LA ‘CONSPIRACIÓN’ DE ORIBE CONTRA ROSAS Y LA MISION DEL CORONEL RAMOS
por Pedro Santos Martínez
Palabras preliminares
En este curioso y
esclarecedor trabajo hecho por el historiador mendocino Pedro Santos Martínez,
nos acerca a tratar de entender la defección de oriental Manuel Oribe frente a
su cercano otrora camarada de armas, Justo José De Urquiza. Sobre la ingenuidad
de Rosas o su incredulidad de que lo que estaba sucediendo en la banda
oriental.
El sólido historiador
se sumerge para su explicación a la que en tal sentido describe el diplomático
ingles Henry Southern en carta reservada a Lord Palmerston y a textos y
documentos publicados por Adolfo
Saldías, Diego Luis Molinari y por el Foreing
Office.
No abriremos juicio
sobre la veracidad de lo que menciona Southern pero es cierto que no fue
desmentido lo por él manifestado.
Quien deseé abrevar mas
profundamente sobre el tema de la batalla de Caseros, el historiador Martínez nos brinda la
posibilidad de introducirnos en sus libros “La
Incógnita De Caseros Revelada En Documentos Diplomáticos Otros Estudios” (ed.Fabro 2009) y “La Coalición Internacional De Derrocó A
Rosas”
(http://www.argentinahistorica.com.ar/intro_libros.php?tema=43&doc=76)
Ahora sí, nos adentramos,
literal y textualmente en el trabajo de Pedro Santos Martínez, publicado en
el ‘Primer Congreso De Historia De La
Confederación Argentina -1831/1852’, año 1984, patrocinado por la ‘Fundación Nuestra Historia Del Instituto
Argentino De Estudios Históricos’ –fundación porteña, que fue una entidad
privada, sin fines de lucro, fundada el 7 de diciembre de 1968. Al final de
trabajo, el autor transcribe íntegramente la carta de Southern a Palmerston del
2 de Noviembre de 1851....
*
LA
‘CONSPIRACIÓN’ DE ORIBE CONTRA ROSAS Y LA MISION DEL CORONEL RAMOS
“El conflicto rioplatense
que culminó en Caseros, tuvo una larga gestación. Su escenario inicial y
decisivo fue el territorio de la Banda Oriental. Entre el gobierno de
Montevideo (que sólo dominaba la ciudad con la ayuda financiera de Francia y
después de Brasil) y el resto del Uruguay (ayudado por Rosas) se había
entablado una guerra que, a su vez, originada en situaciones de política
interna también tenía conexiones con el resto del área rioplatense. Llamada
Guerra Grande, esta contienda concluyó en 1851 con la derrota de Oribe, ¿Cómo y
por qué fue derrotado Oribe? ¿Qué ocurrió con las tropas argentinas que lo
auxiliaban? ¿Cuál fue la actitud de Rosas? Las respuestas darían lugar a
extensos estudios, pero es nuestro propósito, en esta ocasión, aportar sólo
alguna contribución .para su análisis a través del informe que el representante
inglés en Buenos Aires, Henry Southern, envió al Foreign Office“.
La
Derrota de Oribe
“Rosas había enviado al
Uruguay una poderosa división que las órdenes del Gral. Oribe. Esta fuerza
estaba muy bien equipada. Prácticamente era la que mantenía el espíritu combativo
ante las deserciones e inacción del ejército oriental. Rosas no se explicaba
cómo era posible que, a pesar de las excelentes condiciones del equipo militar,
Oribe no actuara con ventaja: frente al avance de Urquiza, ni le enviara
noticias sobre la verdadera situación de la guerra. La continua retirada del
jefe oriental y la inoperancia alentaban las deserciones de sus principales
jefes. Rosas, por intermedio de Arana, se dirigió al ministro británico para
expresarle su extrañeza, pues "Oribe
—decía Arana-, nada ha comunicado oficialmente al gobierno de Buenos Aires".
