lunes, 29 de mayo de 2023

JOSÉ MÁRMOL-Algunos rasgos de un traidor a la patria y mediocre escritor


JOSÉ MÁRMOL

(Algunos rasgos de un traidor a la patria y mediocre escritor)

 

Gonzalo V. Montoro Gil




“Mármol no sabía ni siquiera versificar. Sus recursos eran pobres, como pobre era su poesía” (‘José Mármol’-Ignacio B. Anzoátegui- Revista ‘Numero’, Bs.As. del  6-6-1930)


I.-Introducción

 

A lo largo de nuestra historia se suman los documentos que imputan de traidores a la patria a una runfla de variopintos personajes que no pueden negar desde el primero hasta el último de sus días su entrega personal diaria a aquellos que desde el exterior han querido destruir nuestra integridad territorial, nuestra soberanía política y económica utilizando a éstos como medio o instrumento para tales fines.

Como dijo Luis Oscar Buján “Uno de los grandes dramas políticos que padecemos los hispanoamericanos, es el gran desconocimiento que experimentamos de los acontecimientos que sacudieron a nuestros pueblos hermanos de la Patria Grande. Este hecho no es casual ni fortuito: es que el ocultamiento o tergiversación con "mentiras de designio" fue y sigue siendo una de las armas favoritas de los enemigos de Ia Nación. Así se evita que los pueblos busquen en su pasado experiencias de gloria y victoria cuando se enfrentaron y derrotaron a los principales poderes mundiales de turno. Así ocurría con las campañas libertadoras de San Martin y de Bolívar, con Ia gesta ‘artiguista’, a la resistencia de Ia Confederación ‘rosista’ ante los poderes coaligados de Francia, Gran Bretaña y Brasil. Por el contrario, las grandes claudicaciones, las entregas de territorio y las traiciones a la patria, son presentadas como grandes victorias de la Nación conducida par los representantes de las ideologías de moda. Así se produce una grave paradoja: los pueblos hispanoamericanos festejamos nuestras derrotas al tiempo que condenamos nuestras victorias más heroicas. […] la colaboración de los nativos con las potencias agresoras a quienes consideraban representantes civilización y del progreso, anteponiendo los intereses de sus patrias adoptivas de las patrias reales.”.

Pero debemos reconocer en los mencionados nativos una coherencia en su pensamiento y acción a lo largo del tiempo y hasta el día de sus muertes. En muchos de ellos, lamentablemente, una capacidad de expresión, un modo de escribir que demostraba su aptitud para la dar a conocer su pensamiento –aunque dañino para los intereses de la nación- y un talento de lenguaje escrito por encima de la media de entonces, como por ejemplo la de Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre (que lo que tenía de capaz en la gramática, no lo tenía como militar), Vicente Fidel López, Tomás de Iriarte, el General José María Paz.

Respecto a Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría, Marcos Sastre, al principio adularon a Rosas y a su gobierno en el conocido ‘Salón Literario’, por el año 1937.

Sastre dijo en el acto inaugural: “Porque el actual gobierno es el único conveniente, el único poderoso para allanar los caminos de la prosperidad nacional. El gran Rosas es el hombre elevado por la sola fuerza de su genio al alto grado de influencia y de fama, que le pone en aptitud de rechazar toda reacción extraña o anárquica que intente oponerse a la realización de las esperanzas de la nación”

Dice Cesar Tamborini Duca:¡Cuánta razón tenía Marcos Sastre! Aunque lamentablemente cuando se estaba llegando a esa meta premonitoria del escritor, combinados factores espurios entre argentinos renegados -alguno comprado con dinero brasileño- y fuerzas extranjeras, malbarataron lo que pudo ser la gran nación del sur del continente”.

Por su parte Juan María Gutiérrez, miembro del mismo Salón, menciona en su poema “A MAYO” (composición presentada en el Certamen Literario de 1841 en Montevideo) el color azul para nuestra bandera; que es el color oficial, no el celeste que impusieron “iluminados” poetas expatriados, en aras de realzar su emblema político (Unitario). Exacto, el color celeste de nuestra actual bandera ‘inventada’ por Sarmiento como un elemento más para borrar nuestra real historia soberana, nuestra identidad, por la década de 1860-70:

 

¡Palma a mi sien! Mas palma entrelazada

Con albas cintas en azul teñidas,

Colores que a la vez son bien queridas

Del cielo hermoso y de la patria amada. (Pág. 87)

……………………………………………………………….

¿No ve en lo futuro cruzar por los mares

Azules pendones llevando a millares

Los frutos opimos de un mundo feliz? (Pág. 95)

 

Como se dijo, lástima que sus capacidades estaban al servicio de intereses foráneos que se aprovechaban de estos polígrafos para la consecución de sus fines militares y comerciales y en desmedro de los intereses de su patria.

Estos ‘románticos’ (sic), afrancesados, que escribían no solo en castellano sino también y preferentemente en francés, lo cual se vanagloriaban pues para ellos Francia era el haz de luz de la cultura despreciando todo lo que tuviera raíz hispánica.  

De tal modo lo hacía ver Rodolfo Taboada en su libro ‘De la Fauna Porteña’, refiriéndose a los porteños aun en 1946, que participaban de ese coloniaje mental y cultural: El porteño “naturalmente escribe en Francés. Escribe en francés porque siente que el castellano le queda chico- cuando la verdad es que le queda grande- y confiesa que en sus musas navegan ms plácidamente por el idioma de Racine que por el de Cervantes”.

Como mencionó Julio Irazusta describiendo esa ‘intelligentsia’ argentina:

“El juicio de los intelectuales argentinos que combatieron a Rosas significa muy poco en contra de éste, y mucho en contra de ellos. La ‘inteligencia’ siempre tiene la ilusión de ser superior al gobierno; éste es voluntad, y por esencia, en la discusión es inferior a la primera. Pero por una simple presunción basada en una creencia que no se confirmó, no es posible pedirle cuenta a Rosas de por qué no abdicó frente a los escritores de su época. Después de hacer, en vano, lo que pudo por sumarlos a su política, las circunstancias le impusieron un deber más imperioso que la templanza con poetastros o gacetilleros desorbitados. Como usurpadores de funciones que no les correspondían, al erigirse en supremo tribunal internacional y espiritual, y pronunciarse por los agresores extranjeros y en contra de los defensores del país, la ‘intelligentsia’ argentina perdió sus derechos a la consideración del Estado. Si entre los intelectuales emigrados hubiese habido alguno capaz de agregar al acervo común de la humanidad un valor universal como la Divina Comedia, por ejemplo, podría todavía discutirse desde un punto de vista superior al interés nacional, si una parte de éste no debía sacrificarse al capricho del genio que nos haría inmortales. Pero francamente, es demasiada ingenuidad reprocharle a Rosas que no haya abdicado ante un alzamiento de lapiceras mojadas en ya sabemos qué tinta. Juzgado cada uno por las categorías que a cada uno le correspondían, él era mejor político que ellos intelectuales; él se atenía a principios tradicionales y de bondad probada, ellos seguían novedades prematuras, cuando no absurdas…”.,

Lapidario, ya veremos cómo lo expresado por Irazusta es una descripción exacta de todos esos emigrados en la Banda Oriental, Bolivia y Chile los que –parafraseando a José Antonio Primo de Rivera- conformaban la ‘República de los Enanos’.

