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miércoles, 25 de septiembre de 2024

JUAN MANUEL DE ROSAS Y MANUEL JOSÉ GARCÍA-UNA RELACION EXTRAÑA Y PARADOJAL

 JUAN MANUEL DE ROSAS Y MANUEL  JOSÉ GARCÍA-UNA RELACION EXTRAÑA Y PARADOJAL

Gonzalo V. Montoro Gil




 I.-Introducción

 

A lo largo de nuestra historia hemos asistido a tratos entre distintos protagonistas de aquella, las cuales no siempre fueron amicales aunque sí amables en aras de lograr avenencias y conveniencias políticas. Como por ejemplo, la de Rosas y Lavalle que podría, también, tener como causa sus relaciones familiares.

Una de esas relaciones extrañas ha sido la de Juan Manuel de Rosas y Manuel José García.

¿Qué situaciones llevaron a que ambos hombres tuvieran relaciones políticas siendo ambos de pensamientos ideológicos o doctrinarios tan desiguales, tan dispares?

¿Qué hechos hicieron que uno de ellos –García- fuese funcionario de Rosas en su primer gobierno, siendo que veían al país con prismas de diferentes colores, más teniendo los antecedentes políticos –García, anglófilo funcional a los intereses anglosajones- que distaban enormemente de los de Rosas, Jefe por antonomasia de la Confederación Argentina y defensor a ultranza de la soberanía de nuestra patria?

¿Por qué se dio tal situación teniendo ambos cosmovisiones tan alejadas uno de otro?

Nada podían tener en común, como tampoco Rosas con Rivadavia y otros Unitarios. La visión hispano-americanista trascendente de uno y europeísta, iluminista, imanentista de los otros hacía que sus relaciones, políticas, la manera de estructurar el gobierno, fueran diametralmente opuestas..

Del mismo modo para estos últimos, como dice José María Rosa,

el patriotismo consistía en traer la llamada “civilización europea”, por lo menos su exterioridad más evidente, que era el régimen constitucional. A ello se sacrificaba todo, el pasado del cual se renegaba, los hombres que se disminuían a “bárbaros”, la economía, la tierra. No había solidaridad con la tierra y los muertos, sino con una determinada posición ideológica: “nuestra patria es el universo” decía Echeverría en 1845; “la patria es la humanidad” clamaba Alberdi en 1838, idéntica posición; “no estamos preocupados por esa idea de la nacionalidad que es patrimonio del hombre desde la tribu salvaje” explicaba Sarmiento, en Facundo, la posición de los suyos ante el conflicto con Francia. Años más tarde Alberdi diría en las Bases que es obra de auténtico patriotismo eliminar a los argentinos para establecer la civilización europea: “No son las leyes que necesitamos cambiar: son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles para ella. Si hemos de componer nuestra población para nuestro sistema de gobierno, si ha de sernos más posible hacer la población para el sistema proclamado que el sistema para la población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglosajona. Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad”.

Para entender la relación de Manuel José García con Juan Manuel de Rosas y el camino que lo llevó a ser funcionario en su gobierno, es necesario situarlo en el contexto político y social de la Argentina del siglo XIX, así como analizar su trayectoria previa.

La presencia de intereses británicos en la política argentina fue significativa. Los anglófilos, como García, promovían relaciones cercanas con Inglaterra, alineándose con enfoques más liberales y modernizadores, tendiendo a favorecer un sistema económico capitalista que beneficiara al comercio libre.

Como parte de la facción unitaria, García estuvo implicado en diversas intrigas políticas y conflictos, defendiendo ideas de progreso, civilización y educación, que se contraponían al federalismo que Rosas representaba. Su trabajo como político y funcionario se caracterizó por la promoción de reformas que intentaban acercar a Argentina a Europa.

Hagamos previamente una salvedad: el presente trabajo trata solamente de las relaciones de Rosas y García, con los antecedentes políticos del primero, pero omitiendo la actividad pública de García con posterioridad a ser funcionario de Rosas, aunque tangencialmente podemos hacer alguna referencia aislada.

Entonces, desarrollemos esquemáticamente el pensamiento y actividad de García, previo a ser funcionario de Rosas. Su derrotero político hasta llegar a ser ministro del Restaurador. Pongámonos en contexto histórico.

Digamos también que hemos guardado la gramática o sintaxis empleada por quienes escriben estas cartas o documentos aunque ello obligue a un esfuerzo adicional a su comprensión.

 

II.-García y Su Devenir Político hasta ser funcionario de Rosas

 

Ingreso en la Administración Pública: García comenzó a ocupar cargos en la administración pública, ganándose una reputación como administrador competente. Su cercanía a los poderes en conflicto y su habilidad para navegar en este ambiente lleno de tensiones le permitieron destacar. Aunque inicialmente sus posiciones reflejaban una clara alineación con el unitarismo, en la práctica se movía hacia una mayor flexibilidad política.

Embajador de Argentina en Brasil (1815-1820)

En un rápido raconto diremos que fue García Secretario de Hacienda de las Provincias Unidas del Río de la Plata durante el Segundo Triunvirato (1812-1814).

Fue  Embajador Plenipotenciario del Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata ante la corte portuguesa de Río de Janeiro (1815-1820). En este período tuvo el desatino de aceptar la Invasión Portuguesa de la Provincia Oriental ante la imposibilidad del Directorio de imponerse al caudillo Oriental José Artigas.

Para García era más importante que desapareciera Artigas del escenario político a fin de que Buenos Aires tuviera la centralidad en las decisiones políticas de la nación, que la cuestión de la permanencia de la Banda Oriental en el seno de la nación.

Debido a la creciente posibilidad del envío de una fuerza represiva al Plata por parte de la Corona, el 28 de febrero de 1815 fue comisionado por el Director Supremo Alvear a Río de Janeiro, para entregar dos pliegos redactados por Nicolás Herrera, entonces secretario del Consejo de Estado, y firmados por Alvear, dirigidos al embajador británico en la corte portuguesa Lord Strangford y otro al Ministro de Relaciones ExterioresLord Castlereagh, en las cuales, a fin de desembarazarse de Artigas, Alvear –otro anglófilo- ofrecía entregar las Provincias Unidas a la corona de Inglaterra.

 “"Estas provincias -dice el pliego dirigido a Castlereagh,  enviado por Alvear-- desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno, y vivir bajo su influjo poderoso... que vengan tropas que impongan a los genios díscolos (Artigas y los federales) y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean del beneplácito del Rey y de la Nación".

En fin, García permaneció en la Corte de Río de Janeiro como Embajador Plenipotenciario de los sucesivos Directores Supremos, Ignacio Álvarez ThomasJuan Martín de Pueyrredón y José Rondeau, hasta el año 1820

Comenta José Luis Busaniche que en julio de 1816, en un mensaje a Álvarez Thomas, García le informaba, con tono optimista:

"La escuadra portuguesa está en anclas, y sólo espera buen tiempo para acabar con Artigas, que luego acabará de molestar a Buenos Aires. Hay que suavizar la impresión que un sistema exagerado de libertad ha hecho en el corazón de los soberanos de Europa. Depende sólo de nosotros la aproximación de la época verdaderamente grande en que enlacemos íntimamente, y aún identifiquemos nuestros intereses con los de la nación portuguesa. Hay que combatir a las provincia puramente democráticas".​

Al sobrevenir la invasión portuguesa en Uruguay (1816), García la defendió ante el director Juan Martín de Pueyrredón, tratando de demostrar que no era “un acto de hostilidad al Río de la Plata y por tanto, no era un casus belli”. Respondía esta turbia conducta de García al temor a José Gervasio Artigas, enfrentado con el Gobierno de Buenos Aires, y al afán de conseguir, a toda costa, el apoyo portugués contra España.

Siguiendo con sus perfil y acciones de entrega de nuestro territorio, durante el gobierno del Director Supremo José Rondeau, García recibió una nota de este en la que le informa que había propuesto al General Carlos Federico Lecor, jefe de la ocupación de la Banda Oriental, un ataque combinado a las fuerzas orientales en Entre Ríos, autorizando a los portugueses a cruzar la línea del río Uruguay. En este sentido, Rondeau, le impartía las siguientes instrucciones:

"Bajo este concepto es de necesidad absoluta que trate Ud. de obtener de ese Gabinete (en referencia al gobierno brasileño) órdenes terminantes al Barón de Laguna (Lecor) para que cargue con sus tropas y aún las escuadrilla sobre el Entre Ríos y Paraná."

A lo largo de sus cinco años en el Brasil, se volvió un experto de la diplomacia internacional y su estratégica ubicación le permitió conocer y mantenerse al tanto de todos los acontecimientos que acaecían en Europa

García compartía la interpretación predominante en Buenos Aires sobre la negativa de José Artigas a someterse a la autoridad central organizada como un estado unitario, por considerar que el modelo "Confederado" adoptado por Artigas atentaba contra la unidad nacional y promovía tendencias inconvenientes en tiempos en que la misma independencia no se encontraba asegurada.

Luego fue Ministro de Gobierno y Hacienda de la Provincias de Buenos Aires, sucesivamente, de Martín Rodríguez (1820-1824 y de Juan G. Las Heras (1824-1826)

En efecto, García regresó a Buenos Aires a principios de 1821. El 8 de agosto de ese año fue nombrado ministro de hacienda por el gobernador Martín Rodríguez. Tambien fue ministro en ese tiempo Bernardino Rivadavia

Durante su gestión y la de Rivadavia hicieron el bochornoso y triste acuerdo con la Barting Brothers & Co en 1824 por el cual se le prestaron al país, a una alta tasa de interés, una ingente suma de dinero (1.000.000 de libras) que nunca llegó, sino una mínima parte, dando el gobierno como garantía del préstamo todos sus efectos, bienes, rentas y tierras. Siendo una de las mayores estafas de nuestra historia.

José de San Martín, que ejercía como Protector del Perú y no había logrado expulsar completamente a los realistas de ese país, a través de un enviado pidió ayuda militar y económica para terminar esa campaña recibió una serie de evasivas esgrimidas por distintos funcionarios y legisladores. García terminó la discusión afirmándole, frente a la Sala de Representantes, que “ "al país le era útil que permaneciesen los españoles en el Perú".

Por ello, García utilizó toda su influencia, para que se perdiera el Alto Perú. Fue agente de Rivadavia, cuando se pactó la entrega de la Banda Oriental al Emperador de Brasil. Llevó adelante una política antinacional que favoreció los intereses británicos.

Durante el gobierno de Las Heras le tocó también acceder a ser Ministro de Ministro de Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires (1824-1826), etapa durante la cual firmó el «Tratado de "Amistad, Comercio y Navegación" celebrado entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Su Majestad Británica (1825)»., que implicó el primer reconocimiento a la independencia argentina por una potencia de Europa, además del beneficio fiscal obtenido por la recaudación de derechos aduaneros.

Se establecían ciertas ventajas para los comerciantes británicos en las Provincias Unidas, especialmente en cuanto a la libertad de culto, cierta extraterritorialidad para los comerciantes británicos, y la cláusula que establecía que en futuros acuerdos de las Provincias Unidas con otras naciones, se anticipaba que Gran Bretaña gozaría los privilegios de nación más favorecida,

Luego de la Batalla de Ituzaingó, fue posteriormente enviado en misión de paz al Brasil (1827) en carácter de  Ministro Plenipotenciario de la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata ante el Imperio del Brasil, ocasión en que firmó la “Convención Preliminar de Paz” (1827que incluía la renuncia de las Provincias Unidas a la soberanía sobre la Provincia Oriental, que venía siendo ocupada por la fuerza durante diez años.

Rivadavia veía cada vez más lejano su proyecto de unión nacional bajo el sistema unitario, para lo cual juzgó necesario contar con un ejército poderoso, capaz de imponerse a las provincias federales – la amplia mayoría – que habían rechazado la constitución unitaria de 1826 y la autoridad del presidente Rivadavia.

Durante el transcurso de la guerra, se mantuvo en contacto permanente con el embajador Ponsonby, a quien alentó a insistir ante Rivadavia para obtener un arreglo basado en la independencia de la Banda Oriental. Por su parte, Ponsonby lo consideraba su mejor aliado, y escribía al ministro de relaciones exteriores británico George Canning."No sé cómo podrá el gobierno para seguir sin él." ​ 

Rivadavia, más interesado en el negocio con los ingleses y en someter al interior, hizo regresar el ejército y firmar un tratado vergonzoso a través de García.

Las provincias del interior querían terminar una guerra ya ganada, pero Rivadavia estaba más interesado en sus negocios mineros con los ingleses, que en su patria, y prefiere que regrese el ejército para imponer “la organización a palos” en el interior, aun a costa de ceder la Banda Oriental..

Tras tres reuniones infructuosas, las presiones del gobierno británico por terminar rápidamente con el conflicto para reanudar el comercio, la inflexible postura del gobierno brasileño y el crítico estado político-económico de las Provincias Unidas, llevaron a García a decidir por sí mismo la paz sobre otras bases.

Curiosamente, y creemos que equivocadamente – todavía con falta de percepción política continental- al igual que parte de los estancieros porteños, que necesitaban el levantamiento del bloqueo naval impuesto por el Brasil, Rosas aprobó la “Convención de Paz”. Escribió a Tomás Guido, uno de sus firmantes: ​

“¡Qué frutos tan opimos ha dado a la República (...) la legación de sus hijos (Guido y Balcarce) al Janeiro! (...) la paz más honorífica que podíamos prometernos.(...) la guerra ha terminado de modo que nos colma de una noble relación...Es mi obligación tributar a usted la mayor gratitud”.

Dice Luis Alberto de Herrera que García, más tarde explicó al embajador Gordon que, aunque:

"...tenía instrucciones de firmar una convención sólo sobre la base de la independencia de la provincia de Montevideo; pero, como él se hallaba convencido de que a este estado de independencia no podía llegarse por cierto tiempo, y que en realidad era de poca importancia para Buenos Aires el destino de la provincia, siempre que se le devolviera la tranquilidad, no hesitó en llegar a términos que, en otro sentido, estaban perfectamente de acuerdo con sus instrucciones” 

Prevalecen las palabras del ministro Agüero de “la paz a cualquier precio” Los federales piden el gobierno y que les dejen a ellos el peso de la guerra pero Rivadavia prefería perder la guerra y la banda oriental, antes que dejarle el gobierno a los federales e instruye a García para que vaya a Río de Janeiro a terminar la guerra “a cualquier precio”.

Fue un arreglo tan vergonzoso que ante la indignación popular Rivadavia intentó usar a García de chivo expiatorio: “no solo ha traspasado sus instrucciones sino contravenido a la letra y espíritu de ellas” que ”destruye el honor nacional y ataca la intendencia y todos los intereses de la República” e intenta desconocer el arreglo”

Veamos que decía el acuerdo: del año 1827 llamado la Convención Preliminar de Paz de 1827 :

 “La Republica de las Provincias Unidas del Río de la Plata reconoce la independencia e integridad del Imperio del Brasil y renuncia a todos los derechos que podría pretender al territorio de la provincia de Montevideo, llamada hoy Cisplatina, la cual el Emperador se compromete a arreglar con sumo esmero, o mejor aun que otras provincias del Imperio. El emperador del Brasil reconoce igualmente la independencia e integridad de la República de la Provincias Unidas del Río de la Plata, y dado que la República de las Provincias Unidas ha empleado corsarios, halla justo y honorable pagar el valor de las presas por haber cometido actos de piratería”.

Según García, no se entregaba la soberanía de la Provincia Oriental al Brasil; sino que solamente se decía que las Provincias Unidas renunciaban a la soberanía. Y tampoco en el acuerdo se reconocía la soberanía de aquella a favor del Brasil.

Todo muy oscuro.

A su regreso a Buenos Aires, le pueblo se volcó a las calles contra Rivadavia, García y Ponsonby.

Rivadavia acusó a García de firmar acuerdo contraviniendo las órdenes del gobierno (fijar directamente la independencia de la Provincia Oriental).

García, indignado, rechazó los cargos, diciendo que  la firma de la mentada Convención podía comprometer su honra personal, pero no obligaba al país hasta tanto no fuera ratificada

Esta Convención Preliminar de Paz fue rechazada por el Congreso General Constituyente de la República Argentina y por el Presidente de la República Argentina, Bernardino Rivadavia, el 25 de junio de 1827, aunque ello no obstó para que Rivadavia se viera obligado a renunciar..