Sin embargo reitera que, en defensa "de
la independencia de aquella república”, las tropas argentinas " fieles al Excmo. Sr. Presidente […] combatirán
con su acostumbrado denuedo por la independencia y soberanía del Estado Oriental”.(1)
“Rosas con desconocía la
realidad de la situación militar uruguaya. “ Con todo la verdad se ha tornado evidente", informaba Southern
a Palmerston. En su importante despacho, el inglés agregaba:
"transacciones posteriores han
explicado lo que, parecía ser un misterio ininteligible en la conducción de
estos asuntos desde la Invasión de la Banda Oriental por parte de Urquiza.
Ahora está claro que todo lo que ha ocurrido en la Banda Oriental ha sido el
resultado de un entendimiento entre el Gral. Urquiza y las personas más
importantes alrededor del Gral. Oribe, quien quizá no diera su franco
consentimiento al acuerdo convenido por su hermano y otros ofíciales próximos a
él; pero ahora es evidente que él se ha esforzado por mantener cierta
apariencia con ambas partes, con la finalidad última de apoyar a la que le ofreciera
más ventajas. La gran dificultad para todos los participantes de esta
conspiración ha sido la 1ª División de argentinos bajo las órdenes del Gral.
Oribe, fuerza brava y decidida, guiada por hombres fieles al Gral. Rosas;
hombres, sin embargo, como todos sus agentes, acostumbrados a una obediencia
ciega a sus órdenes, órdenes que en la Banda Oriental han sido siempre dictadas
con espíritu de sumisión y respeto por la autoridad suprema del Presidente
Legal. Con todo, por medio de una serie de movimientos y estratagemas, las
fuerzas argentinas fueron finalmente arrinconadas en un lugar estrecho donde no
podían luchar ni sobrevivir; luego se les dijo que se había firmado la paz y
que podían hacer lo que creyeran mejor para ellos mismos."
“Así se explica
"La terminación extraordinaria e
inesperada de la contienda en la Banda oriental —dice
más adelante Southern— por una aparente
unión de las facciones opuestas, sin ningún esfuerzo de resistencia ni la
efusión de una gota de sangre".
“En otro párrafo afirma:
"Se reconoce ahora, en reserva, que el Gral.
Urquiza no trajo una fuerza adecuada para la invasión de la Banda Oriental. El
ejército distante de las brasileños, y la milicia y muchedumbre de partidarios
indisciplinados que cruzaron el Río Negro con aquel general, fueron presentados
en los términos más exagerados con el objeto de justificar el retiro de las
tropas orientales, cuyos jefes estaban en el secreto, y para dar una
explicación a la inacción y capitulación final del General Oribe ante el
General entrerriano" (2).
“Este informe de Southern
trasluce una conducta poco clara y leal de Oribe, a pesar de las cartas
enviadas a Rosas en esos momentos. En ellas, nada decía de esa actitud que,
reservadamente, adoptaba ante las operaciones de Urquiza. El ejército de Oribe
era notablemente superior al de Urquiza, corno también lo señala Southern, y
debía atacar a los invasores antes de que Pudieran reunirse con las tropas del
imperio que dirigía Caxias. "Se
decía que Oribe —afirma Molinari— estaba
muy deprimido y enfermo, física y mentalmente, en un estado de postración que
le incapacitaba para toda acción. Pero esto no era más que un argumento benigno
con que pretendía cubrir el honor del jefe oriental [ .]" (3).
“La excusa también la creyó
Rosas, pero la deserción de Oribe mareo la suerte final de las armas
argentinas. Oribe fue el único de los grandes protagonistas de la disputa que
gozó del respeto y consideración de los vencederos.
