CUÁNDO SE LE DIO POR PRIMERA VEZ EL MOTE DE
‘SALVAJES’ A LOS UNITARIOS
Gonzalo V. Montoro Gil
Cuándo
(y por qué) se le dio el mote de ‘Salvajes a los Unitarios, es un dato poco
conocido.
El
Partido Unitario, compuesto de hombres
de la ilustración, afrancesados, imbuidos de recetas de laboratorio para
gobernar un país, disociados de toda realidad empírica, tratando
infructuosamente de conciliar la ‘cuadratura del círculo’, a contramano de los
intereses de su patria (Gregorio Aráoz de Lamadrid, Bernardino Rivadavia,
Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre, el Gral. Paz, Juan Antonio Lavalle,
Salvador María del Carril, etc) y por el otro lado el Partido Federal con una
noción instintiva de protección a los intereses de su patria, no solo en zonas
portuarias sino, y principalmente, en el interior protegiendo sus riquezas y su
incipientes manufacturas.
Las
hostilidades comenzaron en 1825 al encontrarse dos países distintos en estos
hombres.
Desde
1826, aproximadamente, y con los Unitarios encaramados fraudulentamente en el
poder, los gobernantes del interior eran puestos por Buenos Aires. En el Norte,
por ejemplo, el Gral. Arenales manejaba los destinos de Salta.
San Martín, cuando estaba en el Perú, necesitaba el
avance del ejército desde Salta para
atacar a los realistas desde el sur, pero ante las eternas disputas entre
Federales y Unitarios y las peleas entre ellos, debió apelar al ejército que
venía del norte con Bolívar.
Dice el historiador Rafael GUTIERREZ que “allí se produjo la famosa entrevista de Guayaquil,
en el que San Martín delega la dirección de la lucha en Bolívar. La batalla decisiva que puso fin a la guerra
de independencia fue la que libró el General Sucre en los campos de Ayacucho.
Por tal motivo, a la actual República de Bolivia llegaron los llaneros de la
Gran Colombia.
Entre ellos revistaba
el Teniente –por entonces- Domingo López de Matute, al frente de un
cuerpo de caballería compuesto por 160 sesenta granaderos. Según las crónicas
de la época, terminada la guerra de independencia fue ofendido cuando se lo
postergó en los ascensos con que fueron premiados otros oficiales”.
Tras lo cual, reunió a su tropa –unos casi 200
mercenarios sanguinarios y dispuestos a todo- y descendiendo de los llanos
colombianos y venezolanos desertó en 1826 hacia el sur, a lo que en aquel
momento eran las indefinidas fronteras de un también indefinido estado que no
terminaba de conformarse, llegando a Salta.
Como
dice José Marie ROSA, “Estos conformaban
un regimiento de llaneros venezolanos, veteranos de muchas las campañas, desde
Carabobo a Ayacucho que habían quedado como parte de la guarnición de
Sucre en Bolivia pero habían desertado y pedido asilo en Salta al Gral.
Arenales. Eran famosos por ser propensos al saqueo, las violaciones y las
matanzas.”
Pero no
le fue fácil a Matute: sigue diciendo GUTIERREZ que “el Coronel Francisco Burdett O’Connor fue el encargado de perseguir a los
desertores que se habían internado en el territorio de la provincia de Salta.
Matute esperó y emboscó a su perseguidor cerca de Rosario de Lerma,
derrotándolo de modo aplastante.
“O’Connor y los
sobrevivientes de sus tropas se presentaron ante el gobernador de Salta, don
Juan Antonio Álvarez de Arenales –veterano de las guerras de independencia,
reconocido oficial de las tropas sanmartinianas- para reclamar su ayuda para
capturar a los desertores. Pero Matute se había adelantado y había conseguido
incorporarse a las tropas provinciales”.
El
gobernador Arenales destinó al desertor de las tropas ‘bolivarianas’ a sumarse al ejército del General Lamadrid. Entonces Matute a partir de 1826 conformó una
tropa de llaneros que unidos a Lamadrid –Unitario asociado al Gobernador Juan
Antonio Álvarez de Arenales- comenzó a combatir en el interior de la Argentina
a los gobernadores Federales como Facundo Quiroga, Juan Bautista Bustos y
Felipe Ibarra, sembrando el terror –al igual que Lamadrid- en la gente simple provinciana
que fue víctima de este personaje extranjero, sin piedad alguna, a cambio de
dinero para él y sus mercenarios.