Está en discusión entre los historiadores si la paz firmada por García entregando la Banda Oriental al Imperio del Brasil fue una maniobra personal de García contrariando ordenes de Rivadavia o fue una orden de éste a tales efectos para luego, al ver Rivadavia que el pueblo todo se le echaba encima enardecido, transfirió la responsabilidad de dicho acto, a García sirviéndole éste como fusible.

Sea como fuere, el tándem ‘Rivadavia-García’ produjo uno de los más resonantes casos de entrega de nuestro territorio.

 

III.-García y Su Función Publica en el 1er.Gobierno de Rosas

 

Luego de la caída de Rivadavia, el ascenso de Dorrego y su posterior asesinato por Lavalle, y quienes aconsejaron a Lavalle, Juan Cruz Varela, Agüero, Salvador María del Carril, de su fusilamiento, hubo un breve interregno de Viamonte, en el cual García fue su Ministro de Hacienda, en 1929.

Con las elecciones de 1929, y ya Rosas aclamado por las urnas como nuevo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, lo mantiene en su puesto de labor como Ministro de Hacienda durante su primer mandato (1929-1932)

De tal modo,  la legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 8 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires, y en el mismo acto le otorgó «todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura». No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Manuel de Sarratea y a Martín Rodriguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Juan J.Viamonte las había tenido.

La pregunta que surge es, ¿cómo es posible que, teniendo por todos conocidos sus actuaciones públicas entreguistas de García, Rosas lo mantuviera en el cargo de Ministro?. Recordemos como García, con tal de hacer desaparecer del mapa político a Artigas, no trepidó en entregar lo que le pidiera el Imperio del Brasil si con ello se desembarazaba del Protector de los Pueblos Libres y Buenos Aires mantuviera su centralidad conductora..

Es un tema complejo, poco tratado y que requiere conocer la situación política de la nación en aquellos tiempos.

Para ello debemos escuchar a Rosas en varias ocasiones decir que él no tenía en el gobierno personas duchas, con conocimiento acerca de las funciones públicas, diplomáticas y que, por tanto, debía ‘tomar’ lo que hubiera, lamentando ello y subrayando que el unitarismo sí tenía hombres competentes aunque sus acciones fueran en contra de la soberanía del país.

A medida que la situación política en Argentina se polarizaba, la necesidad de mantener cierto orden en la gobernación de Buenos Aires llevó a Rosas a buscar apoyo en figuras que, aunque de ideologías contrastantes, podían ofrecer capacidades administrativas y conexiones necesarias para su gobierno.

En este contexto, el nombramiento de García como ministro en el gobierno de Rosas marca un quiebre. Rosas, al necesitar colaboradores activos y eficaces en un ambiente hostil, encontró en García a una figura que, aunque venía del unitarismo, poseía los conocimientos administrativos y la experiencia necesaria para colaborar en su gestión.

 La decisión de incorporar a García en su gabinete podría interpretarse como un acto de pragmatismo; Rosas, al valorar la capacidad de manejo y la reputación de García, estaba dispuesto a dejar de lado algunas de sus diferencias ideológicas por el bien de la estabilidad política y la gobernabilidad.

Su eventual colaboración con Rosas, a pesar de sus diferencias ideológicas, destaca la naturaleza pragmática de la política en ese tiempo, donde las lealtades podían ser flexibles en función de las necesidades del momento.

Igualmente él, Rosas, se encargaría de ordenar y mandar a sus funcionarios las directivas que creyese correctas….y estos deberían (¡y lo hicieron!) obedecer.

Rosas, durante todos los años que gobernó no dejó de reconocer las cualidades intelectuales de ciertos unitarios, aunque doliéndose que dichas capacidades estuvieran al servicio de intereses foráneos.

Ya hemos dicho en otro trabajo que  Rosas demostró a lo largo de su mandato que a pesar de los ataques oscuros de los Unitarios, no se cansaba de repetir que él no combatía a las personas por sus ideas sino solo cuando se alzaban fácticamente contra el orden establecido y contra el gobierno legal.

Así, ya primitivamente, en una carta a Manuel José García el 10 de Abril de 1830, le dice que:

 “ …los vencidos entraron a gozar de todas sus libertades y de las regalías que acuerdan nuestras instituciones. El Gobierno se mostró padre de todos y quedaron en sus empleos una infinidad de aquellos. Pero ponto se demostró que esto en vez de servir para hacerlos agradecidos y arrepentidos del crimen cometido fue un aliciente para cuantos trabajan en contra de la autoridad insultado de este modo a los vencedores que invitados con un procedimiento tal era expuestos a romper los vínculos de la subordinación…”

En la misma carta a García le hace ver, reflexivamente,

 “…no he perseguido la opinión; no soy capaz de eso que está tan en contra de mis sentimientos. He perseguido por la medida al que no somete la suya a la autoridad; al que turba la marcha del gobierno; y formando partido, quisiera dividir y debilitar la acción física y moral del gobierno…”

En otra extensa carta, años después el 26 de Agosto de 1833 ya citada, le escribe a Felipe Arana diciéndole al respecto, y en el mismo sentido:

”… Me dice Ud. que los Unitarios propietarios, los que figuraron en tiempo de Rivadavia son los que más abogan por la marcha de mi administración y por mis amigos, sin que hasta ahora se sepa de uno solo que este con los anarquistas. No lo extraño: siempre creí que si me ahorcaban algún día no habían de ser esos [los unitarios]. Yo he notado durante mi administración buena conducta, y juicio en muchos de esos hombres. Por eso no solo no los he perseguido sino que los he tratado siempre dándole a cada uno su verdadero lugar según su categoría. Vela también la escasez que tiene el país de hombres, y mirando muy lejos conocía la necesidad de que el tiempo fuese dándonos algunos hombres más, de luces y de responsabilidad propietarios, para el Congreso Nacional: que teníamos esa necesidad ya se vio cuando nombre a Alvear de Ministro para Norte América. Creo que en mi plan no me equivoque. Si yo cuando los Federales necesitaban ser satisfechos y colmados en sus justas quejas contra los Unitarios, hubiera andado por las cabezas como hicieron ellos cuando desterraron a mis primos, &, vea Ud. cuantos hombres se hubieran perdido, y cuantos capitales, desaparecido. Por otra parte creía conveniente acostumbrar la gente a mirar siempre con respecto a las primeras categorías del pais aun cuando sus opiniones fuesen diferentes a las dominantes. …”.

Queda comprobado aquí, nuevamente, que Rosas, mal que le pese a algunos historiadores, siempre respetó –por lo menos a algunas personas que consideraba valiosas –aunque pensaran distinto a él- en tanto y en cuanto con sus acciones no intentaran revolucionar el orden legal constituido y propiciaran un clima anárquico. Le hace ver a Arana que él respetaba la inteligencia de dichos hombres; lo que se lamentaba es que la utilizaran en contra de la independencia y soberanía política y económica de la nación.

También reconocía la falta de personas ilustradas y patrióticas que acompañaran al gobierno. Eran muy pocas. Pero tenía la esperanza –le decía a Arana en la carta citada- que con el tiempo aumentasen en número. Mientras tomaba aquellos que podía para gobernar como el caso de Alvear que no era santo de su devoción pero que dadas sus dotes intelectuales y personales le era necesario para la cuestión diplomática en los EE.UU de América.

En el mismo sentido, un par de ejemplos desconocidos o silenciados para la mayoría de esos escribas ideólogos fueron los hechos de que Rosas invitó al principio de su gobierno a Alberdi a participar del mismo; y al final de su último gobierno, al mismísimo Sarmiento para iguales fines.

¿Cómo es eso, tan sorprendente?

Sobre el tema, alrededor del año 1846 reconoce Alberdi que Rosas se pone en contacto con su sobrino, a través de María Josefa Ezcurra, según refiere Pablo Gustavo Hirschmann:

 “Rosas, el supuesto ‘tirano’ lee los escritos de Alberdi y considera a los mismos muy buenos. Entonces, le pide a María Josefa Ezcurra que se comunique con el sobrino de Alberdi, Federico  García, para entrevistarse con él. Ahí le dice “tu tío Juan Bautista es Unitario pero no es salvaje Unitario, ha escrito esto y estoy contento de él; escríbele de mi parte que venga, porque lo necesito".

Ante ello, Alberdi contesta rechazando la invitación diciendo, "todavía no he perdido el juicio para cometer semejante disparate". Con los años, será Alberdi quien visitará a Rosas en Inglaterra, pidiéndole perdón...

Veamos igualmente lo que dice el nieto materno de Domingo Faustino Sarmiento, Augusto Belín Sarmiento, -muy lejos de ser un Federal y admirador de Rosas-que acompañó varias veces a su abuelo en sus giras políticas por el interior y exterior del país. El mencionado nieto, nacido en Chile, refiere lo que le contó su abuelo:

Rosas intentó ya en su 2do mandato acercar al trabajo público a Domingo Faustino Sarmiento, acérrimo enemigo de él pero al que Rosas valoraba intelectualmente. Pero no pudo. Augusto Belín Sarmiento recordó que:

 “..antes de sublevarse Urquiza, se presentó en 1850, el Coronel  Juan Mur en Chile, en casa de Sarmiento a proponerle el Ministerio de Gobierno de parte de Don Juan Manuel de Rosas con todos los circunloquios y promesas que son de imaginarse para demostrar el decidido intento del tirano de enmendarse y de constituir la Republica con la ayuda de los más eminente  de sus adversarios. Sarmiento contestó que recordaba la suerte de Berón de Astrada, sacrificado con idéntico engaño, y como el otro insistiese, no queriendo arrojar á puntapiés á un huésped, le dijo:—«Dentro de dos años, lo encontraré en las calles de Buenos Aires y me prometo cruzarle la cara á chicotazos!». En efecto, algunos días después de Caseros, en la calle de Cangallo, cerca de la de 25 de Mayo, frente al Teatro Argentino, lo encontró y le cruzó la cara con un rebenque”.

Digamos que, tal vez, muy ‘tirano’ no debía ser Rosas que invitaba a sumarse al gobierno a Alberdi y también a Sarmiento –sin condicionarlo en nada ya que Rosas sabía diferenciar el valor de la propaganda política partidista y lo que tenía de validez y mérito conceptual de los citados- y a muchos Unitarios que volvían voluntariamente al país (debemos traer a la memoria que sus dos principales laderos en la Batalla de Caseros eran Unitarios: Martiniano Chilavert y Pedro J. Díaz).

Él sostenía, dijimos, que su combate no era contra las ideas o creencias de los Unitarios, sino contra la insurrección y el desorden. Esta distinción le permitía presentarse como un defensor del orden y la legalidad, justificando así sus acciones represivas como necesarias para la estabilidad del país, buscando de esta manera, el apoyo de aquellos que valoraban la estabilidad y el orden por encima de las diferencias ideológicas.

Este análisis sobre la figura de Juan Manuel de Rosas y su relación con figuras destacadas como Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento evidencia una faceta menos conocida de su gobierno, en la que se muestra una disposición a integrar en la administración a individuos de diferentes orígenes ideológicos, siempre que su lealtad no significara una amenaza al orden establecido.

Esta actitud sugiere que su enfoque no era meramente represivo, sino que también valoraba el conocimiento y las capacidades que otros podían aportar al gobierno. Rosas diferenció entre el individuo y su ideología, lo que revela una comprensión más matizada de la política.

La invitación a Alberdi y Sarmiento a unirse a su gobierno es significativa. La sorpresa que provoca esta apertura se debe a la narrativa de Rosas como un tirano; sin embargo, sus acciones contradicen esta clasificación inventada por la historiografía liberal, ya que buscaba contar con las mejores mentes del país, independientemente de su afiliación política.

La anécdota de la invitación hecha a Alberdi a través de su sobrino resalta la paradoja de la política de Rosas. A pesar del rechazo de Alberdi, Rosas estaba dispuesto a reconocer el valor del trabajo intelectual de un adversario. Esto desafía la noción de que había un cierre absoluto ante cualquier figura opositora.

La propuesta hecha a Sarmiento también refleja un interés de Rosas por incorporar a su gobierno a personas de alta capacidad intelectual, independientemente de sus inclinaciones políticas. La respuesta negativa de Sarmiento subraya la profunda división que existía en el país. Aun así, la voluntad de Rosas de abrir un diálogo es un indicativo de su pragmatismo.

Sin embargo, es importante reconocer que los intentos de Rosas por incluir a sus adversarios estaban muy limitados por el contexto de la guerra civil y las tensiones políticas. La desconfianza mutua y el pasado de violencia dificultaban cualquier tipo de reconciliación plena.

La relación de Rosas con figuras como Alberdi y Sarmiento y su disposición a incluir intelectuales y políticos de diferentes ideologías en su gobierno presenta una imagen más matizada de su figura.

Si bien es innegable que Rosas mantuvo una política dirigida a mantener el orden y la soberanía de la nación a todo trance, también es evidente que su enfoque hacia la colaboración y el respeto por la inteligencia de sus adversarios fue un rasgo significativo de su mandato.

Debemos revisar la narrativa histórica y entender el liderazgo de Rosas en el contexto de un país en constante batalla entre quienes desarrollaban una política de resguardo a los intereses nacionales incluyendo a los de las provincias y su religiosidad y aquellos que apoyados en ideas y potencias extranjeras entregaban lisa y llanamente la dirección y territorio a estos intereses vejatorios que intentaban, asi también, desacralizar a nuestro pueblo con filosofías inmanentistas, iluministas.

Los Unitarios eran vistos como enemigos del orden, de la religión y la soberanía. Rosas utilizaba esta narrativa para consolidar su base de apoyo entre los Federales y aquellos que temían la anarquía (nadie olvidaba la llamada Anarquía del Año 20, el fusilamiento atroz de Dorrego, etc).

Pero Rosas no era ciego: era consciente de que su gobierno carecía de un número suficiente de individuos capacitados y comprometidos con los ideales patrióticos. Este reconocimiento muestra una autocrítica que contrasta con su imagen de líder autoritario, sugiriendo que valoraba la competencia y la lealtad.

La inclusión de figuras como Manuel J. García en su primer gobierno, como Alvear, a pesar de no ser de su gusto personal, demuestra el pragmatismo de Rosas. Reconocía que, para lograr objetivos diplomáticos y políticos, era necesario rodearse de personas competentes, independientemente de sus diferencias ideológicas o personales. Él se encargaría de dirigir las acciones de los mencionados según sus criterios políticos.

Su deseo de contar con individuos capacitados sugiere que entendía que el liderazgo efectivo requería más que solo lealtad; también necesitaba conocimiento y habilidades.

Al aceptar en su gobierno a personas como Alvear u otros que no eran definidamente ‘rosistas’, ni siquiera Federales, el Restaurador estaba dispuesto a construir alianzas estratégicas, lo que es fundamental en la política. Esto muestra su habilidad para navegar en un entorno político complejo y su disposición a sacrificar  algunas preferencias personales,

El mismo día en que juró su cargo, declaró al diplomático uruguayo Santiago Vázquez:

“Creen que soy federal; no señor, no soy de partido alguno sino de la Patria... En fin, todo lo que yo quiero es evitar males y restablecer las instituciones, pero siento que me hayan traído a este puesto”.

El primer gobierno de Rosas en la Provincia de Buenos Aires fue un gobierno “de orden” (sic). En este primer momento se apoyó en algunos de los dirigentes del Partido del Orden de la década anterior, lo cual ha permitido que fuera acusado de ser el continuador del Partido Unitario, aunque con el tiempo se distanciaría de ellos.

Bueno, debemos recordar que el primer gobierno de Rosas, diríamos hasta el año 1835, tenía tintes marcadamente liberales. Recordemos que trabajó codo a codo con el Martín Rodríguez y que el distanciamiento no se produjo por cuestiones de política económica sino por el modo que tenían de pensar respecto al trato con los indios.

Luego de la campaña del desierto, Rosas comprende y visualiza el país en su conjunto, las necesidades de los pueblos tierra adentro, el acogotamiento económico que se produce allí por el centralismo porteño y Rosas, a pesar de que las medidas a tomar fueran en contra de sus propios intereses como ganadero bonaerense no duda en proteger a las industrias incipientes y comercios del interior a través de la Ley de Aduanas de 1835 ganándose el respeto y apoyo de los gobiernos provinciales.

Pero, como se dijo, en este primer gobierno, Rosas tenía una mirada más liberal y –como tal- se rodeaba de funcionarios con esa ideología. Entre ellos, García.

