Seguidores

viernes, 20 de agosto de 2021

JOSÉ DE SAN MARTÍN Y JUAN MANUEL DE ROSAS-Sus visiones sobre el Socialismo y Comunismo


 JOSÉ DE SAN MARTÍN Y JUAN MANUEL DE ROSAS-

Sus visiones sobre el Socialismo y Comunismo


Gonzalo V. Montoro Gil




Los dos principales próceres nacionales tenían un concepto y visión casi idéntica respecto a las consecuencias que producirían en la civilización gobiernos socialistas y comunistas. Y así lo hacían saber en sus cartas a distintos interlocutores.

Por el mes de Febrero de 1848 París está sumamente convulsionado. Hay una insurrección contra el Rey Luis Felipe de Orleans -que debe huir- de burgueses y proletarios pero esta unión que da origen a la Republica se quiebra cuando hay una nueva insurrección en Junio de 1848 ahora de carácter proletario, que constituye la primera revolución socialista del mundo. Veinte mil obreros mal armados combaten contra un ejército de 300.000 soldados, bien equipados con fusiles y artillería. Luego de varios días de luchas callejeras el movimiento popular –esta vez proletario exclusivamente- es derrotado.

En  ese contexto social de anarquía escribe San Martín- ya con 71 años de edad- el 11 de Septiembre de 1848 al presidente del Perú, Mariscal Ramón Castilla

En varios párrafos se refiere a la situación social de Francia y de la subversión comunista incipiente:

“Excelentísimo señor presidente, general don Ramón Castilla

Lima Boulogne-sur-Mer, septiembre 11 de 1848.

“Los cuatro años de orden y prosperidad, que bajo el mando de usted han hecho conocer a los peruanos las ventajas, que por tanto tiempo les eran desconocidas, no serán arrancados fácilmente por una minoría ambiciosa y turbulenta. Por otra parte, yo estoy convencido, que las máximas subversivas, que a imitación de la Francia quieren introducir en ese país, encontrarán en todo honrado peruano, así como en el jefe que los preside, un escollo insuperable: de todos modos, es necesario que todos los buenos peruanos interesados en sostener un gobierno justo, no olviden la máxima que más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados. Por regla general los revolucionarios de profesión son hombres de acción y bullangueros; por el contrario los hombres de orden no se ponen en evidencia sino con reserva: la revolución de Febrero, en Francia, ha demostrado esta verdad muy claramente, pues una minoría imperceptible y despreciada por sus máximas subversivas de todo orden, ha impuesto por su audacia a treinta y cuatro millones de habitantes la situación crítica en que se halla este país….".

“…..El transcurso del tiempo que parecía deber mejorar la situación de la Francia después de la revolución de febrero, no ha producido ningún cambio y continúa la misma o peor tanto por los sucesos del 15 de mayo y los de junio, como por la ninguna confianza que inspiran en general los hombres que en la actualidad se hallan al frente de la administración. Las máximas de odio infiltradas por los demagogos a la clase trabajadora contra los que poseen, los diferentes y poderosos partidos en que está dividida la Nación, la incertidumbre de una guerra general muy probable en Europa, la paralización de la industria, el aumento de gastos para un ejército de quinientos cincuenta mil hombres, la disminución notable de las entradas y la desconfianza en las transacciones comerciales, han hecho desaparecer la seguridad base del crédito público: este triste cuadro no es el más alarmante para los hombres políticos del país; la gran dificultad es el alimentar en medio de la paralización industriosa, un millón y medio o dos millones de trabajadores que se encontrarán sin ocupación el próximo invierno y privados de todo recurso de existencia: este porvenir inspira una gran desconfianza, especialmente en París donde todos los habitantes que tienen algo que perder desean ardientemente que el actual estado de sitio continúe, prefiriendo el gobierno del sable militar a caer en poder de los partidos socialistas. Me resumo, el estado de desquicio y trastorno en que se halla la Francia, igualmente que una gran parte de la Europa, no permite fijar las ideas sobre las consecuencias y desenlace de esta inmensa revolución, pero lo que presenta más probabilidades en el día es una guerra civil la que será difícil de evitar; a menos que, para distraer a los partidos, no se recurra a una guerra europea acompañada de la propaganda revolucionaria, medio funesto pero que los hombres de partidos no consultan las consecuencias……”