Dice Daniel BALMACEDA que “El general unitario Lamadrid los incorporó a su bando:
consideraba que estos veteranos serían de gran utilidad para enfrentar a
Facundo Quiroga. Con dinero obtenido en empréstitos forzosos a los ciudadanos
tucumanos y santiagueños, recibió a estos mercenarios en Santiago del Estero.
Los colombianos tomaron su paga y partieron
a la ciudad para gastarla. En alcohol, por supuesto. El escándalo que
provocaron estas decenas de granaderos borrachos concluyó en una inmensa riña
callejera que acabó con la vida de un santiagueño. Los vecinos, furiosos,
entraron en la casa de Lamadrid —quien estaba en las afueras de la ciudad—,
tomaron las pocas armas que había allí y convirtieron las calles en un campo de
batalla. Murieron dos colombianos, y Matute, enterado de lo que hicieron sus hombres,
mandó fusilar a otro de los exaltados, para que sirviera de escarmiento […].Fue
en vano. Sus granaderos siguieron cometiendo actos criminales mientras duró su
participación en las filas unitarias. En distintas provincias del Norte
saquearon casas y robaron e incendiaron campos, maltrataron a los vecinos y
violaron mujeres, incluso niñas. No había forma de controlarlos”.
Francisco
Gorriti y Dionisio Puch, se sublevan contra Arenales pero Matute, habiendo
acordado con Puch, en vez de salir en defensa de su protector Arenales, traiciona
(una de sus tantas) al mismo. Tras una resistencia tenaz de varios días, todos
los defensores fueron muertos.
El 8 de febrero de 1827, Arenales huyó hacia
Bolivia, firmando su renuncia en el camino. Francisco Gorriti asumió el
gobierno provincial. Matute y sus acólitos asesinaron al comandante de la tropa
y degollaron a varios oficiales prisioneros en un festival de sangre
y terror.
Efectivamente, Luego
de derrotar a su ex protector Arenales, aliándose con Gorriti, éste se apodera
del Gobierno de Salta y envió a Matute y sus granaderos a
reforzar a Lamadrid, pero tuvo problemas con los
colombianos- sus paisanos mercenarios- pues como dice el historiador Alfredo
CARDONA TOBÓN eran “soldados
sanguinarios, que se embriagaban con frecuencia y estaban acostumbrados a
saquear viviendas y violar mujeres. Matute con sus granaderos y 50 “cívicos”
tucumanos venció al caudillo Juan Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del
Estero, en el combate de Robles; lo que permitió a Lamadrid ocupar
la ciudad de Santiago del Estero. Cuando se supo que las fuerzas del caudillo
federal Juan Facundo Quiroga se desplazaban en apoyo de
Ibarra, Lamadrid retrocedió hasta Tucumán y con Matute se aprestó para
el combate… El 6 de
julio de 1827 Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de El Rincón
del Manantial y éste abandonó a Matute rápidamente y se internó en Bolivia”.
Entonces, Matute regresó a Salta y
allí fraguó una revolución contra el su antiguo amigo el gobernador
Gorriti quien descubrió las intenciones del llanero. Gorriti puso preso a
Matute y un consejo de guerra lo condenó a muerte. Fue fusilado el 17
de septiembre de 1827.
Como puede colegirse la historia de
Matute, además de ser un sanguinario mercenario no trepidaba en traicionar una
y otra vez a sus circunstanciales camaradas.
Ahora
bien, ¿quién era este exótico y desertor Coronel Domingo López Matute?.
Desertor y traidor de primer orden.
Según el historiador Alfredo CADORNA
TOBÓN Matute era un llanero de Colombia o Venezuela, y
en todo caso ‘grancolombiano’, mestizo
y de condición social inferior pasó a la historia como un mercenario
cruel que puso precio a su espada en la naciente patria argentina.