Posteriormente a Febrero de 1852 comenzaba la hora de ellos luego de años de afanes en pos de disolución territorial y la decadencia sin solución de continuidad de nuestra pobre patria, la que fuera otrora y con orgullo las Provincias Unidas.

*

Pero, no siempre hubo de estos con determinado talento e idoneidad para la escritura, también los hubo mediocres. Mediocres intelectuales, mediocres escritores que también pusieron su pluma al servicio de esos intereses militares y comerciales de los europeos y brasileños expansionistas.

Ahora bien, investiguemos cómo estos traidores a la nación así como mediocres pseudo-intelectuales llegaron a ser lo que eran.

Tuvieron estos personajes acomodaticios -ya que en su momento fueron furibundos rosistas, partidarios de la Confederación Argentina, y supieron  dar loas como aduladores a Rosas y su gobierno, para desembocar por razones particulares, amorosas, económicas, políticas de ocasión cuando cae el gobierno soberano de Rosas en 1852-, a ser los principales acusadores del gobierno que hasta cierto momento defendían, como Rufino de Elizalde, Lorenzo Torres, Vicente López y Planes, el cual pidió la muerte de Juan Manuel de Rosas cuando este cayó.

Pero, como se dijo, no todos tenían virtudes literarias y de expresión; había otros que participando de serviles adulatorios a Rosas al principio y luego imputarles fantasiosas aberraciones, tenían mediocres condiciones literarias, morales e intelectuales, infladas sus limitadas condiciones por el Unitarismo que necesitaba inventar por cuestiones políticas, crear luminarias intelectuales donde no las había.

Dardo Corvalán Mendilaharsu lo resume magníficamente al mencionar como ‘folletines’ los escritos de Mármol, Rivera Indarte y otros de menor cuantía “que despiden la fetidez de los trapos sucios, con acidez corrosiva, la reputación de Rosas, donde hacen aparecer –sin fundamento ni documentación alguna- a su gobierno como unos asesinos que “se limpian la boca haciendo gárgaras con la sangre de sus víctimas (sic)”.

Los Unitarios, dice Corvalán Mendilaharsu,  han creado una literatura, donde Rosas, cuya silueta sombría, manchada de sangre queda indeleble como las criaturas del arte, en los panfletos de José Rivera Indarte y en las odas de Mármol, pero que son solo creaciones ‘emocionales’, por eso, para Rivera Indarte ‘es acción santa matar a Rosas’ .

Según José Mármol, su socio en diatribas contra Rosas, la frase no era de Rivera Indarte sino de él. Esta pelea por ello no fue óbice para que tiempo después, en masónica unión, ambos olviden sus rencores y se abracen sellando la paz para regocijo de todos los ‘hermanos’.

El Unitarismo, con su petulancia intelectual y supuestamente moral, ha insuflado los méritos literarios de estos personajes que, como ser verá, no existen. Pero si existiesen ello no contemplan sus méritos patrióticos, que no los tuvieron.

Pero, ya sabemos, como dijo Milán Kundera, en cuestiones históricas “Las adulteraciones sirven para quitarles la memoria a los pueblos…se les da otra cultura y les inventa otra historia” adulterando dolosamente su pasado. Porque –como dijo Marcelo Lascano-“No hay nada más enriquecedor que la preservación de la memoria histórica para entender el presente y vislumbrar el futuro”.

Veremos cómo algunos escritores profundamente ‘antirrosistas’ intentan ditirambos pomposos tratando de demostrar lo imposible: méritos literarios donde no lo hubo en estos ‘románticos’ con el corazón en Francia y sus pies en el Río de la Plata.

Pero, sabemos, no se puede tapar el sol con un dedo: por más que intentaban elevar a la gloria a estos mediocres literatos, pero contumaces traidores a l patria, no pudieron evitar mostrar dichas mediocridades y ausencia de méritos intelectuales de éstos.

Uno de ellos fue el escritor liberal, Unitario, Alberto Blasi Brambilla. Veremos en detalle como la verdad sobre Mármol, se le escurre entre sus párrafos, contra su voluntad.

 

II.- José Mármol

 

José Pedro Crisólogo Mármol nació el 2 de diciembre de 1817 en Buenos Aires, ciudad donde realizó sus primeros estudios, que parecen haber sido muy irregulares.

En 1831 se trasladó con su familia a Montevideo, ciudad natal de su madre, quien habría de fallecer en Río de Janeiro en 1835. Tras esa pérdida, Mármol regresó a Buenos Aires, para ingresar en la Universidad y cursar estudios de Derecho pero desistió había cuenta de su poca capacidad para tales fines siendo un alumno mediocre.

Escribió al principio poesías y textos románticos los que no fueron bien recibidos por la crítica. Entre los escasos comentarios que esas obras suscitaron, se cuentan los de Juan Bautista Alberdi, otro argentino exiliado que no dejó de señalar lo inadecuado de un drama como El cruzado, alejado de la realidad americana en el tiempo y en el espacio, y reclamó la atención del autor para asuntos propios de su ambiente.

Paul Groussac lo analizó despiadadamente diciendo que era de pobre formación cultural.

