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lunes, 27 de octubre de 2025

(de Pluma Ajena) SÍMBOLOS DE LA BANDERA DE ROSAS (Los verdaderos colores de la bandera nacional) (por David Prando)

                                              SÍMBOLOS DE LA BANDERA DE ROSAS

(Los verdaderos colores de la bandera nacional)

 


        en “Revista del Instituto de Investigaciones Históricos Juan Manuel de Rosas Nro. 38 Enero/Marzo 1995”

por David Prando

 

El tema de la bandera de la Confederación Argentina parecía agotado: varios autores revisionistas se refirieron a ella. Sin embargo, poco ahondaron en sus símbolos, sobre todo los cuatro gorros de la libertad que, pese a las repeticiones superficiales, en nada se parecen a los de Frigia.

Desde la Independencia hubo también enseñas azul turquí y blancas, pero el azul celeste siempre ha sido el color nacional, excepto entre 1836 y 1852. Durante las luchas civiles entre unitarios y federales se produjeron muchas confusiones, debido a que ambos bandos usaron los mismos colores; y eso que los federales tenían divisa roja, heredada de Artigas, López y otros caudillos.

En su expedición al Desierto (1833-34), Juan Manuel de Rosas llevó una bandera nacional que tenía franjas azules oscuro, en lugar de celeste. ¿Por qué Rosas eligió el azul turquí? Tres razones pueden explicar dicha elección. Primero, el azul celeste ha sido desde siempre el color fugitivo a la luz; en cambio su matiz más oscuro resiste y, por mas tiempo, al sol, a la lluvia, etc. Segundo, Rosas pensó que el color argentino era el azul: el decreto de la bandera nacional y de guerra (del 25 de febrero de 1818) así lo estableció, de ahí más tarde las interminables confusiones y discusiones sobre el tema. Y tercero, el celeste siempre fue el color preferido de liberales y masones.

Además, el azul oscuro era un color más noble, "azul real".

El 23 de marzo de 1846 -época de su segundo gobierno- Rosas le escribió al coronel Vicente González, que tenía a su cargo la Guardia de San Miguel del Monte, diciéndole que ese color debía ser azul oscuro para los días de fiesta, y agregó: "(...) Sus colores son blanco y azul oscuro un so colorado en el centro y en los extremos el gorro punzó de la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color celeste ha sido arbitrariamente sin y sin ninguna fuerza de Ley Nacional, introducido por las maldades de los unitarios. Se le ha agregado el letrero: ¡Viva la Federación! ¡Vivan los Federales! ¡Mueren los Unitarios!”

Al celebrarse el segundo aniversario del regreso de Rosas al poder, el 13 de abril de 1836, se izó la nueva enseña sobre el Fuerte de Buenos Aires. Después de Caseros, Urquiza regaló la misma bandera a Andrés Lamas y hoy día, la misma se halla en el Museo Histórico Nacional de Montevideo.

Rosas, poco después, se dedicó a convencer a los gobernadores provinciales de la necesidad de suprimir el celeste, y de adoptar la nueva enseña y la divisa federal. Por ejemplo, don Juan Manuel mantuvo una correspondencia sobre el asunto con Felipe Ibarra (gobernador de Santiago del Estero), entre abril y julio de 1836.

Según José Luis Busaniche, Ibarra debió mencionar la bandera de los colores nacionales: Rosas le dijo: “Por este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley y disposición alguna que prescriba el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en ciertos pueblos.” Sin embargo, tanto Ibarra como aquellos pueblos sabían ya desde 1812, en que el color nacional era el azul celeste. Busaniche creyó, en sus años antirrosistas, que Rosas falsificó la verdad siempre. Ello, empero, no tiene mayor importancia; si la  tiene el pensamiento de Rosas sobre el azul argentino. Rosas también escribió “El color verdadero de ella  porque está ordenado y en vigencia hasta la promulgación del código nacional que determinará el que ha de ser permanente, es el azul turquí y lanco, muy distinto del celeste”. ¿Existió ese código alguna vez? Y le recordó a Ibarra que dos enseñas nacionales- la que llevó a las pampas y la del Fuerte tenían los mismos colores, y que las nuevas banderas para las tropas fueron bendecidas y juradas en Buenos Aires.

La bandera nacional de la Confederación, puede haber sido una creación exclusiva de don Juan Manuel, entusiasmó a los federales, porteños y provincianos. Uno de estos, el coronel salteño Miguel Otero, en carta a Rufino Guido (hermano del General Tomás Guido), el 22 de octubre de 1872, le dijo que los unitarios no enarbolaron la bandera azul y blanca. “Sino el estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco, para que fuese más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” en alusión a la celebérrima “Cruzada Libertadora” de Lavalle en su luna de miel con los franceses. Por lo visto, don Miguel siguió siendo un entusiasta a carta cabal que nunca reconoció a la enseña celeste y blanca como nacional. Si Sarmiento hubiera conocido esta carta ¡ qué escándalo hubiera armado!.

