LUIS JOSÉ DE
CHORROARÍN (1757-1823),
(Fundador de
la Biblioteca Pública Nacional)
Gonzalo V. Montoro Gil
Acostumbrados
a las sempiternas falsedades históricas de los Unitarios liberales y de sus
hijos, los autodenominados ‘progresistas’ nos encontramos hoy día que sigue
vigente otra mendacidad más de los primeros.
En efecto,
se suele decir y repetir monocordemente que el fundador de la Biblioteca
Pública Nacional fue Mariano Moreno.
No es
cierto. Pero se machaca insistentemente en este error y las generaciones, a
fuerza de repetir dicho concepto, terminan refrendando el error sin tomarse el
tiempo necesario para estudiar si ello fue así o no.
Con ello el
liberalismo de hoy –Unitarismo de ayer- logra dos cosas: darle méritos a quien
no lo tiene (en este caso el anglófilo de Mariano Moreno, subido al pedestal de
prócer) y restárselos a quien fuera en vida no solo el fundador de la
Biblioteca mencionada sino un hombre que brilló en nuestro suelo en multitud de
acciones que engrandecieron nuestra patria.
No es la
idea de hacer un pormenorizado estudio de sus actividades- que debieran ser
conocidas y estudiadas en nuestros colegios y escuelas para conocimiento de
nuestros educandos- ya que muchos autores han descripto con puntillosidad su
enorme mérito a lo largo de su vida en pos de nuestra cultura.
Nos
abocaremos, pues, solo al tema de la fundación por el presbítero canónigo de
nuestra Biblioteca Pública Nacional, en tiempos históricos difíciles.
*
Comencemos
por decir que el sacerdote era hijo de Inés e Iñaki de Txorroarín (tal su
apellido vasco luego castellanizado).
A su
enjundia y voluntad persistente a lo largo de su vida se debe que finalmente
hoy tengamos nuestra Biblioteca Pública.
En un
rápido repaso de sus actividades podemos decir que actuó en las Invasiones
Inglesas (1806-1807); doctorado en lógica y filosofía en 1779 en Córdoba del
Tucumán; profesor y Rector, del Real
Colegio de San Carlos de Buenos Aires donde fue un severo pero justo maestro
muy querido por sus alumnos; en la
Semana de Mayo de 1810 interviene fervorosamente y la Junta de Gobierno lo
nombra encargado de fundar una biblioteca como veremos mas adelante; fue
representante de la Banda Oriental en la Asamblea del Año XIII;, diputado del
Congreso de Tucumán en 1816 y presidente del mismo; fue periodista colaborando con uno de los primeros periódicos, el ‘Telégrafo Mercantil’; creador de un proyecto para fundar la creación y
planificación de estudios para una
Facultad de Medicina en la futura Universidad a fundarse en la ciudad;
tuvo el honor –poco conocido- de ser el
propulsor de oficializar la Bandera Nacional creada por Belgrano lo cual
finalmente logró.
Se suma
también el hecho de que por su iniciativa, el Congreso aprobó el proyecto de
incluir la figura heráldica del sol en la bandera argentina de guerra, cuando
fue Presidente del Congreso en 1818.
*
Luego de superado
el conflicto en 1810 y ya con la Junta de Gobierno de Mayo por decreto
publicado en el diario ‘La Gaceta’ del 13 de diciembre de 1810 aquella le encarga la creación
de una Biblioteca Pública pues hasta ese momento solo había bibliotecas
privadas o de la Iglesia y de gran valor.
Dice
Alejandro E. Parada:”La novedad que
instala la Revolución de Mayo fue, en definitiva, la decisión de llevar a cabo
una empresa de política cultural desde el ámbito del Gobierno desplazando, de
este modo, la preeminencia que hasta el momento había tenido la Iglesia en la
organización de las bibliotecas. No obstante, es necesario reparar que los
hombres más idóneos para materializar este “anhelo bibliotecario” provenían de
las filas religiosas, tales como fray Cayetano Rodríguez, Luis José Chorroarín,
Saturnino Segurola, y Dámaso Antonio Larrañaga. De ahí que el proceso de
gestión bibliotecaria deba estudiarse a la luz del pensamiento tradicional
hispánico en convivencia (a veces en pugna) con el cambio revolucionario”.