Igualmente, esta primera administración de Rosas fue, también, un gobierno progresista: se fundaron pueblos, se reformaron el Código de Comercio y el de Disciplina Militar, se reglamentó la autoridad de los jueces de paz de los pueblos del interior y se firmaron tratados de paz con los caciques, con lo que se obtuvo una cierta tranquilidad en la frontera.

Mientras estuvo al frente del Ministerio, García tuvo correspondencia con Rosas, donde al principio el trato se deslizaba afable en ambos, pero con el correr del tiempo se fueron notando las tensiones en los dos por algunas críticas directas de García, al propio gobierno del Restaurador. por su modo de actuar. Ello terminó de enfriar y de quebrar la relación..

No había muchos funcionarios que se animaran a hablarle de tal modo a Rosas pero en la base de ello estaba sus maneras distintas de pensar.

La correspondencia entre ellos data entre 1825 –donde todavía Rosas no estaba al frente del Gobierno- y 1833.

De Rosas a García, son 53 cartas. De García a Rosas, son escasas 9 cartas las que se conocen. Uno de los motivos es que las cartas enviadas por García, Rosas las quemaba luego de leerlas, según lo dijo el propio Restaurador.

De la lectura de las cartas se deduce, muy fácilmente, que fueron muchas mas las cartas que intercambiaron ambos personajes, pero a la fecha nos tenemos que conformar armar el rompecabezas de su relación en base a las que se conocen.

La primera carta de García a Rosas data del 13 de Agosto de 1829, por lo que desde 1825 a dicha fecha solo se han encontrado cartas de Rosas a García.

En las primeras cartas el tema de las mismas trata sobre la necesidad de dinero, vituallas, armamento que Rosas necesita para liberar a la campaña de los indios rebeldes que acosaban las poblaciones lejanas y poder así, luego, de expulsar a los malones indígenas, ensanchar el territorio libre para poblar ellas fundando pueblos que sirvan de contención a las invasiones de los indios.

Rosas estaba agradecido a García por sus oficios para enviar dinero a la campaña – Ministro de Gobierno y Hacienda de la provincia de Buenos Aires en los gobiernos de Martín Rodríguez (1820-1824) y Juan Gregorio de Las Heras (1824-1826).- a fin de lograr Rosas su cometido, es decir, librar de la mayor parte de la provincia de los ataques de los indios rebeldes.

Sirva de ejemplo alguna de las cartas que Rosas, por aquellos tiempos, le enviaba a García:

“En los Cerrillos a 2 de septiembre de 1825

“Mi respetable amigo y Señor Dr. Manuel García.

Desde que salí de esa no me despegué de los Indios hasta que los dejé en el Toro e donde caminaron el 26 del pasado. Van tan preparados y dispuestos, que debo roer y asegurarle han de hacer cuantos esfuerzos puedan.

“Me dijo Ud. que para conseguir esta obra sólo era preciso un poquito de contracción a ella. Si Señor Don Manuel, Ud. tiene gran razón a mi ver, porque entonces el Gobierno enlazaría el tiempo presente con el futuro: alcanzaría a ver el bien el mal, los pesaría, sabría valorarlos, vería a muy mala luz la guerra a los indios con la espada; y de aquí al convencimiento de que aquel poquito debe agrandarse con otro poquito, y aun hacer esfuerzos grandes para llegar hasta donde sea necesario.

“Trabaje, amigo, para el logro  de tan suspirada obra. Consígala para conseguir de otras no de menos importancia y deseadas. Entonces llénese de gloria, y déjese querer de sus paisanos, cuando a la par otros también ensalcen su nombre entre elevados encomios, porque supo en tiempo oportuno negociar con sabiduría, y  ponerlos por ello en el camino de la gloria y suerte futura. Ud. me entiende y yo  de concluyo por no cansarlo.

“Considerando, que la fuerza, que debe acantonarse en el Uruguay puede necesitar caballos, y que estos están escasos en el Entre Ríos, le acompaño esa carta por si vale de algo este aviso, pues al vendedor si le pagan bien a plata con ella podrá comprar ganados.

“Por lo que me dice M. supongo se olvidaría Ud. de mandar la orden a la Policía para que sin demora fuese puesta a mi disposición la china Rosa. Si así ha sido yo habré quedado mal con el Jefe, quien fiado en mi palabra, en el acto mismo mandó se me entregase. Espero que si no estoy equivocado llenará Ud. este vacio y me dejará bien puesto.

“Ud. sabe que puede mandar en la amistad y voluntad con que es suyo. .

“Juan Manuel de Rosas

“N.B. El Sr. D.J. Javier Acevedo me dice en carta. La partida de milicia ya se halla en esta. Será auxiliada en cuanto me sea posible y crea que a más de llenar los objetos que Ud. me indica, contendrá en mucho la deserción tan continuada de la fuerza acantonada en la Frontera del Salto”.

Tengamos presente el contexto. En 1825 era Gobernador de Buenos Aires, Gregorio Las Heras y en 1826 le sucedió Bernardino Rivadavia que durante el gobierno de Las Heras andaba por Inglaterra solicitando préstamos a la Baring Brothers para, juntos, hacer su negocio privado en la minería de La Rioja.

Los “33 Orientales” con Lavalleja, hacían historia desembarcando en la Banda Oriental para recuperarla de los brasileños.

El Gral.Paz en 1828 y 1829 luego de vencer a Quiroga, conquistaba en territorio cordobés para el Unitarismo. Ello preocupaba a Rosas que estaba atento al desenvolvimiento del cordobés el cual se pensaba que podía atacar a Estanislao López en Santa Fe.

En carta a García del 1º de Julio de 1829, desde Cañuelas, le decía:

“……Mi querido amigo Sr. D. Manuel José García: Hoy recién he tenido el gusto de recibir su estimada del 27 sin saber cuál haya sido la causa de su demora. […]. Su carta ha sido para mí muy satisfactoria por las noticias que comunica y por ser de Ud. No deje de escribirme siempre que pueda aunque yo no lo haga. El General Paz sigue siempre protestando a López por documentos oficiales y cartas confidenciales que, respecto a Santa Fe sólo desea entablar una estrecha alianza. Ha mandado a más comisionados al efecto cerca del gobierno de dicha provincia con este objeto y el de que interponga sus relaciones con las que se hayan combatiendo por allí a fin de que tenga término la guerra civil. Mucho ocupa mi imaginación la necesidad de mandar a Santa Fe muy pronto dos sujetos que merezcan confianza a López para que le instruyan de lo que se ha hecho y que en su virtud cesen las hostilidades puesto que instalado el gobierno permanente todo podía arreglarse amigablemente. Ud. sabe que esto quedó aquí acordado, pero como hablamos sólo de personas que debía yo mandar, veo ahora que para que cesen las hostilidades debían ser enviadas por el gobierno provisorio y por el Comandante General. En fin, amigo mío yo le suplico que medite con detención sobre este asunto que creo de importancia, teniendo presente que es preciso que yo quede siempre bien puesto con esos hombres y que vean claro que hay buena intención en todos. Espero muy pronto su contestación sobre esto y no dudo que ella servirá a tranquilizarme….”

A partir del 13 de Agosto, aparecen las primeras cartas que se conocen enviadas por García a Rosas.

De tal modo, en una larga misiva, le dice a Rosas (-no sabemos si había recibido García para dicha fecha, la anterior de Rosas del 1º de Julio-) una serie de consideraciones de índole política en la cual García le hace ver su modo de pensar sobre las circunstancias que se vivían en el país.

De la carta se desprende que García batallaba por encontrar la paz entre Federales y el Unitarismo encabezado por Lavalle, Del Carril y Díaz Velez, los cuales, estos últimos, según García, se encontraban asustados. Recordemos que Lavalle junto a los mencionados, mas otros como Agúero, habían cometido el asesinato vil del Gobernador Manuel Dorrego y temían las acciones del pueblo contra ellos por dicha causa.

Tengamos presente que en ese entonces era Gobernador Provisorio de la Provincia, Juan José Viamonte, declarado Federal, -aunque muy dudoso-, pero no ‘rosista’ ya que se  opuso al  régimen ‘rosista’ en 1839 y se exilió en Montevideo. Falleció allí el 31 de marzo de 1843, a los 69 años de edad.

 “Buenos Aires. Agosto 11 de 1829

“Sr. D. Juan Manuel Rosas.

“Mi querido amigo; Ayer me encontré tan apurado que no tuve más recurso que mandarle el borrador de la carta que le estaba escribiendo, para que supiese mis pensamientos de cualquier modo escritos.

“Anoche hemos tenido le conferencia que anunciaba a Ud. con los Jefes del Ejército, y les hemos hablado al alma, para desengañarlos, tranquilizarlos, y sobre todo para que ellos en lugar de hacer bando aparte se unan con el Sr. D. Juan Manuel, y entiendan que haciendo una sola causa con él, hacen una causa con la patria, y no tienen sino marchar satisfechos de que por ese camino hallarán honor y fortuna.

“El Gral Lavalle se ha explicado con una franqueza honorable y firme, les ha demostrado el absurdo de creer que no tienen más garantía que su permanencia de él en el Gobierno: que al contrario el bien del país. el bien del Ejército, el honor del Gral. estaban reclamando que él dejase el Gobierno inmediatamente, y se formase una administración nueva que diese seguridades a todos.

“-Que él había mirado y atendido siempre al bienestar de sus compañeros de armas y que no les pedía otra retribución sino que mirasen  por el honor de su Jefe comprometido solemnemente en esta ocasión a dejar el Gobierno, en lo cual consistía también su felicidad, pues no había para él mayor infelicidad y desgracia que seguir por más tiempo al frente del Gobierno.

 “-Que esa pretensión de que siguiese con el Gobierno como garantía al Ejército. nacía solamente de las desconfianzas injustas quo todavía tenían; que si ellos conocieran, como él conocía personalmente al Sr. Rosas, si supiesen por experiencia que él era de una honradez, y patriotismo independiente absolutamente de partidos, estaba seguro quo se disiparían como el humo todas esas vanas sospechas.

“-Que para esto había resuelto proporcionarse una entrevista, en la cual conocerían personalmente a su amigo el Sr. Rosas, oirían de su boca sus sentimientos, y debían entender que sus palabras eran siempre la expresión fiel de su Corazón.

“-Que después que lo hubiesen así conocido, él ajustaría definitivamente la formación del nuevo Gobierno, que no podía demorarse un día más sin gravísimo daño de la Causa pública. La alocución del Sr. Gobernador, la de los Sres. Guido, Escalada, y la mía, produjeron la explicación de cada uno, y todos quedaron sosegados, contentos, y deseosos de que se ponga de una vez término a todo, y también de ver, y tratar a Ud.

“En la conferencia no hubo más que un buey Corneta, pero ese era el único hombre extranjero que allí había. Le confieso que me hirvió la sangre hasta querérseme salir por los ojos, y no pude menos que ponerle un tapón con el que quedó mudo en toda la noche.

“El amigo Guido informará a Ud. más de los pormenores. Este negocio es preciso terminarlo -terminarlo sin pararse un punto- Ya no hay resistencias, no hay quien piense en oposición: todo el país clama porque se le dé paz, pide a Ud., pide de nosotros, que encadenemos con mano fuerte las pasiones hostiles, y amenazadoras do los que quieren triunfar. y vengarse, de los que asustan a todos con amenazas; que no harán sino despoblar la Provincia, traerle nuevos lutos, y alejar más y más la época de un Gobierno legal, que ampare a todos.

“Ud. es la esperanza de la Patria, Ud. es conocido como el gran baluarte que defiende a todos de los federales furiosos, y de los unitarios desesperados. Siga desempeñando este glorioso papel. y no demore el desenlace de este negocio. Ayer llegaron comunicaciones de Santa Po sobre armisticio: dicen que por la Convención del 24 quedamos, y estamos de hecho en plena paz con aquella Provincia; que todas nuestras relaciones quedan restablecidas enteramente. y pide que este Gobierno empleo su influjo a fin de que la paz con esta Provincia se extienda a todas las demás para que no se derrame una gota más de sangro argentina.

“Los Ministros Del Carril, y Díaz Vélez están teniendo la vela como candeleros, porque nosotros no entramos sino después de formada la nueva administración. Están muy aburridos, y muy asustados: Yo pienso quo Carril se va fuera, o a lo menos no irá más al despacho, aunque se queden solo con los oficiales mayores. De Ud. amigo del Corazón. Manuel J. García.”

Aquí García hacia un comentario con fuerte significación política pues al decir que Rosas era ‘el gran baluarte’ que defendía a ‘todos de los Federales Furiosos y de los Unitarios desesperados’ no hacía más que poner en boca de Rosas que el mismo estaba en contra de los ‘Federales furiosos’ (sic) sugiriendo con ello que éstos estaban en contra de una paz negociada con los Unitarios y, por ende, que Rosas pensaba distinto que estos Federales. Todo a una declaración política de García poniendo en Rosas pensamientos que García no podía conocer. O tal vez, sí pero tratando de señalarle a Rosas que los ‘Federales Furiosos’ (sic) no eran viables para una paz.

Un dato curioso: García menciona que en esas entrevistas había un ‘Buey Corneta’ (sic); esto es, una persona indiscreta y que, además, era extranjero que hizo enojar y mucho a García. Hasta el dia de hoy no sabemos quien era y en qué consistía sus indiscreciones.

No sabemos que le contestó Rosas a García por esa misiva tan particular pero el 29 de Agosto de 1829, Rosas le envía otra carta urgiéndole a García por el dinero necesario para la campaña, algo que desvelaba a Rosas habida cuenta de las urgentes necesidades al respecto.:

Santa Catalina, Agosto 29 ,1829:

“Quedo impuesto del socorro que me anuncia Ud. en su apreciable de ayer, estaría pronto, para entregarse hoy a mi disposición. Importa que prontamente la Provincia deje de sentir el peso de la fuerza que consume su campaña, y la agobia con un ejército y divisiones diseminadas en una vasta extensión de su territorio. El Estado ahorrará y ganará la campaña, haciendo cuanto antes retirar ordenadamente, y en términos que contenten, la gente, que ya no es necesaria.

“Tan urgente he considerado ser esto, que ayer mismo escribí a Senillosa, y también a García de Raiga, para que aquél se recibiese de los fondos que hubiese en caja en casa, y tomase de los amigos, entre hoy y mañana todo el dinero que se pudiese, y lo remitiese a este punto con la persona que al efecto mandé.-Así pues, amigo mío, de acuerdo con lo que Ud. me dice, envío a Don Juan Genaro Chaves, para que se reciba de los cincuenta mil pesos en papeles de a uno, cinco, diez, veinte, y como una sexta parte de a cincuenta, para por este medio hacer fácil la distribución y no demorarla. Chaves debe ser “despachado, cosa que esté aqui de vuelta temprano.

“Hoy ya despacharé alguna gente, y diariamente, iré despachando en los puntos que designaré, la que pueda despachar, según los socorros que recibiese.

“Así pues. mi amigo, yo espero, que siendo tan insinuantes y exigentes. como son las necesidades de descargar a la campaña del peso de un ejército grande, Ud. no dejará de tenerlas presentes, y de socorrerme, como me lo ofrece. para su remedio.

“El banco de la paciencia en que estoy sentado es muy duro, es my terrible. Quisiera que se viera lo que ahora tengo que hacer, y todo lo que sobre mi gravita, para que se conociera que soy digno de lástima. El tiempo, las atenciones, las circunstancias, todo me consterna, y casi desfallezco. Usted en esta virtud dispensará, que no entre en lo demás que contiene su favorecida, que sólo me limite a lo muy preciso, que hoy es el ser socorrido, para hacer retirar la gente, contentarla siquiera con dos meses de paga, o con lo más que se pudiese, y libre ya de esta atención pasar a la obra de la organización con mejor contracción.

“Haga Ud. presente a los amigos sus compañeros, para que tanto éstos, como usted, me disimulen, contando siempre con mi buena disposición, y el cordial afecto con que a Ud. dice a Dios su amigo, Juan Manuel de Rosas”.

En una extensa carta Rosas desde Luján, en Marzo de 1830 manifestándole diversos aspectos que hacen a la actividad de ambos, pero, especialmente se explaya Rosas en un pedido hecho a Estanislao López, –en la parte pertinente que transcribimos a tal efecto-  :

“Villa Luján, Marzo 30, 1830

Señor Don Manuel J. García: Mi querido amigo: Tengo que escribirle largo y que incomodo bastante. Pero no se olvide que siempre tengo que escribir de prisa con gran defecto de padecer distracciones al tiempo mismo de estar corriendo la pluma; más esto es cuando me dirijo al seno de la confianza y de la amistad.