“Matute era un hombre menudo de unos 28 años de edad,
regulares facciones y agudos ojos negros. Tenía madera de héroe y un espíritu
aventurero que lo llevó desde las orillas del Orinoco hasta los desolados
yermos bolivianos. Este combatiente acompañó al general Sucre en su
campaña del Alto Perú y en 1826, disgustado
por un ascenso que no llegó, abandonó el cuartel en
el Alto Perú y se presentó en la provincia de Salta al frente
del escuadrón de 190 granaderos colombianos que lo habían acompañado
desde Cochabamba”
Del
mismo modo, Carlos Federico IBARGUREN, nos habla y describe al mismo en
apretado resumen:
“Entre las tropas que habían respaldado a Sucre para crear la flamante
"República de Bolívar" - después Bolivia - se contaba un regimiento
de llaneros de Colombia. A esta unidad pertenecía el Teniente mestizo Domingo
López Matute, quien resentido por considerarse postergado en un ascenso,
desertó con un escuadrón de 160 granaderos, con los cuales - luego de derrotar
al Coronel O'Connor que pretendió reducirlo - se internó en territorio
argentino, dispuesto, quizás, a probar fortuna con sus hombres en la guerra
contra el Brasil. Llegado a Salta, Matute le pidió asilo y ofreció sus
servicios al Gobernador Arenales. Este aceptó la oferta, y mandó incorporar a
los desertores a las fuerzas del Gral. Lamadrid, quien, desde Tucumán, acababa
de desatar la guerra civil, y se disponía a emprender un ataque contra los
caudillos federales Facundo Quiroga, Juan Bautista Bustos y Juan Felipe Ibarra.
“Matute, sin embargo, no llegaría a destino; en el
trayecto hacia Tucumán, en Pozo Verde, coaligóse con Manuel Puch y los Gorriti
a fin de derrocar a su bienhechor Arenales. Con tal propósito los
revolucionarios pusieron sitio a la ciudad de Salta. [Gorriti] vióse
obligado a emigrar a Bolivia, para morir finalmente en Moraya, el 4 de
Diciembre de1831.
“En lo que concierne a Matute y su pandilla colombiana
[…] se juntaron con Lamadrid para hacerle la guerra a Quiroga; más el Tigre de
los Llanos los descalabró completamente en el encuentro de "El
Rincón".
“Vuelto Matute con su banda a Salta, enamorose de
Luisa Ibazeta Figueroa; y como debido a su condición de "pardo", el
padre de la novia le hiciera oposición, el audaz galán raptó a Luisita y
apresuradamente se casó con ella, ante la rencorosa impotencia de los Ibazeta y
los Figueroa.
“Siempre inquieto Matute, se puso a conspirar contra
su aliado de la víspera; el Gobernador José Ignacio Gorriti. Descubiertos sus
manejos fué encarcelado y condenado a morir. El 17 de Septiembre de1827, día de
su fusilamiento, pidió oír misa en el convento de San Francisco. No bien el
sacerdote acabó la consagración, corre Matute hacia el altar y arrebata el
cáliz, bajo amenaza de derramarlo si no se le perdonaba la vida. Frente a
tamaño sacrilegio quedó suspendido el santo sacrificio, en medio del estupor
general.
“En un santiamén llevose el caso a consulta del
Canónigo Juan Ignacio Gorriti, hermano del Gobernador; "Que lo fusilen con
cáliz y todo", dijo el cultísimo presbítero sin vacilar. Ante actitud tan
decidida, Matute devolvió el sagrado vaso. Lo condujeron hasta la chacra de Costas,
y allí, bajo un verde sauce llorón, recibió el reo los cuatro tiros que merecía”,
como se dijo, el 17 de Septiembre de 1827..
Como puede verse su corta vida en
nuestro territorio fue un continuo traicionar a quienes le dieron cobijo.
Aliándose según sus conveniencias y pasándose al otro bando sin sonrojarse
cuando le convino.
Las
correrías del ‘colombiano-venezolano’
Domingo López Matute y sus mercenarios a fuego y sangre por Santiago del Estero
y el Tucumán –de la mano de Lamadrid- fueron un espanto que sacudió a todas las
Provincias Unidas, dando lugar al mote de "LOS SALVAJES UNITARIOS" que,
acompañado de la palabra "MUERAN", formó parte, a partir de allí-
1826/1827 del lenguaje Federal y de algunos documentos oficiales.