“La
Junta de Mayo no dudó en plasmar aquello que consideraba una larga e inmerecida
postergación, dada la abundancia de antecedentes, para los habitantes de estas
provincias: la fundación de una Biblioteca Pública como instrumento social y
cultural de política revolucionaria. Este acontecer delimitado por matices de
incertidumbre en torno al establecimiento de la Biblioteca Pública de Buenos
Aires se esclarece en el momento de identificar el origen de los libros que
formaron su primer acervo bibliográfico, aunque a posteriori también se
plantea, nuevamente, alguna confusión sobre la participación y la designación
de sus directores y bibliotecarios.
“Cabe destacar, entre estas personalidades, a aquellos que
realizaron las donaciones de mayor volumen. Tales son los casos de Luis José
Chorroarín, quien donó, en varias ocasiones, alrededor de 200 títulos; Manuel
Belgrano, que ofreció la totalidad de su librería formada por más de 80 títulos
en castellano, francés, inglés, latín, griego e italiano, donde se destacan
obras sobre Historia, Política, Literatura y Ciencias Aplicadas”;
Si bien
lanzó la Junta el propósito de fundar, finalmente, la Biblioteca Pública
Nacional hubo participación de los ciudadanos, de toda la opinión pública y las
autoridades para tales efectos. Todos colaboraron legando documentos, planos,
libros y compelieron a las autoridades del momento a su rápida fundación.
Todos…menos los hermanos Mariano y Manuel Moreno, como veremos.
La Junta del
Gobierno Revolucionario nombra como director jefe al Padre Luis José Chorroarín
ya desde el 30 de Enero de 1811 y a Mariano Moreno como ‘Protector’.
Moreno –a
la sazón Secretario y Vocal de la Junta de Gobierno revolucionaria- no fue el creador sino una especie de
Administrador.
Como se
mencionó ya antes de las invasiones inglesas Chorroarín había comenzado a
pergeñar la formación de una Biblioteca Pública.
Dice el
escritor Raúl Guillermo Rosas Von
Ritterstein “el mérito mayor de este
vasco rioplatense radica en el sostenimiento y finalmente la realización de un
designio que por años fue su interés cuasi exclusivo, como podemos extraer de
sus escritos: la creación de una biblioteca pública. Y sus gestiones en pro de
tal obra se iniciaron mucho antes de que tuviera lugar la revolución porteña
por un gobierno propio”.
Todo esto
se desarrollaba administrativamente pero en sí la biblioteca estaba lejos de
comenzar a funcionar. Todavía no existía más que en los papeles y se comenzaba
a juntar el material –libros- para su puesta en marcha. Material que todo el
que podía, donaba, menos los hermanos Moreno siendo ambos personas de familias
pudientes.
Gracias a
su infatigable labor, nos referimos a Chorroarín, la biblioteca recién pudo
abrir sus puertas el 16 de marzo de 1812. Nada hizo Mariano Moreno hasta
entonces por procurar inaugurarla siendo el ‘Protector’ designado.
Dice
Vicente Cutolo: “En efecto, el acto se
realizó un año y medio después de haber sido lanzada la iniciativa de su
creación. Chorroarín siguió trabajando sin descanso a favor de la Biblioteca
durante algunos años, a tal punto que no fue injusto Rivadavia cuando lo
reconoció como el fundador de la Biblioteca Nacional”.
Además de estar dotada de libros, contó
la mencionada institución con mapas geográficos y topográficos, un archivo de
documentos, un Museo de Historia Natural y un Monetario.
Digamos, al
pasar, que ese mismo año, entre otras actividades que enumeramos, ofició el
matrimonio de José de San Martin con Remedios Escalada.
Chorroarín
da el ejemplo y pone su propia biblioteca a disposición de la futura biblioteca
pública. Otros lo siguieron como Manuel Belgrano, principalmente, y la del
fallecido arzobispo de Buenos Aires monseñor Azamor y Ramírez quien la había
donado a la curia con el objetivo expreso de que integrara una futura
biblioteca pública en el año de 1796 y la confiscada por la Junta al obispo
realista de Córdoba, Orellana, herencia jesuítica.
Además,
aporta dinero de su propio peculio, su trabajo físico, y parte de sus
posesiones para su amado proyecto. Patriota cabal y generoso, Chorroarín hizo
en varias oportunidades donativos de dinero: en 1793, para costear la guerra de
España contra los jacobinos franceses, y en 1809, a favor del Cabildo porteño
para contribuir a pagar los gastos del combate contra los invasores ingleses.
Nada aportó don Mariano.
