SOBRE EL MITO 'SARMIENTO' ( o La Radiografía de un Fabulador)
I – INTRODUCCIÓN. Nos encontramos hoy, y como siempre, y aunque muchos no lo
hayan advertido (y otros no lo quieran advertir) al borde de la disolución de
la Nación Argentina. Se está perdiendo la última valla que nos separaba de
llegar a la disolución de la Nación: La cohesión interna. Argentina parece
entregada.
Hemos abandonado hasta el instinto de conservación, y
resignándonos a los dictados de otros organismos, particularmente sin Nación,
sin defender ni siquiera ya, nuestros límites soberanos territoriales, con la
falacia de “Hechos Consumados”, ¡y a otra cosa…!.
Agredida la Nación externamente por todas partes: hemos bajado los
brazos. El país, la Patria, se desintegra. Y por dentro, es agredida por
quienes forman esta especie de “República de Enanos”: los partidos políticos,
que comercian votos, se reparten el mercado electoral, gritan, vociferan,
acusan, y el “circo” en marcha hacia el “prode” electoral, donde todo seguirá
como ahora: vaciamiento de empresas privadas nacionales, vaciamiento de todas
las empresas estatales (Flota Fluvial; Aerolíneas Argentinas; Gas del Estado;
Agua y Energía, etc.) estrangulamiento del crédito con intereses usurarios,
permitido y promovido con terquedad alarmante y suicida por el Estado “Moloch”,
que gracias a nuestros “democráticos políticos y economistas” nos va
absorbiendo y se va infiltrando en nuestras vidas, invadiendo nuestro espíritu.
Por eso señores, ante la nueva “República de Weimar” o la
“República española” de Alcalá Zamora y Largo Caballero o Líster o la asesina
“pasionaria” que se cierne mortífera sobre la Nación, el mundo se presta a
asistir a su velorio, para repartirse luego sus despojos, en un festín corrupto
(pero sí, “ecuménico…!”); y a nosotros nos toca referirnos a alguien que
coadyuvó con su persona y más, con sus ideas, a lo que actualmente sufre en
carne propia, el cuerpo y el espíritu de la Nación: Domingo Faustino
Sarmiento….
Domingo F. Sarmiento es un personaje de nuestra historia que, a
rigor de los elementos que aquí se aportarán, podemos decir que resultan
prácticamente desconocidos para la mayoría de la gente.
Se ha intentado formar una imagen de Sarmiento como la de una
persona afable, bonachona de carácter sencillo, de rigurosa moral, educador, emprendedor,
visionario, etc. Todo lo cual resulta ser falso, juzgado a la luz de sus
propias palabras y actitudes por él descriptas.
Justamente el criterio para conocer y evaluar la personalidad de
algún personaje histórico, en forma correcta, con sus vicios y virtudes, debe
ser el siguiente:
1) Basarse en hechos documentados;
2) Esos documentos emanar del propio sujeto objeto del estudio ;
3) Demostrar comparativamente, con dichos textos, las propias
contradicciones de fondo ( o no), y el fondo moral, línea de conducta, de la
persona a investigar;
4) La etopeya de quien se estudia. Es decir, que los
acontecimientos históricos no son por sí mismos nada, si no se consideran en su
relación con el sujeto histórico que los produjo, con la persona, con el alma
que los verificó.
Es decir, cuando se estudia a un hombre, se deben estudiar no sólo
sus actos, sino también su carácter personal, el de sus acciones y el de sus
costumbres.
Así, la historia interpretada, deberá consistir necesariamente en
la etopeya de la argentinidad en la descripción de los rasgos espirituales, que
constituyen las estructuras permanentes del alma Nacional.
El error en el estudio de la Historia y de la Política en general,
consiste en anteponer una idea política ó social preconcebida a la realidad.
Es anteponer un esquema abstracto como molde, y tratar de
insertarlo en la realidad viva de nuestra esencia, es decir, de lo que ya
somos. Así piensan y actúan quienes pretenden “crear• una “Nación” a su gusto,
lo cual dicho sea de paso, ya está creada y tiene una vida propia que nos
trasciende: anterior, posterior y superior, a quienes contemporáneamente y
circunstancialmente forman.
Pretender “crear” una Nación, repito, en base a un “Librito
Mágico” ó a razonamientos de laboratorios, e insertarlos en el cuerpo vivo de
la sociedad, se adapte a ello o no, es lo que comúnmente se denomina
“ideologías”.
El profesor Genta decía que “…las ideologías son esquemas
mentales elaborados en base a abstracciones que parcializan la realidad , o ,de
generalizaciones abusivas de la experiencia… ”(1)
Así, el populismo, el clasismo, y el socialismo, como el culto
idolátrico al número como verdad absoluta, son distintas clases de ideologías.
Esta última, una ideología reciente en nuestro país, pero con una antigüedad un
poco mayor en el mundo, desde la subversiva revolución francesa, es un culto
ciego al número por contraposición a la realidad, que es una categoría
permanente de la razón.
El profesor suizo Gonzague Reynod nos habla sobre el famoso y
nunca entendido correctamente “contrato social”, un “estatuto del egoísmo
personal”, y nos dice que “…la voluntad constante de todos es la Voluntad
General. Cuando una Ley es propuesta a los electores, lo que se desea saber no
es precisamente si aprueban o rechazan la proposición, sino si está de acuerdo
con la Voluntad General. Cuando la opinión opuesta a la mía prevalece, ello
significa tan sólo que yo estaba equivocado, y que lo que supuse, la Voluntad
General, no existía. Si mi opinión particular hubiere, en cambio, prevalecido
(contra la mayoría) yo hubiese hecho otra cosa de lo que hubiese querido
hacer (sic)…” (2). Así como se ve hoy en día que “sólo el 30% de
los electores desea votar”, (La Nación 24 de setiembre de 1983).
La población rechaza, pues, el sistema, aunque se verá “obligada”
a su “derecho democrático” de ejercer el voto (!), so pena de severas sanciones
administrativas, penales, y civiles. Lo irracional manda. Ya decía Veuillot que
“…pensar de manera distinta a aquellos que se dicen “tolerantes” (
partidócratas) es algo que el “partido de la tolerancia” (partidos
políticos) no puede tolerar (sic)….” (3). Muy democrático!.…
Un aspecto particular de la vida de Sarmiento que trataremos
primeramente, es su llamada política educativa, luego analizaremos su faz política
propiamente dicha.
II – POLÍTICA EDUCATIVA
Con respecto a su “política educativa”, densos volúmenes han sido
escritos para glorificar en Sarmiento su alma de educador. Lo que constituye
una falacia más de nuestra historiografía oficial, porque como luego se verá,
Sarmiento no fundó escuela alguna. Él mismo reconoce su fracaso como pedagogo,
y su propia impotencia, torpeza, e ineptitud intelectual.
“Al cumplir 45 años, en 1856, Sarmiento contaba solamente con
unos pocos meses de maestro elemental en Santa Rosa de Chile, donde fue
exonerado; algunos meses en San Juan, en el Colegio de su tía, la rectora
fundadora Doña Tránsito de Oro, de donde escapó de la furia de la población,
salvando milagrosamente su pellejo; y, finalmente, estuvo casi 2 años de Director
de la Escuela de Preceptores de Chile, en donde coronó su labor con un rotundo
fracaso como maestro, expulsando al 93 % del alumnado. Durante el resto de su
vida, jamás dio clase ni dirigió escuela alguna particular….” (4).
En 1856 fue nombrado Director de Escuelas de Buenos Aires, cargo
en el que permaneció tres años y no fundó escuela alguna, ni nombró maestro
alguno como consta en el Registro Provincial y como el mismo Sarmiento lo
reconoce (5). El 9 de agosto de 1858 el presidente de la Comisión de Educación
de la Municipalidad, Senador Nacional Don Gabriel Flores informa que “…las
escuelas públicas, bajo la dirección del Departamento de Escuelas, desde que el
actual jefe lo preside, marchan a su completo fracaso …” (6). El mismo
Sarmiento dice que fundó dos escuelas, la actual José Manuel Estrada, y otra
edificada en una finca confiscada a Rosas en Moreno y Perú, pero posteriormente
reconoce que “…fue íntegramente suscripta por los vecinos…” (7).
Entre 1866 y 1868, siendo Embajador en EE.UU., propone formar “…una
colonia norteamericana en San Juan … con los emigrados de California se está
formando en el Chaco una colonia norteamericana que puede ser el origen de un
territorio, y un Estado Yankee con idioma y todo…” (8). Patético. Se ve
claramente la catadura moral, su ideologismo y su poca envergadura intelectual
que lo hace soñar y desvariar, delirando con una Argentina-colonia
desarraigada.
