SÍMBOLOS DE LA BANDERA DE ROSAS
(Los verdaderos colores
de la bandera nacional)
en
“Revista del Instituto de Investigaciones Históricos Juan Manuel de Rosas Nro.
38 Enero/Marzo 1995”
por
David Prando
El
tema de la bandera de la Confederación Argentina parecía agotado: varios
autores revisionistas se refirieron a ella. Sin embargo, poco ahondaron en sus
símbolos, sobre todo los cuatro gorros de la libertad que, pese a las repeticiones
superficiales, en nada se parecen a los de Frigia.
Desde
la Independencia hubo también enseñas azul turquí y blancas, pero el azul
celeste siempre ha sido el color nacional, excepto entre 1836 y 1852. Durante
las luchas civiles entre unitarios y federales se produjeron muchas
confusiones, debido a que ambos bandos usaron los mismos colores; y eso que los
federales tenían divisa roja, heredada de Artigas, López y otros caudillos.
En
su expedición al Desierto (1833-34), Juan Manuel de Rosas llevó una bandera
nacional que tenía franjas azules oscuro, en lugar de celeste. ¿Por qué Rosas
eligió el azul turquí? Tres razones pueden explicar dicha elección. Primero, el
azul celeste ha sido desde siempre el color fugitivo a la luz; en cambio su
matiz más oscuro resiste y, por mas tiempo, al sol, a la lluvia, etc. Segundo,
Rosas pensó que el color argentino era el azul: el decreto de la bandera
nacional y de guerra (del 25 de febrero de 1818) así lo estableció, de ahí más
tarde las interminables confusiones y discusiones sobre el tema. Y tercero, el
celeste siempre fue el color preferido de liberales y masones.
Además,
el azul oscuro era un color más noble, "azul real".
El
23 de marzo de 1846 -época de su segundo gobierno- Rosas le escribió al coronel
Vicente González, que tenía a su cargo la Guardia de San Miguel del Monte,
diciéndole que ese color debía ser azul oscuro para los días de fiesta, y
agregó: "(...) Sus colores son
blanco y azul oscuro un so colorado en el centro y en los extremos el gorro punzó
de la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color
celeste ha sido arbitrariamente sin y sin ninguna fuerza de Ley Nacional,
introducido por las maldades de los unitarios. Se le ha agregado el letrero:
¡Viva la Federación! ¡Vivan los Federales! ¡Mueren los Unitarios!”
Al
celebrarse el segundo aniversario del regreso de Rosas al poder, el 13 de abril
de 1836, se izó la nueva enseña sobre el Fuerte de Buenos Aires. Después de
Caseros, Urquiza regaló la misma bandera a Andrés Lamas y hoy día, la misma se
halla en el Museo Histórico Nacional de Montevideo.
Rosas,
poco después, se dedicó a convencer a los gobernadores provinciales de la
necesidad de suprimir el celeste, y de adoptar la nueva enseña y la divisa
federal. Por ejemplo, don Juan Manuel mantuvo una correspondencia sobre el
asunto con Felipe Ibarra (gobernador de Santiago del Estero), entre abril y
julio de 1836.
Según
José Luis Busaniche, Ibarra debió mencionar la bandera de los colores
nacionales: Rosas le dijo: “Por este
motivo debo decir a V. que tampoco hay ley y disposición alguna que prescriba
el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en ciertos pueblos.”
Sin embargo, tanto Ibarra como aquellos pueblos sabían ya desde 1812, en que el
color nacional era el azul celeste. Busaniche creyó, en sus años antirrosistas, que Rosas falsificó la
verdad siempre. Ello, empero, no tiene mayor importancia; si la tiene el pensamiento de Rosas sobre el azul
argentino. Rosas también escribió “El
color verdadero de ella porque está
ordenado y en vigencia hasta la promulgación del código nacional que
determinará el que ha de ser permanente, es el azul turquí y lanco, muy
distinto del celeste”. ¿Existió ese código alguna vez? Y le recordó a
Ibarra que dos enseñas nacionales- la que llevó a las pampas y la del Fuerte
tenían los mismos colores, y que las nuevas banderas para las tropas fueron
bendecidas y juradas en Buenos Aires.