Como bien
dice el historiador mencionado: “El
edificio de la Biblioteca Pública estaba ubicado en la llamada ‘Manzana de las
Luces’, en la ochava formada por las actuales Moreno y Perú, donde funcionaría
hasta 1901. En dicha casa, luego de varias refacciones, se concretó su
inauguración el 16 de marzo de 1812. El estado del edificio, según la
documentación existente, siempre fue precario y demandó toda clase de arreglos…
comienza Chorroarín a ver su sueño realizado”.
Chorroarín
escribe a la Junta el 10 de Septiembre de 1810:
“Excelentísimo señor: Por oficio de V. E. del 7 del corriente
quedo instruido de las disposiciones que ha dado la excelentísima Junta para la
formación de una Biblioteca pública, y para que a ella se agreguen los libros
del Colegio de San Carlos y de ser nombrados Protector de la Biblioteca el
Señor Secretario Doctor Don Mariano Moreno, y Bibliotecarios el Doctor Don
Saturnino Segurola y el Reverendo Padre Fray Cayetano Rodríguez. La resolución
de la Excma. Junta satisface enteramente mis deseos y me proporciona la
complacencia de ver realizado un establecimiento que
siempre anhelé y que ya estaba para realizarlo cuando Beresford ocupó esta
capital. Desde luego doy las gracias a la Excma. Junta y aseguro a V. E. que
pondré a disposición del doctor Don Mariano Moreno, no solamente los libros de
la librería del Colegio, incluso los que ya tengo donados, sino también muchos
de mi uso, que dejé en dicha librería cuando salí del Colegio, y aún algunos
que saqué conmigo, si se considerasen útiles. Dios guíe a V. E.”.
Sigue
diciendo Alejandro Parada:”Los procesos
técnicos que aplicó en la organización de la Biblioteca. Así pues, dividió la
colección por “materias, en diferentes clases y especies”; trazó en los
volúmenes la signatura topográfica, esto es, el número de ubicación “en los
respectivos estantes y nichos”; y sin ayuda alguna, pues para estas tareas se
requería de una sólida y solvente formación intelectual, redactó en cuadernos
los “índices”, es decir, los catálogos de acceso a la colección. La tarea
principal, entonces, de Chorroarín fue la catalogación y clasificación de los
“millares de libros” que formaron el acervo bibliográfico primitivo del
establecimiento. Un perfil que cuadraba con el modelo que se esperaba de un
bibliotecario de fines del Setecientos, un individuo erudito y pragmático en el
hacer”.
“El presbítero don Luis de Chorroarín conservaría su cargo al
frente de la misma desde el momento de la inauguración 1812 hasta el año de 1821.
El gobierno resolvió por decreto del 22 de setiembre, que se colocase su
retrato en la Sala principal de la institución Esta resolución no se pudo
cumplir porque tropezó con la invencible modestia de Chorroarín, que se negó
tenazmente a posar para un pintor. Por esta razón, la iconografía argentina
carece de su retrato”.
Casi ciego
en sus últimos años, falleció en Buenos Aires el 11 de julio de 1823, a la edad de 66 años. En una lápida de mármol se grabó la
siguiente inscripción en latín, “Hic
jacet / D. Ludovico Chorroarín, / Can., presb. S. AE. C. / Rector colegii
Carolini 25 ann. / Et fundator Bibliot./ Obit die 11 Julii ann. 1823 / Mille
for. juvenes dedit hic altaribus armis / Tot. gratis linguis perennis erit.”
Hic jacet / D. Ludovico Chorroarín, / Can., presb. S. AE. C. / Rector colegii
Carolini 25 ann. / Et fundator Bibliot./ Obit die 11 Julii ann. 1823 / Mille
for. juvenes dedit hic altaribus armis / Tot. gratis linguis perennis erit.”
cuya traducción se lee: “Aquí yace don
Luis Chorroarín, Canónigo, Presbítero de la Santa Iglesia Catedral, Rector por
veinticinco años del Colegio Carolino. Fundador de la Biblioteca. Murió el día
11 de julio de 1823. Dio jóvenes dedicados al foro, a los altares y las armas.
Su fama grata será perenne por otras lenguas”.