Éste es el “pro – hombre” que desde hace tantos años quieren
hacernos entrar como un chaleco de fuerza, como un adalid de la cultura,
cuando, por ejemplo, como él mismo dice, despidiéndose de la Jefatura del
Departamento de Escuelas en 1881: “… no se ha construido una sola escuela
en más de 20 años” (9). Si Sarmiento lo dice …
En 1881, Roca lo nombra Superintendente General de Escuelas, cargo
en el que duró pocos meses, por inepto y por pelearse con todo el mundo:
Estrada, Goyena, Dardo Rocha.- De Guido y Spano dijo “…¡¡¿Cómo voy a
gobernar al Consejo de Educación con un burro como Guido y Spano ?!!…”
(10).
El mismo Sarmiento reconoció derrotado en 1878 “… que la
educación estaba más difundida en 1800 que ahora. La educación se ha detenido y
atrasado. El nivel es deplorable….” (11). En 1878 en el Senado sentenció
soberbiamente “…la educación Universitaria no interesa a la Nación, ni
interesa a la comunidad… Nuestro pueblo es uno de los pueblos más
exquisitamente ignorantes que yo conozco…” (12). La Nación y los
estudiantes agradecen las palabras de Sarmiento celebrando el “día del
maestro” el día de su muerte…. ¡Y así andamos…!
En realidad, todo lo que se atribuye a Sarmiento en el campo
educacional y pedagógico es obra de Nicolás Avellaneda, que se manejaba con
absoluta independencia con respecto a la persona de Sarmiento. El propio
Avellaneda dice que “… la firma de los decretos por Sarmiento, daba
prestigio a mis actos, sin embargo su acción se redujo a ésta acción moral…”
(13).
Así pues, poco le debe el país a Sarmiento, ni siquiera en su faz
educadora, la cual se puede afirmar que en los hechos, tal como se documenta,
no existió. Lo que sí nadie tan mal educado. El diario “La Nación” escribía por
aquella época “…Sarmiento es el hombre más grosero y peor educado de la
sociedad…”. La prédica vana, vacía, insolvente, anárquica.
Su vanidad y egolatría eran patológicas. Sarmiento mentía, mentía
siempre: en 1882 ocupó el cargo de Secretario General de la masonería y cuando
antes, en 1880 habíase presentado como candidato a Presidente de la República,
él negó públicamente su condición de Masón, pero en la logia exclamó: “…
¡Yo sólo he cumplido con la consigna masónica de no revelar mi carácter de tal…”
(14).
Sarmiento utilizaba la mentira, la intriga y la violencia como
método y sistema (Paunero uno de los procónsules de Mitre, le decía a éste que
Sarmiento era un “déspota Jacobino”).- Él lo reconoce en carta a su amigo
Manuel Rafael García, el 28 de octubre de 1868; siendo nada más y nada menos
que Presidente de los argentinos: “…¡Si miento lo hago como don de familia,
con la naturalidad y la sencillez de la verdad !…” (15).
¡He aquí al “prócer” (sic), el “Gran sanjuanino” (sic) , “el
¡educador!” (sic). Símbolo y guía para todos los argentinos que siguen viviendo
en el fraude sobre su historia, porque siguen alimentándose del error y de la
mentira, base de toda ideología; error y mentira prescripta que ha sido elevada
a dogma indiscutible e indestructible, sin más testimonio que la avale, que las
palabras grandilocuentes y los deseos fundados en intereses particulares y/o
foráneos.
III.- POLÍTICA PROPIAMENTE DICHA
Con respecto a su “política propiamente dicha” comienza, por así
decirlo, como periodista en Chile luego de haberse fugado milagrosamente con
vida de su país, habiéndose escondido debajo de la cama, salvándolo el Gral.
Benavidez.
Desde aquél país, indujo al mismo “…con singular tesón, a
seguir con aquel paso (el de ocupar el estrecho de Magallanes) …”
escrito en el Diario “La Crónica” del 5 de agosto de 1849 (16). Así lo repite
en el mismo diario el 15 de noviembre de 1849; nótese que habla como si fuese
chileno: “…en recompensa de nuestros esfuerzos nos prometemos ser nombrados
diputados, cuando menos alguna legislatura por la Provincia de Magallanes,
cuyos principios y población hemos favorecido tanto…” (17).
Sarmiento, haciendo uso de su traición, su trampolín al poder,
descubre que casi toda la Patagonia pertenece a Chile; así el 11 de enero de
1843 ya declaraba en el Heraldo Argentino que “…los argentinos residentes
en Chile desde hoy debemos vivir sólo para Chile, y en ésta nueva afección
deben ahogarse las antiguas afecciones nacionales..” (18).
El 25 de Mayo de 1900 siendo Ministro de Chile en la Argentina
(¿?) (sic) declara en forma solemne y altisonante “..soy declarado por
unanimidad bueno y leal chileno, ¡ay del que persista en llamarme extranjero…”
(19). Cuando el gobierno argentino sale en defensa de nuestra soberanía
patagónica, Sarmiento escribe el 11 de marzo de 1849 en el periódico “La
Crónica” que “…los derechos de Chile el gobierno de Buenos Aires debe por
decoro cuidar de no atropellar…, para Buenos Aires es una posesión inútil, …
¿qué hará Buenos Aires con el Estrecho de Magallanes ? ¡mejor que ocupe el Sur
hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho al quien lo posee con provecho!
…Magallanes pertenece a Chile por el principio de Conveniencia propia sin daños
de terceros…” (20).
Este agravio a la Nación de un ser que reniega de su país, es
decir, un descastado, llega al asombro de sugerir que toda la Patagonia le
correspondería a Chile, porque a renglón seguido dice que “…quedaría por
saber aún si el título de erección del Virreinato de Bs. As. expresa que las
tierras al sur del Mendoza entraron en su demarcación; que, a no serlo, Chile
pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las Provincias
de Cuyo…” (21).
Del mismo modo, pero más contundente aún, dice en “La Crónica” del
4 de agosto de 1849 “…no se me ocurre en mi simplicidad de espíritu cómo se
atreve Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos al estrecho de
Magallanes… sus reclamos están desnudos de todo fundamento…” (22).
Esto hace muchos años se llamaba “traición” pero parece que
actualmente parece que actuar así es un pasaporte seguro, en nuestro país, para
llegar a ser un ¡héroe nacional! El diario “La Nación” que era un diario
Mitrista se expresó contra Sarmiento en innumerables ocasiones, pero basta un
ejemplo: lo escrito el 4 de octubre de 1868, fustigando a Sarmiento diciéndole
“… Ud. ha sostenido en Chile contra su patria los pretendidos derechos de
un país extranjeros para despojarlo de su territorio…no creo que haya ningún
hombre que intente justificar al Sr. Sarmiento, pues todo pueblo del mundo ha
condenado terriblemente a quien atenta contra la integridad de su propio país…”
(23). Y así ha sido: despreciado por el pueblo argentino y exaltado por los
funcionarios de turno y docentes enciclopedistas que no hacen más que repetir a
lo largo de los años la historia según el “Billiken”.
¿Qué piensa Sarmiento de organizar una marina?
Entre muchas sinrazones nos quedamos con una que expresa mejor su
cortedad moral y política, al escribir desde el Diario “El Nacional” el 7 de
mayo de 1879 “….las costas del sur no valdrán nunca la pena de crear para
ellas una Marina. ¡Líbrenos de ello y guardémonos nosotros de intentarlo!…. El
día que Buenos Aires vendió su escuadra hizo un acto de inteligencia que le
honra. No debemos ser Nación marítima….” (24).
Pero, se ha rendido un homenaje a quien ha abominado de la marina
durante toda su vida, como así también de las FF.AA. en general, y lo que ella
representan: la custodia y defensa de nuestra soberanía territorial y marítima.
Así, en setiembre de 1972 el entonces Director de la Escuela Naval, Capitán de
Navío Roberto Ulloa, rindiendo homenaje a Sarmiento diciendo (sin saber
nosotros si sabía lo que estaba diciendo) que ”…la demostración más que un
deber de gratitud (¿?) implica, además, un compromiso de
vigencia real. Aquí estamos para ratificar públicamente nuestra fe en los
valores que defendió Sarmiento (sic), de los que la Escuela
Naval Militar se siente custodio (resic), y así lo ha
demostrado en su labor fecunda…” (25). Grotesco. Es como decir, que le
agradecemos al verdugo habernos degollado.
Gracias a Dios -como dice el historiador Patricio José Maguirre,
miembro de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, egresado de la Escuela
de Defensa Nacional, etc.- ningún egresado de la Escuela Naval entregó la
Patagonia a Chile, ni las Malvinas a Inglaterra, ni renegó de su patria por un
salario (Sarmiento cobró 5 sueldos conjuntamente, del presupuesto nacional), es
decir, una persona a la que Mitre, presidente de la Nación, lo designa
representante diplomático en 1864 en EE UU, ante su total ineptitud como
Gobernador de San Juan en 1864 mismo, diciendo que Sarmiento era sencillamente
“inaguantable” (26).
