miércoles, 24 de noviembre de 2021

(De Pluma Ajena) 'REFLEXIONES SOBRE LA VUELTA DE OBLIGADO' - por el Cnel. Myr Gabriel Aníbal Camilli

 (De Pluma Ajena)  'REFLEXIONES SOBRE LA VUELTA DE OBLIGADO' - por el Cnel. Myr Gabriel Aníbal Camilli


Reflexiones del director de la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas.

Coronel Mayor Gabriel Aníbal Camilli

·         20.11.2021

"Si solamente mirásemos los números, el combate de la Vuelta de Obligado que recordamos con el justo título de ´Día de la Soberanía´, no debería haberse librado. Si sólo midiésemos las fuerzas en pugna, o sus bajas, ciertamente que esta jornada estaría lejos de las grandes gestas como Maipú o Chacabuco. y no lo recordaríamos", aseguró el Coronel Mayor Gabriel Aníbal Camilli, Decano de la Facultad Militar Conjunta y director de la Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas (ESGC). ­

En un mensaje dirigido a los alumnos de la institución en ocasión de conmemorarse el Día de la Soberanía, recordó que aquel 20 de noviembre de 1845, a las nueve y media de la mañana, se oyó a orillas del Paraná y después de una vibrante arenga del General Mansilla, cómo nuestras tropas cantaron desde el corazón aquella frase que siempre nos iluminó en las dificultades: Juremos con gloria morir. ­

En aquella histórica jornada, unos doscientos argentinos cumplieron su juramento muriendo con gloria. "No importó -destacó Camilli- que enfrente las fuerzas anglo-francesas los superaran con 22 buques de guerra armados con casi medio millar de cañones. No importó que al anochecer el invasor se alzara con una victoria circunstancial: hay derrotas que honran, así como victorias que deshonran. Francia con sus treinta y cuatro millones de habitantes, Inglaterra con sus veinticinco millones, las dos potencias más grandes de aquel tiempo se dirigieron a luchar contra sólo un millón de argentinos, desperdigados por una inmensa tierra. Si sólo hubiese cuentas y números, ni se hubiese combatido: parecía una lucha imposible de ganar. El enemigo no conocía el honor. La Inglaterra que buscaba imponernos sus leyes era la misma que pocos años antes se había embarcado en una de las más infames guerras de la Historia: la llamada ´Guerra del opio´ en donde, olvidada de todo límite moral, adorando sólo los números y la fuerza de sus armas. Lo mismo intentó por todo el mundo, pero aquí, entre nosotros le fue mal. Todavía los alimentaba el resentimiento de sus fracasadas Invasiones al Río de la Plata. se olvidaban que los números no siempre mandan y que un pueblo con honor nunca es fácil de doblegar. El 20 de noviembre de 1845 perdimos, es cierto. La numerosa armada enemiga logró vencernos circunstancialmente, pero al mismo tiempo selló su derrota". ­

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CARTAS DE SAN MARTIN ­

En otro momento de su alocución el director de la ESGC sostuvo que "nuestro Gran Capitán, sabía, al igual que el Restaurador que el honor no es cosa de números" y leyó fragmentos de algunas de las cartas que San Martín, pocos años antes de su muerte le escribiera a Juan Manuel de Rosas.  "Mi apreciable general y amigo -le decía el Padre de la Patria al Restaurador de las Leyes- en las circunstancias en que se halla nuestra Patria, me hubiera sido muy lisonjero poder nuevamente ofrecerle mis servicios (como lo hice a usted en el primer bloqueo por la Francia); servicios que aunque conozco serían inútiles, sin embargo demostrarían que en la injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia contra nuestro país, éste tenía aún un viejo defensor de su honor e independencia; ya que el estado de mi salud me priva de esta satisfacción, por lo menos me complazco en manifestar a usted estos sentimientos, así como mi confianza no dudosa del triunfo de la justicia que nos asiste". ­

Desde ese mimo modo clarividente le volvería a escribir en 1848: "Mi íntima convicción es que todos los argentinos deben persuadirse del deshonor que caerá sobre nuestra Patria, si las naciones europeas triunfan en esta contienda que, en mi opinión, es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España". ­