“….Casi ciego por las cataratas y con la salud arruinada, esperaba terminar mis días en este país, pero los sucesos ocurridos desde febrero han planteado el problema de dónde iré a dejar mis huesos, aunque por mí, personalmente, no trepidaría en permanecer en este país. Pero no puedo exponer a mi familia a las vicisitudes y consecuencias de la revolución”

*

Dice también San Martín, en carta al gobernador Br. Gral. J. Manuel de Rosas el 2 de Noviembre de 1848:

"Para evitar que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que, desde la revolución de febrero, se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto y esperar aquí, no al término de una revolución cuya consecuencia y duración no hay previsión humana capaz de calcular...En cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor ilusión. La verdadera contienda que divide a su población es puramente social. La del que nada tiene, tratando de despojar al que posee algo: calcule usted lo que va a desencadenar tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo por las predicaciones diarias de los comités  y la lectura de miles de panfletos. Si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día por la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por choques de las ideas y partidos y, en conclusión, la de una bancarrota nacional, visto el déficit de cerca de 400 millones y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior..."

*

En otra carta al Mariscal Ramón Castilla –el 15 de Abril de1849- San Martín le dice”

"El inminente peligro que amenazaba a la Francia (en lo más vital de sus intereses) por los desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y socialistas, todos reunidos al sólo objeto de despreciar, no sólo el orden y civilización, sino también la propiedad, religión y familia, han contribuido muy eficazmente a causar una reacción formidable en favor del orden; así que se espera con confianza las próximas elecciones de asamblea legislativa, que no sólo afirmarán la seguridad de la Francia, sino que influirán con su ejemplo en el resto de la Europa, la que continúa con agitaciones y complicaciones, que sólo el tiempo podrá salvar".

*

El 14 de Noviembre de 1849 en otra carta al Mariscal Ramón Castilla, San Martín refuerza sus apreciaciones y dice:

“La situación, en general, de este viejo continente, sigue en el mismo estado de agitación que anuncié a Ud. en mi anterior…De todos modos, resta la gran cuestión del socialismo, cuestión vigente y que los hombres del desorden entretienen a las masas, tanto por los clubs como los millares de panfletos”.

*

Respecto a Juan Manuel de Rosas, como se dijo, tenía una visión y conceptos iguales que José de San Martín.

Ya  Rosas  exiliado seguía la evolución de la política europea. Durante los últimos años en Inglaterra pudo conocer las ideas políticas revolucionarias, socialistas y comunistas. Estas ideologías lo irritaban porque causaban la insolencia de la plebe y el avance de ideas extremistas cuyo liberalismo iba a ser el prolegómeno de la anarquía. Auguraba, por tanto, épocas difíciles para los países europeos, criticando a Mazzini, Víctor Hugo, entre otros pensadores.

Rosas tuvo tiempo de expresar sus ideas respecto a la llamada democracia y los partidos políticos, y pudo declarar cuál era a su entender el mejor sistema de gobierno.  Esto no ha sido una opinión aislada, sino algo que ha sostenido en toda su vida y su pensamiento político, mínimamente desde 1832 a 1872.

Carta a Facundo Quiroga, el 28 de Febrero de 1832:

“Es necesario desengañarse de una vez con esa falsa fusión con ciertos partidos, sugerida y propagada con astucia por las logias, para adormecer a los federales, que no conocen todo el fundo de perversidad y obstinación de que están poseídos nuestros enemigos. Es muy triste y degradante que el crédito de la República y la reputación de sus hijos más ilustres esté a merced de los caprichos y perversidad de ambulantes aventureros que, sin dar la cara, tienen libertad para ultrajar y difamar impunemente” …

*

En carta del 25 de septiembre de 1871 a doña Josefa Gómez le decía:

“Hablo de la Internacional comunista que se declaró atea, reunida en Londres, en Julio de 1869. Quiere la abolición de los cultos, la sustitución de la Fe por la ciencia y de la justicia divina por la justicia humana. La abolición del matrimonio. La Internacional, es una sociedad de guerra y de odios, que tiene por base el ateísmo y el comunismo. En cuanto a sus reglas de conducta son la negación de todos los principios sobre los que descansa la civilización”.

*

El 11 de Septiembre de 1872, en otra carta a Josefa ‘Pepita’ Gómez, le cuenta Rosas como están las cosas en Europa.