También Félix Frías, sostuvo agrias disputas con él, y Pedro
Goyena dijo de Sarmiento en 1883 “…Sarmiento, un asalariado de Chile,
sostuvo que las tierras australes de la Argentina pertenecían al que arrojaba
la moneda en su rostro de escritor venal…” (27).
¿Qué opinaba Sarmiento de las Malvinas? Oigamos de sus propios
labios la respuesta “patriótica”, en el diario “El Progreso” el 28 de noviembre
de 1842: “…La Inglaterra se estaciona en las Malvinas para ventilar el
derecho que ella tenga. Seamos francos: Esta invasión (¡por lo menos
lo reconoce!) es útil a la civilización y al progreso (de
Inglaterra y Chile, suponemos)…” (28).
El mismo Sarmiento dijo posteriormente “…¡Lástima grande que
los habitantes de Buenos Aires no conocieron en aquel momento las instituciones
inglesas, pues en aquel momento (se refiere a las invasiones
inglesas) perdimos 50 años de civilización” (29).
¿Qué pensarán de esto los miles de combatientes que pelearon en
1982 contra la invasión inglesa a las Malvinas? ¿Qué pensarán los familiares de
quienes allí murieron? ¿Qué pensarán en especial, los marinos de este alarde de
entrega y traición? No importa. Recordar que el 11 de septiembre es el “Día del
Maestro” es hoy en día, el parecer, cívico homenaje… Así se viene educando a
los argentinos, con una historia oficial aguachenta, insulsa, armada y recreada
para consumo masivo. ¿Este es el Hombre que defendió -según el capitán Ulloa-
nuestros valores? ¡Qué orfandad de conocimientos políticos y que peligro que
ello encierra!
Ya los grandes pensadores clásicos como Maeztu, Menéndez y Pelayo,
Azorín, Balmes, Maurras, La Tour du Pin, Fichte, etc. decían y dicen, con
razón, que ninguna nación será grande si no es consciente de sí misma, de su
pasado con sus grandezas y miserias. Es decir, no sabremos nunca lo que somos y
queremos ser, si no sabemos lo que hemos sido.
Quizás viene a colación y es aplicable al caso que nos toca, lo
dicho por Saavedra, cuando en 1806 -primera invasión Británica- Castelli,
Vieytes, Beruti, buscaron el apoyo del General Beresford para obtener la
independencia bajo la tutela británica, ante ello, Saavedra exclamó con irónico
sarcasmo “…¡qué bellos sentimientos de Independencia…!” (30).
Sarmiento también participó en la idea, en 1843, de Florencio
Varela, otro “prócer”, de segregar las provincias de Entre Ríos, Corrientes,
Misiones, para constituir con Uruguay una Nación aparte. En sus visiones
proféticas de lo mediocre y rastrero, llegó a soñar en formar un ¡estado yankee
en el Chaco! En carta a María Mann, el 23 de enero de 1866 le dice “…imagínese
lo que sería una colonia Norteamericana en San Juan produciendo plata y
educando al pueblo…” y en carta del 1 d abril de 1868 le escribe diciendo
que “con los emigrados de California se está formando en el Chaco una
colonia norteamericana. Puede ser el origen de un territorio, y un día, de un
Estado Yankee (con idioma y todo)…” (31). Estas expresiones denotan la
falta de equilibrio y delirios extravagantes que tenían el carácter y
personalidad de Sarmiento.
Nótese el contrataste con respecto a Juan Manuel de Rosas, cuando
éste en el momento de la derrota de la Confederación Peruano-Boliviana, al
mando del General Santa Cruz, rechaza las pretensiones de varios federales de
“aprovechar” la anarquía de esa zona para apoderarse de Tarija, por la fuerza,
en lugar de buscar dicha situación por medio d acuerdos y tratados: en carta a
don Angel Pacheco el 17 de noviembre de 1841 y Manuel Oribe el 12 de enero de
1842 en la cual en esta última, trasciende de los meros hechos para transcribir
párrafos escritos en la carta a Pacheco donde dice: “…y con respecto a
Tarija, no es digno de la República Argentina incorporarla nuevamente por la
fuerza, ni reclamar nuestros derechos en circunstancias que Bolivia se haya
envuelta y afligida en terrible anarquía. Que esto debe ser obra de la paz, por
negociaciones pacíficas y dignas y honorables, en que por un tratado quede
restituida, lo que no nos será difícil conseguir así que Bolivia se encuentre
en perfecta tranquilidad, presidida por un gobierno justo y verdadero amigo,
con el que conseguiremos también otro de límites y comercio… que la guerra fue
contra Santa Cruz, no contra Bolivia…” (32).
Esta es una de las cartas del “degollador” y “bárbaro” Rosas que
nos muestra y enseña nuestra historiografía pero que demuestran el criterio y
justeza de principios que sustentaban su accionar político prudente y recto, no
aprovechando una situación fáctica para hacerse de Tarija, por la razón, que
hoy parecerá prosaica, de que no correspondía.
Su clarividencia y genio diplomático, su tacto sociológico, a la
par de un Napoleón o Clausewitz, queda reflejado en la calidad moral e
intelectual de los hombres que lo rodeaban, entre ellos Felipe Arana, Tomás
Guido, Eduardo Lahitte, Lorenzo Torres, Baldomero García, Tomás Anchorena,
González Peña, Campana; precisamente el 26 de maro de 1842, el primero de los
nombrados le escribe al segundo una carta en la que expresa “…no se me
oculta que bien conocen los soberanos europeos cuánto vale en el Nuevo Mundo la
subdivisión de los Estados y las influencias comerciales que ejercen (¡si
no que se lo pregunten a Sarmiento, Mariano Acha, De Vedia, del Carril, Varela,
Paz, Fructuoso Rivera, etc.!) pero no por esto ni podemos ni debemos
dejar de hacer los últimos esfuerzos para afianzar nuestra independencia y
garantizar las libertades públicas…, etc” (33).
El contraste es demasiado claro y contundente: Por un lado esta
última luminosa comprensión del momento actual y el sentido de equilibrio del
Gral. Rosas que no aprovecha una coyuntura favorable para, por la fuerza,
lograr algo que el entendía no era ni el modo ni el medio correcto
aprovechándose de la debilidad del vecino; y por otro: el esquizofrénico y
alucinado Sarmiento que imponía su autoridad a degüello, como surgen de sus
propias palabras, cuando por ejemplo, en su “Proyecto de Reorganización
Argentino” de 1845, al propiciar la presencia del general Paz, dice que “…a
los que no reconozcan a él debiera mandarlos ahorcar, fusilar, degollar. Este
es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de autoridad…” (34). En
carta a Aristóbulo del Valle en 1880 decíale; ” aquí en este país, no
puede haber más política que la del garrote y la macana…” (35). Este es el
“liberal” Sarmiento ¿Será este el ideal sarmientino que quiere imponerse e inculcarse
como un chaleco de fuerza sobre el cuerpo real de la Nación? ¿Querrán nuestros
“educadores” educarnos como prescribía Sarmiento que debía educarse, es decir :
¿a garrotazos!?
Al imponerse, desde la derrota argentina a manos de Brasil y sus
aliados llamados por la traición del Gral. Urquiza en 1852, el ejemplo
“democrático” de Sarmiento y sus ideas Pseudopolíticas ¿quieren decirnos que
debemos emplear el terror, la mentira elevada a sistema, para desmembrar la
Nación, como deseaba imperiosamente Sarmiento? Este interrogante, irónico,
surge porque en 1857, en las elecciones ganadas por la banda de Sarmiento, éste
prescribe el 17 de Junio a Domingo de Oro, el método “Liberal” utilizado: “…para
ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror
que, empleados hábilmente, han dado este resultado. Los gauchos que se
resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo y
quemados sus ranchos, perdiendo sus escasos bienes y hasta su mujer.
Establecimos depósitos de armas, cantones de gente armada, encarcelamos a los
complicados en una supuesta conspiración, y bandas de soldados armados
recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el
terror que sembramos el día 29, que triunfamos sin oposición. Esta es la
palanca con que siempre se gobernará a los porteños, que son unos necios,
fatuos y tontos…” (36).
¡Digno hijo de la Revolución Francesa!. Sarmiento puede reclamar,
con todo derecho, la filiación como hijo legítimo de la Comuna de París. No
existe mucha diferencia entre el frío y sanguinario Maximilian Robespierre y su
aventajado y descastado alumno americano.
Este es el hombre que nos han inculcado y nos inculcan como el más
grande “civilizador” contar la “barbarie”. El error no sólo es grave sino que
se vuelve criminal cuando es adrede. Nos han inventado una historia de consumo.