Dispense, pues amigo, de hoy en adelante mis garabatos y distracciones al escribirle. Luego que subí al gobierno le manifesté al Sr. López la necesidad de que me mandase una relación de la carrera de su vida desde su niñez, para publicar su biografía que considerara ser este el modo más suave de poner en claro nuestra  cuna (sic), nuestra honradez y nuestros servicios a la patria.

El más decente para confundir a los malvados, que nos habían tirado sin piedad en los periódicos en el periodo que tuvieron el poder, mostrando a una luz clara de este modo a todo el mundo quiénes somos, para que desapareciesen las impresiones que deja la calumnia y los malvados quedasen como si tal.

El amigo López se resistió a mandarme lo que le pedí, pero habiendo yo insistido con razones más fuertes me ha mandado al fin lo que Ud. verá en la adjunta copia.

En este estado me parece que con esto podemos reportar varios bienes haciendo la obra y publicándola.

El uno poner en claro nuestra conducta y hacer desaparecer impresiones.

El otro mostrar al mundo quienes son esos salteadores.

El otro ligar más y más nuestras relaciones con López y que el mismo mundo vea que nuestra amistad es inseparable porque los años y la buena fe la han fortificado.

El otro es el que Paz vea que somos hombres que cumplimos nuestros compromisos cuando nos obligamos, y para ello nada nos acobarda ni tememos.

Creyendo que la lectura de esta obra debe producir los buenos efectos indicados quisiera que Ud. se encargase de formarla para que se publicase sin demora: ya cómo obra de un particular amigo nuestro, ya como a Ud. le pareciera que se hiciera la publicación para que corriera por todas partes.

Si no encuentra dificultad y si le parece bien le mandaré más materiales sobre la biografía de López, pues que en su apunte ha dejado de poner por delicadeza muchas cosas que yo no ignoro.

Le mandaré también los apuntes míos para que con todos los materiales a la vista trabaje la obra en los ratos que tenga legar y pueda hacerlo.

Si nada de esto le agrada hábleme claro, pero no olvide que respecto del Sr. López es necesario publicar algo para que no quede yo mal puesto después de haberle pedido con tanta insistencia los sucesos de su vida.

Le adjunto copia del oficio y carta de López. El primero al Gobierno de Córdoba y la segunda a mí. Iguales copias le mando a mi primo. Yo creo que el oficio debía publicarse aunque López no me dice que se haga esto” […].

Esta carta es una muestra de la arquitectura política que manejaba Rosas; su capacidad de tejer alianzas.

Le comenta a García que le había pedido a Estanislao López una reseña de su biografía desde su niñez para mostrar al mundo todo –y a los Unitarios, también- quienes eran los Federales.

López al principio se negó pero ante la persistencia de Rosas, le envía lo pedido.

El objeto es publicarla, mostrar sus obras, su conducta todo a fin de mostrar la amistad entre ambos. Y que era, para Rosas, un modo de concretar o afirmar la alianza con el caudillo santafecino.

Le pide Rosas a García que sin demora vaya armando el trabajo de edición.

Rosas presiente que el trabajo disgusta a García (recordemos que García no era muy afecto a los caudillos y a su impronta) y le dice que si esta labor no le agrada, que se lo diga claramente pero que hay que publicar algo sobre López después que él –Rosas- le insistió tanto que le mande el material autobiográfico pues sino quedará mal con López.

Pasará mucho tiempo sin que García haga nada al respecto y no sabemos si finalmente lo hizo. Era algo que García –liberal al fin y con un federalismo, digamos, ‘desteñido’ evitaba hacer. Rosas en varias cartas, le recordaba el trabajo pendiente.

Pues bien, el 29 de Abril de 1830 le manda otra carta desde San Nicolás. En la primera parte Rosas le hace ver a García las conductas de ciertas personas funcionarias en Baradero, San Pedro, etc. Sus incompetencias en sus labores, sus conductas de falta o no, de honradez, etc. Aquí la gramática, la sintaxis es defectuosa:

“San Nicolás, Abril 29 de 1830

“Mi amigo Señor Don Manuel:* Yo no sé estos guardas que es lo que guardan. Según este buen hombre que está aquí, el objeto de ellos es dar cuenta de todos los frutos que se embarcan, y si no están conformes con las guías embargarlos y dar cuenta. Examinar los cargamentos que vienen de esa a ver si están conformes con las licencias o guías y si no lo están hacer lo mismo. Si este es el objeto veo que toda la costa está sin guardarse porque en San Pedro no ha habido guarda, y ahora nomás lo hay porque este de aquí ha mandado uno que tenía.

En el Baradero que es puesto, no hay nadie y es probable que así suceda en loa demás puntos de la costa donde hay puerto. Yo amigo esto no lo entiendo y sólo se lo aviso por si de algo le sirve la noticia. Lo que sí me parece es que estos guardas sin tener quienes los observan no han de hacer más que dormir, comer y disfrutar del sueldo. Roban lo que pueden, pues creo que nunca han de estar disconformes las guías con los cargamentos. Ud. dispondrá lo que fuere mejor. Sólo si le repetirá que el guarda de San Pedro es un piojo unitario que es necesario lo haga Ud. salir de ahí muy pronto quitándole el empleo y mandándome un federal si es que Ud. cree que es necesario guarda.

El viejo que está en esta me parece bueno según indica el Dr. Mara. Lo considero de juicio y al parecer honrado.

Hoy queda en esta todo arreglado y mañana saldré para el Pergamino o San Pedro. Probablemente será al Pergamino por dejar arreglada la gente del General Quitase y sujeta al Coronel Pacheco según Ud. desea. Aquí queda arreglado lo del templo, las cosas de la Iglesia en todas sus ramas quedan nombradas las comisiones. El cómo se ha de hacer el cementerio y dónde, pues aún entierran en la Iglesia. En nada de esto tendrá que hacer desembolsos el Estado. Sólo tendré que consultar a Ud. sobre un impuesto sobre los mismos vecinos. Ellos están conformes en todo y muy contentos pues quieren Iglesia y cementerio fuera.

Quedan arreglados los intereses que hay del Estado. Las escuelas id todos contentos. La preceptora es superior y ya se andará por ir por el poco sueldo, pero yo la he contentado sin gravar el estado. Queda y queda muy contenta.

A los niños no se les enseñaba la doctrina Cristiana ni iban a misa. Todos aquí irán ya en esto siguiendo las máximas de sus amigos de Ud. los Judíos Don Julián Agüero y Don Bernardino Rivadavia. Mas ahora ya todos quieren ser otra vez cristianos.

El guarda que está en San Pedro se llama Martin Anzoátegui. Los vecinos han hecho ejercicios todas las tardas desde que yo estoy aquí y nunca han dejado de haber formado menos de doscientos. Ellos me han dado la guardia desde que llegué porque yo dejo que me hagan los honores, no porque me guste, si porque aprendan y se acostumbren a llenar sus deberes. En fin, yo me voy mañana y creo que todos quedarán contentos. El cura lleva muy bien su ministerio.

El rematador de los corrales es un piojo y la policía ya verá Ud. cómo se ha descuidado en cobrarle el año que está debiendo. Tengo los documentos para con ellos escribir a Ud. para que vea cómo andan estas cositas. En fin yo llevo todo un apunte para escribir a Ud. de por ahí.

Las maderas para poblar le Federación pueden tomarse da aquí gastando tres tantos manos que lo que costarían conducidos de Buenos Aires y quién sabe si aún todavía digo bien pues puede que se gastase mucho menos. Deduzca Ud. por esto 400 tijeras buenas, 2000 latas (que hacen como 1500 canas) diez palmas y un cuero con la mantención de carne que son seis pesos, ha importado 386 pesos en papel. Esta madera la pagué y camino para componer loa cuarteles del Salto. No crea Ud. que cuando se pobló la Federación no pensé esto yo. Están en mi poder las correspondencias que dirigí a su tal amigo el pillastrón Don Ángel Blanco. Estén las que dirigí al Bueno de Raucho y de ellas se deduce que ellos y no yo fueron la causa de que se comprasen en Buenos Aires. Salud le desea su amigo y compañero.. JMR”

A pesar de la forma de escribir, su gramática defectuosa, se observa la puntillosidad de Rosas que incluye no solo los nombres de los funcionarios sino sus aciertos, sus errores y sus incumplimientos dolosos y como solucionar todo.

Rosas está no solo en la política macro sino en los más mínimos detalles dando órdenes hasta en el ejercicio en los mas pequeños puestos de trabajo para que no se desviara la política Federal y el orden imperante.

Entre todo eso se incluye que no se imparte la doctrina cristiana a los niños en las escuelas ni iban a misa. Sarcásticamente Rosas culpa de esto a los ‘amigos’ (sic) de García, Julián Agüero y Bernardino Rivadavia.

Rosas ordena que todos los incumplidores sean removidos y que se pongan en sus lugares a Federales fieles.

Ya el 19 de Junio de 1830 Rosas le escribe a García, desde San Antonio de Areco una extensísima carta respecto a un posible arreglo entre Buenos Aires –por entonces ya a cargo la gobernación en la cabeza de Juan Manuel de Rosas- y el Gral. Paz que manejaba las provincias del interior con su liga unitaria.

“San Antonio de Areco, Junio 19, 1830 por la noche

“Mi querido amigo y señor Don M José García: Contesto a sus estimadas cartas del 16 del presente. Ud. ya he visto mi carta al General Paz y al Señor Oro. Por ellas y por las de Ud. citadas se ve que no estamos muy distantes en las opiniones.

“Si él desea la paz de buena fe. Si su intención no es dominarnos a todos, bien claro creo que abro el camino para que podamos empezar a entendernos.

“Pero si este hombre se propone mandarnos por la fuerza consumar el crimen del primero de Diciembre ¿Habremos de dejarlo? ¿Salvará esto a la tierra toda de sus desgracias? No me parece, pues estoy creyendo que la mayor parte de la masa de la población de las provincias de la República es enemiga de la causa que sostiene el General.

“Si esto fuese así ¿qué sucedería después? La guerra dirigida, no ya por hombres decentes, de juicio y ardiendo en los mejores deseos. Vencería sobre ruinas al General Paz sin embargo, y ¿habría por esto hecho la felicidad de la tierra? No me parece ¿Cuantos jefes no entrarían a disputarle el poder, y se lo disputarían después ellos mismos? Entretanto y de todos modos la tierra tendrá que mantener esos soldados con los últimos restos de su fortuna.

“Y al fin de todo ¿se habría lavado la mancha de la historia causada por el primero de Diciembre? Cuando digo que me parece que la mayor nasa de la población no está por la causa del General Paz, es porque veo que para mudar los gobiernos de las provincias ha necesitado mandar a todas fuerzas de su ejército vencedor, y mandarlas rápidamente después del triunfo.

“Mañana podría mandar un ejército sobre Santa Fe y a su entrada o apoyo mudarse el Gobierno. ¿Sería por esto la mayoría de la masa de la población de Santa Pe por la causa del General Paz? Me parece que Ud. discurre muy triste, que sólo se coloca en los casos funestos, y que poco quiere dejar a favor de la fortuna de nuestra justa causa.

“Yo, amigo querido, estoy conforme en los sustancial de la opinión que Ud. me abre en la conclusión de su carta; no porque vea como Ud. resultados tristes en el sentido en que Ud. los considera, sí porque los temo en otro diferente.

“Yo creo que sostenida la guerra hasta triunfar del todo y dejar absolutamente desagraviadas las autoridades y las leyes no habrían cesado nuestros males.

“Por el contrario considero que el día mismo que dejáramos concluida esta obra y que no tuviéramos enemigos, entraríamos a despedazarnos nosotros mismos de una manera acaso más fea. ¿Cuántos no aspirarían entonces a mandar? Pobre de los hombres de opinión firme y sana que permaneciesen en el país. Yo por mi parte no sería sonso para permanecer en él un solo día.

“¿Por qué no quise entrar por las armas a Buenos Aires? No crEa nadie que fue por falta de poder. No, amigo, me sobraba. Yo medité en medio de una calma virtuosa libre de pasiones y conocí claro que podía perderme y perder la patria si me dejaba conducir por el camino que debía halagar a un ambicioso de gloria.

“Por último veremos lo que contesta el General Paz y si puede tener efecto la entrevista. Yo ya le he abierto el camino y si él quiere repito algún arreglo, algo debe decir que pueda o sirva, para prepararla. […]

“Todo lo que no podamos acordar en ella me parece imposible que tenga lugar de otro modo. No me dice Ud. si le ha parecido bien lo que he escrito a Córdoba. No sé por qué decía Ud. de hablarnos claro.

“Si es por las cartas -yo las quemo, y si quiere le devolveré las que hablen cosas que considere delicadas. Sé por Don Tomás que ha gustado a los tres mi carta al General Paz, sin embargo Ud. con la suya me deja en duda.

“El amigo López no es sonso. Conoce bien sus intereses y así es que cada día se muestra más fino y consecuente. Hoy mandó una carta de él y otra del Señor Rojas.

“Corrientes vale para nosotros en caso de una guerra. Cuando nos veamos le descubriré el secreto y Ud. se convencerá y me dará la razón. Hoy a mi ver Corrientes vale más que todas las provincias. No por sus hombres, no por sus armas, ni tampoco por su quietud. Otra cosa es lo que vale”. […]

Vemos que Rosas menciona la necesidad de la buena fe en los acuerdos pero que si Paz no actúa consecuentemente habría que enfrentarlo pues el pueblo del interior era netamente Federal.

Rosas desconfía de esa necesaria buena fe de Paz y descree de un posible arreglo. No se equivocaba.

Hace saber a García que las cartas que de él recibe, las quema…tal como lo hemos indicado arriba.

También hace saber la importancia de que la provincia de Corrientes siga siendo Federal por razones que Rosas dice que en su momento le hará saber a García aunque por ahora no quiere decírselo por carta; solo lo hará personalmente cuando lo vea.

No sabemos cuáles eran esas razones ya que Rosas no lo menciona en alguna otra carta a García.

Unos días después, el 25 de Junio de 1830, García le responde a Rosas en otra extensa carta en términos muy duros:

Veamos:

“Buenos Aires, Junio 25 , 1830

“Mi estimado amigo y Señor Don Juan Manuel Rozas:

“(Referido a un Congreso General  entre todas las Provincias para llegar a un acuerdo de paz y armonía) […].“Por lo que hace al general Paz, personalmente no es fácil responder do cuál sea su resolución final; pero hurgando por todas las probabilidades yo pienso que él excusará cuanto pueda una determinación brusca y violenta contra este país; porque no se le ocultan los resultados aun cuando él triunfase.

“Pero puede ser forzado por la opinión unánime de los demás pueblos, si no sabemos neutralizarla a tiempo. Lo cual me parece bien fácil hoy; pero si una vez se enredan las cosas que podría responder de nada, si no es la ruina cierta de estos alterables pueblos. […]  

Aún tengo tales datos que me ocuparía de buena gana de negociar estas resoluciones -pero como lo preví desde que cayeron en desgracia las bases de la convención en junio y se proclamó una política distinta, me siento tan embarazado y en una posición tan falsa, que no sé cómo hacer para no caer en ridículo, permaneciendo en el Ministerio.

“Lo único que podría salvarme era efectuar algo de importante sobre nuestra haciendo pública; pero esto es imposible mientras no se asegure un arreglo cualquiera con nuestros vecinos, y mientras no se funde un orden en nuestra provincia.

“Amigo, mientras nuestra política interior no tenga más polos que los de Unitario Y Federal no será posible quietud ni confianza. Ud. verá y tocará por sí mismo cómo se desmorona, y cómo se divide y subdivide lo que se llama partido Federal.

“Ya lo presiente Ud. mismo, y con razón. Nosotros estamos de acuerdo en lo sustancial; quizá en los modos de proceder está la discordancia. Yo repruebo completamente el lenguaje del "Lucero": las increpaciones. y los insultos son malos, malísimos e impropios en estas circunstancias pero los sarcasmos y las bufonadas todavía son peores porque irritan el amor propio; y Ud. sabe que un hombre olvida, y aun disculpa al que le da una estocada; pero nunca al que dice una palabra de menosprecio y lo pone en ridículo.