Las Tropas
Argentinas Y Su Embarco En El ‘Tweed’
“El 8 de octubre de 1851 se
convinieron, en el cuartel del Pantanoso, las condiciones según las cuales
Oribe capitulaba ante Urquiza, quien ofreció la rendición bajo el lema “ni
vencedor ni vencido". En las cláusulas del convenio se estableció que las
tropas argentinas pasarían a engrosar el ejército entrerriano. El destino de
estas fuerzas había dado lugar a una intensa negociación por parte de Rosas. Cuando
la situación se hizo insostenible, el gobierno de Buenos Aires realizó
desesperados esfuerzos para lograr que esas tropas fueran embarcadas hacia la
capital argentina con todo su equipo, armas y caballos. Carlos Villademoros, Ministro
de Relaciones Exteriores de Oribe, gestionó ante los jefes de las estaciones
navales francesa e inglesa —contral-mirantes Le Predour y Reynolds
respectivamente— el traslado de aquel ejército junto con los Orientales que
quisieran acompañarlo. Los citados jefes extranjeros se manifestaron
dispuestos, al principio, para realizar el transporte. Pero los gobiernos de Montevideo
y Brasil —y consiguientemente el jefe de la escuadra imperial almirante
Grenfell— protestaron por esa probable ayuda y dijeron que no estaban
dispuestos a permitir el traslado, pues lo consideraban violatorio de la
neutralidad por parte de ambas escuadras. El estancamiento de esta negociación
determinó que un día, el propio Rosas concurriera hasta la casa del
representante británico para pedirle su intervención en el caso y lograr el
transporte de las tropas argentinas. Estas fuerzas, cuyo número era de 5.000
hombres aproximadamente, estaban equipadas con un excelente armamento adquirido
en Europa. Su posesión era vital para Rosas. Southern se preocupó en facilitar
el transporte, pero encontró la más cerrada oposición en el contralmirante
Reynolds. Mientras tanto ¿qué había ocurrido con las tropas argentinas?
Escuchemos a Southern:
"Oribe les dijo a algunos, que les
había asegurado el paso a Buenos Aires a bordo de barcos de guerra; a otros,
que serían conducidos a sus hogares por Urquiza. Urquiza proclamó ante todos
que no había "ven-cidos" ni "vencedores" y por lo tanto,
sólo motivo de alegría y satisfacción. Se había mantenido a los argentinos en
completa ignorancia de lo que estaba ocurriendo, pero de tanto en tanto, éstos
habían escuchado lo suficiente como para llenarlos de ansiedad; finalmente,
confundidos por las .noticias que se difundían rápidamente por el campamento,
algunos se dirigieron al puerto para asegurarse los medios para escapar; los
siguió una soldadesca desesperada que deseaba acompañar a sus jefes en su
huida, quienes, cuando comprendieron que se veían imposibilitados de hacerlo
por falta de embarcaciones, rompieron enfurecidos sus armas contra las piedras
y rocas de la costa; otros, sintiéndose traicionados por sus propios oficiales,
se volvían con el primero de sus anteriores comandantes que encontraban, muchos
de los cuales hubieran sido sacrificados sin duda, si no hubieran sido salvados
por los botes del barco de S.M. "Tweed". El grueso de estos hombres,
hallándose sin jefe escucharon o parecieron escuchar las proposiciones
halagadoras del Gral. Urqulza, y consintieron en permanecer bajo su mando.
Estas tropas forman ahora la fuerza principal del ejército del general
Urquiza" (4).
“En otro momento nos hemos
ocupado de las vicisitudes de los refugiados en el bergantín inglés (5).
“Digamos, ahora, que en un
principio se distribuyeron entre el ya citado buque inglés y el bergantín sardo
Benedetta María. Después, ante las protestas de los gobiernos orientales y
brasileño, el ministro de Cerdeña hizo trasladar al Tweed a los que estaban
bajo su protección. Al final, todos pudieron llegar a Buenos Aires a bordo de
otra embarcación inglesa y de inmediato se incorporaron al ejército argentino
para combatir a Urquiza y sus aliados.
La
Misión Del Coronel Ramos
"Parece
que el general Rosas, escribe Southern en su informe citado, no se permitió
nunca dudar de la lealtad de su amigo y aliado Oribe".