Lo peligroso es lo dicho al principiar este ensayo: Si no sabemos lo que fuimos
no sabremos lo que somos y hacia donde queremos ir. Es como un principio
matemático: Errado el principio fundacional o esencial, todo el razonamiento
posterior por más logicidad que aparente, que tenga, conducirá a un error. Hoy
a eso lo llamamos “ideología”.
Urquiza le escribía a Mitre en 1852 diciéndole ofuscado que “…Sarmiento
era un loco, intrigante, pretencioso y anarquista…” (37). El 4 y 6 de
octubre del mismo año el diario La Nación lo describe con pocas pero certeras
palabras “…es un abogado de un gobierno extranjero contra su propio país…”.
¿Qué decir de Sarmiento y su amor por la entrega física y
espiritual de la Argentina? La respuesta la tendremos de los propios labios del
Gral. San Martín en carta a Gregorio Gómez “…¡No aprobaré jamás que un hijo
del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria!…”, y en
carta a J.M. de Rosas define el 10 de mayo de 1839 “…pero lo que no puedo
concebir es el que haya americanos que por un indigno
espíritu de partido (argentina, dixit) se unan al
extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la
que sufríamos en tiempos de la dominación española, una tal felonía in el
sepulcro la puede hacer desaparecer…” (38).
Sarmiento se sabe aludido y molesto e irritado, durante años
despotricó contra San Martín. En 1846, 4 de septiembre, le escribe a su amigo
Antonio Aberastain y entre otros denuestos antiargentinos, le dice: “…San
Martín es ahora un ariete descontrolado, ve en Rosas al defensor de la
independencia amenazada. Aquella inteligencia declina y todas sus ideas se
confunden…” (39).
Al entregar, de hecho y de palabra, la Nación a hombres e
intereses ajenos, de parte de Sarmiento, denota “per se”, la pérdida y el
desquicio de todo decoro intelectual y moral que fuera patrimonio y honra de
nuestros compatriotas, que jamás se habrían permitido hablar mal de nuestra
Nación; hecho avergonzante, pero comprensible en el desequilibrio psíquico de
Sarmiento por sus frustraciones juveniles en lo atinente a su tan promocionada
“docencia”, la cual como se vio no existió.
La egolatría de Sarmiento se manifiesta en el juicio que él tenía
de sí mismo. Con humildad reconoce en 1843 que “Jamás he reconocido otra
autoridad que la mía. Soy el juez de la importancia de un libro, sus ideas; y
de esta falsa posición (¡por lo menos lo reconoce!) ha
nacido la independencia de mi criterio…” (40) confesando, también que “…los
Sarmiento tienen una reputación de embusteros heredada de padres a hijos, la
cual nadie niega (¡!)…” (41).
Sarmiento se enorgullece de ser embustero, e hijo de embusteros y
mentirosos. Se considera a sí mismo una deidad y la mentira es para él un arte
que maneja día a día y la perfecciona. En carta a Rafael García, el 28 de
Octubre de 1868 reconoce que “SI MIENTO LO HAGO COMO DON DE FAMILIA, CON LA
NATURALIDAD Y SENCILLEZ DE LA VERDAD (¡!)…” (42). Poco se
puede agregar a esta confesión de Sarmiento, lo que sí no puede negársele es su
gran capacidad de hipocresía y cinismo, dado que debe existir pocas personas
que se jactan de sus propios defectos.
La historia “plastificada” comienza en Caseros; lo reconoce el
propio Sarmiento “ …La batalla, para el público, puede leerse en el
boletín Nº 26: Novela (¿?) muy interesante que tuvimos el
honor de componer Mitre y yo… ” (43). Posteriormente continúa con la
mistificación de los personajes históricos. “El “Facundo” fue fruto de la
inspiración del momento …sin auxilio de documentos…con el propósito de acciones
inmediatas…más adelante echaré al fuego de buena gana cuantas páginas
precipitadas he dejado escapar en el combate…” (44). En el diario “Crónica
del día 26 de diciembre de 1853, se felicita a sí mismo de sus calumnias
reconociendo que en su “Facundo” “…los muchos errores que contiene son una
de las causas de su popularidad….”.
Esa insistencia de Sarmiento en vanagloriarse de sus mentiras,
errores adrede, falsedades, dan una acabada idea de agrado de paranoia y de
afán de poder enfermizo que precede sus actos; tal como el mismo Sarmiento lo
reconoció, pues cuando se refiere a “Recuerdos de Provincia” dice ”…éste es
un cuento que se refiere a un loco y no significa nada(¿?)…”
(45). A aquel primer libro (Facundo) se refiere Alberdi diciendo que “…además
de estar lleno de máximas inmorales y maquiavélicas, es un libro pernicioso,
como calumnia y satiriza a la Argentina y su sociedad…” (46).
Demos un ejemplo más de la autoglorificación de Sarmiento y su
protagonismo en la falsificación de nuestra historia: al escribirle a
Avellaneda el 16 de diciembre de 1865, le dice sin empacho alguno, “…los
unitarios los han suprimido (se refiere a los tratados firmados entre
unitarios y federales) con aquella habilidad con que sabemos
rehacer (¡!) la historia…”. Exacto. Prueba concluyente
sobre la mentira como sistema, en la cual se “construye” nuestra “historia
oficial” (sic).
Sarmiento, a lo largo de toda su vida, vitupera y calumnia sin ton
ni son, sin desmayos. En sus juicios se nota, no solo una desinformación, sino
una falta de cultura que hace ver su poca inteligencia, su corta visión,
aunque, por supuesto, no su astucia. Así, por ejemplo dice que “…EEUU es el
único país culto en toda la tierra. España es inculta y bárbara. En 300 años no
ha producido un solo hombre que piense, un solo escritor de nota, ningún
filósofo, ningún sabio. Es la nación más pobre que se conoce…” (47).
Menéndez Pelayo, es uno de ésos “incultos” a los que refiere Sarmiento diciendo
que “…hace alarde de la más crasa ignorancia…”.
¿Qué piensa Sarmiento de los gauchos, de los humildes, de los
huérfanos? Los gauchos son “una Chusma de haraganes” dirá en el diario
“El Nacional” del 3 de febrero de 1857. El 20 de setiembre de 1861 le
recomendaba a Mitre “…no trate de economizar sangre de gaucho. Este es un
abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla
(¿él no lo era?) incivil, bárbara, es lo único que tienen de seres
humanos” (48). “.. el estado no tiene alma. No tiene caridad. Si los
pobres se han de morir, ¡que se mueran!(¡que nobles sentimientos!) el
mendigo es como la hormiga: Recoge los desperdicios, los huérfanos son los
últimos seres de la Sociedad. No se les debe dar más que comer…” (49).
Para Sarmiento, los argentinos, los que pelearon contra los
españoles por la independencia, contra los franceses, contra los ingleses,
contra los brasileños, sólo tienen de seres humanos, su sangre. Sarmiento dice
que el Estado no tiene alma: La realidad es que un Estado representa lo que son
quienes lo representan, por lo tanto, un Estado será abusivo, absolutista, ¡sin
alma!, si quienes lo presiden son seres abusivos, absolutistas, sin alma, por
ejemplo del propio Sarmiento que fue presidente…
Sigamos los argentinos en el error, sigamos en la mentira de la
historia “inventada” (palabras de Sarmiento). Sigamos creyendo en el “ideal
sarmientino”, sigamos levantando templos y monumentos en su nombre, sigamos
renegando de nosotros mismos y educando a nuestras generaciones en al impiedad
y nada quedará de nosotros, sino tan solo seres sin conciencia, sin pasado, sin
memoria, pasto de quienes quieren diluir nuestras fuerzas, y que sí saben lo
que quieren y como lograrlo, debilitando el espíritu nacional, con una
gigantesca y organizada y pausada acción que poco a poco nos va disolviendo en
las contradicciones con la realidad que ella acarrea. Así una vez, debilitados
en nuestras defensas, mansamente seremos, ya definitivamente, juguete de
quienes como ya sabemos, no tienen más patria que el billete… finalmente como
diría George Bernanós, quizá seremos fusilados por curas bolcheviques…
Una prueba más sobre el desprecio por su patria y sus hijos, que
sentía Sarmiento, se evidencia cuando en 1871, siendo presidente de un “estado
sin alma”, el pueblo padece la famosa “fiebre amarilla” que segó la vida de
miles de personas. Sarmiento huyó despavorido. Pasó por Mercedes y luego a
Chivilcoy. Entonces la ciudad quedó acéfala por cuatro meses. Tan grave fue la
situación que se crearon dos diarios dedicados a dar noticias de la epidemia:
“El Boletín de la Epidemia” y “Marcha de la Epidemia”. De aquí extrajo el
académico historiador Dr. José Luis Molinari algunas referencias acerca de ese
“paladín y prócer” que se llama Sarmiento: “…Aún no se ha podido descubrir
en ninguna de las listas de suscripción popular los nombres del presidente
Sarmiento y sus Ministros. Al que haga el descubrimiento se le dará una buena
gratificación…cuando el presidente de la República, obedeciendo a un instinto
de conservación excesivamente pronunciado (eso y decir que era un cobarde, es
lo mismo) emigró a Mercedes… No cabe nulidad mayor que la que reúne el hombre
que tan contra el sentido común y las instituciones de esta Nación, nos
preside; Diógenes, con toda su calma se hubiera visto apurado para encontrar
otro ser menos digno del honroso y elevado puesto que el Sr. Sarmiento
ocupa…pero que un pueblo, tras la más pésima de las administraciones, deje
continuar cínicamente en el poder al hombre que lo abandona en el medio de la
desolación y el espanto, sin valor para afrontar el peligro, es cosa que la
imaginación se resiste a creer. El pueblo ha luchado solo y tiene derecho para
decirle a quien le dio las espaldas: ¡huye de aquí, cobarde y no me hagas
solidario de una afrenta que es absolutamente tuya!…” (50).