"En la circular de Mr. Favre (Ministro de RREE de III República Francesa) a los Agentes diplomáticos del Gobierno Francés en la Naciones extranjeras, parece haber copiado una gran parte de mis cartas relativas al Honorable Lord Vizconde Palmerston, sobre lo que se debía esperarse de la titulada “Sociedad Internacional de los Trabajadores”

“Habla ya en lo alto: reconoce el incendio de París como un hecho de ellas, necesario y justo. De la conclusión de los Curatos, clérigos y frailes: Hace poco dijo uno de sus miembros en un discurso en Sussex, Condado de este Imperio Británico, ante millares de personas que lo escuchaban “no estar lejos el día en que él, con sus propias manos, pondría fuego a los Palacios de la Aristocracia de Londres”.

“Los documentos oficiales acreditan los escándalos de la “Internacional”. La circular referida de Mr. Favre dice en algunos de sus párrafos:

“-La Internacional” es una sociedad de guerra, y de odios, que tiene por base el ateísmo y el comunismo; por objeto la destrucción del capital y el aniquilamiento de quienes lo poseen, por medio de la fuerza brutal del gran número, que aplastará todo de cuanto intente resistirle”-.

“Tal es el programa, que con una cínica osadía han propuesto los jefes de sus adeptos; lo han enseñado públicamente en sus Congresos, insertado en sus periódicos.

“En su calidad de potencia, tiene sus reuniones y sus órganos. Sus Comités funcionan en Alemania, en Bélgica, en Inglaterra y en Suiza. Tienen numerosos adherentes en Rusia, en Austria, en Italia, y en España. En cuanto a sus reglas de conducta, las han comunicado demasiadas veces, y no es necesario demostrar largamente que son la negación de todos los principios sobre los que descansa la civilización.

“-Pedimos (dicen en su publicación de 25 de Marzo de 1869) la legislación directa del Pueblo, por el Pueblo; la abolición del derecho de herencia individual, para los capitales, y los útiles de trabajo; el ingreso del suelo en las propiedades colectivas-”.

“La Alianza se declara atea (dijo en el Congreso de Londres que se constituyó en Julio de 1869), quiere la abolición de los Cultos, la sustitución de la ciencia a la fé, y la justicia humana, a la justicia Divina; la abolición del Matrimonio. Pide ante todo la abolición del derecho de herencia a fin de que en lo futuro, el goce sea igual a la producción de cada cual, y que en conformidad a la decisión tomada por el último congreso en Bruselas, las tierra, los útiles de trabajo, así como cualquiera otro capital, entrando a ser propiedad colectiva de toda la sociedad, solo puedan ser utilizados por los trabajadores; esto es, por las Asociaciones agrícolas e industriales.

“Si tales inauditos escándalos se siguen callando, ¿qué hay que esperar? ¿Qué más? ¡Es triste todo! Pero aún es más triste se oigan y callen los principios sin cuento, que esa Sociedad profesa, y reclama en alto!...”

*

Rosas llegó a leer textos de Karl Marx, pero –y esto es lo curioso- Marx aparentemente conocía quien era J.M de Rosas: Existiría un libro escrito por Karl Marx  y prologado por J.Raed Spalla llamado “Palmerston, Rosas y El Río de La Plata”, (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1853/lord_palmerston.pdf) que hasta la fecha, no he podido encontrar. No se debe confundir con otro anterior sobre Lord Palmerston: “Historia  de Vida de Lord Palmerston” escrito en 1853, también con el prólogo de J.Raed Spalla, que puede leerse en el sitio recién mencionado,

Y es más, Rosas parece ser que conoció físicamente a Marx, por un breve momento.

Reproduzcamos a Mario Toer (Diario ‘PAGINA 12’- Artículo ‘Exilios’ 20-8-21) sobre el tema:

“Era un agradable atardecer, con la primavera londinense en su plenitud. Algunas familias ya se animaban a concurrir a los parques y retornaban a sus hogares. Entró en esa taberna cerca del Museo. Estaba bastante llena pero encontró lugar en una larga mesa. Venía a Londres muy esporádicamente, con ayuda de su yerno o de Lord Palmerston. Ahora, casi a los ochenta, se le hacía largo el viaje desde Southampton, a pesar de su buen estado físico que le permitía ocuparse, en persona, de la atención de su huerta.

