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martes, 14 de diciembre de 2021

CUÁNDO SE LE DIO POR PRIMERA VEZ EL MOTE DE ‘SALVAJES’ A LOS UNITARIOS

 

CUÁNDO SE LE DIO POR PRIMERA VEZ EL MOTE DE ‘SALVAJES’ A LOS UNITARIOS


Gonzalo V. Montoro Gil 




Cuándo (y por qué) se le dio el mote de ‘Salvajes a los Unitarios, es un dato poco conocido.

El Partido Unitario, compuesto de  hombres de la ilustración, afrancesados, imbuidos de recetas de laboratorio para gobernar un país, disociados de toda realidad empírica, tratando infructuosamente de conciliar la ‘cuadratura del círculo’, a contramano de los intereses de su patria (Gregorio Aráoz de Lamadrid, Bernardino Rivadavia, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre, el Gral. Paz, Juan Antonio Lavalle, Salvador María del Carril, etc) y por el otro lado el Partido Federal con una noción instintiva de protección a los intereses de su patria, no solo en zonas portuarias sino, y principalmente, en el interior protegiendo sus riquezas y su incipientes manufacturas.

Las hostilidades comenzaron en 1825 al encontrarse dos países distintos en estos hombres.

Desde 1826, aproximadamente, y con los Unitarios encaramados fraudulentamente en el poder, los gobernantes del interior eran puestos por Buenos Aires. En el Norte, por ejemplo, el Gral. Arenales manejaba los destinos de Salta.

San Martín, cuando estaba en el Perú, necesitaba el avance  del ejército desde Salta para atacar a los realistas desde el sur, pero ante las eternas disputas entre Federales y Unitarios y las peleas entre ellos, debió apelar al ejército que venía del norte con Bolívar.

Dice el historiador Rafael GUTIERREZ que “allí se produjo la famosa entrevista de Guayaquil, en el que San Martín delega la dirección de la lucha en Bolívar.  La batalla decisiva que puso fin a la guerra de independencia fue la que libró el General Sucre en los campos de Ayacucho. Por tal motivo, a la actual República de Bolivia llegaron los llaneros de la Gran Colombia.

Entre ellos revistaba el Teniente –por entonces- Domingo López de Matute, al frente de un cuerpo de caballería compuesto por 160 sesenta granaderos. Según las crónicas de la época, terminada la guerra de independencia fue ofendido cuando se lo postergó en los ascensos con que fueron premiados otros oficiales”.

Tras lo cual, reunió a su tropa –unos casi 200 mercenarios sanguinarios y dispuestos a todo- y descendiendo de los llanos colombianos y venezolanos desertó en 1826 hacia el sur, a lo que en aquel momento eran las indefinidas fronteras de un también indefinido estado que no terminaba de conformarse, llegando a Salta.

Como dice José Marie ROSA, “Estos conformaban un regimiento de llaneros venezolanos, veteranos de muchas las campañas, desde Carabobo a Ayacucho que habían quedado como parte de la guarnición de Sucre en Bolivia pero habían desertado y pedido asilo en Salta al Gral. Arenales. Eran famosos por ser propensos al saqueo, las violaciones y las matanzas.

Pero no le fue fácil a Matute: sigue diciendo GUTIERREZ que  “el Coronel Francisco Burdett O’Connor fue el encargado de perseguir a los desertores que se habían internado en el territorio de la provincia de Salta. Matute esperó y emboscó a su perseguidor cerca de Rosario de Lerma, derrotándolo de modo aplastante.

“O’Connor y los sobrevivientes de sus tropas se presentaron ante el gobernador de Salta, don Juan Antonio Álvarez de Arenales –veterano de las guerras de independencia, reconocido oficial de las tropas sanmartinianas- para reclamar su ayuda para capturar a los desertores. Pero Matute se había adelantado y había conseguido incorporarse a las tropas provinciales”.