Luego, y en ocasión del bloqueo
francés conjuntamente con los Unitarios en 1838, el asesinato del Gobernador
tucumano Alejandro Heredia por los Unitarios de la Coalición del Norte en
Noviembre de 1838, sumado a la conspiración Unitaria y de Ramón Maza en Junio
de 1839, por orden del Restaurador Juan Manuel de Rosas ya se hizo obligatorio en todos los documentos oficiales de
la época poner el adjetivo ‘Salvajes’
unida a la de ‘Unitarios’.
*
Ahora bien, ¿por qué el mote de ‘Salvajes’, aparte de lo mencionado? Nunca
mejor puesto el adjetivo. Esto no fue más que una antesala que se repetiría por
el interior de nuestro país a lo largo de los años.
Fusilado Dorrego, los unitarios
comienzan un persecución despiadada. “Impondremos
la unidad a palos” sentencia el sacerdote Unitario Julián Segundo de Agüero,
ex ministro de Rivadavia. La moderada Gaceta
Mercantil argumenta que “si son pocos
los Federales, es poca generosidad perseguirlos, y si son muchos es peligroso
irritarlos” pero El Pampero
unitario le rebatía que “nosotros decimos
que no son muchos son los pocos, y son malísimos, y con los malos no se debe
capitular sino extinguir” (…) “Que
sean pocos o muchos no es tiempo de emplear la dulzura, sino el palo, y cuando
hayamos terminado el combate tendrá lugar la generosidad. Mientras se pelea,
esta virtud suele ser peligrosa y más con gente que no la agradece. Siendo ya
vencedores les concederemos los honores de vencidos; cuando no haya asesinos
armados buscaremos a los ciudadanos indefensos, y nos empeñaremos en
convencerlos; pero ahora sangre y fuego en el campo de batalla, energía y
firmeza en los papeles públicos” (…) “Palo,
señor Editor, palo, (…) porque solo el palo reduce a los salvajes”
Esas eran las teorías “civilizadas” de los Unitarios, y el ‘palo’ que pregonaban Unitarios en los
papeles, era una tibieza comparada con la realidad.
Como dice el historiador e Ingeniero
Leonardo CASTAGNINO “El propio general
Iriarte, unitario y antirrosista, escribirá espantado luego del fusilamiento de
Dorrego el 13 de Diciembre de 1828: “…después de la ejecución de Dorrego,
Lavalle asolaba la campaña con un arbitrario sistema, y el terror fue un medio
de que con profusión hicieron uso muchos de sus jefes subalternos. Se violaba
el derecho de propiedad, y los agraviados tenían que resignarse y sufrir en
silencio los vejámenes que se les inferían, porque la más leve queja, la más
sumisa reclamación costó a algunos infelices la vida. Aquellos hombres
despiadados trataban al país como si hubiera sido conquistado, como si ellos
fueran extranjeros; y a sus compatriotas los hacían sentir todo el peso del
régimen militar, cual si fueran sus más implacables enemigos. Se habían
olvidado que eran sus compatriotas y, como ellos mismos, hijos de la tierra” “Durante
la contienda civil – continúa Iriarte – los jefes y oficiales de Lavalle
cometieron en la campaña las mayores violencias, las más inauditas crueldades,
crueldades de invención para gozarse en el sufrimiento de las víctimas, la
palabra de guerra era muerte al gaucho y efectivamente como a bestias feroces
trataban a los desgraciados que caían en sus manos”…”era el encarnizamiento
frenético, fanático y descomunal de las guerras del religión. El coronel Juan
Apóstol Martínez hizo atar a la boca de un cañón a un desgraciado paisano; la
metralla lo hizo pedazos y sobre algunos restos que pudieron encontrarse el
mismo Martínez burlonamente esparció algunas flores. Otra vez el mismo jefe
hizo que unos prisioneros abriesen ellos mismos la fosa en que fueron
enterrados”
El probado ‘salvajismo’ de los
Unitarios devenidos en ‘civilizados’
según sus propias palabras, se extenderá durante 70 años, con el genocidio de
nuestro pueblo y de muchos Gobernadores
(Manuel Dorrego, Alejandro Heredia, Facundo Quiroga, el riojano Fernando
Villafañe, el cordobés Juan Bautista
Bustos, el salteño Pablo Latorre, etc), por orden de los señores de Buenos
Aires pero ejecutado por también extranjeros, como el mencionado
‘colombiano-venezolano’ Matute.