La
bandera nacional de la Confederación, puede haber sido una creación exclusiva
de don Juan Manuel, entusiasmó a los federales, porteños y provincianos. Uno de
estos, el coronel salteño Miguel Otero, en carta a Rufino Guido (hermano del General
Tomás Guido), el 22 de octubre de 1872, le dijo que los unitarios no enarbolaron
la bandera azul y blanca. “Sino el
estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco, para que fuese más
ominosa su invasión en alianza con el enemigo” en alusión a la celebérrima
“Cruzada Libertadora” de Lavalle en
su luna de miel con los franceses. Por lo visto, don Miguel siguió siendo un
entusiasta a carta cabal que nunca reconoció a la enseña celeste y blanca como
nacional. Si Sarmiento hubiera conocido esta carta ¡ qué escándalo hubiera
armado!.
El
autor anónimo del “Triunfo del Bello Sexo”
(Buenos Aires, 1850) escribió también sobre el mismo tema, cuyo fragmento fue
reproducido por el historiador antirrosista
Mariano Pelliza. El desconocido erudito conoció a fondo la heráldica y sus
leyes, y rechazó el color celeste considerándolo un medio color y solo admitió
el azul (debió decir ‘azur’).Lo que
sigue refleja la opinión de Rosas en tal forma que parece haber sido
redactado por él. “…El decir que los
individuos que señalaron los colores nacionales prescribieron el celeste, es un
error ofensivo a la capacidad de aquellos dignos patriotas, error criminal, si
fue con consentimiento de causa, e
intolerable, entre gente ilustrada, si procedió con ignorancia. Sea como fuere,
el pabellón Argentino nunca fue, ni pudo ser, sino azul y blanco, y en términos
técnicos lo describiré: faja de plata sobre campo azul (sic ‘azur’),
vulgarmente se diría: azul, blanco y azul”.
Por
su parte los unitarios vieron como negro al azul. Por ejemplo, Miguel Esteves
Sagui dicho matiz, del azul era de oscuridad, de negrura, y como los antecedentes de la
Mazorca, veía las franjas negras y Domingo Faustino Sarmiento en su "Discurso de la Bandera", al
inaugurar el monumento a Belgrano en Buenos Aires el 24 de septiembre de 1873, señaló
a la enseña de la Confederación como un invento de bárbaros, tiranos y retrógrados,
y no pudo verla como argentina...
Del
mismo y estrecho criterio han sido los discípulos ideológicos de los campeones liberales:
José María Ramos Mejía, Mariano A. Pelliza, Reynaldo A. Pastor, Ernesto J.
Fitte y el resto de la pléyade académica. Para ellos, el pabellón de Rosas ha
sido una creación espuria, antipatriótica, anti-argentina, un emblema propio de
la tiranía rosista...
Los
demócratas de la Atenas del Plata nunca supieron ver los colores. Como sus pares
del Pireo, que confundieron el violeta con el negro...
Una
excelente lección nos dio Julio Irazusta que, si bien no fuera vexilólogo por
lo menos sabía de banderas. Lo prueba esta crítica al nombre de ciencia Ramos
Mejía: "Con motivo de la bandera
federal, Ramos Mejía apela al registro de policía para probar que la azul y
blanca era perseguida (1,84), n... El médico historiador no tiene en cuenta que
las variaciones de detalle en los símbolos nacionales no afectan el destino de
los mismos. Pocas naciones grandes y pequeñas, conservaron siempre idénticas
las formas de sus banderas. Los franceses no fueron menos patriotas por cambiar la bandera blanca del rey
legítimo y sustituirle la tricolor de la revolución. La bandera argentina sufrió
más variaciones por lo que se refiere al matiz de sus colores y a los
complementarios simbólicos agregados,
entre su creación y el advenimiento de Rosas que las introducidas en ella por
don Juan Manuel con el cambio del celeste por el azul y los cuatro gorros
colorados que ponía en cada uno de sus cuatro carteles”
Veamos
los símbolos. El blanco es unión, el azul profundo, libertad, como el celeste. El sol rojo como conocido en el heráldica como sombra de sol,
significa el amanecer o el triunfo de la nación. ¿Y los cuatro gorros de la
libertad?