Héctor Baudón dijo “Mármol es el poeta inculto, desaliñado, sin escuela; se sintió  poeta en la primavera de su vida y estampó de improviso sus impresiones en versos sonoros y robustos, dulces y cadencioso: con todas las armonías subyugadoras de las explosiones de emotividad..” (Ensayo ‘La Poesía de Mármol’, segunda parte del libro “Echeverría y Mármol’, citado por Blasi Brambilla)

Arturo Rorres Rioseco dice que “Amalia es una larga novela …que aburre y divierte al lector moderno con sus innumerables episodios melodramáticos, su diálogo opaco y sus personajes artificiosos…” (en ‘Nueva Historia de la Gran Literatura Iberoamericana’ citado por Blasi Brambilla)

Ricardo Rojas, dice que ‘Amalia’ tiene defectos de forma y frecuentes desmayos de inspiración…(en ‘Historia de la Literatura Argentina’, citado por Blasi Brambilla)

Roberto Giusti dice que Mármol es “verboso, incoherente, impreciso, gramaticalmente incorrecto, descuidado en su prosodia..” (en ‘Poetas de América’- citado por Blasi Brambilla)…

En 1839 Mármol fue encarcelado por el gobierno de Juan M. de Rosas, acusado de difundir diarios provenientes de Montevideo. Su permanencia en prisión (de seis o tal vez siete días, según los diarios oficiales; de diecisiete, según el futuro autor) marcó su porvenir, ya que fue allí, según la leyenda impulsada por él mismo, donde escribió, en las paredes del calabozo y con palitos de yerba quemados con las velas, sus primeros versos contra el dictador.

Se sabe que su corta detención, exclusivamente como medida de seguridad personal, la pasó en las propias habitaciones del Jefe de Policía (ver, entro otras, '‘Rev. J. M. de Rosas’’, No 9). Aquello de : “como hombre perdono mi cárcel y cadenas... ” fue una simple figura de retórica, debida únicamente a "la tiranía’’ de la rima que no a otra.

Fue solamente un pasquinero al que el propio Vicente Fidel López lo pinta tan mal al que hace saber que fue expulsado de la Universidad, donde finalmente entró, por ….ladrón!..

Rosas tuvo el gesto magnánimo de reincorporarlo pues éste entendió que siendo tan joven había oportunidad de recuperar su honor. Así le pagó el susodicho….

En 1840 haciéndose la víctima Mármol se auto-exilia (nadie lo perseguía) en Montevideo, publicando periódicos políticos y literarios de baja calidad.

¿Por qué se fue a vivir a Montevideo y por qué comenzó una furibunda campaña, durante toda su vida a partir de su ida a la Banda Oriental?

¿Fueron solo cuestiones políticas, ideológicas?. Entendemos que hubo algo más. Ya lo veremos más adelante…

Publica entre el 6 de marzo y el 24 de abril de 1841 ocho números del «periódico político y literario» ‘Paquete de Buenos Aires’, dedicado a la lucha contra Rosas y a impulsar la unidad de todos los enemigos de la dictadura, junto a otros panfletos novelescos. Entre los residentes unitarios en Montevideo, como Gutiérrez, Mármol, etc se dan premios y salutaciones entre si, auto homenajeándose sus egos, por sus luchas contra el gobierno soberano de su país.

Según Arturo Jauretche y la Gran Logia Argentina de Libres y aceptados masones Mármol era hijo natural de Tomás Guido –eran muy parecidos-, por eso el apoyo que recibió de éste, aunque hay dudas al respecto.

Además, de las cartas –vg. la del 13 de Junio de 1841-que tan afectuosamente le enviaba Tomás Guido, y su supuesto hermano José Tomás Guido, se podría inferir, tal vez, ese posible lazo familiar.

“José Mármol, amigo mío. 'Como pintar las dulces sensaciones que han conmovido mi alma! 'Como pintar el gozo puro en que ha rebosado mi corazón! Imposible, no hay expresiones bastantes significativas, bastante delicadas. Pero usted lo comprende, ¿no es cierto? Las impresiones que he sentido eran tan nuevas para mí, tan desconocidas, que no sabría hacérselas comprender a otro que usted. Su corazón solamente me entiende: él ha sentido lo mismo que el mío”.

“Mi querido Mármol, ¿Es posible que en ese momento tan importante de su vida haya estado yo ausente? ¿Es posible que no haya estado presente a ese acto tan sublime, que no haya podido presenciar sus triunfos, dar un beso en esa &ante querida que encierra el genio, y mezclar a las de usted mis lágrimas de júbilo? No, jamás perdonare a mi destino el que me haya impedido estrechar contra mi pecho al amigo de mi corazón en el más bello instante, y que sea a mi imaginación que tenga que acudir para representarme una escena tan grandiosa y tan tierna, en que usted hacia un principal papel. ¡Cómo han resonado en mis oídos esos gritos de un pueblo patriota y entusiasta!”

“¡Como ha palpitado mi corazón a cada aplauso! ¡Con que embriaguez deliciosa contemplaba al poeta a quien se dirigían esos víctores y cuan dulces lágrimas han derramado mis ojos!

Ardo, amigo, por recibir el canto ‘A Mayo’, quiero conservarlo todo en mi memoria, quiero repetir a cada instante esos versos de fuego que me han hecho tan feliz.

Su carta, que me ha hecho llorar, la leí a mamá como usted lo deseaba, ella estaba pendiente de mis labios, me escuchaba con tanta avidez, su rostro expresaba una emoción de placer tan viva como si esa carta le revelara el triunfo de un hijo el tan querido. Ella también desea ver ese canto heroico.

¡La pobre Emilia! Sus ojos se humedecieron de lágrimas. «Solo siento –decía - que mi madre no haya podido ver esto: que feliz hubiera sido». Pero amigo, ¿no lo contempla ella desde el cielo? ¿No es ella misma la que lo protege?

Las señoras que me trajeron su preciosa carta no han sido todavía invitadas por mí, ¿Lo creerá usted?

Adiós, mi amigo, le abrazo a usted mil veces. Que no pueda realmente tenerlo apretado contra mi corazón! .José Tomas Guido”

Luego su supuesto padre Dn Tomás Guido le escribe:

“Querido Mármol: La victoria que su talento de usted obtuvo el 25 de Mayo en medio de los amigos, de sus compatriotas y aun de las bellas orientales, ha sido una fiesta también pare sus pobres amigos de Buenos Aires. Yo por mi parte hubiera palmoteado con gusto desde aquí. A Luis Domínguez un abrazo, y buenos recuerdos a mi amable condiscípulo Pepe. A Dios hasta otra ocasión. Su amigo que envidia laureles tan puros como los de usted. Tomas Guido”.

Para 1842, precisamente el 25 de Julio, Mármol publica su poema «Al pampero», cuyos versos incluyen una incitación al tiranicidio, en el folletín de ‘El Nacional’. En la imprenta de ese periódico aparece’ Poesías de D. José Mármol y D. Juan Carlos Gómez’, con las que mutuamente se dedicaban loas y galardones y homenajes, tituladas respectivamente «Montevideo» y «El mar».

