viernes, 25 de marzo de 2022

LUIS JOSÉ DE CHORROARÍN (1757-1823), (Fundador de la Biblioteca Pública Nacional)

 

LUIS JOSÉ DE CHORROARÍN (1757-1823),

(Fundador de la Biblioteca Pública Nacional)

Gonzalo V. Montoro Gil


Acostumbrados a las sempiternas falsedades históricas de los Unitarios liberales y de sus hijos, los autodenominados ‘progresistas’ nos encontramos hoy día que sigue vigente otra mendacidad más de los primeros.

En efecto, se suele decir y repetir monocordemente que el fundador de la Biblioteca Pública Nacional fue Mariano Moreno.

No es cierto. Pero se machaca insistentemente en este error y las generaciones, a fuerza de repetir dicho concepto, terminan refrendando el error sin tomarse el tiempo necesario para estudiar si ello fue así o no.

Con ello el liberalismo de hoy –Unitarismo de ayer- logra dos cosas: darle méritos a quien no lo tiene (en este caso el anglófilo de Mariano Moreno, subido al pedestal de prócer) y restárselos a quien fuera en vida no solo el fundador de la Biblioteca mencionada sino un hombre que brilló en nuestro suelo en multitud de acciones que engrandecieron nuestra patria.

No es la idea de hacer un pormenorizado estudio de sus actividades- que debieran ser conocidas y estudiadas en nuestros colegios y escuelas para conocimiento de nuestros educandos- ya que muchos autores han descripto con puntillosidad su enorme mérito a lo largo de su vida en pos de nuestra cultura.

Nos abocaremos, pues, solo al tema de la fundación por el presbítero canónigo de nuestra Biblioteca Pública Nacional, en tiempos históricos difíciles.

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Comencemos por decir que el sacerdote era hijo de Inés e Iñaki de Txorroarín (tal su apellido vasco luego castellanizado).

A su enjundia y voluntad persistente a lo largo de su vida se debe que finalmente hoy tengamos nuestra Biblioteca Pública.

En un rápido repaso de sus actividades podemos decir que actuó en las Invasiones Inglesas (1806-1807); doctorado en lógica y filosofía en 1779 en Córdoba del Tucumán;  profesor y Rector, del Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires donde fue un severo pero justo maestro muy querido por sus alumnos;  en la Semana de Mayo de 1810 interviene fervorosamente y la Junta de Gobierno lo nombra encargado de fundar una biblioteca como veremos mas adelante;   fue representante de la Banda Oriental en la Asamblea del Año XIII;, diputado del Congreso de Tucumán en 1816 y presidente del mismo; fue periodista colaborando con uno de los primeros periódicos, el ‘Telégrafo Mercantil’; creador de un proyecto para fundar la creación y planificación de estudios para una  Facultad de Medicina en la futura Universidad a fundarse en la ciudad; tuvo el honor –poco conocido- de ser  el propulsor de oficializar la Bandera Nacional creada por Belgrano lo cual finalmente logró.

Se suma también el hecho de que por su iniciativa, el Congreso aprobó el proyecto de incluir la figura heráldica del sol en la bandera argentina de guerra, cuando fue Presidente del Congreso en 1818.

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Luego de superado el conflicto en 1810 y ya con la Junta de Gobierno de Mayo por decreto publicado en el diario  La Gaceta’ del 13 de diciembre de 1810 aquella le encarga la creación de una Biblioteca Pública pues hasta ese momento solo había bibliotecas privadas o de la Iglesia y de gran valor.

Dice Alejandro E. Parada:”La novedad que instala la Revolución de Mayo fue, en definitiva, la decisión de llevar a cabo una empresa de política cultural desde el ámbito del Gobierno desplazando, de este modo, la preeminencia que hasta el momento había tenido la Iglesia en la organización de las bibliotecas. No obstante, es necesario reparar que los hombres más idóneos para materializar este “anhelo bibliotecario” provenían de las filas religiosas, tales como fray Cayetano Rodríguez, Luis José Chorroarín, Saturnino Segurola, y Dámaso Antonio Larrañaga. De ahí que el proceso de gestión bibliotecaria deba estudiarse a la luz del pensamiento tradicional hispánico en convivencia (a veces en pugna) con el cambio revolucionario”.