Al
mí ver, ellos no significan victorias militares, ni tampoco el número de las provincias de la Confederación; fueron catorce por esa época. Más bien creo,
son referencias a los cuatro pactos que, según Pedro de Angelis, dieron
nacimiento a la Confederación Argentina: el tratado del Pilar (23 de febrero de
1820), el tratado del Cuadrilátero (25 de enero de 1822), la Ley Fundamental
(23 de enero de 1825), y el Pacto Federal (4 de enero de 1831).
El
primer adoptó de la sistema federal de Artigas; el segundo fue de amistad y
unión entre Buenos Aires y las provincias del litoral; el tercero encargó a
Buenos Aires el ejercicio de las relaciones exteriores y alguna funciones
ejecutivas del Estado; y la última creó la Confederación a la cual adhirieron las
demás provincias del interior.
La
bandera rosista, reconocida como
nacional tanto por nativos como por extranjeros, pasó al destierro junto con su
creador, el día de Caseros. Y, finalmente, en Inglaterra -lejana patria de los exiliados del mundo-
dejó de existir don Juan Manuel en marzo
de 1877. Sus restos fueron conducidos al cementerio católico de Southampton, y
sobre su féretro, como custodios del
vencido en vida, reposaron el sable de San Martín y la vieja enseña de la Confederación, jamás
renegada por su ilustre autor.
------
BIBLIOGRAFÍA
BUSANICHE, JOSÉ LUIS,
Muestrario Rosista.
Los Colores Nacionales, La Nación, Bs. As., 31/8/41.
CÁNEPA, LUIS,
Historia de los
Símbolos Nacionales Argentinos, Albatros, Bs. As., 1953.
CELESIA, ERNESTO H.,
Rosas. Aportes para
su Historia II, Concourt, Bs. As., 1968.
DE ANDRADE, PEDRO
BALTASAR,
Heráldica, Ciencia y
Arte de los Blasones, Fama, Barcelona, 1954.
DE LELLIS, JUAN
CARLOS,
Las Banderas de
Rosas, Todo es Historia, Bs. As. 19, noviembre 1968.
DEMICHELI, ALBERTO,
Artigas el Fundador
(Su Proyección Histórica), Depalma, Bs. As., 1978.
ESTEVES SAGUI, MIGUEL,
Apuntes Históricos.
Recuerdos para mis hijos al correr de la pluma, Academia Nacional de Historia,
Bs. As., 1982.
FITTE, ERNESTO J.,
Crónicas de Rosas,
Fernández Blanco, Bs. As., 1978.
IRAZUSTA, JULIO,
José María Ramos
Mejía y el "Rosas y su Tiempo". Primera Parte, Historiografía
Rioplatense, Bs. As., 1978.
OTERO, MIGUEL,
Memorias. De Güemes a
Rosas, Sociedad Impr. Americana, Bs. As., 1946.
PASTOR REYNALDO A.,
Rozas. La historia
que dejó escrita, Sudamericana, Bs. As., 1972.
PELLIZA, MARIANO A.,
La Bandera y el
Escudo Nacional, Félix Lajouane, Bs. As., 1900.
PUENTES, GABRIEL A.,
La Intervención
Francesa en el Río de la Plata. Federales Unitarios y Románticos, Theoría, Bs.
As., 1958.
RAMÍREZ JUÁREZ, E.,
Las Banderas
Cautivas, Ciordia & Rodríguez, Bs. As., 1945.
RÖTTJER, ANÍBAL
ATILIO,
Vida del Prócer
Argentino Brigadier General Juan Manuel de Rosas, Theoría, Bs. As., 1972.
SALDÍAS, ADOLFO,
Historia de la
Confederación Argentina. Rozas y su época, Félix Lajouane, Bs. As., 1892,
segunda edición.
SARMIENTO, DOMINGO
F.,
Obras Completas, Luz
del Día, Bs. As., 1951, t. XXI.
SOMELLERA, ANDRÉS,
La Tirania de Rosas.
Recuerdos de una Víctima de la Mazorca, Nuevo Cabildo, Bs. As., 1962.
^^^^^^^^^^^^^^

No hay comentarios.:
Publicar un comentario