El considerarse
con justicia el fundador de la Biblioteca Pública Naciónal provoca escozor en
los Unitarios de la época. Entonces el fraude liberal mencionado -tal usual en
la historiografía Unitaria- se pone en marcha nuevamente ante el hecho evidente
y en un periódico de la época (‘El
Argos de Buenos Aires’ creado el 12 de Mayo de 1821 por el inglés Santiago
Spencer Wilde,) comenzó lo que hoy podría llamarse ‘la usina gramsciana’ de desprestigio y ‘ninguneo’. El 24 de abril
de 1823, Bernardino Rivadavia lo designó a Wilde como contador de
la Caja de Ahorro.
Para dicho
periódico Chorroarín fue solo ‘un
bibliotecario con sueldo’ El periódico destacó que “hubo un error histórico de señalarlo como fundador de la Biblioteca
Pública Nacional” (sic). Sin
palabras. No solo omite la verdad sino que imputa al fundador con un dejo de subestimación y descrédito, un puesto de menor importancia..
Tal vez
causado ello por ser el director del periódico ‘El Argos’ de origen inglés, ha primado su anglofilia nativa por
sobre el noble carácter y tradición hispana del Padre Chorroarín, omitiendo la
verdad y despreciando a éste rebajándolo en cuanto a su participación en la
fundación de la Biblioteca Pública.
Como
también menciona Prudencio Martínez Zuviría, Juan Carlos Moreno en su libro
"Genio y figura de Hugo Wast"
(es decir, Ezequiel Martínez Zuviría)
documenta en 1933 que fue Chorroarín y no Mariano Moreno. Del mismo modo
Martínez Zuviría en 1938; Vicente Sierra en 1939; Juan Carlos Zuretti en 1960; Bernardo
González Arrili en 1968; Guillermo Furlong en 1968; Ludovico García de Loydi en
1972 y 1973; Jorge Oscar Frigerio en 1986, Vicente O. Cutolo en 1969, etc..
Para 1828
la biblioteca contaba con más de 17.000 volúmenes, gracias a las múltiples
donaciones de muchos patriotas menos…de Mariano y Manuel Moreno..
A pesar de
ello las autoridades Unitarias de antaño y de hogaño ‘decretan’, en forma
fraudulenta, incorporando en el inconsciente colectivo de la gente, que el
fundador de la Biblioteca Pública Nacional fue el colaborador de Chorroarín, el
citado Moreno (que sí intervino pero como un administrador auxiliar y solo en
los papeles). Esa imputación a Moreno de ser el fundador de la
biblioteca es machacado arbitrariamente y falto a la verdad por autores como Paul Groussac
en 1893; Ricado Levene en 1938; Ricardo Caillet-Bois en 1963 y Ricardo Levene,
usinas ideológicas del liberalismo fraudulento.
Pero a uno
de los íconos de los inventores de nuestra historia se le aparece de vez en
cuando algún fallido
Bartolomé
Mitre –de él se trata – dijo al respecto “Así
es como la crítica histórica –dice-, apoyada en los documentos va destruyendo
los juicios infundados y vulgares de esa especie de tradición, que no es sino
la murmuración póstuma, que llega a confundirse con aquélla. Pasa de boca
en boca, como corre de mano en mano la moneda de mala ley, confundida con la
buena, hasta que alguno se le ocurre ensayarla y encuentra que es falsa”.
Sobre el
tema dice Gabriel Turone, miembro director de ‘Jóvenes Revisionistas’ y el portal ‘REVISIONISTAS.COM’ : “Exactamente eso venía ocurriendo desde
tiempo inmemorial. Nuestros historiadores recibieron y fueron pasándose
aquella moneda y así anduvo por cátedras y escuelas, hasta que a alguien se le
ocurrió ensayarla y descubrió la falsificación.
En su
trabajo enjundioso y muy documentado Turone se explaya con fundamento y en
detalle cómo una mentira sin sustento probatorio documental alguno –muy del
liberalismo político- se transforma por birlibirloque en un hecho dado por cierto dogmáticamente con
el correr de los años, sin ser estudiado y revisado su certeza.