“Por mi parte he hablado con dureza al editor del "Lucero"; pero este hombre hace otro mal que es el de esparcir por todas partes y entre toda clase de gentes que él no hace sino poner lo que le manda poner el gobierno que lo paga. […]

“Mi posición, amigo, es muy falsa, es preciso que cese cuanto antes. No debo estar en el ministerio como los santos en Francia, con los ojos claros y sin vista. La situación del país es crítica, no me arredra esto, antes eso me ha animado a volver a los negocios públicos; pero ya que estoy en ellos es preciso que corresponda a las esperanzas de los que algo han amparado de mi, y que obre según lo que entiendo. Da otro modo ni sirvo al público ni correspondo a su confianza, ni a lo que me debo a mí mismo […]”.

En la mencionada carta le dice, entre otros temas, en su parte pertinente que es necesario un acuerdo con Paz y que no cree que el mencionado actúe en forma violenta o brusca y que es necesario para la paz definitiva un acuerdo entre Federales y Unitarios haciendo hincapié en que tal vez los métodos o modos de proceder entre él y Rosas, son distintos aunque –aclara, por las dudas- que el objetivo son los mismos.

García hace mención a lo que dice un diario ‘El Lucero’ respecto al lenguaje usado y las agresiones pero implícitamente hace ver que ese lenguaje pareciera que emana del propio gobierno; es decir, de Rosas. Lo cual seguramente habrá tensado las relaciones entre el Restaurador y su Ministro.

La comunicación entre ambos se vuelve tirante en este caso, y García amenaza renunciar…

Pero, claro, no solo eran tensas las opiniones de Rosas y García en temas políticos, sino a esta altura en temas económicos y de gestión:

Veamos.

En sendas cartas del 26 y 27 de Septiembre de 1830, le escribe a Rosas:

En la primera le dice:

“Mi estimado amigo y Señor Don Juan Manuel de Rosas:

[…] “Lo del Sr. Alsogaray estaría ya despachado, al no fuese por la orden de Ud. para que se entregasen al mismo Sr. López cinco mil y tantos posos metálicos urgentísimamente para el correo que salió. Quien facilitó cinco mil y tantos con mayor razón habría facilitado cuatro mil, que es lo que resta de la primera cuenta, pero dar nueve mil y tantos a un tiempo era cosa Imposible.

“Mucho más cuando habla que dar sobre diez mil pesos metálicos con igual urgencia para el Sr. Moreno que al fin se ha quedado.

“Estas ocurrencias imprevistas, y urgentes lo desconciertan todo, y nos sacan de quicio, y agotan también mi paciencia. Ahora se me anuncian nuevos gastos de guerra, y las entradas bajan y deben bajar por fuerza -con que demore un poco podremos poner papel en alquiler a la Tesorería, porque será excusado ocuparla con cajas vacías.

“En todo este año no hemos hecho más que ir aumentando gastos ordinarios y extraordinarios en todos los departamentos; se dice que es peligroso hacer reformas, más peligroso y aborrecible será no pagar después sueldos y tener que sacar contribuciones forzosas, etc., etc.

“La confianza que antes había, las esperanzas que se habían concebidos, se han desvanecido entre los nuestros y los extraños y unos temen por sus personas y otros por la bancarrota del gobierno que ven venir a toda prisa. “En fin, todos los elementos con cuya combinación contaba se han disipado. “El Gobierno puedo seguir el rumbo quo ha tasado pero se engaña si cree que así podamos tener sistema y orden en la hacienda.

“Bajo un régimen perfectamente arbitrario no hay ni puede haber crédito, ni lo ha habido nunca”

Luego de esta carta escrita en fortísimos términos, al día siguiente le envía otra, esta vez sin protocolar saludo. Lo que es sumamente extraño tales faltas de formas…El tono es francamente duro como la anterior…:.

“Buenos Aires, 27 septiembre 1830.

[…] “Para la cuenta del señor López encomendada al señor Alsogaray, sólo faltan 1.000 pesos; y si oso falte es de Ud. la culpa, pues me ha mandado pagar con urgencia de horas, 5.000 y tantos pesos metálicos para el mismo López, que se cargarán al señor Vidal. Lo de los guardas no me habla Ud. dicho y serán atendidos oportunamente.

“En cuanto a Peña es un joven que aprecio particularmente y que no dejaré pasar ocasión de protegerlo. Según todas las apariencias vamos corriendo a una próxima bancarrota.

“De un año a esta parte van creciendo los gastos en todos los departamentos y cuando parecía que podría esperarse disminución, empiezan con mayor fuerza: a este paso las entradas van a bajar extraordinariamente; el comercio y la industria se paralizan, la población huye y el crédito y la confianza desaparecen dentro y fuera.

“Ello es que para el mes de noviembre será preciso poner papel de alquiler a la Tesorería como a los cuartos vacíos. No hay esperanza en reforma de gastos, ni en volver  las formas legales, que inspiran confianza y animan a los ciudadanos, el país está agotado y miserable ¿Qué especie de milagro se exige de mi? Henmos venido a un término enteramente opuesto del que se me propuso y sobre el cual consentí en servir.

“Se dice que mis reflexiones son hijas del miedo y efectivamente hay cosa, a que tengo más miedo que a la muerte y hago gala de tener ese miedo. Ud. se nos desapareció repentinamente, qué sé yo que tantas cosas podrían decirse en esta especie singular de gobierno en que vivimos; pero no puedo omitir recordarle que no se ha puesto ninguna resolución sobre ad solicitud, que es pública y que parece merecer un momento de atención.

“Al señor Tomás hablé sobre esto y convino en que era necesario decretar algo, bien que insinuó sl seria o no propio dar otra forma al memorial.

“Ud. se nos desapareció repentinamente y ml solicitud está sin resolución hasta ahora, sin embargo de que se ha hecho tan pública. Si el temor de ella es inconveniente, poco cuenta reformarla en la parte que no convenga”.[este último párrafo está tachado]

Según García, Rosas necesitaba ingentes sumas de dinero para la guerra, la lucha contra los indios, sus malones, etc en el interior de la Provincia, necesarias, por supuesto pero García se desesperaba diciéndole que las arcas del gobierno estaban exhaustas, las deudas se acumulaban por dicha causa y que la culpa era- directamente- de Rosas.

Es de imaginar la reacción de Rosas ante dicha imputación.

El 29 de Septiembre de 1830 Rosas le contesta –el mismo día de recibida- a García puntillosamente a las manifestaciones de García.

Rosas se muestra alterado con lo dicho por García y contesta –a borbollones y enojado- sobre los dos puntos que trata la carta de García: temas políticos y temas económicos.

“Voy a contestar a su estimada del 27 Que recién hoy he recibido. ¿Pero amigo qué quiere Ud. que hagamos con esos hombres que no quieren estar quietos, ni respetar la autoridad? ¿Dejarlos que trabajen a su gusto con descaro y libertad? ¿No ve Ud. lo que están haciendo? ¿Los hechos mismos de ellos no están mostrando que el gobierno con razón se pone en guarda y toma algunas medidas de seguridad? ¿Y pesar de esos hechos y de todo cuanto el mundo ve qué medidas fuertes son las que se ven en el gobierno? ¿Los ahorca, les quita sus bienes, etc.?

“No entiendo amigo, qué es lo que Ud. quiere entonces o qué lo que me quiere decir en su carta.

“Yo estoy conforme en que conviene generalizar las ideas que Ud. me manifestó noches pasadas en el fuerte; mas ¿quién escribe o quién se encarga de hacerlo? y entretanto ¿cómo podremos estar parados sin conservar el calor público y sin ponernos en actitud de guerra? ¿Y si Paz nos avanza de repente a la desesperada, y Lavalle del mismo modo se avanza sobre el Entre Ríos? ¿Los unitarios, los enemigos de la quietud pública no son los autores de la toma de la Sarandi, de las reuniones en el Estado Oriental, etc. para emprender sobre nosotros o Entre Rios y de que Paz esté amenazándonos. etc.?

“Y ¿si todo esto no puede negarse, cuáles son los medios de restablecer en ellos el crédito, y la confianza? ¿Callarse? ¿Dejarlos que sigan y dejarnos estar quietos? ¿Llamarles, rogarles?

“Yo no entiendo cómo esto podría ser el remedio cuando vemos que los empleados disfrutando el sueldo del gobierno son los peores. ¿Dejar la aptitud de guerra, no permitir que hablen los periodistas, etc.?

“Y entonces ¿quién nos asegura que nuestros contrarios han da hacer otro tanto? Desaparezcan los nublados del Estado Oriental: nuestra paz que no nos ha de incomodar. Cesen los unitarios de trabajar contra el Gobierno, y verá Ud. si hay quietud: si hay arreglos y si hay otro que respete más que yo la libertad de hablar, de opinar y de escribir.

“Entonces los hombres serian llamados a los destinos públicos, por sus aptitudes, y no por sus opiniones y aptitudes, o por sus opiniones, y otras causas.

“Mi separación no ha podido ser repentina porque hacía días que estaba anunciada. Sobre su renuncia Ud. habló con Don Tomás [Anchorena], y quedaron conformes.

“Darse al público así como está, ya Ud. debe hacerse cargo, que ni a Ud. ni al gobierno, ni al país, le conviene: porque la contestación necesariamente debe ser arreglada al sentido de su renuncia.

“Si Ud. se empeña en que se publique haga otra de acuerdo con Don Tomás y entonces se publicará con la contestación de no admisión.

“Al leer el último párrafo de su carta veo que quizá no he tenido motivo para mis antecedentes conceptos sobre nuestro estado político, etc.

“Me gusta su modo da discurrir en este artículo. Estamos enteramente conformes: pero cuál podría ser el camino para arribar a ese término feliz. Yo no puedo alcanzarlo. Apúntemelo Ud. de una manera que yo vea claro; en la inteligencia que nadie lo desea más que yo. Ud. no ha contestado a algunos puntos importantes de mi carta, y voy a repetirle lo más preciso.

“Urge sobremanera pagar el resto de la milicia que sirvió en defensa de las leyes. Los gastos en el negocio pacifico no pueden dejar de hacerse porque nos pueda traer mucho mal en las circunstancias. Yo estoy ya sin medio hace días, y muy empeñado mi bolsillo.

“Cuando Ud. me mandó los veinte mil pesos últimamente a la sub-Inspección, tenía ya suplido más de esta suma. Los milicianos que faltan que pagar son del sud, que han quedado para el último porque me conocen más. Son los que más han servido. y en premio se les rejunaron sus caballos y aún no se les ha pagado.

“No crea Ud., mi amigo, que con esto quiero decir algo de queja hacia usted. Sería un miserable ingrato si alimentase tal idea. Sé que Ud. no es santo para hacer milagros, y que sin serlo ha hecho demasiado en esta jornada. Si persuadido de la necesidad y de mis conflictos, y que ya absolutamente no tengo cómo moverme si no me escondo donde nadie de estos hombres me vea y que convencido, vea si puede hacerse algo para sacar dinero de alguna parte.

“Quiero que el sub-inspector rinda ya su cuenta y al efecto le he encargado que no reciba más dinero, y la cierre para que la presente, pues, está muy larga.

“Además ese hombre tiene mucho que hacer, no puede llevar la cuenta y yo soy el que me perjudico. Por esto y por lo que ya otras veces hemos hablado quisiera más bien un comisario que recibiera este dinero y rindiera las cuentas por periodos cortos. Corvalán me parece hombre honrado y muy capaz para esto, y como Edecán está a mí inmediación.

“Si esto no esté fuera de regla usted debe saberlo. En tal caso al entregarle el dinero Ud. le dirá de oficio cómo debe conducirse, etc

“Va la nota de los arrendatarios para que haga Ud. extender los documentos según acordamos, etc. Vea lo que dice Pacheco en esa carta sobre la milicia y dígame qué podré contestarle. Yo quisiera pagarles antes de largarlos, porque luego se dispersan y cuesta. Por otra parte cuando se largan sin pagarles no van contentos los milicianos, y aquella gente ocupa la vanguardia.

“De Ud. afmo amigo. J.M.R”

Analicemos esta riquísima carta de Rosas y sus consideraciones políticas.

Le hace ver a García las acciones de los Unitarios y le pregunta a él si el gobierno debe no hacer nada ante el avance militar y civil de Paz y Lavalle que son enemigos de la paz pública.

Hacer ver que si los Unitarios toman el Estado Oriental luego caer sobre Entre Ríos

Es necesario que los Unitarios que atacan permanentemente al gobierno cesen de sus acciones y la paz y quietud volverá al país. Y que el mismo [Rosas] respetará la libertad de hablar, de opinar y de escribir. En tal caso los puestos públicos estarán a cargo de los hombres según sus aptitudes y no por sus opiniones y otras causas.

Aquí queda resaltado lo que ya hemos dicho antes en el presente trabajo y en otros: Rosas se opone a la anarquía que se produce por el intento de los Unitarios de revolucionar el gobierno legal argentino, pero no a las opiniones políticas sin que ello altere el orden legal.

Le pregunta a García si él tiene la fórmula para lograr la paz en la patria distinta a la que Rosas entiende. Si es así, que por favor se la indique.

Si García insiste en renunciar debe hacerse de manera tal que no perjudique al gobierno, al país ni al propio García. Si insiste éste, que arregle las formas con Tomas [Anchorena]

Cambiando de tema se explaya sobre las necesidades económicas para la guerra contra el avance Unitario  (recordemos: con apoyo francés) y para –en paralelo- la lucha contra los indios rebeldes. Los soldados que hace mucho tiempo luchan se merecen sus emolumentos y Rosas no transa sobre dichas necesidades cuidando a sus soldados y oficiales.

Poco tiempo después, -6 de Octubre de 1830- García les escribe otra muy extensa carta llena de conceptos políticos personales. Directamente le hace ver cómo piensa sobre el Gobierno, sin rodeos y crudamente.

Se despacha profundamente, casi sin respirar, con su modo de ver la marcha del gobierno sin reparar en lo que pueda pensar Rosas al respecto, lo que sienta definitivamente su modo de absoluto de reflexionar sobre el propio gobierno de Rosas, algo que seguramente llevaba ‘in pectore’ hace mucho tiempo.

Buenos Aires, octubre 6 de 1830.

“Sr. Don Juan Manuel de Rozas.

“Mi querido amigo:

“He estado indeciso sobre si escribir a Ud. acerca de los puntos que comprende su apreciada carta del 29 del pasado. Me sentía muy inclinado a guardar silencio, pero ha prevalecido en mi ánimo la obligación en que me considero como amigo y como individuo en la administración de decir a Ud. neta y claramente lo que pienso, sean cuales fuesen las consecuencias.

“Me limitaré sin embargo a los dos puntos más principales en la política interna y exterior en nuestra provincia.

“En cuanto a lo primero: ¿de dónde ha podido Ud. imaginar, que yo quiera que nos estemos durmiendo, y dejemos buenamente obrar y conspirar a los adversarios al presente orden de cosas?

“Bien lejos de eso, mi opinión es que todo gobierno que se está sin acción cae de suyo aunque nadie lo ataque.

“Pero eso nada tiene que ver con el sistema que un gobierno ahorque a los conspiradores; tampoco sería nuevo, antes por desgracia tenemos demasiados ejemplos recientes, en que se toman medidas de proscripción con personas que se consideran sospechosas o peligrosas, aunque sean en efecto inocentes.

“Pero lo que me horroriza es otra cosa y voy a decirla. Después de haber observado cuidadosamente lo que pasa, estoy persuadido que no ha habido conspiración en que sea cómplice esa masa de hombres que la mayor parte de ellos no pueden inspirar temores que justifiquen ese golpe. y que Ud. no las tiene tampoco; y que la única verdadera razón que ha tenido para proceder así es dar gusto a los deseos de ciertos amigos, que temen mucho y de la multitud vulgar en la que cada uno tiene en su respectiva clase alguna venganza, alguna prevención o alguna ofensa que satisfacer.

“Ud. lo que ha pensado es acreditarse así con la multitud, de que es hombre capaz de acabar con los Unitarios sin piedad; y en fin, Ud. he considerado esto como un recurso para levantar el espíritu y el entusiasmo de las masas. Sólo así se pueden explicar ciertos fenómenos.

“Por consiguiente el hecho hoy es que una parte de ésta nuestra población esté enteramente a servicio de la otra; que por una simple delación o insinuación puede ser arrancada del seno de su familia, encarcelada, desterrada y ahorcada también siguiendo la misma regla.

“Esto es horrible y no puede ser amigo de Ud. ni de la patria quien se lo aplauda.