Es lapidario. Aquí surge el perfil nítido de Sarmiento, y el
concepto que de él se tenía. Y surge una pregunta: ¿Puede ser posible que la
desintegración nacional que sufre día a día nuestra Argentina tenga como origen
la falsificación de la historia? ¿y con qué fines? Sabemos que toda nación
tiene hombres arquetípicos, los cuales se muestran como ejemplo de generación
en generación, a fin de actuar o imitarlos, así como toda persona tiene como ideal
de vida determinados próceres e intenta imitarlos y ajustar sus vidas y sus
conductas a la de esos hombres elevados a ejemplos y guías.
Son necesarios los arquetipos, como normas de conducta, como
normas a las cuales ajustar conductas. Si una Nación toma como guía a hombres
supuestamente virtuosos pero que en realidad no lo son, las consecuencias con
el correr del tiempo serán funestas: caeremos en el error, provocado
premeditadamente, día a día se perderá la identidad y creyendo ser lo que nunca
fuimos, se cumplirá el sueño de Mitre de “…enterrar históricamente a
nuestros prohombres…” (51), lo que en verdad implica enterrar la Nación
real, histórica. Así “enterraron” a San Martín el cual según Sarmiento “…castigado
por la opinión, expulsado para siempre de América, olvidado por 20 años, es una
digna y útil lección…” (52). He aquí, lectores, Sarmiento y su verdadero
rostro, sin máscara, sus intenciones y su desprecio por el Libertador.
Sarmiento era un anarquista en todo el sentido de la palabra:
Brutal, disolvente, ególatra, subvertidor del orden; y queda patentizado en el
panegírico que hizo de Garibaldi al decir que “…Garibaldi es una gloria
Argentina (¿?), una gloria de América (¿¿??) …”
(53).
En realidad, como dice Héctor Daliadiras “…Garibaldi saqueó el
litoral, arrió la bandera argentina en 1842 en la Isla Martín García e izó la
bandera inglesa. Menos mal que Brown lo derrotó en la gloriosa batalla de Costa
Brava…” (54). Pero no importa, para Sarmiento era “una gloria argentina”.
Brown le decía a su mujer con respecto a la lucha de 1942 “…la conducta de
estos hombres (se refiere a Garibaldi y sus salvajes acompañantes) ha
sido más bien de piratas que de guerreros pertenecientes a un pueblo
civilizado, saqueando o destruyendo cuanta criatura o cosa caía por desgracia
en su poder…” (55).
Sarmiento tenía la costumbre de expresarse sobre otros personajes
de nuestra historia. El “educador” decía de Urquiza que era “…un decrépito,
idiota…” (56), Artigas es “…un tártaro terrorista, asesino, cruel,
bandido, monstruo, ignorante, sucio y sangriento, salvaje animal de rapiña,
degollador, saqueador y violador, desbaratador de toda civilización…”
(57). De Güemes sentenció con desparpajo “…destruyó todo derecho para hacer
valer el suyo propio…” (58). Del heroico defensor oriental contra la
intromisión lusitana, don Manuel Oribe dijo que “…era un bárbaro
sangriento. Nunca vi un monstruo como él…” (59). Del ilustre Carlos Guido
y Spano simplemente dijo “…es un burro…” (60). De José Manuel Estrada,
Emilio Lamarca, Pedro Goyena, dijo que eran “…unos charlatanes infatuados,
sarnosos, pulgosos, etc…” (61). A su hora le hizo llegar su cólera a Mitre
con estas “alabanzas” el 26 de junio de 1869: “…La verdad es que Mitre en
su vida ha abierto un libro. Es un presuntuoso y por su pretensión de dañar,
desvaría. Es un charlatán. Es de quien quiera alquilarlo. Se ha presentado 3
veces ebrio en el Senado. Es un pigmeo, un vendido…” (62), cosa que si se
conoce a Mitre y sus famosas carnicerías en el Sur y su dudosa historia sobre
Belgrano, no deja de ser cierto lo que dice Sarmiento, aunque como hemos visto
él no ha sido diferente a Mitre.
Urquiza en 1861 escribió al General Rudecindo Alvarez confesándole
que “…el círculo pérfido de Buenos Aires me traiciona. Están decididos…a
someter a las demás provincias al capricho, a la ambición, y a la voluntad del
mismo círculo (Sarmiento-Mitre). El Plan es manifiesto. Se
proponen hacer del liberalismo el ariete para destruir, para dividir las
provincias y para construir el despotismo absurdo de ese círculo a que deben
sacrificarse…” (63). Finalmente el pronóstico se cumplió y la Nación
comenzó a disgregarse…
Corrían los años en que los procónsules de Mitre como Ignacio
Rivas, Venancio Flores, Wenceslao Paunero, Arredondo, etc., asolaban el país pasando
a degüello a cientos de criollos. Eran los tiempos de Pavón…
Los cuerpos degollados eran exhibidos en postes a lo largo de los
caminos como señal de advertencia. Entre los masacrados figuraban: El General
Jerónimo Costa, cuyo delito fue defender la Isla Martín García contra el
enemigo francés; Santa Coloma; el Coronel Martiniano Chilavert, uno de los
principales defensores, junto a Brown y Mansilla, de la heroica defensa de la
Vuelta de Obligado en 1845. También brutalmente asesinado fue Vicente Peñaloza
de quien José Hernández describe como “…un patriarca, héroe y general del
ejército Nacional a las órdenes de Urquiza y Derqui, prestigioso y valiente
soldado y militar…” (64). Lanceado Peñaloza, expuesta su cabeza
“civilizadamente” por 8 días, Sarmiento grita alborozado y le escribe a Mitre
el 18 de Noviembre de 1863 diciéndole que “aplaude la medida, precisamente
por su forma (¡!)…” José Hernández escribe “…la cabeza
del General Peñaloza, el hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fue
llevada al bárbaro Sarmiento como prueba del buen desempeño del asesino. El
unitarismo tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos
crímenes. El partido que invoca la ilustración y el progreso, acaba con sus
enemigos cosiéndolos a puñaladas. Matan por índole perversa. Maldito sea el
partido envenenado con crímenes que hace de la República Argentina el teatro de
sus sangrientos horrores…” (65). Alberdi exclamó “…la vida real del
Chacho no tiene un solo hecho de barbarie igual al asesinato del que fue
víctima…” (66).
Ante semejantes actitudes “civilizadas” que la “barbarie” no
comprendía, Samiento tuvo que “huir” del país y Mitre lo envía como una especie
de embajador a los EEUU en 1864. El diario inglés de Buenos Aires “Standard”
escribía el 18 de julio de 1864: “…su política injusta ha hecho tal daño al
país que Mitre le hace el favor a él y a San Juan removiéndolo…” (67). Ya
llegado a Nueva York, Sarmiento le escribió a la hija de Vélez Sarsfield “…estoy
escribiendo un libro sobre el “Chacho”. El Chacho concluyó en mis manos…”
(68). Así reconoce Sarmiento lo que las generaciones posteriores se niegan a
reconocer: su mistificación de la historia, porque como él lo confiesa sus
“obras” no son más que “cuentos”, a lo más, “lindos”. Y también reconoce su
propia intervención en la muerte del Chacho, además vanagloriándose de ello.
Luego del asesinato de Urquiza por las logias, que lo habían en su
momento elevado, Sarmiento exclamó en Rosario el 18 de noviembre de 1873 “…¡no
quedará vivo soldado alguno de los batallones de los gauchos correntinos!…”
(69).