“La pretendida fundación no lo dice ningún contemporáneo, ni
aparece en ningún papel de la época y solamente figura en una biografía que se
publicó en forma anónima del prócer, que no es historia, sino panegírico, y
cuyo autor después de descubrió, fue su hermano Manuel Moreno, declarar eso
equivalía a quitar toda veracidad a la noticia…Por eso los primeros que la divulgaron
se abstuvieron de explicar su fuente, y los que vinieron luego la tomaron por
cosa juzgada y así la repitieron”
“¿Qué significa aquel cargo de
protector? –continúa Turone-
¿Era acaso el reconocimiento de que la idea de la fundación había sido
suya? De ninguna manera. En las instituciones antiguas existía
generalmente un personaje a quien se le confiaba la protección de sus
intereses, de sus privilegios, en una forma que lo comprometía a dedicarle toda
su diligencia…Así por ejemplo, en las antiguas universidades se designaba
solemnemente un Conservador de los Privilegios, cargo equivalente al que se usó
en el Río de la Plata, de Protector de diversas instituciones”
Como expresa Gabriel Turone ser
‘Protector’ no significa ser ‘Fundador’. De dicha confusión se toma el
liberalismo para seguir mistificando nuestra historia:
Debemos
hacer una aclaración: en realidad Mariano no es que no donó ningún libro…donó
uno solo.
Parece que
no cumplió tampoco su cometido limitado don Mariano pues la donación de un solo
libro fue el llamado ‘Comentarios’ de Baldo.
Su hermano
Manuel…ninguno. Ni en vida ni cuando falleció dejó ni un solo libro a la
biblioteca siendo tal vez la mayor biblioteca del momento en 1857.
Don Mariano
tampoco la vio funcionar y, cuando se fue a Inglaterra en su último viaje con
una cantidad de dinero y un sueldo más que importante, no dejó donación alguna
para la biblioteca cuando muchos porteños continuamente donaban dinero y libros
de sus propiedades.
Se adelanta
Turone para lo que piensan que por lo menos Mariano Moreno donaba…su tiempo.
“No le dedicó su dinero, dirán sus devotos, pero le consagró
sus afanes y su tiempo. ¡Tampoco eso! .Este fue otro de los motivos que nos infiltró la duda acerca de la
veracidad de nuestra historia oficial, que es historia dirigida. La
displicencia de Moreno hacia la Biblioteca no se mostró sólo en la exigüidad de
sus donativos, sino muy especialmente en el descuido de sus deberes de
Protector”.
Concluye
Turone “Resumamos:
Reduciendo a cifras todo lo que han arrojado los archivos argentinos en 150
años de afanosa búsqueda, como prueba de la actividad devoradora de Mariano
Moreno en este glorioso capítulo de su historia, hallamos lo siguiente, desde
el 22 de agosto de 1810 –fecha de su primera actuación en el asunto-, hasta el
28 de diciembre de 1819, fecha de la última: …redactó 8 notas y 1 decreto, con
un total de 98 líneas, a las que, para ser enteramente justos, deberíamos agregar
dos líneas más por pieza, correspondientes a la fecha y a la firma del prócer”.
Aclaremos
que cuando el historiador citado dice ‘Devoradora
actividad’ y ‘glorioso capítulo de su
vida’ es un sentido irónico. Lo expresamos pues no faltará seguramente
algún liberal cínico que tome el sentido literal de las palabras usadas para
hacernos demostraciones de la grandeza de Moreno en algún panegírico..
Hasta que
Gustavo Martínez Zuviría (‘Hugo Wast’) director de la Biblioteca en 1936 y ante
un enorme auditorio develó el error o mentira sobre la pretendida fundación por
parte de Mariano Moreno: lo echó a rodar su hermano Manuel sin sustento alguno.
Ante tal
supuesto ‘agravio’ (sic) el 7 de
Septiembre de 1938 el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Jorge
Eduardo Coll –con cargo jerárquicamente superior al Director Martínez Zuviría,-
lo desautoriza y realiza un acto público de ‘desagravio’ a Mariano Moreno rechazando lo que su subalterno hizo
respecto a la fundación de la biblioteca, poniendo una placa allí donde
reafirma que el fundador fue Moreno y no Chorroarín.
Subrayamos
acto ‘público’ porque la cantidad de
gente que acudió al acto fueron …dos: el Ministro y su secretario. Nadie del
pueblo acudió al acto solemne pues como ha sido siempre el liberalismo
falsificando la historia no pudo convencer a nadie de sus adulteraciones
históricas, por más que detenten desde 1852 el poder por el golpe de Estado el
3 de Febrero del mencionado año.
El diario
vespertino ‘La Razón’ en forma
patética muestra la foto de los funcionarios en la soledad más absoluta
tratando de justificar la mencionada orfandad sin poder entender el por qué.
El Dr. Coll
dice que sostuvo que la Biblioteca fue fundada por el jacobino y masón de
Moreno porque así lo estableció la Academia Nacional de Historia. No podía ser
de otra manera: tal organismo ideológico era y es de rancio unitarismo ‘mitrista’.
