, cuyo fragmento fue reproducido por el historiador antirrosista Mariano Pelliza. El desconocido erudito conoció a fondo la heráldica y sus leyes, y rechazó el color celeste considerándolo un medio color y solo admitió el azul  (debió decir ‘azur’).Lo que sigue refleja  la opinión  de Rosas en tal forma que parece haber sido redactado por él. “…El decir que los individuos que señalaron los colores nacionales prescribieron el celeste, es un error ofensivo a la capacidad de aquellos dignos patriotas, error criminal, si fue con consentimiento  de causa, e intolerable, entre gente ilustrada, si procedió con ignorancia. Sea como fuere, el pabellón Argentino nunca fue, ni pudo ser, sino azul y blanco, y en términos técnicos lo describiré: faja de plata sobre campo azul (sic ‘azur’), vulgarmente se diría: azul, blanco y azul”.

Por su parte los unitarios vieron como negro al azul. Por ejemplo, Miguel Esteves Sagui dicho matiz, del azul era de oscuridad,  de negrura, y como los antecedentes de la Mazorca, veía las franjas negras y Domingo Faustino Sarmiento en su "Discurso de la Bandera", al inaugurar el monumento a Belgrano en Buenos Aires el 24 de septiembre de 1873, señaló a la enseña de la Confederación como un invento de bárbaros, tiranos y retrógrados, y no pudo verla como argentina...

Del mismo y estrecho criterio han sido los discípulos ideológicos de los campeones liberales: José María Ramos Mejía, Mariano A. Pelliza, Reynaldo A. Pastor, Ernesto J. Fitte y el resto de la pléyade académica. Para ellos, el pabellón de Rosas ha sido una creación espuria, antipatriótica, anti-argentina, un emblema propio de la tiranía rosista...

Los demócratas de la Atenas del Plata nunca supieron ver los colores. Como sus pares del Pireo, que confundieron el violeta con el negro...

Una excelente lección nos dio Julio Irazusta que, si bien no fuera vexilólogo por lo menos sabía de banderas. Lo prueba esta crítica al nombre de ciencia Ramos Mejía: "Con motivo de la bandera federal, Ramos Mejía apela al registro de policía para probar que la azul y blanca era perseguida (1,84), n... El médico historiador no tiene en cuenta que las variaciones de detalle en los símbolos nacionales no afectan el destino de los mismos. Pocas naciones grandes y pequeñas, conservaron siempre idénticas las formas de sus banderas. Los franceses no fueron menos patriotas  por cambiar la bandera blanca del rey legítimo y sustituirle la tricolor de la revolución. La bandera argentina sufrió más variaciones por lo que se refiere al matiz de sus colores y a los complementarios  simbólicos agregados, entre su creación y el advenimiento de Rosas que las introducidas en ella por don Juan Manuel con el cambio del celeste por el azul y los cuatro gorros colorados que ponía en cada uno de sus cuatro carteles”

Veamos los símbolos. El blanco es unión, el azul profundo, libertad, como el  celeste. El sol rojo como conocido en el heráldica como sombra de sol, significa el amanecer o el triunfo de la nación. ¿Y los cuatro gorros de la libertad?

Al mí ver, ellos no significan victorias militares, ni tampoco el número de las provincias de la Confederación; fueron catorce por esa época. Más bien creo, son referencias a los cuatro pactos que, según Pedro de Angelis, dieron nacimiento a la Confederación Argentina: el tratado del Pilar (23 de febrero de 1820), el tratado del Cuadrilátero (25 de enero de 1822), la Ley Fundamental (23 de enero de 1825), y el Pacto Federal (4 de enero de 1831).

El primer adoptó de la sistema federal de Artigas; el segundo fue de amistad y unión entre Buenos Aires y las provincias del litoral; el tercero encargó a Buenos Aires el ejercicio de las relaciones exteriores y alguna funciones ejecutivas del Estado; y la última creó la Confederación a la cual adhirieron las demás provincias del interior.

La bandera rosista, reconocida como nacional tanto por nativos como por extranjeros, pasó al destierro junto con su creador, el día de Caseros. Y, finalmente, en Inglaterra  -lejana patria de los exiliados del mundo- dejó de existir don Juan Manuel  en marzo de 1877. Sus restos fueron conducidos al cementerio católico de Southampton, y sobre su féretro, como custodios  del vencido en vida, reposaron el sable de San Martín  y la vieja enseña de la Confederación, jamás renegada por su ilustre autor.

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BIBLIOGRAFÍA

 

BUSANICHE, JOSÉ LUIS,

Muestrario Rosista. Los Colores Nacionales, La Nación, Bs. As., 31/8/41.

CÁNEPA, LUIS,

Historia de los Símbolos Nacionales Argentinos, Albatros, Bs. As., 1953.

CELESIA, ERNESTO H.,

Rosas. Aportes para su Historia II, Concourt, Bs. As., 1968.

 

DE ANDRADE, PEDRO BALTASAR,

Heráldica, Ciencia y Arte de los Blasones, Fama, Barcelona, 1954.

 

DE LELLIS, JUAN CARLOS,

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