 La Junta de Mayo no dudó en plasmar aquello que consideraba una larga e inmerecida postergación, dada la abundancia de antecedentes, para los habitantes de estas provincias: la fundación de una Biblioteca Pública como instrumento social y cultural de política revolucionaria. Este acontecer delimitado por matices de incertidumbre en torno al establecimiento de la Biblioteca Pública de Buenos Aires se esclarece en el momento de identificar el origen de los libros que formaron su primer acervo bibliográfico, aunque a posteriori también se plantea, nuevamente, alguna confusión sobre la participación y la designación de sus directores y bibliotecarios.

“Cabe destacar, entre estas personalidades, a aquellos que realizaron las donaciones de mayor volumen. Tales son los casos de Luis José Chorroarín, quien donó, en varias ocasiones, alrededor de 200 títulos; Manuel Belgrano, que ofreció la totalidad de su librería formada por más de 80 títulos en castellano, francés, inglés, latín, griego e italiano, donde se destacan obras sobre Historia, Política, Literatura y Ciencias Aplicadas”;

Si bien lanzó la Junta el propósito de fundar, finalmente, la Biblioteca Pública Nacional hubo participación de los ciudadanos, de toda la opinión pública y las autoridades para tales efectos. Todos colaboraron legando documentos, planos, libros y compelieron a las autoridades del momento a su rápida fundación. Todos…menos los hermanos Mariano y Manuel Moreno, como veremos.

La Junta del Gobierno Revolucionario nombra como director jefe al Padre Luis José Chorroarín ya desde el 30 de Enero de 1811 y a Mariano Moreno como ‘Protector’.

Moreno –a la sazón Secretario y Vocal de la Junta de Gobierno revolucionaria-  no fue el creador sino una especie de Administrador.

Como se mencionó ya antes de las invasiones inglesas Chorroarín había comenzado a pergeñar la formación de una Biblioteca Pública.

Dice el escritor  Raúl Guillermo Rosas Von Ritterstein “el mérito mayor de este vasco rioplatense radica en el sostenimiento y finalmente la realización de un designio que por años fue su interés cuasi exclusivo, como podemos extraer de sus escritos: la creación de una biblioteca pública. Y sus gestiones en pro de tal obra se iniciaron mucho antes de que tuviera lugar la revolución porteña por un gobierno propio”.

Todo esto se desarrollaba administrativamente pero en sí la biblioteca estaba lejos de comenzar a funcionar. Todavía no existía más que en los papeles y se comenzaba a juntar el material –libros- para su puesta en marcha. Material que todo el que podía, donaba, menos los hermanos Moreno siendo ambos personas de familias pudientes.

Gracias a su infatigable labor, nos referimos a Chorroarín, la biblioteca recién pudo abrir sus puertas el 16 de marzo de 1812. Nada hizo Mariano Moreno hasta entonces por procurar inaugurarla siendo el ‘Protector’ designado.

Dice Vicente Cutolo: “En efecto, el acto se realizó un año y medio después de haber sido lanzada la iniciativa de su creación. Chorroarín siguió trabajando sin descanso a favor de la Biblioteca durante algunos años, a tal punto que no fue injusto Rivadavia cuando lo reconoció como el fundador de la Biblioteca Nacional”.

Además de estar dotada de libros, contó la mencionada institución con mapas geográficos y topográficos, un archivo de documentos, un Museo de Historia Natural y un Monetario.

Digamos, al pasar, que ese mismo año, entre otras actividades que enumeramos, ofició el matrimonio de José de San Martin con Remedios Escalada.

Chorroarín da el ejemplo y pone su propia biblioteca a disposición de la futura biblioteca pública. Otros lo siguieron como Manuel Belgrano, principalmente, y la del fallecido arzobispo de Buenos Aires monseñor Azamor y Ramírez quien la había donado a la curia con el objetivo expreso de que integrara una futura biblioteca pública en el año de 1796 y la confiscada por la Junta al obispo realista de Córdoba, Orellana, herencia jesuítica.

Además, aporta dinero de su propio peculio, su trabajo físico, y parte de sus posesiones para su amado proyecto. Patriota cabal y generoso, Chorroarín hizo en varias oportunidades donativos de dinero: en 1793, para costear la guerra de España contra los jacobinos franceses, y en 1809, a favor del Cabildo porteño para contribuir a pagar los gastos del combate contra los invasores ingleses. Nada aportó don Mariano.