“¿Cree Ud. que una tal medida y ejecutada como se la ejecuta aumentará la moral del gobierne y lo asegura contra las acechanzas de sus adversarios?, pero Señor es todo lo contrario.

“A Ud. no es fácil de que le digan la verdad y habiendo tomado el rumbo que ha tomado, cada día le será más difícil saberla.

“El hecho es, qué harán sus amigos de Ud. ardientes y furiosos federales que en el calor de sus disputas parecieran desear medidas de rigor, están completamente disgustados de tan extraña manera de proceder y Ud. se echa sobre sí no sólo la odiosidad natural de una tal medida sino las maldades y picardías que se hacen a su sombra.

“Ud. se consuela o  pretende consolarse con que pasando las circunstancias vendrá el siglo de oro y el imperio de la ley; yo no puedo alucinarme; porque una vez empeñado Ud. en esa senda fatal cada día encontrará nuevas circunstancias y nuevas razones para seguirla, harán que de consigo y con el país en la última desgracia.

“Hoy prenderá cincuenta y esto le dará motivo para prender mañana ciento y al otro día doscientos. Ya lo ha visto Ud. lo que es el atentado en la "Sarandi" y los hilos que se cruzan allá en la Banda Oriental.

“De la multitud de hombres, que se han hecho salir de aquí. no sé cuántos podrán tener noticias de esas cosas, pero esos mismos hombres apartados ahora de sus familias desesperados unos y con algún influjo otros ¿qué le parece a Ud. que harán y pensarán en la tierra extraña?

“Tantos eclesiásticos v.g.r., que naturalmente ocuparán curatos en la Banda Oriental, porque allí hacen falta. Otros de diversas profesiones que por sus actitudes tendrán influjo próximo, o remoto en las opiniones de los gobernantes y en las gentes principales en aquel país ¿No lo parece a Ud. que modifican la opinión  general, y no sólo allí, sino en otros lugares que quizá menos piensa Ud.?

“Yo creo pues que esas medidas por cualquier lado que se las mire han producido y van produciendo un efecto diametralmente opuesto al que Ud. se imagina.

“Yo conozco que hablarle de esto, es bien excusado, pero yo estoy obligado a hacerle so pena de ser considerado y confundido con les esclavos viles y aduladores miserables del poder o de las pasiones de partido.

“Algunos se persuaden que mis opiniones son influidas por la pusilanimidad; pero éstos deben saber, que hago gala de temer ciertas cosas, más que la muerte; y que ni la algazara, ni los gritos furiosos en las facciones, ni el enojo de los demagogos, me harán aprobar, ni aplaudir lo que en mi conciencia crea detestable y contrario al bien de mi país.

“Sé dar lo que se daba a las circunstancias, pero esto tiene su limito del cual nadie puede pasar sin hacerse criminal.

“Ud. me dice quo le gusta ni modo de pensar, que querría saber cómo podría llevarse a ejecución, que sería muy bueno establecer un periódico en el sentido que le Indiqué noches pasadas. si hubiera quien se hiciera cargo de él. etc.,

“Todo eso se podría decir y hacer sin grande dificultad, pero ¿Quiere Ud. que me ponga a desempeñar el papel de bobo cuando la política secreta del gobierno sea otra, como lo sospecho? ¿Quiere Ud. que exponga a los que inocentemente se preocupan a trabajar en ese sentido, a ser sacrificados después porque así convenga, para animar el entusiasmo público? No, amigo, mejor será callar, que complicar inútilmente la marcha en el gobierno buena o mala, forzada o libre.

“Vamos ahora a lo respecto de la política exterior. De ésta depende según Ud. mismo el remedio en los males presentes que nos agravian, y nos amenazan.

“Hemos pensado o parecido pensar uniformemente en otro tiempo, pero ¿quiere Ud. que se le diga lo que siento hoy respecto a las opiniones de Ud.? Pues se lo voy a decir sin rodeos: Ud. no piensa ya en ninguna negociación con las Provincias interiores, Ud. prefiere hoy la guerra civil a tratar con ellas; todas las protestas hechas de palabra y por escrito, se han desvanecido. Este gobierno ha tratado con el de Córdoba, tiene relación con los demás, les ha pedido y ha recibido de ellos autorización para las relaciones exteriores, les ha dado oficialmente avisos y cuenta en los negocios generales, se los da y deberá dárselos aun sin examinar su legitimidad, pero cuando se habla de establecer la paz interior, que es lo que más importa y deseen todos y lo que tiene un deber más estrecho en procurar, Ud. alega que no puedo tratar, porque sería reconocer esos gobiernos, que Ud. cree ilegítimos y usurpadores.

“Esto no sólo lo piensa, sino que si no me engaño, lo habrá escrito así algún Gobierno respetable del continente, por cuyo medio los sabrán las provincias interiores cuando no lo sepan por otro y no quedará más arbitrio que el de las armas.

“Ud. combatió en otro tiempo por principio el no mezclarse en los negocios domésticos de las provincias interiores y repeler por la fuerza una intervención semejante en los de la nuestra y ahora, quiere Ud. juzgar en la legitimidad o ilegitimidad de los gobiernos ajenos;

“Ud. me ha dicho mil veces que le que encendiera de nuevo la guerra civil sería reo del mayor de los delitos, y ahora Ud. adopta máximas, que la encenderán sin remedio.

“Si el Gral. Paz desea un pretexto o una ocasión en hacer la guerra como Ud. teme, ahora le viene la ocasión a la mano y además la ventaja de echar sobre nosotros la causa de ella.

“En fin. Ud. estará dispuesto a tomar resolución de esta trascendencia, resolución en que pende el ser o no ser del país, sin consultar la opinión pública, quizá contrariándola y todo por un acto de su simple voluntad.

“¿¡A dónde vamos, Dios Santo?!, Ud. dirá que está seguro en el triunfo. Sea así, porque Ud. ha pensado y me ha dicho a mí y a otro, que cualquiera que triunfe el país era perdido, o corría el último riesgo de perderse.

“Así pues, sea que mire a la política interior, o a la exterior, todo ha mudado. Yo he llegado al fin a adquirir un terrible desengaño. ¡Qué diferencia entre lo que tantas veces me ha hablado Ud. a lo que ahora estoy conociendo! Me dijo Ud. la verdad entonces y ¿ha mudado después? ¿o quiere Ud. ocultarme los verdaderos sentimientos y engañar a un amigo que de buena fe le decía sus opiniones y sobre la fe de sus provincias se comprometía tan lealmente a guiarlo, a salvar el país en circunstancias tan difíciles? He abierto a Ud. de par en par mi corazón, nada queda dentro de él que no pueda Ud. registrar. Diga con la misma franqueza si me he equivocado o no sobre lo que pienso de las opiniones en el día.

“Esto reglará mi conducta, porque si es lo que yo pienso, si Ud. hablando de paz quiere forzar la guerra y traer sobre esta provincia sus calamidades, sea por la razón que fuera, entonces mi partido está tomado.

“Bien entendido, que aun cuando tuviera el triunfo en la mano lo considerarla criminal, mientras hubiese otro camino que el de la guerra, para pacificar al país y jamás concederé que un hombre tenga en nuestra tierra el derecho de disponer a su arbitrio de su destino ni que haya autoridad que pueda conceder tan tremendo privilegio.

“Podría añadir algo para probar cómo la producencia (sic) [debe seguramente haber querido decir ‘prudencia’] común esté enseñando la conducta que debemos observar; pero ha llenado ya mi objeto, diciéndole lo indispensable para satisfacer a su causa y darle razón de mis ideas y de los principios que han reglado mi conducta y que la reglarán en adelante. Por lo demás yo le deseo muchos amigos tan sinceros y desinteresados como yo es de Ud. Manuel José García”.

Ahora analicemos esta declaración de principios de García.

Finalmente García se anima a decir lo que piensa. Tanto en cuestiones de política interna y externa, sin importarle las consecuencias.

El concuerda con Rosas en que la inacción respecto a los enemigos del Estado es perjudicial pero ello no significa, según su criterio, en que se proscriban a personas solo por ser sospechosas y que esa masa de hombres no pueden ser peligrosos para la estabilidad del gobierno y que si Rosas los persigue es porque amigos de él los temen.

Y que si Rosas actúa sin piedad contra ellos es para granjearse la simpatía de las masas Federales.

No puede ser, dice indignado García, que por simples delaciones sean arrancados de sus familias, encarcelados, desterrados y hasta torturados.

Que todo esto se le volverá en contra a Rosas y hace ver a Rosas algo que pocos se le animaron a decir: que a él –es decir, a Rosas- es difícil que le digan la verdad de lo que ven y piensan sus funcionarios y esto se le volverá en contra.

García le pronostica que a diferencia de lo que Rosas piensa en el sentido que pasadas las circunstancias extremas de la guerra, vendrá un siglo de oro y paz, García piensa que al revés: cada vez mas Rosas se embarcará en un camino sin retorno causando la desgracia del país.

Que las medidas políticas de Rosas van produciendo efectos opuestos al querido o imaginado por éste y que él, García, no es un adulador miserable como tantos otros. Que los gritos furiosos de los Federales extremos o amenazadas le harán callar su conciencia ni aplaudir tales actos.

Y que si bien hay decisiones políticas necesarias tomadas por el gobierno de Rosas, todo tiene un límite.

García cree que Rosas le mintió cuando le decía que buscaba la paz y la concordia entre los Federales y Unitarios y que en verdad prefiere una guerra a muerte contra los Unitarios.

También García le plantea a Rosas que en él hay una contradicción: por un lado dice respetar la legitimidad de los gobiernos del interior a fin de establecer la paz en el territorio pero por el otro lado dice que Rosas no puede tratar con estos gobiernos ni reconocerlos porque entiende que son ilegítimos y usurpadores.

García finaliza diciendo que se ha desengañado de las palabras de Rosas preguntándose si Rosas pensaba de manera distinta entonces y ahora o si siempre pensó como ahora y se lo ocultó a él.

Si es así, entonces –dice García- él ya tomó partido. Y aunque Rosas triunfara igualmente lo consideraría criminal si dicho triunfo se basara en las armas disponiendo a su arbitrio de los destinos del país.

En fin, durísimo mensaje de García. Quema todos los barcos. Y es sin retorno.

Lo paradojal es que esta carta es de Octubre de 1830 y sin embargo sigue como Ministro de Hacienda hasta el fin del período de gobierno de Rosas en 1832. ¿Cómo pudo ser? Entendemos que Rosas hizo realidad lo que siempre declamó: él no estaba en contra de las ideas y personas mientras no intentaran ir contra el orden legal. Solo valoraba sus capacidades, sus méritos en la materia de que se tratase sus funciones gubernamentales.

En el caso de García él, valoraba sus conocimientos financieros y económicos aunque políticamente fueran diametralmente opuestos. No solo no lo persiguió, no solo no le pidió la renuncia, sino que lo mantuvo en el puesto hasta el fin de su mandato cuando finalmente García, coherentemente, renunció.

Se suma, a no dudarlo, que, como en su momento lo dijo y lo decía Rosas no abundaban funcionarios con conocimiento y capacidad técnicas en los distintas ramas del Estado y ‘echaba ‘mano a lo que tuviese en su momento. Rosas mismo se encargaba de dictar las medidas políticas y los criterios de gobierno que consideraba mas afín a sus ideas de Estado y dirigía las acciones de sus funcionarios, pensaren estos como pensasen.

El tema es que tal vez las abstracciones ideológicas de García lo apartaban de la realidad circundante y no visualizaba con nitidez como el Unitarismo con sus leguajes floridos y su instrucción –no confundir la misma con ‘cultura’ – obraba como zapa disolviendo la nacionalidad aliándose a los mas bajos intereses extranjeros, bajo un ropaje almibarado que destrozaba y proyectaba la fragmentación del país infundiendo el terror en el interior como lo hicieran finalmente durante décadas después de la Batalla de Caseros en 1852. Algo que Rosas preveía. No se podía dar la otra mejilla a quien ladinamente obraba queriendo aniquilar nuestras tradiciones hispanas para insertar artificialmente costumbres francesas e inglesas en nuestra anulando nuestra idiosincrasia como finalmente lo consiguieron durante décadas luego de Caseros hasta nuestros días.

García por desconocimiento de nuestros orígenes o por su matriz liberal afrancesada o inglesa creyó ingenuamente o no que se podía pactar con el criterio disolutivo de país encarnado en los Unitarios especialistas en romper pactos y acuerdos para lanzarse a la destrucción de los pueblos del interior y de sus riquezas agropecuarias, mineras e industrias  incipientes.

No juzgamos las intenciones de García pero si que su modo de pensar inclinaban la balanza a favor de la colonización mental y física de la nación.

Es que si alguien quiere entender el presente debemos comenzar por comprender el pasado. El estudio de la historia y sus hechos nos permite tomar conciencia que el pasado es una explicación del presente.

De tal forma, que si hoy no llegamos a entender, a discernir lo causal que sucede en nuestro país es porque no entendemos que sucedió verídicamente en el pasado.

Esto vale también para lo que sucedía en 1839: para entender y explicar por qué en tal fecha García pensaba de esa forma debemos saber cómo pensaba y actuaba García en el pasado; más precisamente en 1827 cuando firmó en nombre del gobierno la famosa y triste ‘Convención de Paz’ con los brasileños por la cual entregaba a la Banda Oriental al Imperio.

Y si bien es cierto que en su momento Rosas vio con buenos ojos tal tratado, posteriormente tomó nota de su error que lo llevó durante toda su postrera existencia a luchar por la suerte de los Orientales hasta sacrificar su propio gobierno y sufrir su caída.

Y hablando de tomar nota, Rosas lee la postura de García en su última carta y le contesta por carta del 9 de Octubre de 1830.

Principia con un tono amigable- aunque con cierto ironía- y le explica que no ha cambiado su forma de pensar pero, si asi fuera, los hechos han cambiado y que por lo tanto no sería extraño que él, Rosas, cambiase el modo de ver las cosas. Veamos la parte pertinente de la carta, sin considerar cuestiones de mero trámite..

“Monte de Castro, Octubre 9. 1830

“Mi estimado amigo y Sr. Don Manuel José García:

Debo contestar a sus estimadas cartas del 6 y lo que pueda haber pendiente sobre la del 21 y la del 30 del pasado.

“En primer lugar debo decirle que Ud. nada me ha contestado sobre el asunto del gobernador López, y yo le he de estimar que un día de estos haga un lugarcito, para pedir la nota que se le pasó cuando recién subí al gobierno, y que fue hecha por el Sr. Guido, habiendo antes precedido el acuerdo de los tres. Este documento oficial se ha publicado en nuestros diarios en los de Córdoba y Montevideo. […]

 “Respecto al grande asunto de alta política vaciada en su citada del 6, y sobre que me muestra claro su modo de pensar, solo diré: primero, que la ingenuidad, franqueza y claridad con que me habla es para mi muy estimable porque no puede ser otro el lenguaje de la verdadera amistad.

“Segundo, que se ha engañado cuando ha dudado de mi consecuencia de principios. Son los mismos; pero nada tendría de extraño que hubiera variado de marcha convencido de la perfidia clara a toda luz de los enemigos del sosiego público.

“Lo que hay de cierto es, que no habiendo buena fe en los que dominan los pueblos del interior, es necesario manejarse de una manera muy hábil, elástica y que al mismo tiempo no se aparte un punto de nuestra consecuencia de principios en la causa justa que sostenemos; porque los días corren, las cosas cambian, mañana los que hoy están abajo pueden estar arriba y entonces pobres dé nosotros. Lo peor sería que con razón nos mirarían como a pérfidos hermanos.

“En fin Señor Don Manuel esto es largo y ya no tengo tiempo para continuar. Le encargo la reserva de esta carta y que la queme. Si Ud. quiere hablar conmigo sobre este asunto y ponerse al corriente de mis intenciones. Si quiere Ud. que lo convenza de que mi marcha no puede ser otra: que veo claro y que no he cambiado, véngase mañana a San José de Flores, a eso de las diez. Le servirá de paseo y hablaremos cuanto sea conveniente. […]. Nada más por ahora puede decirle su afmo. amigo y compatriota. J.M.R“.

Pues bien, Rosas finamente pero con ironía le hace ver que todavía está esperando respuesta sobre un tema referido a Estanislao López. Respuesta que urge pero que, aparentemente, García ignora con su silencio.

Es que Rosas en apoyo del Gobernador de Santa Fe quiere publicar su biografía, en hábil maniobra política para ganarse mas aún su afecto y fidelidad.