Le envió en abundancia toda clase de pertrechos. Cuando el secretario militar
de Oribe, Iturriaga, llegó a Buenos Aires para informar, Rosas le entregó
ochocientas onzas de oro. En esos días, el coronel Pedro Ramos —que estaba en
el ejército de Oribe— había sido enviado a Buenos Aires por sus camaradas
argentinos para hacerle presente a Rosas "el estado de ansiedad y duda —dice Southern— en que se encontraban al presenciar los movimientos del general Oribe a
la cabeza de una fuerza superior, que retrocedía ante soldados tales como los
que comandaba Urquiza y evitaba toda oportunidad de lucha". Rosas hizo
regresar a Ramos con órdenes que, de haber sido obedecidas, hubieran dado otro
giro a los asuntos orientales.
“Escuchemos a Southern:
"El coronel Ramos llevó consigo
autoridad para poner las fuerzas argentinas verdaderamente bajo las órdenes del
coronel Granada, hecho general para esta ocasión, pero aparentemente todavía
bajo las órdenes del General Oribe, quien debido a su mala salud iba a ser
ubicado en un carruaje y llevado con una guardia de honor a la cabeza de las tropas.
Sus fuerzas tenían órdenes de marchar hacia Cerro Largo, unirse a la División
del coronel Dionisio Coronel, quien acababa de lograr una ventaja decidida
sobre una parte de las tropas brasileñas, y así evitando el principal Ejército
del conde de Caxias llevar la guerra hasta Río Grande. Este era el plan del
general Rosas, y dada la naturaleza de la fuerza que integraba la División
argentina, dado el poder de su caballería en comparación con la de su
infantería, y dada la conocida lealtad decisión de sus jefes, no es improbable
que hubiera triunfado. El General Urquiza no se hubiera aventurado, a atacar tal fuerza. Sin embargo, el Coronel
Ramos en su regreso al Cuartel General
de Oribe, fue puesto bajo estricta vigilancia por parte del General Oribe: No
se le permitió conferenciar con sus camaradas oficiales, y el General Oribe lo
amenazó con una ejecución inmediata si comunicaba las órdenes que había
recibido del General Rosas […]
(6)
“Esta versión coincide
completamente con la que proporcionó Saldías basado en el testimonio de
Antonino Reyes quien, a través de su ‘Memoria.
Póstuma’, reproduce las palabras que Oribe dirigió a Ramos: "Ya sé el objeto de su viaje a Buenos
Aires y en tal virtud le prevengo a V.S. se abstenga de dar a los jefes del
ejército las órdenes o instrucciones que traiga del gobernador Rosas, bien
entendido que si V.S. contraría la orden que le doy como General En Jefe del
Ejército, le he de bajar a V. S. la cabeza de sobre los hombros […]. Cuando
todo estaba concluido, entregado y en desbande todo el ejército, sin
caballadas, sin armas y sin parque, recién entonces pudo el coronel Ramos
mostrarles a los jefes las instrucciones firmadas por el general Rosas. Me
referían los mismos jefes que la desesperación los dominó, pero que ya no había
remedio […]" .(7)
“Entonces, como ya se ha
visto, huyeron hacia los buques ‘Tweed’
y ‘Benedetta María’. Las
instrucciones que llevaba Ramos habían sido acordadas entre Rosas y Pacheco y
el contenido indicado por Southern es el mismo que consigna Saldías. Oribe tuvo
conocimiento de ellas "y tomó
providencias -acota el citado historiador— en exclusivo provecho de los aliados" (8).
“El coronel Ramos llegó a
Buenos Aires junto con los refugiados en el ‘Tweed’. Fueron "recibidos
por el general Rosas con entusiasmo", anote: Southern.
"Solamente
al coronel Ramos - continúa— se le ha negado permiso para verlo. El General
Rosas no lo acusa de deslealtad, pero lo culpa por su imbecilidad y cobardía
moral por haber permitido que se le atemorizara hasta la desobediencia de sus
órdenes […] por la autoridad‘ del general Oribe" (9).
Conclusión.