Como bien dice el historiador mencionado: “El edificio de la Biblioteca Pública estaba ubicado en la llamada ‘Manzana de las Luces’, en la ochava formada por las actuales Moreno y Perú, donde funcionaría hasta 1901. En dicha casa, luego de varias refacciones, se concretó su inauguración el 16 de marzo de 1812. El estado del edificio, según la documentación existente, siempre fue precario y demandó toda clase de arreglos… comienza Chorroarín a ver su sueño realizado”.

Chorroarín escribe a la Junta el 10 de Septiembre de 1810:

“Excelentísimo señor: Por oficio de V. E. del 7 del corriente quedo instruido de las disposiciones que ha dado la excelentísima Junta para la formación de una Biblioteca pública, y para que a ella se agreguen los libros del Colegio de San Carlos y de ser nombrados Protector de la Biblioteca el Señor Secretario Doctor Don Mariano Moreno, y Bibliotecarios el Doctor Don Saturnino Segurola y el Reverendo Padre Fray Cayetano Rodríguez. La resolución de la Excma. Junta satisface enteramente mis deseos y me proporciona la complacencia de ver realizado un establecimiento que siempre anhelé y que ya estaba para realizarlo cuando Beresford ocupó esta capital. Desde luego doy las gracias a la Excma. Junta y aseguro a V. E. que pondré a disposición del doctor Don Mariano Moreno, no solamente los libros de la librería del Colegio, incluso los que ya tengo donados, sino también muchos de mi uso, que dejé en dicha librería cuando salí del Colegio, y aún algunos que saqué conmigo, si se considerasen útiles. Dios guíe a V. E.”. 

Sigue diciendo Alejandro Parada:”Los procesos técnicos que aplicó en la organización de la Biblioteca. Así pues, dividió la colección por “materias, en diferentes clases y especies”; trazó en los volúmenes la signatura topográfica, esto es, el número de ubicación “en los respectivos estantes y nichos”; y sin ayuda alguna, pues para estas tareas se requería de una sólida y solvente formación intelectual, redactó en cuadernos los “índices”, es decir, los catálogos de acceso a la colección. La tarea principal, entonces, de Chorroarín fue la catalogación y clasificación de los “millares de libros” que formaron el acervo bibliográfico primitivo del establecimiento. Un perfil que cuadraba con el modelo que se esperaba de un bibliotecario de fines del Setecientos, un individuo erudito y pragmático en el hacer”.

“El presbítero don Luis de Chorroarín conservaría su cargo al frente de la misma desde el momento de la inauguración 1812 hasta el año de 1821. El gobierno resolvió por decreto del 22 de setiembre, que se colocase su retrato en la Sala principal de la institución Esta resolución no se pudo cumplir porque tropezó con la invencible modestia de Chorroarín, que se negó tenazmente a posar para un pintor. Por esta razón, la iconografía argentina carece de su retrato”.

Casi ciego en sus últimos años, falleció en Buenos Aires el 11 de julio de 1823, a la edad de 66 años. En una lápida de mármol se grabó la siguiente inscripción en latín, “Hic jacet / D. Ludovico Chorroarín, / Can., presb. S. AE. C. / Rector colegii Carolini 25 ann. / Et fundator Bibliot./ Obit die 11 Julii ann. 1823 / Mille for. juvenes dedit hic altaribus armis / Tot. gratis linguis perennis erit.” Hic jacet / D. Ludovico Chorroarín, / Can., presb. S. AE. C. / Rector colegii Carolini 25 ann. / Et fundator Bibliot./ Obit die 11 Julii ann. 1823 / Mille for. juvenes dedit hic altaribus armis / Tot. gratis linguis perennis erit.” cuya traducción se lee: “Aquí yace don Luis Chorroarín, Canónigo, Presbítero de la Santa Iglesia Catedral, Rector por veinticinco años del Colegio Carolino. Fundador de la Biblioteca. Murió el día 11 de julio de 1823. Dio jóvenes dedicados al foro, a los altares y las armas. Su fama grata será perenne por otras lenguas”.