Luego Rosas entra de lleno en su respuesta sobre lo que imputa García diciéndolo que le agradece su sinceridad pero que la misma destila ingenuidad. Le dice que él, Rosas, no ha variado sus principios políticos y de acción pero que, si así fuera, ello estaría en concordancia viendo la perfidia persistente de los enemigos, es decir, los Unitarios que obran de mala fe lo que obliga a manejarse con habilidad  y elasticidad porque los que hoy están arriba –es decir, los Federales- mañana pueden estar abajo y viceversa.

Rosas se cansa de dar explicaciones y corta abruptamente su análisis y le dice a García que si quiere hablar más sobre el tema, lo invita a que venga donde Rosas se encuentra –San José de Flores- para hablarlo.

No sabemos si la invitación fue seriamente hecha o no y tampoco sabemos si García fue allí para conversar al respecto con el Restaurador. No hay elementos para saberlo a ciencia cierta.

Rosas le pide que queme esta carta luego de leerla, lo que –es obvio- no hizo García.

Luego hay otras misivas sobre temas económicos para atender la campaña, sobre ascensos de determinadas personas y sobre la guerra contra el Gral.Paz que domina el interior.

Pero, debe haber habido alguna otra carta enviada por García –la cual desconocemos- respecto a cuestiones de procederes políticos que seguramente el Ministro insiste en sus posturas y que ofusca a Rosas el cual le contesta breve pero cortante perdiendo casi la compostura:

“Contestación a 30 de octubre 1830 Señor Manuel J. García: Mi respetado amigo:

“La carta de usted me ha desagradado mucho. Su segunda parte envuelve cosas muy graves que puesto se empeña Ud. en decirme a ese respecto lo que quiera o ha creído conveniente, yo no puedo ya disimular ni dejar de hablarle con la misma claridad.

“Medite usted y verá usted no puede perderse momento. En virtud de todo lo espero ahora mismo como igualmente al Señor Dn. Tomás. Pueden ustedes venirse en coche.

“Si hay en esto algún género de incomodidad yo mismo iré al Fuerte y allí tendremos acuerdo formal. En este caso mándenme ustedes el coche y sin demora estaré en el Fuerte.

“Sírvase usted verse con mi primo Dn. Tomás y acordar si deben Uds. venir o si es mejor que yo vaya; para mí es lo mismo una cosa que otra. De usted afmo. JMR”.

A lo largo de lo que resta del año 1830 y en los primeros meses de 1831 se suceden cartas de Rosas a García sobre temas de gestión económica y las necesidades que tiene permanentemente Rosas para cubrir gastos de la milicia en la campaña. Rosas, más allá de lo político valora la gestión de García en la faz presupuestaria y le pasa el informe de las necesidades financieras. Como por ejemplo, en escueta carta del 1º de Abril de 1831:

1º de Abril 1831. Sr. Ministro:

“Al N° 5 de milicias en campaña se deben los meses de febrero y marzo, que debe V.S. mandar pagar entregado el dinero al habilitado en el cuerpo Coronel Ortiguera.

“Debe también pagarse al N° 2 de milicias en campaña de los meses de febrero y marzo.

“El N° 4 tampoco está pagado en los meses de febrero y marzo y es uno de los que con preferencia deben ser pagados en estos dos meses.

“A la Artillería de campaña debe también pagarse de los meses febrero y marzo. A la Sub Inspección que va a marchar debe pagarse el mes de marzo que se le debe. Dios Guarde a V.S. muy atentamente”.

Recordemos el contexto del país: ante el avance de Paz por todo el interior ocupando Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero, Rosas firma el conocido Pacto Federal el 4 de Enero de 1831 con Santa Fé, Entre Ríos para defenderse de Paz. Luego con la caída de éste, las provincias recuperan su libertad y firman también dicho Pacto.

Pero, el 10 de mayo de 1831, cerca de la localidad de Villa Concepción del Tio (al noroeste de Córdoba), Paz fue sorprendido por las fuerzas Federales y su caballo fue boleado cayendo prisionero (Lo que Paz tenía de excelente estratega militar, no lo tenía como jinete. Se decía que en esto no era muy versátil).

Entregado prisionero a Estanislao López, fue trasladado a la ciudad de Santa Fe, donde comenzó una etapa en prisión que se extendería por ocho años; los primeros cuatro en Santa Fe, mientras Rosas pedía a López que lo ejecutara, a lo que el santafesino se negó.

A mediado de Junio Rosas envía una extensa carta a su Ministro de Hacienda sobre temas también referidos a necesidades económicas para luego hacer consideraciones de índole política.

“Pavón, Junio 21, 1831

“Señor Don Manuel García: Mi apreciable amigo:

[…] “Ya están llegando las remesas y creo que vendrá pronto el completo de los dos mil. Ahora, pues ya Ud. debe penetrarse de la necesidad de pagar los recibos que se presenten visados por mi hermano Don Gervasio.

“Hoy daré la orden para que el coronel Pinedo regrese a esa capital con la fuerza de milicia de su mando, que hoy está en el puerto de Coronda.

“Por Dios le suplico que no se despida sin pagarles los dos meses que se les adeuda de Mayo y presente Junio. Lo que se les dio al salir de ésa fue gratis para que dejasen algo a sus familias. Es necesario que lleven siquiera esos infelices algún socorro para sus pobres familias.

“Todos son pobres, y ¿cómo encontrarán sus pobrezas, sus miserables familias? Que ya que no les puede remediar, no les queda que decir que no se les ha pagado. Es necesario, además, tener presente, que al miliciano que no se le paga antes de largarlo, aun cuando después salga el sueldo, muchos no se juntan con él, por lo difícil que es juntarlos, y porque no todos los capitanes pagan con religiosidad en esos casos. Es preciso también, que se les pague luego que lleguen, porque han de ir deseando irse a ver sus familias.

“Ya Ud. verá que el resultado de la guerra ha sido pronto, y feliz. Ya no hay por qué temer a los Unitarios. Pronto, pues, volverán las cosas a su verdadero lugar y Ud. podrá arreglar sus asuntos de hacienda con menos conflictos y menos inquietudes. Las facultades extraordinarias cesarán pronto. Los ciudadanos de todas las opiniones gozarán de sus libertades sin ningún temor, y yo cesando en mi marcha pública ayudaré a ustedes de dondequiera que me halle. Digo esto porque mis compromisos públicos van pronto a encontrar su término natural. No así los de ustedes cuyo lugar no hay quienes lo reemplacen. Cuídese Ud. y mande a su afmo. amigo. JMR”

Como puede leerse, se patentiza la perentoriedad y la empatía del pedido de Rosas para hacer frente a las necesidades de sus hombres fundamentando el requerimiento a García.

Luego vira la conversación a temas políticos del dia donde hace ver que una vez que cese la guerra con los Unitarios y habiendo paz, mejorará sustancialmente la economía del país. Y que cesarán las Facultades Extraordinarias, todos los habitantes del país gozarán de sus libertades plenas y que él-Rosas- terminará su actuación pública.

Consecuentemente con esto, Rosas le escribe en el mes de Julio a García agradeciéndole los pagos hechos por éste para luego extenderse en consideraciones políticas semejantes a las antedichas.

“Pavón julio 14, 1831

“Señor don Manuel José García. Mi respetado amigo:

[…] “Me parece que los sucesos manifiestan, que la guerra debe cesar pronto con felicidad, y gloria para la República. Siendo esto así, naturalmente debemos ponernos en pie de paz. Entonces gradualmente debemos contar con algunas  economías en nuestro presupuesto ordinario. Es fácil deducir que algunos subsidios ha de ser preciso continuar y quizás algunos otros crear; pero también es fácil conocer que todo esto no puede importar desembolsos de grande consideración.

“Si salimos de los conflictos de la guerra y de las calamidades que han venido a aumentar sus estragos, sin haber hecho emisión de papel, sin haber echado nuevas contribuciones, sin haber aumentado la deuda y dejando formada la obra de la frontera, no será poco mérito, para que lo condenen a Ud. a azotes, y presidio sus amigos” […]

Hace notar Rosas que, a pesar de la guerra, no ha habido emisión de papel, no ha habido nuevos impuestos, ha ensanchado los límites de la frontera y no ha aumentado la deuda.

Todo esto demuestra que a pesar de la guerra contra el Estado argentino hecho de continuo por los Unitarios para derrocar al gobierno legal del país, Rosas cual timonel experto, pudo llevar a buen puerto la solidez y soberanía del país con un mínimo de perjuicios. Esto se verá también cuando el bloqueo de los franceses en 1838/40 y en la invasión franco-inglesa en 1845.

En Agosto de 1831 Rosas escribe a García solicitando dinero para enviarle a Estanislao López que andaba necesitando dinero aunque Rosas no quiere comentarle a García el objeto, el para qué necesitaba Lopez dicho dinero.

Luego hace consideraciones de índole política haciendo ver que el triunfo sobre Paz fue hecho en circunstancias materiales militares inferiores a lo de los Unitarios

En el párrafo en cuestión dice:

Pavón, Agosto 22 de 1831.

“Mi querido amigo y señor Don Manuel José García.

“Recordará Ud. que varias veces le dije que no temía a la guerra que podría hacernos Paz, ni todos los unitarios juntos sino cuando recordaba las pretensiones que debían nacer acabada la guerra. Pretensiones que tenía era poder poderlas acomodar con el acierto que felizmente tuvo lugar después de la restauración de las leyes.

“Siempre creí que cuando los unitarios con un ejército, quizás el mejor que ha tenido la República en Jefes, soldados, disciplina, moral, equipo y todo género de elementos, los demás esenciales para el triunfo en la guerra, nada nos habían podido hacer a pesar de habernos visto sin orden, desarmados, y faltos de todos esos elementos de que ellos no carecían, era seguro nuestro triunfo, cuando con (roto el papel) con tropas en orden, con todos los elementos de triunfo, con la popularidad de la causa, y sobre todo con la justicia de Dios”.

Rosas hace ver la justicia del triunfo sobre las fuerzas unitarias concediendo que el ejército Unitario era mejor en jefes, soldados, moral, equipo, etc pero que la popularidad y la justicia de Dios permitieron el triunfo Federal.

Pasan largos meses donde la correspondencia entre ambos versa sobre los sempiternos temas relativos a las necesidades económicas del Gobierno volviendo cada vez más segura la campaña de las invasiones de los indios enemigos.

En Febrero de 1832 García le comenta a Rosas acerca de su intención de renunciar en forma irrevocable:

“Buenos Aires, febrero 27, 1832.

“Sr. Don Juan Manuel de Rozas.

“Mi muy estimado Señor:

“Al dirigir mi renuncia al Gobierno, he creído no llevaría Ud. a mal le escribiese confidencialmente, para explicarle que pagada la lista militar y civil liquidada hasta Diciembre y Enero queda en la Tesorería una suma exigible de 822.500 pesos que deben entrar los suscriptores a la compra de fondos públicos, cuya suma que es extraordinaria puede aplicarse al pago de los atrasados en la Policia y a los objetos del negocio pacífico, quedando aún algún sobrante, además de un millón en fondos que quedan depositados en Tesorería.

“Las entradas ordinarias harán frente a los sueldos ordinarios y a las letras circulantes de Tesorería, si aquéllas como es de esperar, y como es de necesidad también, se conforman a la capacidad de nuestra Provincia.

“Mi resolución de retirarme es irreversible; yo me considero de hecho fuera del Ministerio, la única gracia que solicito y espero de Ud. es que no haga penosa mi posición, retardando una resolución que tengo tanto derecho a obtener, como otros que me han precedido.

“Quiera Dios conceder a Ud. no interrumpidos aciertos, como se lo ruega éste su atento obsecuente servidor. Q.B.S.M. Manuel José García”

Previamente, y en forma puntillosa, García le dice a Rosas como quedan las cuentas públicas en perfecto estado. Luego hace ver de la irrevocabilidad de su decisión de renunciar al cargo de Ministro de Hacienda pidiéndole a Rosas que despacha prontamente la resolución al respecto. García está renunciando fin de Febrero principio de Marzo de 1832 y Rosas termina su mandato en Diciembre del mismo año.

No tenemos correspondencia encontrada entre Rosas y García a lo largo del año 1832.

Recién el 13 de Diciembre de ese año que finaliza -4 dias antes de que Rosas termine su mandato- encontramos una carta de Rosas a García en el que el primero hace un racconto de sus éxitos y lo que debieran hacer los que le sucedan para asegurarlos.

“Diciembre 13, 1812

“Señor Don Manuel José García

“Mi estimado amigo: pensando si algo de más de particular podría agregarse, me ha parecido que acaso sería conveniente decir en la proclama al pueblo, que si difícil ha sido La época de ml gobierno no lo será menos la que le toca al nuevo gobernante, porque aunque el país está enteramente libre de los anarquistas, y afianzada la causa de las leyes y de la Federación, es claro que después de un sacudimiento sin ejemplo, etc. aún resta la grande obra de asegurar y no perder lo trabajado, etc.

“Que para esto, para regularizar la hacienda pública, y demás ramas de la administración es de absoluta necesidad robustecer vigorosa y suficientemente la acción del gobierno, una medida es absolutamente necesaria si no queremos perder tantos : sacrificios, y que además es preciso que todos los ciudadanos amantes de la tranquilidad y prosperidad del país nos esforcemos en ayudar al gobierno haciendo para ello todos los sacrificios posibles sin cuyo auxilio nada podrá hacer: que debemos también dispensar al que manda algunos involuntarios errores, porque las . personas de que se compone el gobierno son hombres y como tales sujetos a errores, y porque generalmente como de fuera se ven las cosas de un modo diferente, lo que nos parezca un error puede ser un bien o una medida sabia, etc.

“Después de esto Ud. verá lo que corresponda y convenga, seguro de que yo lo que deseo es hablar la verdad al pueblo, y dejar bien puesta a la nueva administración, pero cuidando siempre de que el país se presente imponente a nuestros enemigos y digno para ante las Naciones, etc.

“A los hacendados pudiera convenir decirles que son ellos mismos testigos de que la campaña y frontera está enteramente segura y libre de los indios, enemigos puesto que están aterrados por los repetidos golpes de muerte que han sufrido en sus mismos hogares y tolderías, se han retirado al otro lado del Rio Negro de Patagones sobre la cordillera quedando libres los campos hasta dicho Río y Pueblo de Patagones.

“Más que para que el nuevo gobernante pueda asegurar lo trabajado y que no se pierda tanto bien, y tantos sacrificios a este objeto es de absoluta necesidad hacer el sacrificio posible para facilitarle los necesarios auxilios pecuniarios no sólo para acabar de expedicionar sobre aquellos, sino también para acabar de poblar la nueva frontera: sacrificio que si no se hace podrá tener por resultado males de mucha gravedad.

“Es lo que me ha ocurrido muy de prisa, y repito que de ello haga Ud. el uso que le parezca más conveniente. • De Ud. afmo amigo. JMR”.

Esta riquísima carta llena de conceptos claros, nos deja Rosas antes de terminar su mandato.

Hace saber que el nuevo gobierno, seguramente, tendrá una tarea dificil por más que el país ya esté libre de anarquista y consolidadas las leyes pero aún resta trabajar con denuedo para asegurar las conquistas hechas y asegurar asi lo hecho y no perderlo aunque ello demande sacrificios demostrando a los enemigos del país y a las naciones, una imagen fuerte y digna.

Hace ver a todos que la campaña ha quedado libre de indios enemigos y que se han retirado lejos al sur. Pero que es necesario otorgarle al nuevo gobierno los medios económicos para terminar definitivamente con ellos y poblar las nuevas fronteras con los sacrificios que hubiera que hacer.

Es Rosas el que le tocará .cumplir con dichos propios designios….

El 5 de Mayo de 1833, ya fuera del gobierno formal Diciembre de 1832-, le escribe nuevamente a García comentándole sus acciones en el sur en la Campaña contra los indios y sus malones explicándole en detalle cómo va evolucionando la expedición y la ampliación de la frontera sur.