“Esta es la versión sobre la
capitulación de Oribe que nos proporciona la perspicaz información del
representante inglés en la Confederación Argentina que, sin duda, disponía de
fidedignas fuentes para conocer con precisión todo cuanto ocurría en los privados
salones de gobierno. Su versión corno se ha comprobado, coincide con la de
Saldías. Por lo tanto, la derrota de Oribe obedece a razones que no concuerdan
cabalmente con las que se han difundido en la historiografía rioplatense.
**
NOTAS
1 Public Record Office. Foreign Office
(en adelante PRO-FO) . 6/160, fs. 117-120 y v.
2 Buenos Aires, 2-.XI - 851. Desp. Nº
96. PRO-FO 6/160.
3 Molinari, Diego Luis. ‘Prolegómenos de Caseros’. Buenos Aires,
Deve-nir, 1962, p. 39-40.
4 Ídem nota 2.
5 “Caseros,
las tropas extranjeras y la política internacional rioplatense”.
Conferencia de Incorporación a la Academia Nacional de la Historia. Buenos
Aires, 28-V-1974.
6 Ídem nota 2.
7 Saldias, Adolfo. “Historia de la Confederación Argentina”.
T. IX, Buenos Aires, Editorial Americana, 1945, p. 68.
8 Ibidem.
9 Idem nota 2.
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APENDICE
F.O. 6/160 N9 96
“Sr.
Vizconde Palmerston
Mi
Señor,
"Buenos
Aires, 2 de noviembre 1851.
“Tuve
el honor de informarle a S.E. en mi Despacho N° 87, que la Convención acordada
entre los Generales Urquiza y Oribe, había sido quebrantada: no fue firmada
dentro de los cuatro días de haber sido aceptada por el Gral. Oribe y esta
demora fue considerada como una causa justa de ruptura por parte del Gral.
Urquiza; mientras que en la correspondencia del Gral. Oribe con este Gobierno,
Urquiza es acusado de falta de fidelidad .y de traición por haber reiniciado
abruptamente las hostilidades después de haber aceptado los términos del
acuerdo.
“Con
todo, desde ese momento la verdad se ha tornado evidente: transacciones
posteriores han explicado lo que parecía ser un misterio ininteligible en la
conducción de estos asuntos desde la invasión de la Banda Oriental por parte de
Urquiza.
“Ahora
está claro que todo lo que ha ocurrida en la Banda Oriental ha sido el
resultado de un entendimiento entre el Gral. Urquiza y las personas más
importantes alrededor del Gral. Oribe, quien quizá no diera su franco
consentimiento al acuerdo convenido por su hermano y otros Oficiales próximos a
él; pero ahora es evidente que él se ha esforzado por mantener cierta
apariencia con ambas partes, con la finalidad última de apoyar a la que le ofreciera
más ventajas.
“La
gran dificultad para todos los participantes de esta conspiración ha sido la
división de argentinos bajo las órdenes del Gral. Oribe, fuerza brava y
decidida, guiada por hombres fieles al Gral. Rosas; hombres, sin embargo, como
todos sus agentes, acostumbrados a una obediencia ciega a sus órdenes, órdenes
que en la Banda Oriental han sido siempre dictadas con espíritu de sumisión y
respeto por la autoridad suprema del Presidente Legal.
“Con
todo, por medio de una serie de movimientos y estratagemas, las fuerzas
argentinas fueron finalmente arrinconadas en un lugar estrecho donde no podían
luchar ni sobrevivir; luego se les dijo que se había firmado la paz y que
podrían hacer lo que creyeran mejor para ellos mismos. Oribe les dijo a
algunos, que les había asegurado el paso a Buenos Aires a bordo de barcos de
guerra; a otros, que serían conducidos a sus hogares por Urquiza. Urquiza proclamó
ante todos que no había ni "vencidos" ni "vencedores" y por
lo tanto, sólo motivo de alegría y satisfacción.