En Montevideo contribuiría a defender la plaza en certámenes literarios; redactó algunos periódicos de propaganda política, aunque luego, más conforme a sus gustos, fundara El Talismán, "periódico de modas" (sic). Compuso también el ‘Canto de Mayo’, ganando premios en ‘juegos florales’ (sic),

Sus dos dramas románticos en verso, El poeta y El cruzado (1842), el primero, de tema moderno, y el segundo, de tema medieval, no añaden gran cosa a su gloria literaria, lo que demuestran su mediocridad creativa y la opinión al respecto de varios críticos, como veremos adelante.

Tampoco significan gran cosa folletos como El puñal, en el que sienta la doctrina de que el tiranicidio es un deber patriótico; ni monografías como ‘Manuela Rosas’.

Pero Rosas triunfaba en todos los frentes, y su aliado Manuel Oribe ponía sitio a Montevideo cuando Mármol se trasladó en agosto de 1843 a Río de Janeiro, que se convertiría también en un refugio para los proscritos argentinos.

Contaba allí con la ayuda del general Tomás Guido, representante del gobierno de Buenos Aires en el Brasil. Mármol, como se dijo, mantenía con él la relación amistosa que también había estrechado con su hijo, José Tomás Guido, desde que compartieran en Buenos Aires los estudios de Derecho.

Mármol subrayaba ahora el peso negativo de la herencia española, filosofía de la historia argentina que había empezado a desarrollar en Montevideo y que lo llamaba a luchar –según su pensamiento- por la independencia intelectual de América. Lo cual era una falacia ya que él y otros abogaban un pensamiento y criterio literario emparentados a su admirada Francia. Su admiración era tal que  Mármol se vestía como un francés de los pies a cabeza, incluido el moñito como corbata.

Como buen cipayo defensor de los intereses brasileños, franceses, etc, menos lo de su patria, Mármol le envía una carta a Urquiza a fines de agosto de 1850 animándole a emprender la regeneración argentina, y que por su parte, a principios del año siguiente, Urquiza le había ofrecido residencia en Entre Ríos.

En otra carta a Urquiza, del 15 de Febrero de 1851, además de alentarlo a sublevarse contra su propia patria, le dice que espera que el Tratado ‘Mackau-Arana’, (uno de los tratados diplomáticos que mayor gloria trajo a nuestra nación), sea rechazada su ratificación por el gobierno de Francia. Esa es otra muestra más de la bajeza moral de Mármol.

En ese clima Mármol escribió el «Canto al Ejército Libertador» publicado en La Semana el 20 de octubre de 1851. Una oda mediocre a las acciones traidoras de Urquiza.

Luego de la Batalla de Caseros y la caída de Rosas parece que Mármol ‘descubre’ (sic) que la mentada libertad era esquiva. Redactó en 1854 sus ‘Poesías' donde hizo referencia a los tiempos de vulgaridad y desencanto en que los poetas habían recuperado su país pero no habían conseguido encontrar una patria, y menos un motivo de inspiración en aquella libertad incompleta alcanzada tras una victoria también incompleta.

También en 1855 apareció, esto sí, ya completa la novela ‘Amalia’, donde Mármol había tratado de recrear el terror vivido en Buenos Aires en 1840 -el relato se iniciaba en la noche del 4 de mayo y concluía el 5 de octubre-, cuando el régimen de Rosas se vio amenazado por el ejército libertador dirigido por el general Juan Lavalle, terror que se acentuó tras el fracaso de aquella expedición.

La precisión con la que se recordaban esas fechas y otras reforzaba la verosimilitud de un relato que trató de mostrar personajes y costumbres de Buenos Aires, atmósfera en la que se integraban con dificultad los héroes imaginados por el autor, idealizados hasta resultar de algún modo inverosímiles.

Ese contraste se ajustaba a los lugares comunes de la narrativa de la época, como las oposiciones maniqueas, los amores apasionados y a la vez inocentes, los finales apocalípticos, los presagios funestos o el destino adverso, que también encontraron en ‘Amalia’ ocasión para manifestarse

Dice Marta Spagnuolo, haciendo una descripción precisa de Mármol, que en su momento, ‘Amalia’ fue una novela política. Perdida esa condición originaria por obra del tiempo, el examen de lo documental que pretendiera tener no forma parte de la «verdad» literaria que le otorgaron varias generaciones de lectores.

El propio Jorge Luis Borges entiende a Mármol como “un escriba fácilmente censurable, línea por línea, con faltas gramaticales de su escritura”. Sus escritos son pura novela, fantasía y lejos está de ser algo verídico e histórico.

Continúa la historiadora citada que al referirse Mármol a Manuelita dice que el “Lejos de ser «racional», se desmadra en un discurso repetitivo, enfático, plagado de contradicciones y de faltas gramaticales, que no consigue evitar la vulgaridad a la que iba a huirle ni el tono de libelo. […] Las tiradas de relleno prosiguen, pero pronto el opúsculo comienza a centrarse en un tema: la soltería de Manuela. Ello da lugar a una especie de estudio sobre el amor, en el cual reaparece el personalismo incorregible y ridículo del autor, experto en interpretar los entresijos del corazón femenino, que deja adivinar la secreta infatuación -o ilusión-, de ser el amante ideal con el que sueñan las mujeres”.

Se entiende que la referida ‘Amalia’ era el ‘alter ego’ de María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación Ezcurra.

¿Qué sucedió?

Mármol estaba silenciosamente enamorado de Manuelita (como muchos hombres argentinos y extranjeros por aquellos tiempos).

Pero Manuelita, -dice su biógrafo Alberto Blasi Brambilla- si bien era atenta y educada con el joven poeta, no dio lugar a sus insinuaciones. Este se ofuscó y creció un gran resentimiento por la familia de Manuelita.

Además, lo ponía irascible que no siempre Manuelita recordase su nombre en las fiestas y reuniones.

Pero, el citado historiador siempre va a encontrar algún justificativo de la conducta o de las fallas de las obras de Mármol. En este caso lo justifica diciendo que al vivir en el destierro ello lo llevaba a acumular rencor.

Por empezar digamos que Mármol se fue por propia decisión y se victimizó diciendo que había sido desterrado, lo cual no era cierto, como ya se dijo arriba.

Luego de la muerte de Encarnación, María Josefa asumió el cuidado, la custodia de Manuelita por encargo de Rosas

Entre las directivas daba el Restaurador y padre de familia, era que María Josefa alejase de Manuela a los pretendientes que como ‘abejas a la miel’ rondaban a su hija.

Isaías José García Enciso dice que entre ellos estaba el inefable Mármol que suspiraba por la Princesa Federal. Aún desde Montevideo le enviaba cartas que aparentemente no llegaban a manos de Manuela ‘gracias’ a María Josefa.

Allí apareció el odio, la inquina incontenible de Mármol por María Josefa extendiéndose a Rosas y a toda la Confederación Argentina.