“Mayo, 5, 1833

“Mi estimado amigo: No se olvide V. de decir en la proclama, que la estación ya es avanzada: que esto/ no ha podido remediarse porque ha consistido en la falta de recursos: que le misma demora ha producido la divulgación y que los Indios tengan ya noticias de, la empresa; que de esto debe deducirse que por el Sud de nuestra frontera, o por. donde marcha la división de Buenos Aires no encontraremos quizás con quien pelear, en el presente otoño, puesto que los Indios se retirarán al exterior del Rio Negro, los que hayan estado en su margen interior; que no pudiendo pasar nuestros caballos, más adelante porque se enflaquecerán, en razón de la gran distancia, y no tenido como reponerlos por quedar cortados de los recursos a una igual. distancia, tendremos que pasar allí el invierno para seguir las operaciones, en la primavera entrante: que entonces lograremos los golpes que es de esperarse para escarmentarlos, logrando de este modo cuando menos, sino disminuirlos considerablemente, sin duda mostrarles hasta donde son capaces las fuerzas de la República, perseguirlos en sus mismas Tolderías. Que esto mismo muestra la grande distancia a que ya hoy hemos logrado arrojar a los Indios enemigos por medio de la bravura que constancia de nuestros soldados ayudados de los mismos Indios amigos.

“Que respecto a las Tribus que han invadido las Provincias de Córdoba y San Luis y que están situados, los Ranqueles 60 leguas al Sud del Río Quinto y Llanquetur y sus aliados en la confluencia del Diamante con el Furmullan, es decir como 70 leguas al Este Sudeste de San Rafael, el cuesteando (sic) el mismo Río que pasa por este, no debe dudar que los primeros sean batidos en sus mismos hogares por la División del Centro y que ha debido arrancar del Río Quinto; y el segundo por el de la derecha que ha debido marchar de Mendoza, todo en virtud de las combinaciones y órdenes del Señor General en Jefe de las fuerzas aliadas Don Juan Facundo Quiroga.

Pero que si aún estos dos golpes son errados porque estas tribus hayan también sentido la expedición, ellas sin embargo tendrán que retirarse al exterior del Rio Negro agotando sus recursos de mantención y destruyendo sus cabalgaduras.

Las dos divisiones que le seguirán con tesón llegarán también hasta el Rio Negro donde las tres que componen el Ejército pasarán la estación cruda para seguir en la primavera adelante según las órdenes del General en Jefe. Esta carta la he escrito sumamente de carrera y con la cabeza caliente; pero Ud. A acomodará las cosas en su verdadero lugar según lo que hablamos anoche y tomará para la proclama lo que le parezca conveniente.

Van los antecedentes sobre el asunto de Pincheira y quede UD. affmo amigo. JMR”

La última carta que se conoce de Rosas a García data del 29 de Mayo de 1833 desde Rio Colorado donde le da su pésame por la muerte del padre de éste.

 “Río Colorado, 29 de Mayo 1833

“Sr. D. Manuel García: Huy estimado amigo y señor: (permítame Ud. acompañarle a sentir la sensible pérdida de su muy amado padre y mi buen amigo el Sr. Pedro Andrés García que en paz descanse.

“Tuve el gusto de recibir sus apreciables letras datadas a 2 de abril anterior y lo tengo en contraerme a su contestación esperando que no serán las últimas con que se dignará favorecerme en la presente Campaña. Todo lo que Ud. me comunica es conforme con mi modo de pensar y por mi parte hago esfuerzos por cumplir cuanto Ud. escribió. Hasta la fecha vamos saliendo con felicidad Dios gracias.

“Nuestro amigo el Sr. Guido le habrá impuesto de todo como espero lo hará en adelante pues que asi se lo tengo suplicado.

“Aprecio mucho los finos recuerdos del Sr. Parish que V. servirá retornar en testimonio de mi aprecio y amistad agregando la expresión de mis afectos a Madama y a sus cariñosos hijos, con sinceros votos por la buena salud de todos.

“Me parece muy bien que para grabar el plano según sus indicaciones esperen los resultados geográficos y demás que debe dar la presente expedición que si no me engaña el amor propio debe ser tan interesante como valiosa. A este respecto puede Ud. pedir al Sr. Guido copias de lo que necesitare, pues que por si algo se extravía de lo que vacía al Ministro pienso mandar a dicho señor conocimiento de todo lo que considere más necesario. Por supuesto que para el lleno de la suscripción que me indica debe usted contar con mi ayuda y anotarme con la cantidad que guste lo mismo que en cualquiera obra en que Ud. se empeñare sea de la clase que fuere.

“Sírvase Ud. manifestar sus recuerdos a mi Señora Tocaya con mil cariños a mi amigo el Montonero y aceptar mis votos por que el cielo guarde la salud de Ud. y la de su familia como lo desea para si su afmo compatriota..JMR”

Como dijimos, esta es la última carta que se conoce de Rosas a García donde el primero le da el pésame por la muerte del padre del ex Ministro, le envía saludos a través de él a Parish lo que hace ver que García tenia contacto fluido con Parish. Continúa con temas referidos a la Campaña del Desierto y finalmente manda saludos al ‘Montonero’ (sic) que así llamaba asiduamente Rosas al hijo de García –Rafael- que, a futuro, se casará con Eduarda Damasia Mansilla, hija del general Lucio N. Mansilla y sobrina de don Juan Manuel de Rosas.

Hay otra carta de Rosas a García del 29 de Marzo de 1833 que se infiere de otra de García a Rosas, que data del 19 de Junio de 1833

En esta última carta García le agradece profundamente las palabras sobre su padre, del cual Rosas era amigo.

El padre de García antes de morir se alegraba de los éxitos de Rosas en el sur.

Además, Manuel García le hacía un pedido a Rosas por demás particular. Veamos:

“Buenos Aires, Junio 19 de 1833.

“Señor D. Juan Manuel de Rosas:

“Mi muy estimado amigo y señor: Recibí por principal y duplicado su apreciable carta del 29 de 1833 último y le agradezco la parte que se sirve tomar en mi dolor, por la muerte de mi tan querido padre y buen amigo de usted.

“Las noticias que sucesivamente recibo de los progresos de esa expedición, si me son particularmente lisonjeros, me avivan también la pena por la falta de mi buen padre, cuyo pensamiento favorito hasta la muerte fue esa grande obra; y tanto en verdad, que un día antes de morir, en una pequeña tregua que le dio su mal, me hizo que le explicase menudamente el plan de la campaña. los movimientos y línea de marcha de las divisiones, el punto de la reunión general etc., y creo que fue la última vez asomó la risa y el contento a sus labios; el profetizó que ahora al fin se cumplirían sus deseos; me encomendó dijese a Ud. que si la aprobación más completa de un viejo moribundo, podría serle de algún aprecio, él le enviaba la suya de todo su corazón.

“Ahora me ha ocurrido una cosa, que Ud. sabrá apreciar en su valor, porque también es hijo que ama mucho a su padre -es el caso- yo deseo que Ud. perpetúe la memoria de mi padre y del modo más adecuado a sus trabajos y a su mérito, y creo, que Ud. tendrá sin duda deseo en hacer, lo tiene en su mano; dando el nombre de mi padre alguno de los puntos principales, que Ud. demarque en la carta que va levantando, como a algún puerto, algún río, o arroyo notable, etc.

“Mi padre no ha merecido del gobierno, que lo distinga con un sepulcro; a mi no me toca pedirlo; y una vez pedido por mí, ya no era honorable. La memoria que yo le pido a Ud. quiera levantarle es más duradera, es más conforme a los afanes y méritos del finado y más grata a su corazón.

“Yo sé que si él viviera estimaría más esto que un mausoleo en la plaza Mayor.

“En cuanto al plano volveré a escribir al Sr. Paz y cuente Ud. con que no quedará sumida en la oscuridad esta empresa y sus inmensos resultados.

“Esta obra tendrá dificultades, tendrá detractores, enemigos, etc., pero todo esto se vanse (sic) enterrándolos bajo la mole de los hechos, de las ventajas prácticas que vean hasta los ciegos. y que oigan hasta los sordos. Adelante: a vanguardia está la vida; a retaguardia no hay sino vergüenza, confusión y triunfo de la envidia o de la imbecilidad. Asi es en las obras grandes.

“Mil recuerdos de su pariente y del montonero y Ud. disponga de su affmo. amigo y servidor que S.M.B. Manuel J. García”

Además de recibir con beneplácito el pésame de Rosas y comentarle que su propio padre antes de morir le profetizo el éxito de la empresa en el sur y la alegría que ello le causaba.

Por tal razón García le hizo un pedido muy especial a Rosas: habida cuenta de los meritorios trabajos de su padre para la sociedad por sus trabajos en la exploración y expansión de la frontera sur, en la cual su hijo, Manuel José, tuvo una actuación como Ministro de Hacienda del primer gobierno de Rosas obteniendo los recursos económicos para esa expedición.

Le pide, como decíamos, que Rosas imponga el nombre de su padre a alguno de los puntos que Rosas va colonizando en su marcha al sur, sea un río, puerto, arroyo, etc.

Ante tal extraño pedido no sabemos qué le contestó Rosas o que hizo al respecto.

Se felicita, finalmente García, de los hechos que se van sucediendo en el sur y que todos deberán estar contestes en las ventajas de la expedición.

 

IV.-Epílogo

 

Luego de terminado el primer gobierno de Rosas, durante el gobierno de Balcarce el ex funcionario García sostuvo  la posición del partido que seguía a Rosas.

Fue nombrado Ministro de Hacienda del segundo gobierno de Viamonte en 1834. Durante ese período expulsó del país a Rivadavia, que regresaba de su exilio en Europa, pues corría peligro de ser linchado por los Federales por temor a los simpatizantes de Rosas y a la Mazorca

Igualmente García debió recordar como Rivadavia imputó  las cláusulas del acuerdo firmado él con el Brasil al mismo enviado, desligándose Rivadavia  de haberle ordenado a García dichas cláusulas, quedando seguramente resentido con don Bernardino.

La decisión de García de expulsar a Rivadavia, quien había vuelto de su exilio en Europa, fue una acción contundente y decisiva. Este acto no solo evidenció la tensión entre los unitarios y federales, sino que también marcó un momento crítico en el que García, alineado con los intereses federales, actuó contra un líder unitario que había sido señalado como un peligro para la estabilidad del régimen de Rosas.

La situación donde Rivadavia intenta desvincularse de la responsabilidad sobre las cláusulas del acuerdo con Brasil señala un clima de desconfianza y la política de los personalismos. Es probable que García, al coordinar con las pautas de Rosas, buscara consolidar su posición a la vez que se distanciaba de Rivadavia, navegando en aguas políticas peligrosas y asegurando su lealtad al nuevo orden.

Es verosímil que García, al actuar contra Rivadavia, intentara “matar dos pájaros de un tiro”: consolidar su posición en el nuevo gobierno federal y deshacerse de un rival político considerable. No queda claro si esta decisión respondió exclusivamente a lealtades ideológicas o si también incluyó elementos de cálculo político más pragmático y personal.

Desde el punto de vista económico, García se mantuvo alineado con las instrucciones de Rosas, lo que permitía asegurar cierto funcionamiento del país en términos de administración fiscal, mientras servía para fortalecer la economía en un clima de tumulto. Su capacidad para seguir directrices indicaba habilidades que, aunque en conflicto con sus inclinaciones politicas, lo hacían un funcionario valioso.

La trayectoria de Manuel José García como Ministro de Hacienda en un contexto tumultuoso, marcado por la rivalidad entre unitarios y federales, refleja la complejidad de la política argentina de su tiempo. Su papel en la expulsión de Rivadavia y su habilidad para manejar la economía bajo las órdenes de Rosas, a pesar de las tensiones, marcan una dualidad en su actuación: el compromiso con el orden federal, pero también las vulnerabilidades que surgen de las lealtades políticas fluctuantes

Como dijo Juan Carlos Nicolau “La labor de García al frente de la hacienda pública fue fundamental para la consolidación de la política de Buenos Aires entre los años 1830 y 1832. Merced a sus acertadas soluciones económicas, Rosas pudo organizar los ejércitos que le darían hegemonía en la provincia bonaerense, financiando, además, a las fuerzas militares de López y Quiroga en su lucha contra el manco Paz. Ahí están los números que hablan de esa ayuda y las cartas de los protagonistas reclamando los fondos prometidos….”

Como dijimos arriba “No juzgamos las intenciones de García pero sí que su modo de pensar inclinaban la balanza a favor de la colonización mental y física de la nación”.

“Alguien dijo alguna vez que si alguien quiere entender el presente debemos comenzar por el pasado. La historia no se trata solamente de estudiar los hechos del pasado sino que debemos saber que el pasado es una explicación del presente. De tal forma, si hoy no entendemos que sucede en nuestro país es porque no entendemos que sucedió en el pasado.

“Esto vale también para lo que sucedía en 1839: para entender y explicar por qué en tal fecha García pensaba de esa forma debemos saber cómo pensaba y actuaba García en el pasado; más precisamente en 1827 cuando firmó en nombre del gobierno la famosa y triste ‘Convención de Paz’ con los brasileños por la cual entregaba a la Banda Oriental al Imperio”.

Esto no lo intuyó Rosas, tal vez…o tal vez, sí. Pero contaba con pocas personas con capacidad de gestión para su gobierno, como él mismo lo decía.

En fin, lo que siempre caracterizó a García fue el ser un continuo opositor al accionar de los caudillos provinciales  tanto por sus tendencias localistas y autoritarias, como porque se resistían a la preponderancia de Buenos Aires (recordemos como se desligaba de hacer lo que Rosas le pedía insistentemente respecto a armar y editar la biografía de Estanislao López),.

En conclusión,  la relación entre Rosas y García reflejó la complejidad de la política argentina de su tiempo, donde las lealtades y colaboraciones podían surgir no solo de la ideología, sino también de necesidades pragmáticas, relaciones personales y el contexto de inestabilidad que caracterizaba el país en ese momento. Esto muestra que, en el ámbito político, la convergencia de intereses puede superar las divergencias ideológicas.

Rosas se convirtió en el eje del poder político. A través de la implementación de un sistema de directrices claras y una estructura jerárquica, se aseguraba de que sus funcionarios obedecieran órdenes y directivas sin cuestionamientos sumado al apoyo constante del pueblo. Esta dinámica fortalecía su control sobre la administración y garantizaba la cohesión del régimen.

Los funcionarios que trabajaban bajo Rosas, incluso aquellos con antecedentes Unitarios, como García, estaban conscientes de que su ascenso y permanencia en el oficio dependían de su capacidad para alinearse con las políticas del Restaurador. Muchos de ellos, a pesar de sus inclinaciones previas, cedían a esta realidad y se adaptaban al nuevo entorno político, aceptando las directrices emanadas desde el gobierno.

Rosas era consciente de que en las filas de los Unitarios había individuos con una gran capacidad intelectual y habilidades administrativas, como García.

A pesar de sus diferencias ideológicas y de las tensiones políticas, Rosas reconocía que esas cualidades eran valiosas para la administración pública. Sin embargo, también lamentaba que tales competencias estuvieran frecuentemente al servicio de intereses extranjeros, lo que él consideraba una traición a la patria.

Uno de los aspectos más notables del pensamiento de Rosas era su insistencia en que no estaba en contra de las personas por el simple hecho de tener ideas distintas. Su acusación se dirigía únicamente a aquellos que, en su opinión, actuaban en contra del orden establecido y del gobierno legal, ya sea a través de rebeliones o conspiraciones. Este enfoque reflejaba una estrategia política que buscaba legitimidad a través de la distinción entre la ideología y la acción.

La relación de Rosas con los unitarios y su disposición a reconocer las capacidades de ciertos individuos de esa facción evidencia la complejidad ajedrecística de su liderazgo.

Su postura hacia aquellos que reconocía como competentes muestra una faceta pragmática y calculadora dicho esto teleológicamente hablando.

Esta dualidad en su enfoque permitió la inclusión de figuras valiosas en su administración, al tiempo que mantenía su enfoque firme contra cualquier desafío al sistema que había establecido. Estas dinámicas son cruciales para entender el contexto político y social de la Argentina de su tiempo.

Con respecto a Manuel José García, éste se retiró a la vida privada en 1835. Rosas lo nombró embajador en Brasil, Y  en Perú y en Inglaterra sucesivamente, pero rechazó todos esos nombramientos  

Falleció en Buenos Aires en octubre de 1848.

Como ya dijimos, tuvo  un solo hijo, Manuel Rafael, quien se casó con Eduarda Damasia Mansilla, hija del general Lucio N. Mansilla y, por lo tanto, curiosamente, sobrina de don Juan Manuel de Rosas….

 

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FUENTES

 

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SIERRA, Vicente (“Carta de Gutiérrez de la Fuente a San Martín”, 16 de agosto de 1822, Historia de la Argentina, Tomo VII, pág. 273”.

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