Frente suyo se encontraba un hombre de barba blanca nutrida, que tenía ante sí un ejemplar del Times. Los sucesos que se destacaban en primera página se referían a los sangrientos acontecimientos que tenían lugar en esos días en París. Le importaba el tema. Incluso había llegado a discutir sobre la posibilidad de que algo parecido pudiese ocurrir en Londres.

Al ver que estaba interesado por los titulares, el hombre, que se había reclinado hacia atrás, le acercó el ejemplar y le invitó a compartirlo. No era de intercambiar palabras con desconocidos, máxime cuando su manejo del inglés seguía siendo precario. Pero aceptó el convite y acercó el ejemplar. Comprobó lo que ya había escuchado. Las tropas comandadas por el gobierno arrinconaban sin miramientos a los últimos comuneros. Se trataba de asuntos que, en otro contexto, no le resultaban ajenos.

El hombre de barba le preguntó, en un inglés claro que pudo entender: –“¿duro, no es cierto?”. Se animó a responder: –“sí, claro, muy duro”. Y allí no más recurrió a su carpeta  y tomó la hoja en la que había estado escribiendo, inspirado, precisamente, en esos sucesos.

Cuando lo hacía, reparó que sería difícil que fuera entendido, ya que, sus notas, estaban en español. Las tenía consigo porque quería conversarlas con su hija. Titubeó, pero se la alcanzó. – “está en español”, advirtió.

El hombre se inclinó hacia delante y tomó la hoja. No dominaba el español pero podía entenderlo. Leyó: –“cuando hasta en las clases vulgares desaparece cada día más el respeto al orden, a las leyes y el temor a las penas eternas, solamente los poderes extraordinarios son los únicos capaces de hacer cumplir los mandamientos de Dios, de las leyes, y respetar al capital y a sus poseedores”.

El hombre de la barba miró a su interlocutor con renovada curiosidad. De cualquier forma, ya era tiempo de proseguir con su marcha. Devolvió la hoja, recogió el Times, se incorporó e hizo un gesto de saludo. Del otro lado de la mesa, obtuvo un agradecimiento y presentación.

–“Gracias. Juan Manuel de Rosas”.

Su respuesta: –“No hay de qué. Karl Marx”.

Caminó hacia la puerta recordando sus lecturas sobre esas lejanas pampas y los ríspidos sucesos ocurridos dos décadas atrás. “Sí, tenía que ser la misma persona”. Él ya llevaba dos años en Londres cuando leyó sobre la llegada al exilio de este mentado personaje. Había algo de su apellido que le atraía. Le resonaban las palabras del delegado español en el Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores: “Una rosa roja, con un puño, serían un expresivo símbolo de nuestro movimiento”. Y volvió a pensar en sus notas, con las palabras que debía pronunciar en ese Consejo en tres días más.

Atrás suyo, Rosas se quedó observando cómo se aprestaba a cruzar la calle, atestada de carruajes, mientras se decía

–“No le dije que, sobre esto, yo tuve que aprender mucho en la Argentina. Hice bien en callarme. Seguramente, este sastre no ha de saber de estas cosas. Ni siquiera que ese país existe…” .

Aunque en este último punto disiento con el autor referido: entiendo que Rosas bien sabía quién era el llamado Marx. Tal vez no lo reconoció físicamente cuando conversó con él pero éste al despedirse y decir su nombre debe haber sido ahí reconocido por Rosas puesto que la postura política de Marx ya era familiar en la sociedad londinense y por los comentarios sobre el socialismo y comunismo que hacía Rosas es dable suponer que el nombre de Marx no le era desconocido.

 

 

******

 

******

4 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo. Felicitaciones.
    Norberto Chiviló

    ResponderBorrar
  2. Muy interesante el artículo. Felicitaciones.
    Norberto Chiviló

    ResponderBorrar
  3. Miy ilustrativo artículo. Novedoso por el tema que goza de muy poca difusión por silenciamiento cómplice sobre la historia de las ideas políticas de nuestros próceres sin cuyo estudio no podemos comprender sus acciones. La historia documental se basa fundamentalmente en batallas e hitos militares que son secundario para los proyectos políticos de nuestros principales dirigentes. Muchas gracias. Sobre ideas de JMdeRosas ver Arturo Sampay

    ResponderBorrar
  4. Muchas gracias Norberto....y a quien posteó lo ultimo tambien...es verdad que solo los enseñas la parte militar de ellos pero nunca como pensaban...(seguramente porque a los liberales no les convenía ni conviene) saludos

    ResponderBorrar