El gobernador Arenales destinó al desertor de las tropas ‘bolivarianas’ a sumarse al ejército del General Lamadrid. Entonces Matute a partir de 1826 conformó una tropa de llaneros que unidos a Lamadrid –Unitario asociado al Gobernador Juan Antonio Álvarez de Arenales- comenzó a combatir en el interior de la Argentina a los gobernadores Federales como Facundo Quiroga, Juan Bautista Bustos y Felipe Ibarra, sembrando el terror –al igual que Lamadrid- en la gente simple provinciana que fue víctima de este personaje extranjero, sin piedad alguna, a cambio de dinero para él y sus mercenarios.

Dice Daniel BALMACEDA que “El general unitario Lamadrid los incorporó a su bando: consideraba que estos veteranos serían de gran utilidad para enfrentar a Facundo Quiroga. Con dinero obtenido en empréstitos forzosos a los ciudadanos tucumanos y santiagueños, recibió a estos mercenarios en Santiago del Estero. Los colombianos tomaron su paga y partieron  a la ciudad para gastarla. En alcohol, por supuesto. El escándalo que provocaron estas decenas de granaderos borrachos concluyó en una inmensa riña callejera que acabó con la vida de un santiagueño. Los vecinos, furiosos, entraron en la casa de Lamadrid —quien estaba en las afueras de la ciudad—, tomaron las pocas armas que había allí y convirtieron las calles en un campo de batalla. Murieron dos colombianos, y Matute, enterado de lo que hicieron sus hombres, mandó fusilar a otro de los exaltados, para que sirviera de escarmiento […].Fue en vano. Sus granaderos siguieron cometiendo actos criminales mientras duró su participación en las filas unitarias. En distintas provincias del Norte saquearon casas y robaron e incendiaron campos, maltrataron a los vecinos y violaron mujeres, incluso niñas. No había forma de controlarlos”.

Francisco Gorriti y Dionisio Puch, se sublevan contra Arenales pero Matute, habiendo acordado con Puch, en vez de salir en defensa de su protector Arenales, traiciona (una de sus tantas) al mismo. Tras una resistencia tenaz de varios días, todos los defensores fueron muertos.

 El 8 de febrero de 1827, Arenales huyó hacia Bolivia, firmando su renuncia en el camino. Francisco Gorriti asumió el gobierno provincial. Matute y sus acólitos asesinaron  al comandante de la tropa y  degollaron a varios oficiales prisioneros en un festival de sangre y terror.

Efectivamente, Luego de derrotar a su ex protector Arenales, aliándose con Gorriti, éste se apodera del Gobierno de Salta y  envió a Matute y sus granaderos  a reforzar a Lamadrid, pero  tuvo  problemas con los colombianos- sus paisanos mercenarios- pues como dice el historiador Alfredo CARDONA TOBÓN eran “soldados sanguinarios, que se embriagaban con frecuencia y estaban acostumbrados a saquear viviendas y violar mujeres. Matute con sus granaderos y 50 “cívicos” tucumanos venció al caudillo Juan Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, en el combate de Robles; lo que permitió a Lamadrid  ocupar la ciudad de Santiago del Estero. Cuando se supo que las fuerzas del caudillo federal  Juan Facundo Quiroga se desplazaban en apoyo de Ibarra,  Lamadrid retrocedió hasta Tucumán y con Matute se aprestó para el combate…  El  6 de julio de 1827 Quiroga derrotó a Lamadrid en la  batalla de El Rincón del Manantial y éste abandonó a Matute rápidamente y se internó en Bolivia”.

Entonces, Matute  regresó a Salta y allí fraguó una  revolución contra el su antiguo amigo el gobernador Gorriti quien descubrió las intenciones del llanero. Gorriti puso preso a Matute y un  consejo de guerra lo condenó a muerte. Fue fusilado el 17 de septiembre de 1827.   

Como puede colegirse la historia de Matute, además de ser un sanguinario mercenario no trepidaba en traicionar una y otra vez a sus circunstanciales camaradas.

Ahora bien, ¿quién era este exótico y desertor Coronel Domingo López Matute?. Desertor y traidor de primer orden.

Según el historiador Alfredo CADORNA TOBÓN Matute era un llanero de Colombia o Venezuela,  y en  todo caso ‘grancolombiano’,  mestizo y de condición social inferior pasó a la historia como un mercenario cruel  que puso precio a su espada en la naciente patria argentina.