Mármol la describe monstruosa, calculadora, fría y sanguinaria, diciendo que María Josefa se apropiaba de las limosnas de hospitales y de los huérfanos, cuando está probado justamente lo contrario: María Josefa, Encarnación y Manuelita vivían socorriendo a pobres y entenados. De allí el amor incondicional del pueblo a estas tres mujeres. En fin, el aborrecimiento de Mármol era extremo hacia María Josefa por ser quien se interpuso en sus flirteos con Manuelita. No lo olvidó ni lo perdonó..

Por eso, Rosas cuando envía a Guido a misión diplomática al Brasil no permite que Mármol –supuesto hijo natural de éste- lo acompañe lo que provoca que aumente la ofuscación y aborrecimiento por Rosas por tales motivos, además de las razones ideológicas y políticas que lo acercaron aún más a los Unitarios.

Se vengó Mármol escribiendo su novela ‘Amalia’ que refiere solapadamente a María Josefa Ezcurra, como hemos dicho, y que la enfrenta a un personaje de ficción llamado Eduardo Belgrano, (recordemos que  el General Manuel Belgrano era el padre del hijo de María Josefa. Mucha coincidencia…)

Agrega García Enciso que en dicha novela extiende su resentimiento y desilusión  a la misma Manuelita haciéndola ver como una víctima de su padre, sugiriendo,  aparentemente, relaciones  incestuosas de parte de Rosas con su hija, lo que constituye además de una enorme falsedad, una aberrante actitud a la persona de Manuelita, de Rosas y de toda su familia.

En uno de los párrafos de esa novela fantasiosa y pletórica de tirria, dice el autor de ‘Amalia’ en referencia a María Josefa Ezcurra:

«Baste decir, por ahora, que en la hermana política de don Juan Manuel de Rosas, estaban refundidas muchas de las malas semillas que la mano del genio enemigo de la humanidad arroja sobre la especie, en medio de las tinieblas de la noche, según la fantasía de Offmann. Los años 33 y 35 no pueden ser explicados en nuestra historia sin el auxilio de la esposa de don Juan Manuel de Rosas, que sin ser malo su corazón, tenía, sin embargo, una grande actividad y valor de espíritu para la intriga política; y los 39, 40 y 42 no se entenderían bien si faltase en la escena histórica la acción de doña María Josefa Ezcurra. Esas dos hermanas son verdaderos personajes políticos de nuestra historia, de los que no es posible prescindir, porque ellas mismas no han querido que se prescinda; y porque, además, las acciones que hacen relación con los sucesos públicos no tienen sexo. La naturaleza no predispuso la organización de la hermana política de Rosas para las impresiones especiales de la mujer. La actividad y el fuego violento de pasiones políticas debían ser el alimento diario del alma de esa señora. Circunstancias especiales de su vida habían contribuido a desenvolver esos gérmenes de su naturaleza. Y la posición de su hermano político y las convulsiones sangrientas de la sociedad argentina le abrían un escenario vasto, tumultuoso y terrible, tal cual su organización lo requería. Sin vistas y sin talento, jamás un ser oscuro en la vida del espíritu ha prestado servicios más importantes a un tirano que los que a Rosas la mujer de que nos ocupamos; por cuanto la importancia de los servicios para con Rosas estaban en relación con el mal que podía inferir a sus semejantes; y su cuñada con un tesón, una perseverancia y una actividad inauditos le facilitaba las ocasiones en que saciar su sed abrasadora de hacer el mal. Esta señora, sin embargo, no obraba por cálculo, no; obraba por pasión sincera, por verdadero fanatismo por la Federación y por su hermano; y ciega, ardiente, tenaz en su odio a los unitarios, era la personificación más perfecta de esa época de subversiones individuales y sociales, que había creado la dictadura de aquél.»

En su imaginación perversa, falsa y mal intencionada Mármol alzaba la barbarie de Rosas, como una máquina infernal de terror y muerte, símbolo de las fuerzas del mal que pisoteaban la razón, la virtud, la libertad y la justicia. El contraste con sus rivales se percibía también en la vestimenta, en el calzado, en la decoración de las viviendas, en las maneras sociales, en el lenguaje. Su rusticidad hacía que los rosistas resultasen próximos a los gauchos, negros y clases populares en general, sospechosos por su condición étnica y social, sin necesidad de comprobar su adhesión al gobernador de Buenos Aires.

El realismo de las descripciones no significaba que esos personajes y los ambientes en que se movían no fueran también literarios, y los más destacados eran aviesamente románticos, como Ciriaco Cuitiño, un sanguinario miembro de la policía política, o como María Josefa Ezcurra, cuñada del dictador, personificaciones del odio o de crueldad manifiesta.

Digamos también que Mármol fue iniciado masón en la Logia Consuelo del Infortunio N° 3, el 5 de octubre de 1858, lo que le permitió acceder a cargos públicos, con total desconocimiento y capacidades morales e intelectuales para ello..

Sus diatribas a lo largo de los años contra Rosas le permitieron en 1861, como premio, cuando la victoria en la batalla de Pavón, ser diputado al Congreso Nacional y por algún tiempo ministro plenipotenciario en el Brasil.

Desde la caída de Rosas ninguna idea grande había conmovido a los argentinos, y el silencio resultó la única opción posible para quien sólo parecía servir para celebrar los triunfos o lamentar las derrotas. En silencio se mantuvo hasta su muerte en Buenos Aires, el 9 de agosto de 1871.

Digamos para finalizar que cuando en su poesía “A Rosas” del 25 de mayo de 1843, maldice al “salvaje de las pampas que vomitó el infierno” repitiendo en dos estrofas distintas “ni el polvo de tus huesos la América tendrá”, creyendo que el pueblo argentino le iba a dar la espalda al Restaurador. Hasta en eso se equivocó: el pueblo recibió los restos del ilustre Restaurador con algarabía siendo un mar de gente flameando las banderas azules y blancas que lo acompañaron hasta su sepultura definitiva en Octubre y Noviembre de 1989 en la ciudad de Buenos Aires.

Del traidor Mármol solo se acuerdan el descastado grupúsculo liberal de siempre, alejado de su pueblo, embebido de sus propias irrealidades, desgajados sus pensamientos y acciones de la realidad del país y sus intereses.

A pesar de los panegíricos encomiásticos de ellos, como Bartolomé Mitre, el propio José Tomás Guido, Juan María Gutiérrez, a los que se hace eco los escritores Juan Carlos Ghiano y Liliana Giannangeli (intentando hacer que lo que no es, sea) el pueblo desconoce la existencia de Mármol y sus farragosos y mediocres escritos, olímpicamente.