Trascartón de sus genocidas advertencias, Alejo Peyret, residente
en Entre Ríos, escribió “…Sarmiento, partidario de la intolerancia, es un
Robespierre: Civiliza a cañonazos y bayonetazos…” (70). Sarmiento
establece un método seguro de exterminio en masa: Matar a todos. Arredondo,
sanguinario lugarteniente de Mitre le recordaba que dicha forma de proceder era
instigada por Sarmiento, diciéndole en 1874 “…asesinatos al por mayor son
los que Ud. me aconsejaba en una carta cuando me decía que corte las cabezas y
las deje en el camino…” (71). Aquí lo vemos a Sarmiento de cuerpo entero:
“civilizando”, sí, pero a cañonazos, y por qué no a bayonetazos (¿sería por lo
silencioso…?). Pero, eso sí, a lo grande, “al por mayor” cortando cabezas y
“adornando” al camino con ellas.
Pero a pesar de todo, sufridos oyentes y lectores, no olvidéis que
la historia nos “enseña” (¿?) las “bondades” y la obra “civilizadora” de
Sarmiento. Aceptadlo como dogma so pena de excomunión, de crimen de Estado; no
vaya a ser que en los colegios secundarios y primarios se sepa la verdad de los
hechos (a través de documentos nunca leídos al alumnado) y nos privemos de
festejar “El Día del Maestro” (¿?) en honor del Primer “educador” (¿?) argentino
y “gran civilizador demócrata” (¿?). Crimen de Lesa Patria y además Ud. podría
ser tildado de “ignorante”, cuando no de “Bárbaro”….
Para finalizar transcribiré uno de los tantos perfiles que el
diario “La Prensa”, no precisamente un diario rosista, escribió el 14 de julio
de 1876 sobre Sarmiento. Elijo éste porque condensa en pocos renglones toda la
catadura moral, de quien carecía de todo escrúpulo, principios, con su
ilimitada ansia de poder, por el poder mismo: “Ni Rosas firmó nunca órdenes
como ésta. No se explica uno que semejante fiera ande suelto por las calles
libremente…” (72).
Creo que poco más se puede agregar de este “extracto de Sarmiento”
que hemos descripto. He de aclarar que quien desea conocer más sobre el tema
tiene la biblioteca Pública Nacional, el Archivo Mitre, el Archivo Histórico
Nacional, etc. esto no es más que un incentivo para profundizar por uno mismo
más sobre el tema.
Queda de Sarmiento su imagen real, sin la máscara oficiosa y
falsa, que nos revela su ordinariez y chabacanería, su pequeñez moral, su
egolatría y autosuficiencia genocida; su agresivo instinto disolvente y
disgregador.
Pero como corolario, a modo de epitafio oigamos, si se quiere, las
palabras del Diario La Prensa del 23 de mayo de 1880: “… DONDE QUIERA QUE
HA PUESTO LA MANO HA DEJADO LOS RASTROS DE SU CARACTER PROCAZ, IRASCIBLE Y
SANGUINARIO. MANDABA A CLAVAR EN PICAS A SUS ENEMIGOS. EL HA ORDENADO A SUS
SUBALTERNOS EL DEGUELLO DE SU PRISIONEROS. DICTABA CENTENARES DE SENTENCIAS DE
MUERTE. EL RECUERDO DE ESA SOMBRIA SERIE DE MATANZAS ORDENADAS POR EL, QUE HAN
HUNDIDO PARA SIEMPRE SU NOMBRE EN UN CHARCO DE HUMEANTE SANGRE HUMANA, NOS
LLENA DE REPUGNANCIA Y HORROR…¡SARMIENTO! ¡FIERA MALVADA, FIERA DE DOS PIES,
VERDUGO DE SUS SEMEJANTES!…” (73).
¡Qué distinto a lo que se enseña ¿no?.! Pero como dice Alberdi “…La
mentira puede ocultarlo todo, puede tergiversarlo todo, menos las fechas, los
actos históricos y los nombres de quienes los suscriben. He aquí la historia
que Mitre no hará porque no es agradable ni da votos para la presidencia (rigurosa
actualidad ¿no?) Pero la verdad (categoría permanente de la
razón) aunque amarga, a veces, es lo único que aprovecha a los
pueblos…” (74).
Hasta aquí hemos llegado a una apretada síntesis, acerca de
Sarmiento, sus obras y sus motivaciones. Quedan muchos aspectos interesantes de
su vida, a donde remito para ahondar más, pero con lo descripto queda
suficientemente demostrado, vía documental, aún del propio Sarmiento, el
carácter mesocrático, más aún, caquistocrático, de este hombre vulgar (en todo
sentido del a palabra) elevado a genio por necesidades políticas mezquinas.
Detengámonos aquí, porque he aquí el drama, la tragedia que se nos
presenta: No es lo peor el hecho de que Sarmiento haya sido un débil de
carácter y cobarde (como, por ejemplo, al huir de la Capital, durante su
presidencia, cuando la fiebre amarilla azotaba Buenos Aires).
No es lo peor el hecho que haya sido un vulgar pero peligroso
mentiroso según su propia confesión, ni su sed de sangre y su “tierna” criminalidad
genocida (como lo atestiguan, entre otros, Hernández, Alberdi, Rawson, Goyena,
los distintos diarios de la época, y la propia jactancia del sanjuanino) al
cual se le puede bien aplicar la conocida frase de Netchaieff en su “catecismo
Revolucionario”, cuando decía “…¡contra los cuerpos, la violencia; contra
las almas, la mentira…!” (75).
No es lo peor el hecho que se considere chileno, renegare de su
patria y quisiese entregar toda la Patagonia, Chaco, San Juan, mesopotamia,
etc. a poderes extraños (al fin y al cabo no fue ni el primero ni será el
último).
No es lo peor la circunstancia de que no fundara nunca una
Escuela, y que donde estuvo, fue echado prácticamente a patadas, por su
ineptitud.
Lo realmente grave para la comunidad Nacional, no es solo el
error, sino que se eleve al error, o mejor dicho, a quien lo comete, a la
categoría de virtuoso, guía de conducta para nuestros semejantes; que se eleve
a dichos personajes al altar del heroísmo nacional, que se los mezcle en un
mismo plano con quienes en verdad lo fueron, que se los señale como modelos de
conducta, ejemplos a seguir, arquetipos a quien imitar. Porque así se transmite
de generación en generación un error que se multiplica geométricamente haciendo
estragos en la inteligencia de los nacionales, perdiendo con el correr del
tiempo la noción y el conocimiento de lo que fuimos, por tanto de lo que somos,
al querer ser otro (que es como querer dejar de ser, diluyéndose nuestra
identidad).
Así nos debilitamos interiormente y vaciamos nuestra existencia de
las realidades de nuestro pasado que impiden, por no conocer quienes hemos
sido, el proyectarnos hacia adelante en el tiempo, sabiendo lo que queremos y
habremos de ser. Con respecto a esto el Dr. Alberto Otalagano dijo en 1974 “…La
historia es a las Naciones lo que la memoria es a los hombres: El conocimiento
o la noción del origen, de una identidad a través del tiempo y del espacio, que
se integra con el conocedor, en cuanto a tal, conformando su ser existencial.
El presente es hijo del pasado, como el futuro lo es del presente. Conocer
realmente el pasado es conocer la génesis de la problemática del presente para
encontrar la solución. La historia es la forja de la conciencia Nacional (o sea
el conocimiento de lo que se es por lo que se ha sido y en función de lo que se
deberá ser). Definición por antonomasia del “ser argentino” y especificación de
su destino… El hombre en tanto historia, integra una comunidad de destino en lo
universal, o sea profesa una religión común, tiene un pasado común y un
presente común a todos los que habitan con él en su mismo territorio:
conciencia de tener una comunidad y de haberla tenido, o sea, conciencia
histórica. Conciencia de una tradición común, presente común y de un futuro
común…” (76).
Y quiénes hemos sido, lo han señalado con sus vidas nuestros
hombres consustanciados con lo suyo (Saavedra; Rosas, Brown, Chilavert, Manuel
Moreno, Belgrano, Oribe, Genta, Irazusta, Scalabrini Ortiz, Savio, Mosconi, San
Martín, Güemes, Dorrego, Lavalleja, Giachino y quienes cayeron en Las Malvinas,
etc.) defendiendo lo bueno y tratando de corregir lo equivocado, aún con sus
propios errores, pero siempre con la vista tendida más allá, puestos los ojos y
sus vidas en el bien común de nuestra patria histórica; tratando, como decía De
Maeztu, no tanto “en ir mejorando a los hombres, sino restableciendo las
condiciones sociales que los induzcan a mejorarse…” (77).
Condiciones sociales, y por tanto, morales (y legales, entendiendo
a la ley no como una expresión de voluntad abstracta y general o particular,
sino -como dice Santo. Tomás- como una ordenación racional enderezada al bien
común).