En otra misiva de noviembre de 1848, aseguraba interpretando lo que siente todo argentino de bien: "sus triunfos son un gran consuelo para mi achacosa vejez.". Y, por último, en otro escrito reflexionaba sobre el combate de la Vuelta de Obligado: "con cuatro cañones hizo conocer a la escuadra anglofrancesa que, pocos o muchos, sin contar los elementos, los argentinos siempre saben defender su independencia". ­

En este contexto, también recordó las palabras del diputado Roque Sáenz Peña, padre y abuelo, respectivamente de dos futuros presidentes argentinos, en la Sala de Representantes: "El tino y la sabiduría con que ha encaminado nuestro gobierno esta negociación, ha obligado (a los delegados de Inglaterra y Francia) a confesar con sus hechos, que han sido burlados en su objeto y los ha forzado a descubrir lo que hasta aquí han descubierto; a saber, las verdaderas miras de sus gobiernos, que son esclavizarnos y conquistar estas repúblicas". ­

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 ­DIVIDIDOS SEREMOS ESCLAVOS ­

"Malvinas -expresó Camilli- nos recuerda lo mismo y también, que la guerra por la Independencia prosigue, aunque cambien los escenarios y se renueven los enemigos. La única condición que deberíamos cumplir los argentinos es aquella que San Martín sostuvo en 1819 y que toda vez que no la cumplimos, nos condenamos al fracaso:  ´Divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor´. Bien entendida esta lucha, como aquella que dimos por Malvinas, son continuaciones de la Guerra por la Independencia.  Y lo prueba un hecho contundente: el Libertador quiso legar su histórico sable corvo a Rosas. Lo cierto es que la firmeza de Rosas defendiendo el honor nacional logró lo que el combate de la Vuelta de Obligado había anticipado. Las potencias extranjeras debieron ceder ante la fuerza de la justicia".  ­

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EL CAMINO SANMARTINIANO ­

En la parte final de su discurso, el director de la Escuela Superior de Guerra Conjunta expresó: "Hoy, casi doscientos años después, recordando el día de la Soberanía Nacional, debemos aceptar con dolor que la obra de la Independencia aún no está terminada y seguir, una vez más, como en la Vuelta de Obligado, el camino del honor, la unidad y la justicia, el camino sanmartiniano. Y en ese camino, tanto nosotros, los hombres de las Fuerzas Armadas de la Nación, como todo el pueblo argentino, tenemos que ser protagonistas activos. Si creyésemos sólo en los números, nunca nos hubiésemos independizado, nunca hubiésemos soñado... Nunca hubiésemos formado a orillas del Paraná, en la Vuelta de Obligado, ni hubiésemos recuperado un 2 de abril nuestras Islas Malvinas. Alguien podrá decir que son los números los que pagan beneficios, que son los números los que condenaron a San Martín y a Rosas a morir en el exilio; que son los números los que sentenciaron a Belgrano a morir en la miseria o a Güemes a morir desangrado en las Higuerillas; que son los números los que condenaron al Capitán Giachino, al teniente Estévez, al Sargento Cisneros, al soldado Cao y a los otros muchos muertos de la Guerra de Malvinas".  ­

Y finalizó sus palabras con la siguiente reflexión: "Parecería así que la Patria no paga bien a aquellos que la aman, pero no nos confundamos: esa no es la verdadera Patria, es una impostora que ocupa su lugar mientras que los argentinos, miramos para otro lado o seguimos falsas banderas. El día de hoy nos interpela y obliga a decir en serio como aquel día lo hicieron nuestras tropas gauchas a orillas del Río Paraná: ´oh, juremos con gloria morir´. Si los que vestimos el uniforme de la Patria, si todos los argentinos que llevamos la Patria en el alma, no creyésemos que vivir y morir con gloria es también hoy nuestra obligación, simplemente habríamos vivido en vano y, para eso, es mejor no haber nacido".  ­

 


1 comentario:

  1. Las palabras de este Cnel Mayor me recuerdan al Cnel Mohamed Alí Seineldín, otro gran patriota militar. Estas palabras expresan un sentimiento y una convicción que deberían ser mas bien dirigidas a los cadetes del Colegio Militar y más aún a los de la Escuela Naval. Nuestras instituciones militares no escapan a la grieta. Si se hubieran formado todos los oficiales con éstos principios, otro país tendríamos. Que causa más noble sería que los institutos de formación militar, estuvieran en manos de patriotas como el Coronel Mayor Gabriel Aníbal Camilli, a todas luces un militar sanmartiniano.

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