Difícilmente encontrar otro enemigo de la Confederación Argentina como Florencio Varela. Dicen Ghiano y Giannangeli que “según el  informe del Certamen Poético celebrado en Montevideo el 25 de Mayo de 1841, en el cual fue premiada una composición del poeta, hasta entonces desconocido, al referirse a la misma, el informante [Varela] discrimina: "La elegancia, la novedad, el frescor, la abundancia de sus ideas, sorprenden en la primera lectura y hacen casi olvidar los pecados contra el arte, que la fuerzan a flaquear ante los ojos de la crítica. Frecuente violación de la sintaxis, y de la pureza de la lengua, inexactitud, aunque no tan común, en la rima; quebrantamiento de las condiciones de versificación, que el mismo poeta se impone; y algunas locuciones oscuras en extremo, son los defectos que, con pena del que lee, empañan el terso brillo de las ideas y luchan con el entono elevado de esta pieza". Con términos semejantes estos reparos se repetirán a través de los años, deslindando las condiciones naturales de Mármol (¿?) de las fallas de su educación literaria y las prisas en la elaboración de los versos”.

Dicen los escritores citados: “A pesar del dogmatismo de la escuela literaria a que pertenecía, Várela caracterizó con exactitud los rasgos románticos de la visión poética de Mármol, más importante para él que los deslices de idioma en que el autor incurría con frecuencia. Las faltas de su educación idiomática y sus modelos preferidos en la literatura española, Espronceda y Zorrilla, mal podían guiarlo en la tarea de corrección, evidente en los manuscritos que han podido estudiarse. No se trata pues del arrebato sin recaudos de la inspiración, sino de las dificultades para respetar el significado y la prosodia de palabras que solían tentarlo por las resonancias emotivas y los reclamos elocuentes.

Cómo hemos dicho al principio, historiadores afines al pensamiento antirrosista, liberales, Unitarios, han intentado ‘inflar’ a estos personajes, imputarle virtudes inexistentes, solo en sus mentes ideologizadas, sin documentación que los avale, pero la realidad se les escapa como arena entre los dedos y surge prístina sus insignificancias intelectuales y literarias.

Uno de esos historiadores ha sido Alberto Blasi Brambilla, como se dijo al principio, uno de sus principales biógrafos, que en su libro ‘José Mármol y la Sombra de Rosas’ intentó elevar al Parnaso de la literatura argentina a Mármol pero observaremos como la verdad sobre este personaje sale a la luz de su propio libro.

Dice de Mármol: “No era demasiado aplicado a sus estudios elementales. Poco cuidado le traería ello, tanto entonces, como después. "Mis estudios primarios los hice en el bajo y no en lo de Sánchez —1e escribiría luego, andados los años, a su amigo Gutiérrez-- donde me mandaba mi madre, porque siempre tuve una aversión irresistible a los maestros de escuela, y una vocación ardiente a jugar con las clases del mar, indicación misteriosa de mi destino futuro." La tendencia a la exageración y al símbolo, no declinó nunca en José Mármol. ¡Llamar océano al caudaloso río, al que Solís apenas se atreviera a denominar Mar Dulce! Mármol no la hizo tan mal como él mismo cuenta, en ese rapto de humorismo auto agresivo que, en verdad, lo enaltece [sic ¿ lo enaltece?], en la escuela de primeras letras. No era un alumno brillante ni mucho menos. Pero pasó sin gloria, pero también sin pena, los lances escolares. Tal vez necesitó ayuda para sobrellevar las matemáticas, ya que le cuenta a Gutiérrez, en el texto de la misma carta: "Como no sabía leer a los diez años, se me tomaron maestros en mi casa; pero a uno lo echó mi padre a pescozones porque se puso a enamorar a mi hermana mayor, y al otro lo emborrachaba yo con vino de Mendoza, que robaba de la despensa. . ." Juguetón y alegre, en esta carta, no demos mucho crédito a lo que dice en ella”, aclara con vergüenza ajena Blasi Brambilla, aunque no aclara sobre que fundamentos lo justifica a Mármol, el que, encima se ufanaba de robarle al padre. Ya mostraba sus dotes de ladrón que lo seguiría toda su vida .

En otros párrafos dice su biógrafo: “No era en las letras donde sobresale en sus estudios […] en Montevideo, comenzando inciertos, vagos y, para él, aburridos estudios de Filosofía […] Poco hace. Se entrega a una vida alegre y algo disipada […]. Bueno, a confesión de parte, relevo de pruebas.

Según Blasi Brambilla “Vicente Fidel López, en su autobiografía, no es tan generoso con él. Recuerda que desde el año 1830 Alcorta dictaba "filosofía y bellas letras, o retórica". Cualquier cosa. No es de extrañar que quienes no poseían disciplina por el estudio sistemático en los textos --Mármol no la tuvo nunca— supiesen poco y nada de Derecho“

Reconoce su biógrafo que Mármol era “decididamente mal estudiante” […].Que fue mal estudiante, es cosa que sobre la que no cabe duda alguna. Durante su actuación parlamentaria comete muchos deslices. […] Un día, al salir de clase solo, después de una agitada semana de reuniones entre agudas e inocentes que realizan estudiantes, con sentido de conspiración, una mano pesada cae sobre su hombro. Alguien lo conduce a la cárcel, desde la que comenzará la aventura del destierro. Ya nunca más regresará a los bancos de la Facultad. La interrupción que Rosas trae a sus estudios, germinará dentro de él en el odio al dictador de Buenos Aires. Ya no será abogado. Ya no tendrá ese codiciado título de doctor que tantas puertas abre en la Buenos Aires de entonces. Nunca le perdonará al dictador de Buenos Aires, esa frustración. Aun cuando conserve todas sus posibilidades de ser, de realizarse. El rencor comienza a germinar dentro de su alma, en una especie de frustrado amor genérico. Es el primero de abril de 1839”.

La pretendida frustración es causada únicamente por su propia pequeñez intelectual.

¡Menos mal que Blasi Brambilla intenta en su libro engrandecer la figura de Mármol!

Como puede leerse el historiador unitario da a entender que Mármol es desterrado. No es así, ya lo hemos dicho: es común en la pléyade de jóvenes ‘románticos’ exclamar que fueron desterrados en los tiempos de Rosas, victimizándose, pero la realidad es que Mármol como tantos otros se auto-exilia, se auto-destierra pasaporte en mano con todos los papeles en regla, como lo reconoce el propio Blasi Brambilla, hacia Montevideo en 1840.