El considerarse con justicia el fundador de la Biblioteca Pública Naciónal provoca escozor en los Unitarios de la época. Entonces el fraude liberal mencionado -tal usual en la historiografía Unitaria- se pone en marcha nuevamente ante el hecho evidente y en un periódico de la época (‘El Argos de Buenos Aires’ creado el 12 de Mayo de 1821 por el inglés Santiago Spencer Wilde,) comenzó lo que hoy podría llamarse ‘la usina gramsciana’ de desprestigio y ‘ninguneo’. El 24 de abril de 1823, Bernardino Rivadavia lo designó a Wilde como contador de la Caja de Ahorro.

Para dicho periódico Chorroarín fue solo ‘un bibliotecario con sueldo’ El periódico destacó que “hubo un error histórico de señalarlo como fundador de la Biblioteca Pública Nacional” (sic). Sin palabras. No solo omite la verdad sino que imputa al fundador  con un dejo de subestimación y descrédito,  un puesto de menor importancia..

Tal vez causado ello por ser el director del periódico ‘El Argos’ de origen inglés, ha primado su anglofilia nativa por sobre el noble carácter y tradición hispana del Padre Chorroarín, omitiendo la verdad y despreciando a éste rebajándolo en cuanto a su participación en la fundación de la Biblioteca Pública.

Como también menciona Prudencio Martínez Zuviría, Juan Carlos Moreno en su libro "Genio y figura de Hugo Wast" (es decir, Ezequiel Martínez Zuviría)  documenta en 1933 que fue Chorroarín y no Mariano Moreno. Del mismo modo Martínez Zuviría en 1938; Vicente Sierra en 1939; Juan Carlos Zuretti en 1960; Bernardo González Arrili en 1968; Guillermo Furlong en 1968; Ludovico García de Loydi en 1972 y 1973; Jorge Oscar Frigerio en 1986, Vicente O. Cutolo en 1969, etc..

Para 1828 la biblioteca contaba con más de 17.000 volúmenes, gracias a las múltiples donaciones de muchos patriotas menos…de Mariano y Manuel Moreno..

A pesar de ello las autoridades Unitarias de antaño y de hogaño ‘decretan’, en forma fraudulenta, incorporando en el inconsciente colectivo de la gente, que el fundador de la Biblioteca Pública Nacional fue el colaborador de Chorroarín, el citado Moreno (que sí intervino pero como un administrador auxiliar y solo en los papeles). Esa imputación a Moreno de ser el fundador de la biblioteca es machacado arbitrariamente y falto a la verdad por autores como  Paul Groussac en 1893; Ricado Levene en 1938; Ricardo Caillet-Bois en 1963 y Ricardo Levene, usinas ideológicas del liberalismo fraudulento.

Pero a uno de los íconos de los inventores de nuestra historia se le aparece de vez en cuando algún fallido

Bartolomé Mitre –de él se trata – dijo al respecto “Así es como la crítica histórica –dice-, apoyada en los documentos va destruyendo los juicios infundados y vulgares de esa especie de tradición, que no es sino la murmuración póstuma, que llega a confundirse con aquélla.  Pasa de boca en boca, como corre de mano en mano la moneda de mala ley, confundida con la buena, hasta que alguno se le ocurre ensayarla y encuentra que es falsa”.

Sobre el tema dice Gabriel Turone, miembro director de ‘Jóvenes Revisionistas’ y el portal ‘REVISIONISTAS.COM’ : “Exactamente eso venía ocurriendo desde tiempo inmemorial.  Nuestros historiadores recibieron y fueron pasándose aquella moneda y así anduvo por cátedras y escuelas, hasta que a alguien se le ocurrió ensayarla y descubrió la falsificación.

En su trabajo enjundioso y muy documentado Turone se explaya con fundamento y en detalle cómo una mentira sin sustento probatorio documental alguno –muy del liberalismo político- se transforma por birlibirloque  en un hecho dado por cierto dogmáticamente con el correr de los años, sin ser estudiado y revisado su certeza.