“Matute era un hombre menudo de unos 28 años de edad, regulares facciones y agudos ojos negros. Tenía madera de héroe y un espíritu aventurero que lo llevó desde las orillas del Orinoco hasta los desolados yermos bolivianos. Este combatiente  acompañó al general Sucre en su campaña  del Alto Perú y  en  1826, disgustado por un ascenso que no llegó,  abandonó el cuartel en el  Alto Perú y se presentó en la provincia de Salta al frente del  escuadrón de 190 granaderos colombianos que lo habían  acompañado desde Cochabamba”

Del mismo modo, Carlos Federico IBARGUREN, nos habla y describe al mismo en apretado resumen:

Entre las tropas que habían respaldado a Sucre para crear la flamante "República de Bolívar" - después Bolivia - se contaba un regimiento de llaneros de Colombia. A esta unidad pertenecía el Teniente mestizo Domingo López Matute, quien resentido por considerarse postergado en un ascenso, desertó con un escuadrón de 160 granaderos, con los cuales - luego de derrotar al Coronel O'Connor que pretendió reducirlo - se internó en territorio argentino, dispuesto, quizás, a probar fortuna con sus hombres en la guerra contra el Brasil. Llegado a Salta, Matute le pidió asilo y ofreció sus servicios al Gobernador Arenales. Este aceptó la oferta, y mandó incorporar a los desertores a las fuerzas del Gral. Lamadrid, quien, desde Tucumán, acababa de desatar la guerra civil, y se disponía a emprender un ataque contra los caudillos federales Facundo Quiroga, Juan Bautista Bustos y Juan Felipe Ibarra.

“Matute, sin embargo, no llegaría a destino; en el trayecto hacia Tucumán, en Pozo Verde, coaligóse con Manuel Puch y los Gorriti a fin de derrocar a su bienhechor Arenales. Con tal propósito los revolucionarios pusieron sitio a la ciudad de Salta. [Gorriti]  vióse obligado a emigrar a Bolivia, para morir finalmente en Moraya, el 4 de Diciembre de1831.

“En lo que concierne a Matute y su pandilla colombiana […] se juntaron con Lamadrid para hacerle la guerra a Quiroga; más el Tigre de los Llanos los descalabró completamente en el encuentro de "El Rincón".

“Vuelto Matute con su banda a Salta, enamorose de Luisa Ibazeta Figueroa; y como debido a su condición de "pardo", el padre de la novia le hiciera oposición, el audaz galán raptó a Luisita y apresuradamente se casó con ella, ante la rencorosa impotencia de los Ibazeta y los Figueroa.

“Siempre inquieto Matute, se puso a conspirar contra su aliado de la víspera; el Gobernador José Ignacio Gorriti. Descubiertos sus manejos fué encarcelado y condenado a morir. El 17 de Septiembre de1827, día de su fusilamiento, pidió oír misa en el convento de San Francisco. No bien el sacerdote acabó la consagración, corre Matute hacia el altar y arrebata el cáliz, bajo amenaza de derramarlo si no se le perdonaba la vida. Frente a tamaño sacrilegio quedó suspendido el santo sacrificio, en medio del estupor general.

“En un santiamén llevose el caso a consulta del Canónigo Juan Ignacio Gorriti, hermano del Gobernador; "Que lo fusilen con cáliz y todo", dijo el cultísimo presbítero sin vacilar. Ante actitud tan decidida, Matute devolvió el sagrado vaso. Lo condujeron hasta la chacra de Costas, y allí, bajo un verde sauce llorón, recibió el reo los cuatro tiros que merecía”, como se dijo, el 17 de Septiembre de 1827..

Como puede verse su corta vida en nuestro territorio fue un continuo traicionar a quienes le dieron cobijo. Aliándose según sus conveniencias y pasándose al otro bando sin sonrojarse cuando le convino.

Las correrías del ‘colombiano-venezolano’ Domingo López Matute y sus mercenarios a fuego y sangre por Santiago del Estero y el Tucumán –de la mano de Lamadrid- fueron un espanto que sacudió a todas las Provincias Unidas, dando lugar al mote de "LOS SALVAJES UNITARIOS" que, acompañado de la palabra "MUERAN", formó parte, a partir de allí- 1826/1827 del lenguaje Federal y de algunos documentos oficiales.