Ante tal
bizarra situación el diario ‘La Fronda’
del 8 de Septiembre de 1838, es decir, al día siguiente del acto, publica una
editorial donde entre risible y caustica descripción del acto, prueba con
agudeza que por más que el gobierno de entonces intentase torcer la exactitud de los hechos en cuanto a la fundación de la
biblioteca, el pueblo –con clara situación de la verdad fundacional- le dio la
espalda ante tamaña mendicidad liberal, una vez más. (ver debajo los dos
artículos periodísticos de la época).
Una placa y
carteles varios instalados en el frontispicio de la Biblioteca documentan
avalando el fraude (uno más) que produce una desculturización en nuestro pueblo
tan permeable a los medios ante el bombardeo continuo de informaciones falsas
(o erróneas si lo vemos con una mirada
piadosa) y contrario a la verdad de los hechos.
Biblioteca Pública Nacional- Buenos Aires 23 de Marzo de 2022
Igualmente
y con justicia hoy día una avenida de Buenos Aires, en el barrio de la Paternal,
lleva su nombre, con estricta justicia ante un hombre honrado, eminente y
desinteresado patriota que puso su vida y sus bienes en pos de la cultura de
nuestro país.
Igualmente
y con justicia hoy día una avenida de Buenos Aires, en el barrio de la Paternal,
lleva su nombre, con estricta justicia ante un hombre honrado, eminente y
desinteresado patriota que puso su vida y sus bienes en pos de la cultura de
nuestro país.
De tal manera,
el mérito mayor de este vasco rioplatense radica en el sostenimiento y, la
realización de un designio que por años fue su interés público casi exclusivo
junto con la docencia, como podemos extraer de sus escritos: la creación de la
Biblioteca Pública Nacional que finalmente pudo fundar a pesar de los errores
en la imputación creativa a Moreno por parte de la historiografía oficial
triunfante en Caseros en el nefasto día del 3 de Febrero de 1852, ocaso de
nuestra soberanía política, económica y, como puede verse, educativa y cultural
oficial.
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FUENTES
CAILLET BOIS, Ricardo (“Una información secreta de origen realista,
sobre los principales revolucionarios del Río de la Plata”, -Boletín del
Instituto de Investigaciones Históricas, Año XVII - T XXIII, Buenos Aires,
julio de 1938 - junio de 1939, Nros. 77-80).
CUTOLO,
Vicente (“Nuevo Diccionario Biográfico
Argentino (1750-1930)"- Tomo. II, Buenos Aires, Editorial Elche, 1969
y en “Efemérides–Patricios de Vuelta de Obligado”
Portal http://www.revisionistas.com.ar/?p=8730
FRIGERIO,
José Oscar (“Chorroarín, el fundador de
la Biblioteca Nacional”- en la revista ‘Historia’. Año VI. No. 23.
Septiembre - Noviembre 1986- Ediciones
A.P. 144 pgs., Buenos Aires)
GARCIA DE LOYDI, Ludovico (“Una luz en la manzana de las luces”,
Encuadernado. Láminas entre texto. Vida y obra del canónigo Luis José
Chorroarín 1757-1823”; Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires / Col.
Cuadernos de Buenos Aires, Buenos Aires, 1973).
MORENO, Juan Carlos ("Genio y figura de Hugo Wast"- ed.
Eudeba, núm. 23 de la colección -1969).
PARADA, Alejandro
E. (“Los orígenes de la Biblioteca
Pública de Buenos Aires: antecedentes, prácticas, gestión y pensamiento
bibliotecario durante la Revolución de Mayo (1810–1826)”--Universidad de
Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Investigaciones
Bibliotecológicas, 2009)
PARADA, Alejandro E. (“Prácticas y representaciones bibliotecarias
en la Biblioteca Pública de Buenos Aires: Una lectura del libro de ‘Cargo y
data’ (1810-1818)”, Inf. cult. soc. [online]. 2006, n.14, pp. 29-56. ISSN
1851-1740. Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofía y Letras-)
ROSAS VON RITTERSTEIN, Raúl Guillermo
(Revista digital “Eusko News” del 26
de Junio al 2 de Julio del 2020- https://www.euskonews.eus/0538zbk/kosmo53801es.html)
TURONE, Gabriel (“Fundación de la Biblioteca Nacional”- en
‘Revisionistas, la Otra historia de los argentinos’- en www.revisionistas.com -http://www.revisionistas.com.ar/?p=8730
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