“La pretendida fundación no lo dice ningún contemporáneo, ni aparece en ningún papel de la época y solamente figura en una biografía que se publicó en forma anónima del prócer, que no es historia, sino panegírico, y cuyo autor después de descubrió, fue su hermano Manuel Moreno, declarar eso equivalía a quitar toda veracidad a la noticia…Por eso los primeros que la divulgaron se abstuvieron de explicar su fuente, y los que vinieron luego la tomaron por cosa juzgada y así la repitieron”

“¿Qué significa aquel cargo de protector? –continúa Turone- ¿Era acaso el reconocimiento de que la idea de la fundación había sido suya?  De ninguna manera.  En las instituciones antiguas existía generalmente un personaje a quien se le confiaba la protección de sus intereses, de sus privilegios, en una forma que lo comprometía a dedicarle toda su diligencia…Así por ejemplo, en las antiguas universidades se designaba solemnemente un Conservador de los Privilegios, cargo equivalente al que se usó en el Río de la Plata, de Protector de diversas instituciones”

Como expresa Gabriel Turone ser ‘Protector’ no significa ser ‘Fundador’. De dicha confusión se toma el liberalismo para seguir mistificando nuestra historia:

Debemos hacer una aclaración: en realidad Mariano no es que no donó ningún libro…donó uno solo.

Parece que no cumplió tampoco su cometido limitado don Mariano pues la donación de un solo libro fue el llamado  ‘Comentarios’ de Baldo.

Su hermano Manuel…ninguno. Ni en vida ni cuando falleció dejó ni un solo libro a la biblioteca siendo tal vez la mayor biblioteca del momento en 1857.

Don Mariano tampoco la vio funcionar y, cuando se fue a Inglaterra en su último viaje con una cantidad de dinero y un sueldo más que importante, no dejó donación alguna para la biblioteca cuando muchos porteños continuamente donaban dinero y libros de sus propiedades.

Se adelanta Turone para lo que piensan que por lo menos Mariano Moreno donaba…su tiempo.

“No le dedicó su dinero, dirán sus devotos, pero le consagró sus afanes y su tiempo.  ¡Tampoco eso! .Este fue otro de los motivos que nos infiltró la duda acerca de la veracidad de nuestra historia oficial, que es historia dirigida.  La displicencia de Moreno hacia la Biblioteca no se mostró sólo en la exigüidad de sus donativos, sino muy especialmente en el descuido de sus deberes de Protector”.

Concluye Turone “Resumamos: Reduciendo a cifras todo lo que han arrojado los archivos argentinos en 150 años de afanosa búsqueda, como prueba de la actividad devoradora de Mariano Moreno en este glorioso capítulo de su historia, hallamos lo siguiente, desde el 22 de agosto de 1810 –fecha de su primera actuación en el asunto-, hasta el 28 de diciembre de 1819, fecha de la última: …redactó 8 notas y 1 decreto, con un total de 98 líneas, a las que, para ser enteramente justos, deberíamos agregar dos líneas más por pieza, correspondientes a la fecha y a la firma del prócer”.

Aclaremos que cuando el historiador citado dice ‘Devoradora actividad’ y ‘glorioso capítulo de su vida’ es un sentido irónico. Lo expresamos pues no faltará seguramente algún liberal cínico que tome el sentido literal de las palabras usadas para hacernos demostraciones de la grandeza de Moreno en algún panegírico..

Hasta que Gustavo Martínez Zuviría (‘Hugo Wast’) director de la Biblioteca en 1936 y ante un enorme auditorio develó el error o mentira sobre la pretendida fundación por parte de Mariano Moreno: lo echó a rodar su hermano Manuel sin sustento alguno.

Ante tal supuesto ‘agravio’ (sic) el 7 de Septiembre de 1938 el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Jorge Eduardo Coll –con cargo jerárquicamente superior al Director Martínez Zuviría,- lo desautoriza y realiza un acto público de ‘desagravio’ a Mariano Moreno rechazando lo que su subalterno hizo respecto a la fundación de la biblioteca, poniendo una placa allí donde reafirma que el fundador fue Moreno y no Chorroarín.

Subrayamos acto ‘público’ porque la cantidad de gente que acudió al acto fueron …dos: el Ministro y su secretario. Nadie del pueblo acudió al acto solemne pues como ha sido siempre el liberalismo falsificando la historia no pudo convencer a nadie de sus adulteraciones históricas, por más que detenten desde 1852 el poder por el golpe de Estado el 3 de Febrero del mencionado año.

El diario vespertino ‘La Razón’ en forma patética muestra la foto de los funcionarios en la soledad más absoluta tratando de justificar la mencionada orfandad sin poder entender el por qué.