Luego, y en ocasión del bloqueo francés conjuntamente con los Unitarios en 1838, el asesinato del Gobernador tucumano Alejandro Heredia por los Unitarios de la Coalición del Norte en Noviembre de 1838, sumado a la conspiración Unitaria y de Ramón Maza en Junio de 1839, por orden del Restaurador Juan Manuel de Rosas ya se hizo obligatorio en todos los documentos oficiales de la época poner el adjetivo ‘Salvajes’ unida a la de ‘Unitarios’.

*

Ahora bien, ¿por qué el mote de ‘Salvajes’, aparte de lo mencionado? Nunca mejor puesto el adjetivo. Esto no fue más que una antesala que se repetiría por el interior de nuestro país a lo largo de los años.

Fusilado Dorrego, los unitarios comienzan un persecución despiadada. “Impondremos la unidad a palos” sentencia el sacerdote Unitario Julián Segundo de Agüero, ex ministro de Rivadavia. La moderada Gaceta Mercantil argumenta que “si son pocos los Federales, es poca generosidad perseguirlos, y si son muchos es peligroso irritarlos” pero El Pampero unitario le rebatía que “nosotros decimos que no son muchos son los pocos, y son malísimos, y con los malos no se debe capitular sino extinguir” (…) “Que sean pocos o muchos no es tiempo de emplear la dulzura, sino el palo, y cuando hayamos terminado el combate tendrá lugar la generosidad. Mientras se pelea, esta virtud suele ser peligrosa y más con gente que no la agradece. Siendo ya vencedores les concederemos los honores de vencidos; cuando no haya asesinos armados buscaremos a los ciudadanos indefensos, y nos empeñaremos en convencerlos; pero ahora sangre y fuego en el campo de batalla, energía y firmeza en los papeles públicos” (…) “Palo, señor Editor, palo, (…) porque solo el palo reduce a los salvajes”

Esas eran las teorías “civilizadas” de los Unitarios, y el ‘palo’ que pregonaban Unitarios en los papeles, era una tibieza comparada con la realidad.

Como dice el historiador e Ingeniero Leonardo CASTAGNINO “El propio general Iriarte, unitario y antirrosista, escribirá espantado luego del fusilamiento de Dorrego el 13 de Diciembre de 1828: “…después de la ejecución de Dorrego, Lavalle asolaba la campaña con un arbitrario sistema, y el terror fue un medio de que con profusión hicieron uso muchos de sus jefes subalternos. Se violaba el derecho de propiedad, y los agraviados tenían que resignarse y sufrir en silencio los vejámenes que se les inferían, porque la más leve queja, la más sumisa reclamación costó a algunos infelices la vida. Aquellos hombres despiadados trataban al país como si hubiera sido conquistado, como si ellos fueran extranjeros; y a sus compatriotas los hacían sentir todo el peso del régimen militar, cual si fueran sus más implacables enemigos. Se habían olvidado que eran sus compatriotas y, como ellos mismos, hijos de la tierra” “Durante la contienda civil – continúa Iriarte – los jefes y oficiales de Lavalle cometieron en la campaña las mayores violencias, las más inauditas crueldades, crueldades de invención para gozarse en el sufrimiento de las víctimas, la palabra de guerra era muerte al gaucho y efectivamente como a bestias feroces trataban a los desgraciados que caían en sus manos”…”era el encarnizamiento frenético, fanático y descomunal de las guerras del religión. El coronel Juan Apóstol Martínez hizo atar a la boca de un cañón a un desgraciado paisano; la metralla lo hizo pedazos y sobre algunos restos que pudieron encontrarse el mismo Martínez burlonamente esparció algunas flores. Otra vez el mismo jefe hizo que unos prisioneros abriesen ellos mismos la fosa en que fueron enterrados”

El probado ‘salvajismo’ de los Unitarios devenidos en ‘civilizados’ según sus propias palabras, se extenderá durante 70 años, con el genocidio de nuestro pueblo  y de muchos Gobernadores (Manuel Dorrego, Alejandro Heredia, Facundo Quiroga, el riojano Fernando Villafañe,  el cordobés Juan Bautista Bustos, el salteño Pablo Latorre, etc), por orden de los señores de Buenos Aires pero ejecutado por también extranjeros, como el mencionado ‘colombiano-venezolano’ Matute.