Esa comunidad de destino histórico que lleva en sí impreso nuestro
carácter, queda demostrado en la descripción que hace Manuel García Morente del
“Caballero cristiano” como símbolo y expresión arquetípica de la esencia de la
Hispanidad “…los españoles dan preferencia a las relaciones reales sobre
las formales. Las reales son las que se fundan en lo que cada persona es,
siente, piensa y valora y vale. Las formales se basan en abstracciones puras
(“ser humano”, “ciudadano”) simple forma, concepto despojado de realidad
personal. Por eso, el español, no se inclina ante la autoridad conceptual,
abstracta, por ej., no se somete a la mera idea jurídica de la soberanía
basada, dado el caso, en el voto. La ley debe ir acompañada de fuerzas reales:
prestigio, jerarquía natural, carácter, clase intelectual, y moral. La
hostilidad profunda del caballero español a todo formalismo falso se compadece
mal con la democracia parlamentaria, que atribuye mando y soberanía no a los
que más vales, pueden y saben, sino a los “elegidos” por el sufragio, que poco
o nada saben acerca de lo que eligen. La competencia, la capacidad, el esfuerzo
y la valía personal son sustituidos por la habilidad, por una designación hija
del soborno y las promesas materiales o espirituales, por un nombramiento que
se “encomienda” -locura insigne- a la mas caprichosa, irresponsable, adulable,
cambiante, irracional, impersonal. A tal y tan absurda consecuencia tenía que
llegar una doctrina que empieza por escamotear la realidad de cada hombre para
substituirla por la abstracción irreal de los “ciudadanos”, todos iguales entre
sí (naturalmente hablando, no desde la óptica sobrenatural y religiosa). Más
para que dos hombres sean iguales entre sí, claro está que hay que empezar por
despojarlos de todo lo que cada uno de ellos ES EN REALIDAD y reducirlos así a
la mera función abstracta de los conceptos…” (78). De la ideología
abstracta de la igualdad natural, al marxismo no hay más que un paso.
Es imperativo que hay que desenmascarar los fines perversos de los
ideólogos, desterrando y enseñando las causas que lo originan. Se debe entender
que el hombre no es una abstracción, un número (un voto), una cifra, una
entelequia, sujetos sin relaciones con lo social; ni tampoco la consecuencia
que de ello se desprende, es decir, una máquina que produce, un “homo
económicus” hacia el cual nos quieren llevar.
Sepamos que en el plano histórico, el hombre es una persona
(unidad definida, diferenciada) integrante de una comunidad familiar (padre,
hijo, hermanos, etc.) profesional (obrero, comerciante, médico, etc.) político
(miembro de un barrio, municipio, pueblo, país) religioso y a ese título
debemos respetarlo (por más que le duela a Sarmiento y sus apóstoles) y más
aún, defenderlo. “…porque la persona representa una concepción de vida
basada en el predominio de la realidad sobre la abstracción o ficción
ideológica (no importa el signo que lleve), del ser individual sobre la
definición racional, de la persona sobre la especie, y de lo privado sobre lo
público…” (79).
Goethe definió “…no se puede amar lo que no se conoce…”.
Y el conocimiento es un hecho de la razón, que apoyada en la moral y en la
inteligencia, nos conduce a la verdad de los hechos. Así el conocimiento no
depende de nuestra voluntad o sentimientos o de elucubraciones más o menos
filosóficas, pero que no se apoyan en el conocimiento de la verdad (la cual,
recordemos es una categoría permanente de la razón). No llevar los hechos
históricos reales, a conocimiento de nuestra Nación y sus hombres, a
conocimiento de nuestros jóvenes, es preparar una generación de descreídos,
nihilistas, resentidos, descastados, es TRAICION RAIGAL: Crimen, el peor crimen
que a una Nación se le puede cometer, todo por meros intereses coyunturales,
circunstanciales, de partidos; porque, como dijo San Martín, “…tal felonía,
ni el sepulcro la podrá hacer desaparecer…” (80).
Por el Dr. Gonzalo V. Montoro Gil
Indice Bibliográfico
(1) GENTA, Jordano Bruno. “El Nacionalismo
Argentino”. Ed. Cultura Arg. Bs. As. 1975
(2) GONZAGUE DE REYNOD, “La Europa Trágica”
(3) VEUILLOT, Luis. “Los odeurs de París” Ed. Crés. Pág. 32.-
(4 ) DALIADIRAS, Héctor : “Algo más sobre Sarmiento”, ed. Nuevo Orden, Bs.As.1965
Pág. 39-40.-
(5) GALVEZ, Manuel : “Vida de D. F. Sarmiento” Bs. As. 1957, Ed. Tor; Pág.223 .SARMIENTO, “Obras Completas”, Ed. Luz del Día. Bs. As. 1948 – 56. T. XXIV pág 34.-
(6 ) SARMIENTO Ob. Cit., T XLIV ; Pág. 142.-
(7) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 224; 293; 455; SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV ; pág 124/ 9 y 130.-
(8) GALVEZ, M. Ob. Cit.Pág. 285; 338.-
(9) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV Pág. 309; 323.-
(10) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 381; 403; 406.-
(11) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 288/ 90 ; T. XXXVII Pág. 223; 227.-
(12) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 274; 275; 285; 286.-
(13) GALVEZ, M. Pág. 135 Ob. Cit.-
(14) ANTONIO ZUÑIGA, “La Logia de Lautaro y la Independencia”, Bs. As. 1922; Pág. 338.- REVISTA MASÓNICA AMERICANA, T. I. ;pág.9 (Se adjunta al final discurso Masónico de Derqui del año
1860. Su tapa).-
(2) GONZAGUE DE REYNOD, “La Europa Trágica”
(3) VEUILLOT, Luis. “Los odeurs de París” Ed. Crés. Pág. 32.-
(4 ) DALIADIRAS, Héctor : “Algo más sobre Sarmiento”, ed. Nuevo Orden, Bs.As.1965
Pág. 39-40.-
(5) GALVEZ, Manuel : “Vida de D. F. Sarmiento” Bs. As. 1957, Ed. Tor; Pág.223 .SARMIENTO, “Obras Completas”, Ed. Luz del Día. Bs. As. 1948 – 56. T. XXIV pág 34.-
(6 ) SARMIENTO Ob. Cit., T XLIV ; Pág. 142.-
(7) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 224; 293; 455; SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV ; pág 124/ 9 y 130.-
(8) GALVEZ, M. Ob. Cit.Pág. 285; 338.-
(9) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XLIV Pág. 309; 323.-
(10) GALVEZ, M. Ob. Cit. Pág. 381; 403; 406.-
(11) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 288/ 90 ; T. XXXVII Pág. 223; 227.-
(12) SARMIENTO, D. Ob. Cit. T. XX Pág. 274; 275; 285; 286.-
(13) GALVEZ, M. Pág. 135 Ob. Cit.-
(14) ANTONIO ZUÑIGA, “La Logia de Lautaro y la Independencia”, Bs. As. 1922; Pág. 338.- REVISTA MASÓNICA AMERICANA, T. I. ;pág.9 (Se adjunta al final discurso Masónico de Derqui del año
1860. Su tapa).-
(15) GALVEZ,M.- Ob. Cit. Pág. 455 y 456.-
(16) SARMIENTO,D. Obras Completas T. XXXV; pag.30 a 33; Ed. Luz del Día, Bs. As. 1948-56
(17) SARMIENTO, D. Pag 283
(18) SARMIENTO, D. T. VI pag. 105.-
(19) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag.358.-
(20) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag 13.-
(21) SARMIENTO, D. T. XXXV; pág. 21.-
(22) SARMIENTO, D. T . XXXV, pág. 50
(23) GALVEZ, M. Ob. cit. Pag 293/4. Diario ‘La Nación’, Biblioteca Mitre.-
(24) SARMIENTO, D. T. XLI pag. 165; T. XVI, pág 376.-
(25) Diario ‘La Nación’, 12/9/1972.-
(26) PATRICIO JOSE MAGUIRRE, “Informaciones sobre la Masonería” 4ta. de. N.3,1981.
(27)GALVEZ, M.Ob.Cit. Pág. 418.-
(28)SARMIENTO, D. Ob.Cit. T.XXXV Pág. 75
(29)SARMIENTO D. “Conflicto y armonía de las razas de América” 1883/5.-
(30)RAMALLO, JORGE M. “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo” De. Macchi, Bs.As. 1983.
(31) GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 285
(32)ARCHIVO DE LA NACION, documentos del Gral.Pacheco. Correspondencia del año 1841, T.IX.
(33) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, Archivo del Gral.T.Guido.Legajo 10.
(34)GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 272, 328,453
(35)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 357.
(36) GALVEZ, M. Ob. cit.
(37)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 177.
(38)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia e/S.Martín y Rosas”. De. Theoría, 1975
(39)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.V. pág. 118, 119, 130. SALDIAS, “Hist.Conf.Arg. T.VI Pág.153
(40)SARMIENTO,D.F. “Recuerdos de Provincia”. T.III. Pág. 168.
(41)SARMIENTO, D.F. “Idem”. T.III Pág. 154.
(42)GALVEZ, M.Ob.Cit.Pág. 455 y 456.