Observe el lector lo que dice el propio Blasi Brambilla respecto a la ‘cárcel’ de Mármol: 

“Alguien dice que su detención es por razones de amoríos, y que el Jefe de la Policía, Victorica, lo cuida así de la venganza de un marido celoso. Que lo trata bien, juega con él al ajedrez, en su propio despacho, en el que duerme el detenido, y le proporciona libros. Y aún que llega a facilitarle la salida del país, previa libertad y escondite. Lo cierto es que está esos SIETE DÍAS (sic) en el calabozo, en el que escribe su célebre apóstrofe en verso contra Rosas, en la pared de la prisión. No con sangre, como exageran, también, otros, pero sí con palillos carbonizados a la luz de una vela, como cuenta él en ‘Amalia’. […]. Habla en ellas de los mundos de prisión odiosa; de los hierros que forjó el rigor, y abunda en sustantivos y adjetivos que después tornarán clásicas a sus creaciones. Podemos leer, así, repetidas referencias a énfasis, maldad, suelo inmundo […]. Sin embargo, la prisión deja rastros profundos en su psiquis. A partir de entonces —anota chuecamente Anzoátegui- Mármol se declaró solemnemente víctima de la tiranía. Rosas, no le hacía caso, pero él insistía".

Es decir, Mármol ladrón, vago, indocto, victimizándose en una situación de perseguido con cárcel sufriente (¡7 días!). Y ante su odio y resentimiento Rosas directamente lo ignoraba tanto a él como sujeto poco importante como lo que decía, aunque él insistía con la letanía de que era perseguido. (Parece que esto se sigue repitiendo en nuestros tiempos…).

Dice de Rosas que es cruel, inmundo, sediento de sangre, degollador, un Nerón maldito, verdugo, etc…pero, como dice Blasi “son tantas las maldiciones, que al final, cansan…[…]

Agrega su biógrafo que en su libro ‘Amalia “todo su relato rezuma romanticismo e irrealidad […] y que Mármol redacta un “periódico que nadie lee (sic) –‘la semana- de 4 páginas”.

Eso sí, dice su biógrafo que los montevideanos “habían aprendido a querer a estos muchachos revoltosos (sic), románticos (resic) y empedernidamente sentimentales (¡re-resic!)”.

Si, muy sentimentales…. Veamos lo que escribe: “Salga un grito del infierno/como un trueno furibundo /eco de ira del eterno/y de venganza del mundo/y estremezca tierra y aires/y con furias espantosas/lance un rayo en Buenos Aires/retronado ‘Muera Rosas” (del diario del 23 de Diciembre de 1841 cuyo nombre es el sutil de “Muera Rosas”)

Comenta Mármol-según Blasi Brambilla- que según él “no se conoce un solo libro bueno, asi fuera un Manuela de Cocina, que haya sido escrito por un americano. Todo lo decente es europeo. Todo”.

Su supina ignorancia le hace decir a Vélez Sarsfield “no se meta en lo que no entiende”.

Dice su biógrafo que “las cuestiones sociales no son las que más le atraen Y menos aún, las económicas”

En temas parlamentarios Blasi Brambilla es lapidario:

Siempre tiene motivos para intervenir en los debates. Cuando no encuentra argumentos seguros a mano, lo consigue fácilmente: dice lo contrario de su antecesor' Y se anima a replicar a nombres de prosapia y de talento que figurarán luego en muchas páginas de la historia argentina. Sigue sin preocuparlo mucho la exactitud de los datos que  lleva al recinto. Mármol se atiene a sus sentimientos, más que a otra cosa. A su sentir del momento, más que a nada. Y cuando es necesario un dato y no lo tiene a mano eso no le quita el sueño en modo alguno: lo inventa. Para ello su imaginación y los conocimientos generales que posee, bastan y sobran. Pero algunos colegas suyos no se sienten satisfechos con incursiones poco exactas. Sarmiento, luego de tildarlo de incompetente, masculla con ironía: "Feliz el señor senador que vive con una enciclopedia en su cabeza. . .[…]. Se opone a que Mitre sea ascendido a General pues “debe conquistar en los campos de batalla ese derecho […] Mármol no tiene visión de futuro […] hay una leve tendencia a crearse mundos propios en los que vivir una existencia construida””"

Veamos. Reconoce su biógrafo que Mármol no posee argumentos sólidos, se contradice, no le interesan los datos si son o no exactos y los inventa. Sarmiento lo defenestra también, no tiene visión de futuro, que vive en un mundo irreal. Lo único cierto que dice es que Mitre nunca ganó una batalla. Pero no importa nada. Todas las discusiones, peleas, etc se solucionan en las reuniones masónicas las cuales otorgan cargos entre ellos para seguir esquilmando a la patria y empobreciendo al pueblo.

¡Menos mal que el libro de Blasi Bambrilla es un esfuerzo constante para poner en los altares a Mármol. Lejos de cualquier intento de criticarlo a sabiendas.

Debemos recordar que en Julio de 1857 cuando el Senado aprueba la ‘Ley contra Rosas’, el art.1 que declara a Rosas ‘Reo de Lesa Patria’  y lo declara traidor a la Patria, es de Mármol y el art.2 le confisca todos sus bienes.

Mármol ve logrado su objetivo buscado durante años. Un ser inferior como él, el cual buscó siempre la ayuda francesa contra su patria, ve colmada sus esperanzas y su vanidad de ver a Rosas hundido histórica y materialmente. Un ser como él, que siempre luchó por separar al Estado de Buenos Aires del resto del país y volverlo un Estado independiente.

Dice Blasi Brambilla  que Mármol “sufrió y gozó, por partes iguales- la influencia manifiesta de los franceses, en el gusto y en la realización de sus escritos. No podemos culparle de ello [¿no podemos?]: Francia ejercía una especie de caudillismo intelectual de atracción comparable a la ejerce un imán sobre el metal”. Es una confesión absoluta por parte del biógrafo: la colonización mental e intelectual de aquellos que sometían con sus diatribas haciéndole el juego a las potencias invasoras.

Reconoce su biógrafo que casi toda su obra en prosa es fragmentaria y ocasional, folletinesca…su producción es una catarata literaria, barroquismo recargado. Es decir, lo importante no es que sea o no buena, sino que sea mucha….

Respecto a ‘Amalia’, dice que “es una novela histórica, sus personajes son contradictorios y alambicados, con partes de mal gusto literario sorprendente, y desniveles en la relación que la tornan sumamente desigual…”. Y menos mal que sus apologistas dicen que fue su mejor producción. ¡Que dejamos para el resto!.