“Se
había mantenido a los argentinos en completa ignorancia de lo que estaba
ocurriendo, pero de tanto en tanto, éstos habían escuchado lo suficiente como
para llenarlos de ansiedad: finalmente, confundidos por las noticias que se
difundían rápidamente por el campamento, algunos se dirigieron al puerto para
asegurarse los medios para escapar; los siguió una soldadesca desesperada que
deseaba acompañar a sus jefes en su huida, quienes, cuando comprendieron que se
veían imposibilitados de hacerlo por falta de embarcaciones, rompieron
enfurecidos sus armas contra las piedras y rocas de la costa; otros,
sintiéndose traicionados por sus propios oficiales, se volvían contra el
primero de sus anteriores Comandantes que encontraban, muchos de los cuales
hubieran sido sacrificados sin duda, si no hubieran sido salvados por los botes
del Barco de S.M. "Tweed". El grueso de estos hombres, hallándose sin
jefes, escucharon o parecieron escuchar las proposiciones halagadoras del Gral.
Urquiza, y consintieron en permanecer bajo su mando.
“Estas
tropas forman ahora la fuerza principal del ejército del General Urquiza. Se
reconoce ahora, en reserva, que el Gral. Urquiza no trajo una fuerza adecuada
para la invasión de la Banda Oriental. El ejército distante de los brasileños,
y la milicia y muchedumbre de partidarios indisciplinados que cruzaron el Río
Negro con aquel general, fueron presentados en los términos más exagerados con
el objeto de justificar el retiro de las tropas orientales, cuyos jefes estaban
en el secreto, y para dar una explicación la inacción y capitulación final del
General Oribe ante el General entrerriano.
“Parece
que el General Rosas no se permitió nunca dudar ni un momento de la lealtad de
su amigo y aliado Oribe. Hasta el último momento le estuvo mandando pertrechos
de toda clase en la mayor abundancia. En la última oportunidad de comunicarse
con él, cuando el Secretario Militar de Oribe, lturriaga, vino a informarle al
General Rosas de los acontecimientos que estaban ocurriendo, el General Rosas
le envió con él al general Oribe ochocientas onzas de oro.
“En
la misma oportunidad, o un día o dos antes, el coronel Ramos volvió a Buenos
Aires al Cuartel General de Oribe. El Coronel Ramos había sido enviado por sus
camaradas oficiales, los jefes de las Fuerzas argentinas en la Banda Oriental
para dirigirse al General Rosas y explicarle el estado de ansiedad y duda en
que se encontraba al presenciar los movimientos del General Oribe a la cabeza
de una fuerza superior, que retrocedía ante soldados tales como los que
comandaba Urquiza, y evitaba toda oportunidad de lucha, la que según ellos no
podía sino terminar con el triunfo de los argentinos y sus aliados orientales.
“Se
envió al Coronel Ramos de vuelta con órdenes que, si hubieran sido obedecidas,
hubieran hecho terminar los asuntos de la Banda Oriental de un modo diferente.
El Coronel Ramos llevó consigo autoridad para poner las fuerzas argentinas
verdaderamente bajo las órdenes del Coronel Granada, hecho General para esta
ocasión, pero aparentemente todavía bajo las órdenes del General Oribe, quien
debido a su mala salud iba a ser ubicado en un carruaje y llevado con una
guardia de honor a la cabeza de las tropas. Sus fuerzas tenían órdenes de
marchar hacia Cerro Largo, unirse a la División del Coronel Dionisio Coronel, quien
acababa de lograr una ventaja decidida sobre una parte de las tropas
brasileñas, y así evitando el principal Ejército del Conde Caxias, llevar la
guerra hasta Río Grande.
“Este
era el plan de General Rosas, y dada la naturaleza de la fuerza que integraba
la División argentina, dado el poder de su caballería en comparación con la de
su infantería, y dada la conocida lealtad y decisión de sus jefes, no es
improbable que hubiera triunfado.
“El
General Urquiza no se hubiera aventurado, ciertamente, a atacar tal fuerza. Sin
embargo, el Coronel Ramos en su regreso al Cuartel General de Oribe, fue puesto
bajo estricta vigilancia por parte del General Oribe. No se le permitió
conferenciar con sus camaradas oficiales, y el General Oribe lo amenazó con una
ejecución inmediata si comunicaba las órdenes que había recibido del General
Rosas, cuya naturaleza o al menos tendencia se sospechaba.