Esos extranjeros ya no eran más los Federales ‘oribistas’ compatriotas de la Banda Oriental sino Uruguayos ‘Colorados’ Unitarios que sembraban el terror como empleados-sicarios de Mitre, Sarmiento y otros durante la década de 1860 en adelante: Venancio Flores, Ignacio Rivas, Pablo Irrazabal, Wenceslao Paunero, Ambrosio Sandes, etc.

 Y estos fusilamientos, confiscaciones, desapariciones, torturas y venganzas Unitarias que sucedieron NO EN EL CAMPO DE LAS DISTINTAS BATALLAS Y PRODUCTO DE LA LUCHA, sino a posteriori y con los Federales detenidos o rendidos en las distintas batallas desde 1952 (iniciadas con las ejecuciones de Martiniano Chilavert y Santa Coloma) y, como referencia, hasta la muerte de Urquiza en 1874 (22 años aproximadamente), entre civiles y militares suman más de 10.000 personas.

Muchos de estos ejecutores eran los uruguayos mencionados que, como verdugos, esbirros, sicarios, cometieron incontables asesinatos cumpliendo órdenes de los unitarios triunfantes (Bartolomé Mitre, Federico Rauch, Blas Videla, Domingo F. Sarmiento, Justo J. Urquiza en su momento, Santiago Derqui, etc), como lo ha probado documentalmente en detalles minuciosos el Prof. Lic. Américo Piccagli en su obra citada “La Argentina Violenta y Contradictoria”, el que menciona con nombre y apellido en su libro, por lo menos, más de 600 en este período.

Parece que el ‘Unitarismo’ ha utilizado siempre el mismo método de convencimiento: traición a la patria bajo un terror sistemático de aniquilamiento, en aras de la libertad (de comercio a costa de nuestra riqueza, claro).-

 

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FUENTES

ACHÁVAL, José Néstor (‘Historia de Santiago del Estero: siglos XVI-XIX’. Santiago del Estero: Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero, pp. 292. ISBN 978-950-31-0001-1.-1988)

BALMACEDA, Daniel  (“Espadas Y Corazones. El Costado Humano De La Historia Argentina”- Ed. Sudamericana – 2021- Pag. 185/7)

CARDONA TOBÓN, Alfredo (‘Un Llanero En  Tucumán’-https://historiayregion.blogspot.com/2019/09/domingo-lopez-matute-o-pablo-matute.html)

CASTAGNINO, Leonardo (‘Los "Salvajes Unitarios"- La Gazeta Federal- http://www.lagazeta.com.ar/salvajes_unitarios.htm

GUTIÉRREZ, Rafael  (‘Llaneros en Salta’- Portal Informativo de Salta-Anecdotario Histórico de Salta-http://www.portaldesalta.gov.ar/llaneros.htm)

IBARGUREN AGUIRRE, Carlos Federico (‘Matute Y Sus Colombianos En La Política Salteña’ en ‘Los Antepasados, A Lo Largo Y Más Allá De La Historia Argentina’- Tomo 3- -1983)

MONTORO GIL, Gonzalo Vicente (“Brig. Gral. Juan Manuel De Rosas- Aspectos Poco Conocidos De Su Vida Y Su Familia”- Febrero 2019- en “El Mensajero de la Confederación Argentina – blogspot- https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2019/02/briggraljuan-manuel-de-rosas-aspectos.html)

PICCAGLI, Américo Enrique (‘La Argentina Violenta y Contradictoria’-. Año 2000-Coop.Gráfica General Belgrano Ltda.

ROSA, José María (‘Historia Argentina: Unitarios y federales (1826-1841)’. Tomo IV. Buenos Aires: Editorial Oriente, pp. 49 y50.-1972)

SALDÍAS, Adolfo. (“Historia de la Confederación Argentina -Rozas y Su Época” Ediciones Clío-Tomo II- 1973)

 

 

 

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