(43)SARMIENTO,D.F. “Campaña del Ejército Grande”
(44)SARMIENTO, D.F.Ob.Com. T:VII, pág. 16
(45)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. II pág. 371, T.III pág. 25
(46)ALBERDI,J.B. “Escritos póstumos”. T.X. año 1887.
(47)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. XXXVIII. Pág. 405 y sgtes.
(48)SARMIENTO,D.F. T.XXXVI. Pág. 349, T. XL pág. 153
(49)SARMIENTO,D.F. Ob.Cit.T.XVIII Pág. 303,305.
(50)MAGUIRE,P.J. “Informaciones sobre la masonería”. Ed.I.R.A. Bs.As. Año 1981. Nro. 3; “Boletín de la Academia Nac. de la Historia”, 1ra. sección, 1964. Pág. 382, 384, Bs.As.
(51)LOPEZ, Vicente Fidel, “Manual de la Historia Argentina”, año 1920, Bs.As.
(52)SARMIENTO, D.F.,Ob.Cit. T.XXXVIII, pág. 160.
(53)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XLV Pág. 337
(54)DIADIADIRAS. H. “Algo más sobre Sarmiento”. Ed.Nuevo Orden, 1965, Bs.As.
(55)CAILLET-BOIS, “Los marinos durante la Dictadura” De. Pág. 118-123.
(56)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XVII Pág. 104, 124.
(57)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XVII, XV, XXXVII, XXXVIII
(58)SARMIENTO,D.F. Idem. T.VII, Pág. 93
(59)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XXV Pág. 334.
(60)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 217, 405,406.
(61)Idem 44.
(62)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.L. Pág. 178, 182.
(63)VICTORICA, Julio “Urquiza y Mitre”. Bs.As. 1960.
(64)HERNANDEZ, José. “Vida del Chaco”. Paraná, año 1863. Biblioteca Nac.Nro.31608.
(65)Idem
(66)ALBERDI,Juan B. “Pequeños y grandes hombres del Plata”. 1987.Bs.As.
(67)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. Pág. 384
(68)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XXIX Pág.48
(69)GALVEZ,M. Ob.Cit. Pág.355
(70)PEYRET,A. “Intervención en Entre Ríos”.Bs.As.1873.
(71)GALVEZ,M.Ob.Cit.Pág.371
(72)GALVEZ,M. “Ob.Cit.Pág.286
(73)LA PRENSA, “diario”: 1/8/75;14/7/76;23/3/80
(74)ALBERDI,J.B. “Escritos Económicos” 1895; “Pequeños y Grandes Hombres del Plata”.1887, Bs.As.
(75)MAEZTU, Ramiro “Defensa de la Hispanidad”Bs.As.Ed.Poblet,1952,Pág.89
(76)OTTALAGANO, Alberto “Conferencia de la U.O.C.R.A.”Ed.1974.
(77)DE MAEZTU, Ramiro de, Ob.Cit. Pág.105
(78)GARCIA MORENTE, Manuel “Conferencia en Bs.As.el ½ de Junio de 1938”, en “Idea de la Hispanidad”. Ed.Espasa Calpe, 1961.Pág.86
(79)GARCIA MORENTE, Manuel:Ob.Cit.Pág.91
(80)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia entre San Martín y Rosas”. Ed.Tehoría.1975.
(16) SARMIENTO,D. Obras Completas T. XXXV; pag.30 a 33; Ed. Luz del Día, Bs. As. 1948-56
(17) SARMIENTO, D. Pag 283
(18) SARMIENTO, D. T. VI pag. 105.-
(19) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag.358.-
(20) SARMIENTO, D. T. XXXV; pag 13.-
(21) SARMIENTO, D. T. XXXV; pág. 21.-
(22) SARMIENTO, D. T . XXXV, pág. 50
(23) GALVEZ, M. Ob. cit. Pag 293/4. Diario ‘La Nación’, Biblioteca Mitre.-
(24) SARMIENTO, D. T. XLI pag. 165; T. XVI, pág 376.-
(25) Diario ‘La Nación’, 12/9/1972.-
(26) PATRICIO JOSE MAGUIRRE, “Informaciones sobre la Masonería” 4ta. de. N.3,1981.
(27)GALVEZ, M.Ob.Cit. Pág. 418.-
(28)SARMIENTO, D. Ob.Cit. T.XXXV Pág. 75
(29)SARMIENTO D. “Conflicto y armonía de las razas de América” 1883/5.-
(30)RAMALLO, JORGE M. “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo” De. Macchi, Bs.As. 1983.
(31) GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 285
(32)ARCHIVO DE LA NACION, documentos del Gral.Pacheco. Correspondencia del año 1841, T.IX.
(33) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, Archivo del Gral.T.Guido.Legajo 10.
(34)GALVEZ, M. Ob.Cit. pág. 272, 328,453
(35)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 357.
(36) GALVEZ, M. Ob. cit.
(37)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 177.
(38)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia e/S.Martín y Rosas”. De. Theoría, 1975
(39)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.V. pág. 118, 119, 130. SALDIAS, “Hist.Conf.Arg. T.VI Pág.153
(40)SARMIENTO,D.F. “Recuerdos de Provincia”. T.III. Pág. 168.
(41)SARMIENTO, D.F. “Idem”. T.III Pág. 154.
(42)GALVEZ, M.Ob.Cit.Pág. 455 y 456.
(43)SARMIENTO,D.F. “Campaña del Ejército Grande”
(44)SARMIENTO, D.F.Ob.Com. T:VII, pág. 16
(45)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. II pág. 371, T.III pág. 25
(46)ALBERDI,J.B. “Escritos póstumos”. T.X. año 1887.
(47)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T. XXXVIII. Pág. 405 y sgtes.
(48)SARMIENTO,D.F. T.XXXVI. Pág. 349, T. XL pág. 153
(49)SARMIENTO,D.F. Ob.Cit.T.XVIII Pág. 303,305.
(50)MAGUIRE,P.J. “Informaciones sobre la masonería”. Ed.I.R.A. Bs.As. Año 1981. Nro. 3; “Boletín de la Academia Nac. de la Historia”, 1ra. sección, 1964. Pág. 382, 384, Bs.As.
(51)LOPEZ, Vicente Fidel, “Manual de la Historia Argentina”, año 1920, Bs.As.
(52)SARMIENTO, D.F.,Ob.Cit. T.XXXVIII, pág. 160.
(53)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XLV Pág. 337
(54)DIADIADIRAS. H. “Algo más sobre Sarmiento”. Ed.Nuevo Orden, 1965, Bs.As.
(55)CAILLET-BOIS, “Los marinos durante la Dictadura” De. Pág. 118-123.
(56)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XVII Pág. 104, 124.
(57)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XVII, XV, XXXVII, XXXVIII
(58)SARMIENTO,D.F. Idem. T.VII, Pág. 93
(59)SARMIENTO,D.F. Idem. T.XXV Pág. 334.
(60)GALVEZ, M. Ob.Cit. Pág. 217, 405,406.
(61)Idem 44.
(62)SARMIENTO, D.F. Ob.Com. T.L. Pág. 178, 182.
(63)VICTORICA, Julio “Urquiza y Mitre”. Bs.As. 1960.
(64)HERNANDEZ, José. “Vida del Chaco”. Paraná, año 1863. Biblioteca Nac.Nro.31608.
(65)Idem
(66)ALBERDI,Juan B. “Pequeños y grandes hombres del Plata”. 1987.Bs.As.
(67)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. Pág. 384
(68)SARMIENTO,D.F. Ob.Com. T.XXIX Pág.48
(69)GALVEZ,M. Ob.Cit. Pág.355
(70)PEYRET,A. “Intervención en Entre Ríos”.Bs.As.1873.
(71)GALVEZ,M.Ob.Cit.Pág.371
(72)GALVEZ,M. “Ob.Cit.Pág.286
(73)LA PRENSA, “diario”: 1/8/75;14/7/76;23/3/80
(74)ALBERDI,J.B. “Escritos Económicos” 1895; “Pequeños y Grandes Hombres del Plata”.1887, Bs.As.
(75)MAEZTU, Ramiro “Defensa de la Hispanidad”Bs.As.Ed.Poblet,1952,Pág.89
(76)OTTALAGANO, Alberto “Conferencia de la U.O.C.R.A.”Ed.1974.
(77)DE MAEZTU, Ramiro de, Ob.Cit. Pág.105
(78)GARCIA MORENTE, Manuel “Conferencia en Bs.As.el ½ de Junio de 1938”, en “Idea de la Hispanidad”. Ed.Espasa Calpe, 1961.Pág.86
(79)GARCIA MORENTE, Manuel:Ob.Cit.Pág.91
(80)CHAVEZ, Fermín “Correspondencia entre San Martín y Rosas”. Ed.Tehoría.1975.
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