“El
Coronel Ramos fue uno de los oficiales que se refugió a bordo del vapor de S.
M. "Tweed" acompañando a los otros jefes a Buenos Aires, quienes han
sido todos recibidos por el General Rosas con entusiasmo. Solamente al Coronel
Ramos se le ha negado permiso para verlo.
“El
General Rosas no lo acusa de deslealtad, pero lo culpa por su imbecilidad y
cobardía moral por haber permitido que se le atemorizara hasta la desobediencia
de sus órdenes, órdenes del general Rosas, por la autoridad del General Oribe.
“La
terminación extraordinaria e inesperada de la contienda en la Banda Oriental,
por una aparente unión de las facciones opuestas, sin ningún esfuerzo de
resistencia ni la efusión de una gota de sangre, bajo los auspicios del Gral.
Urquiza, produjo un efecto alarmante en esta provincia.
“La
población estaba tan exhausta y debilitada por la guerra como en la Banda
Oriental: si hubieran sido consultados, su disposición hubiera estado en favor
de hacer cualquier sacrificio por la paz.
“En
el caso de la Banda Oriental, pareció que todo el sacrificio que se esperaba de
los orientales, era el sacrificio de un individuo. Sin duda el ejemplo hubiera
sido seguido aquí, si en este momento se hubiera hecho la experiencia. Si el
Gral. Urquiza se hubiera aventurado a embarcar su heterogéneo ejército, de
forma inmediata, a bordo de los vapores brasileños y las embarcaciones
remolcadas por ellos, y hubiera desembarcado en las proximidades de esta
ciudad, tal era la total falta de preparación, la falta de medios para
repelerlos y el estado de ánimo de los hombres, que yo estoy convencido que no
hubiera habido ni una sola demostración de resistencia; y realmente no me
imagino cómo el General Rosas con toda su habilidad, actividad y amplios
recursos, hubiera sido capaz de mantener nada más que una corta campaña de
actividad de guerrillas.
“Probablemente
fueron numerosas las causas que evitaron que el Gral. Urquiza tomara esta
decisión aventurada; el peligro para el Gral. Rosas ha pasado en gran parte.
Sus preparativos han sido realizados con eficiencia, y en una amplia escala. La
costa está vigilada; las tropillas de caballos y las manadas de ganado están
siendo puestas fuera del alcance del enemigo. Se están haciendo reclutamientos
que abarcan casi la totalidad de la población adulta, y en todos los rincones
del país se hacen ejercicios, marchas y contramarchas bajo la más estricta
disciplina. Los generales y oficiales al mando que son demasiado viejos o
demasiados indolentes para las campañas activas están siendo avocados a otras
funciones, y se está designando a todos los oficiales jóvenes y emprendedores
que se han distinguido en alguna forma, para ocupar esos cargos.
“Estos
reclutamientos indiscriminados han causado lamentos y angustias en todo el
territorio: quedaron familias sin subsistencia ni apoyo; las viudas sin sus
hijos, los hijos sin sus padres, la esposas sin sus esposos; y durante un
tiempo no se escuchó más que sollozos y descontento.
“Pero
los hombres se están convirtiendo rápidamente en soldados; se les ofrece a las
mujeres alojamiento temporario en las proximidades de ejercicios, y la mano
firme y la voluntad tenaz del General Rosas están convirtiendo rápidamente al
país en un vasto campamento.
“El
General Urquiza se demora aún; se dice que está negociando para que los
regimientos brasileños le acompañen en su invasión a Buenos Aires, y que está
obligado a dar un mes de licencia a sus tropas.
“Si
esto es así, y el ejército brasileño y el oro brasileño no lo acompañan a este
país, su causa ya está perdida. Tengo el honor de ser su más humilde servidor.
Henry
Southern."
PRO.F0.6/160, fs. 262-272 y
v.
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