El Dr. Coll dice que sostuvo que la Biblioteca fue fundada por el jacobino y masón de Moreno porque así lo estableció la Academia Nacional de Historia. No podía ser de otra manera: tal organismo ideológico era y es de rancio unitarismo ‘mitrista’.

Ante tal bizarra situación el diario ‘La Fronda’ del 8 de Septiembre de 1838, es decir, al día siguiente del acto, publica una editorial donde entre risible y caustica descripción del acto, prueba con agudeza que por más que el gobierno de entonces intentase torcer la exactitud  de los hechos en cuanto a la fundación de la biblioteca, el pueblo –con clara situación de la verdad fundacional- le dio la espalda ante tamaña mendicidad liberal, una vez más. (ver debajo los dos artículos periodísticos de la época).





Una placa y carteles varios instalados en el frontispicio de la Biblioteca documentan avalando el fraude (uno más) que produce una desculturización en nuestro pueblo tan permeable a los medios ante el bombardeo continuo de informaciones falsas (o erróneas si lo vemos  con una mirada piadosa) y contrario a la verdad de los hechos.



Biblioteca Pública Nacional- Buenos Aires 23 de Marzo de 2022


Igualmente y con justicia hoy día una avenida de Buenos Aires, en el barrio de la Paternal, lleva su nombre, con estricta justicia ante un hombre honrado, eminente y desinteresado patriota que puso su vida y sus bienes en pos de la cultura de nuestro país.

Igualmente y con justicia hoy día una avenida de Buenos Aires, en el barrio de la Paternal, lleva su nombre, con estricta justicia ante un hombre honrado, eminente y desinteresado patriota que puso su vida y sus bienes en pos de la cultura de nuestro país.

De tal manera, el mérito mayor de este vasco rioplatense radica en el sostenimiento y, la realización de un designio que por años fue su interés público casi exclusivo junto con la docencia, como podemos extraer de sus escritos: la creación de la Biblioteca Pública Nacional que finalmente pudo fundar a pesar de los errores en la imputación creativa a Moreno por parte de la historiografía oficial triunfante en Caseros en el nefasto día del 3 de Febrero de 1852, ocaso de nuestra soberanía política, económica y, como puede verse, educativa y cultural oficial.

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FUENTES

CAILLET BOIS, Ricardo (“Una información secreta de origen realista, sobre los principales revolucionarios del Río de la Plata”, -Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Año XVII - T XXIII, Buenos Aires, julio de 1938 - junio de 1939, Nros. 77-80).

CUTOLO, Vicente (“Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750-1930)"- Tomo. II, Buenos Aires, Editorial Elche, 1969 y en “Efemérides–Patricios de Vuelta de Obligado”
Portal
 http://www.revisionistas.com.ar/?p=8730

FRIGERIO, José Oscar (“Chorroarín, el fundador de la Biblioteca Nacional”- en la revista ‘Historia’. Año VI. No. 23. Septiembre - Noviembre 1986- Ediciones A.P. 144 pgs., Buenos Aires)

GARCIA DE LOYDI, Ludovico (“Una luz en la manzana de las luces”, Encuadernado. Láminas entre texto. Vida y obra del canónigo Luis José Chorroarín 1757-1823”; Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires / Col. Cuadernos de Buenos Aires, Buenos Aires, 1973).

MORENO, Juan Carlos ("Genio y figura de Hugo Wast"- ed. Eudeba, núm. 23 de la colección -1969).

PARADA, Alejandro E. (“Los orígenes de la Biblioteca Pública de Buenos Aires: antecedentes, prácticas, gestión y pensamiento bibliotecario durante la Revolución de Mayo (1810–1826)”--Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, 2009)

PARADA, Alejandro E. (“Prácticas y representaciones bibliotecarias en la Biblioteca Pública de Buenos Aires: Una lectura del libro de ‘Cargo y data’ (1810-1818)”, Inf. cult. soc. [online]. 2006, n.14, pp. 29-56. ISSN 1851-1740. Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofía y Letras-)

ROSAS VON RITTERSTEIN, Raúl Guillermo (Revista digital “Eusko News” del 26 de Junio al 2 de Julio del 2020- https://www.euskonews.eus/0538zbk/kosmo53801es.html)

TURONE, Gabriel (“Fundación de la Biblioteca Nacional”- en ‘Revisionistas, la Otra historia de los argentinos’- en www.revisionistas.com -http://www.revisionistas.com.ar/?p=8730

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