Esos extranjeros ya no eran más los Federales
‘oribistas’ compatriotas de la Banda
Oriental sino Uruguayos ‘Colorados’
Unitarios que sembraban el terror como empleados-sicarios de Mitre, Sarmiento y
otros durante la década de 1860 en adelante: Venancio Flores, Ignacio Rivas, Pablo
Irrazabal, Wenceslao Paunero, Ambrosio Sandes, etc.
Y estos
fusilamientos, confiscaciones, desapariciones, torturas y venganzas Unitarias
que sucedieron NO EN EL CAMPO DE LAS DISTINTAS BATALLAS Y PRODUCTO DE LA LUCHA,
sino a posteriori y con los Federales detenidos o rendidos en las distintas
batallas desde 1952 (iniciadas con las ejecuciones de Martiniano Chilavert y
Santa Coloma) y, como referencia, hasta la muerte de Urquiza en 1874 (22 años
aproximadamente), entre civiles y militares suman más de 10.000 personas.
Muchos de
estos ejecutores eran los uruguayos mencionados que, como verdugos, esbirros, sicarios,
cometieron incontables asesinatos cumpliendo órdenes de los unitarios
triunfantes (Bartolomé Mitre, Federico Rauch, Blas Videla, Domingo F. Sarmiento,
Justo J. Urquiza en su momento, Santiago Derqui, etc), como lo ha probado
documentalmente en detalles minuciosos el Prof. Lic. Américo Piccagli en su
obra citada “La Argentina Violenta y
Contradictoria”, el que menciona con
nombre y apellido en su libro, por lo menos, más de 600 en este período.
Parece que el ‘Unitarismo’ ha
utilizado siempre el mismo método de convencimiento: traición a la patria bajo
un terror sistemático de aniquilamiento, en aras de la libertad (de comercio a
costa de nuestra riqueza, claro).-
*****
FUENTES
ACHÁVAL, José Néstor (‘Historia
de Santiago del Estero: siglos XVI-XIX’. Santiago del Estero: Ediciones
Universidad Católica de Santiago del Estero, pp. 292. ISBN
978-950-31-0001-1.-1988)
BALMACEDA, Daniel (“Espadas
Y Corazones. El Costado Humano De La Historia Argentina”- Ed. Sudamericana
– 2021- Pag. 185/7)
CARDONA TOBÓN, Alfredo (‘Un Llanero En Tucumán’-https://historiayregion.blogspot.com/2019/09/domingo-lopez-matute-o-pablo-matute.html)
CASTAGNINO, Leonardo (‘Los "Salvajes Unitarios"- La
Gazeta Federal-
http://www.lagazeta.com.ar/salvajes_unitarios.htm
GUTIÉRREZ,
Rafael (‘Llaneros en
Salta’- Portal
Informativo de Salta-Anecdotario Histórico de Salta-http://www.portaldesalta.gov.ar/llaneros.htm)
IBARGUREN AGUIRRE, Carlos Federico (‘Matute Y Sus Colombianos En La Política
Salteña’ en ‘Los Antepasados, A Lo
Largo Y Más Allá De La Historia Argentina’- Tomo 3- -1983)
MONTORO GIL, Gonzalo Vicente (“Brig. Gral. Juan Manuel De Rosas- Aspectos Poco Conocidos De Su Vida Y
Su Familia”- Febrero 2019- en “El Mensajero de la Confederación Argentina –
blogspot-
https://elmensajerodelaconfederacionargentina.blogspot.com/2019/02/briggraljuan-manuel-de-rosas-aspectos.html)
PICCAGLI, Américo
Enrique (‘La Argentina Violenta y Contradictoria’-. Año 2000-Coop.Gráfica
General Belgrano Ltda.
ROSA, José María (‘Historia Argentina: Unitarios y federales
(1826-1841)’. Tomo IV. Buenos Aires: Editorial Oriente, pp. 49 y50.-1972)
SALDÍAS,
Adolfo. (“Historia de la Confederación
Argentina -Rozas y Su Época” Ediciones Clío-Tomo
II- 1973)
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