El autor anónimo del “Triunfo del Bello Sexo” (Buenos Aires, 1850) escribió también sobre el mismo tema, cuyo fragmento fue reproducido por el historiador antirrosista Mariano Pelliza. El desconocido erudito conoció a fondo la heráldica y sus leyes, y rechazó el color celeste considerándolo un medio color y solo admitió el azul  (debió decir ‘azur’).Lo que sigue refleja  la opinión  de Rosas en tal forma que parece haber sido redactado por él. “…El decir que los individuos que señalaron los colores nacionales prescribieron el celeste, es un error ofensivo a la capacidad de aquellos dignos patriotas, error criminal, si fue con consentimiento  de causa, e intolerable, entre gente ilustrada, si procedió con ignorancia. Sea como fuere, el pabellón Argentino nunca fue, ni pudo ser, sino azul y blanco, y en términos técnicos lo describiré: faja de plata sobre campo azul (sic ‘azur’), vulgarmente se diría: azul, blanco y azul”.

Por su parte los unitarios vieron como negro al azul. Por ejemplo, Miguel Esteves Sagui dicho matiz, del azul era de oscuridad,  de negrura, y como los antecedentes de la Mazorca, veía las franjas negras y Domingo Faustino Sarmiento en su "Discurso de la Bandera", al inaugurar el monumento a Belgrano en Buenos Aires el 24 de septiembre de 1873, señaló a la enseña de la Confederación como un invento de bárbaros, tiranos y retrógrados, y no pudo verla como argentina...

Del mismo y estrecho criterio han sido los discípulos ideológicos de los campeones liberales: José María Ramos Mejía, Mariano A. Pelliza, Reynaldo A. Pastor, Ernesto J. Fitte y el resto de la pléyade académica. Para ellos, el pabellón de Rosas ha sido una creación espuria, antipatriótica, anti-argentina, un emblema propio de la tiranía rosista...

Los demócratas de la Atenas del Plata nunca supieron ver los colores. Como sus pares del Pireo, que confundieron el violeta con el negro...

Una excelente lección nos dio Julio Irazusta que, si bien no fuera vexilólogo por lo menos sabía de banderas. Lo prueba esta crítica al nombre de ciencia Ramos Mejía: "Con motivo de la bandera federal, Ramos Mejía apela al registro de policía para probar que la azul y blanca era perseguida (1,84), n... El médico historiador no tiene en cuenta que las variaciones de detalle en los símbolos nacionales no afectan el destino de los mismos. Pocas naciones grandes y pequeñas, conservaron siempre idénticas las formas de sus banderas. Los franceses no fueron menos patriotas  por cambiar la bandera blanca del rey legítimo y sustituirle la tricolor de la revolución. La bandera argentina sufrió más variaciones por lo que se refiere al matiz de sus colores y a los complementarios  simbólicos agregados, entre su creación y el advenimiento de Rosas que las introducidas en ella por don Juan Manuel con el cambio del celeste por el azul y los cuatro gorros colorados que ponía en cada uno de sus cuatro carteles”

Veamos los símbolos. El blanco es unión, el azul profundo, libertad, como el  celeste. El sol rojo como conocido en el heráldica como sombra de sol, significa el amanecer o el triunfo de la nación. ¿Y los cuatro gorros de la libertad?

Al mí ver, ellos no significan victorias militares, ni tampoco el número de las provincias de la Confederación; fueron catorce por esa época. Más bien creo, son referencias a los cuatro pactos que, según Pedro de Angelis, dieron nacimiento a la Confederación Argentina: el tratado del Pilar (23 de febrero de 1820), el tratado del Cuadrilátero (25 de enero de 1822), la Ley Fundamental (23 de enero de 1825), y el Pacto Federal (4 de enero de 1831).

El primer adoptó de la sistema federal de Artigas; el segundo fue de amistad y unión entre Buenos Aires y las provincias del litoral; el tercero encargó a Buenos Aires el ejercicio de las relaciones exteriores y alguna funciones ejecutivas del Estado; y la última creó la Confederación a la cual adhirieron las demás provincias del interior.

La bandera rosista, reconocida como nacional tanto por nativos como por extranjeros, pasó al destierro junto con su creador, el día de Caseros. Y, finalmente, en Inglaterra  -lejana patria de los exiliados del mundo- dejó de existir don Juan Manuel  en marzo de 1877. Sus restos fueron conducidos al cementerio católico de Southampton, y sobre su féretro, como custodios  del vencido en vida, reposaron el sable de San Martín  y la vieja enseña de la Confederación, jamás renegada por su ilustre autor.

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