Es lícito recordar al ambiguo Gral. Pacheco y su conducta antes de la batalla de Caseros. Y, el 2 de Octubre de 1854, Pacheco no tiene mejor idea que felicitarlo a Mármol por la novela…

Respecto a su poética dice que a veces es de mal gusto…En lo que respecta a un poema llamado “Despedida”, su biógrafo dice “Esta poesía recogida después en el volumen de las ‘Armonías’ —no resulta ni demasiado original, ni siquiera bien realizada formalmente. En su segundo verso ("una bella esperanza pierdo") ya observamos una muy seria falla de construcción y de medida versal. Además abunda, pese a su poquedad, en imágenes sumamente utilizadas, ya por José Mármol ("una dulce palabra siquiera"; "un día en la roca extranjera"; "escribirla llorando a tu pie") para finalizar con una afirmación bastante dudosa, tanto en gusto estético coma en sinceridad”

Pero, claro, el biógrafo con su sinceridad brutal se debe haber dado cuenta el rosario de críticas que él mismos estaba haciendo  a su biografiado y tenía que justificar de algún modo las glorificaciones a Mármol en su libro.

Por ello, finaliza diciendo a trascartón y contradictoriamente sobre la mentada poesía que “A pesar de ello, trasunta un lirismo esencial, proveniente de un sentimiento hondo y acumulado”. Retoma el autor la historia falsificada. Insólito.

También dice respecto a ciertos párrafos de ‘Armonías’ que si bien hay aciertos, sus versos son gastados, repetidos…

En otra poesía llamada ‘Rosas’ –del 25 de Mayo de 1850- se despacha Blasi Brambilla de la siguiente manera, analizando el trabajo del poeta:

“El afán de otorgar vigor al poema, le resulta desastroso. Acumula, una tras otra, imágenes de espanto que bien pudiera ahorrarse. Y lo peor de todo es que repite las de siempre, hasta provocar hartazgo en el lector. Su prodigalidad le lleva a incurrir en excesos intolerables. En especial, con la verdadera obsesión que demuestra por la sangre como forma integradora del verso, toca límites abusivos, como los de la cuarteta que dice: "Con las llamas del Tártaro encendida / una nube de sangre te rodea; / y en todo el horizonte de tu vida / sangre, ¡bárbaro! y sangre y sangre humea". La coordinación sintáctica le tiene sin cuidado, por lo visto, pues cambia de número gramatical sin enfado alguno; y tampoco la presencia lógica, ya que, tratándose de imágenes concretas, no debió trasfigurar la hermenéutica interpretativo-gramatical, haciendo humear a la remanida sangre. Sin demasiados rigores exegéticos, Mármol traslada las llamas del Tártaro, que en la verdad mitológica provenían del rio Flagetón, caudaloso curso de fuego afluente del ígneo mar existente en los dominios de Plutón, a las mismísimas nubes. Y mezcla, en un alud de mitología, las reyecías neorrománicas, los Atridas, la leyenda de Atila, para reiterar también: "Nerón da fuego a Roma y lo contempla, / y hay no sé qué de heroico en tal delito; / más tú, con alma que el demonio templa / cuanto haces lleva tu miseria escrito”, sigue la incoordinación, esta vez, con el género”

Más que un análisis del poema en cuestión parece el epitafio del autor como escritor.

Resulta llamativo, una vez más, que el biógrafo entiende –genéricamente- que Mármol es un gran escritor, aunque luego en el análisis particular de sus obras puntualiza una y otra vez sus grandes defectos e inconsistencias. Paradojas que pueden entenderse en el fin político buscado por Blasi Brambilla que cumple con las necesidades de seguir en la senda de la falsificación de la historia y sus personajes; necesidades impuestas por la oligarquía que la ordena desde 1852 hasta nuestros días.

Respecto a los ‘Cantos del Peregrino’ dice su biógrafo  que son torrentes de palabras, que ciertos párrafos no tienen originalidad alguna, que algunos versos resultan pobres como recurso literarios ciertas reflexiones…

En su escasísima producción teatral no le va mejor.

Hizo solo dos obras: ‘El Poeta’ (1842), la primera, es una obra “ramplona”, que según el crítico Rafael Alberto Arrieta, escritor y crítico literario argentino el "tema es trillado" y el "desenlace común".

Agrega Blasi Brambilla sobre la obra: “Tiene casi todos los defectos del romanticismo crónico, con muy pocas de sus virtudes, si nos apartamos del diestro manejo del verso, en el que Mármol hace gala de una especie de sabiduría poética de primera línea, lo que permite suponer que, escrito con más cuidado, revisado escrupulosamente, y elaborado con dedicación, hubiese estado a la altura de los aceptables dramas de ese tiempo. Pero la técnica teatral de Mármol es escasa; muy deficiente. Los parlamentos son, más que largos, alargados. Los personajes hablan y hablan, y las situaciones se suceden, al propio tiempo, múltiples y vertiginosas, pero en forma estática. Abusa de los cambios de escena en forma excesiva. Baste recordar que el acto tercero está compuesto por trece escenas distintas, para darnos una idea de lo difícil que debió ser para el director oriental montar la obra, y aun para el público, seguirla adecuadamente.

Pero, súbitamente, el exégeta recuerda para qué escribió el libro: elevar a Mármol a la categoría de gran escritor y poeta.

Luego de todo ese análisis que nuevamente deja al descubierto la pequeñez de Mármol, da marcha atrás, un poco, y dice –no sabemos fundado en qué-: “No obstante todas esas objeciones, debemos reconocer que en oportunidades la fuerza del drama se eleva considerablemente. Pero ello no se debe a la calidad teatral propiamente dicha, sino, más bien, a la amplitud de concepción poética de Mármol, a su evidente sentido diestro del manejo versal”.

Y la segunda obra teatral es ‘Cruzados’, (1851) , la cual indica el mencionado biógrafo: “dista mucho de erigirse en una página literaria siquiera medianamente aceptable. Se caracteriza, asimismo, por una excesiva acumulación  de elementos impactantes, cuya propia exuberancia concluyen por apabullar al lector …”

Además, Mármol es un ignorante, también, que se opone que el ejército tenga un ‘Capellán del Ejercito’ porque…desconoce lo que es un ‘Capellán del Ejercito’ y para qué sirven (sic), según él mismo lo dice. Hoy día –siglo XXI- las fuerzas libero-marxistas impulsan, presionan lo mismo en nuestras FFAA. Nada cambia.

Su anti catolicismo se ve aumentado pues, como dice Blasi Brambilla, “el increíble Mármol tiene una idea disparatada: deshacerse de todos los libros de vidas de Santos, donándolos a algún convento […] ninguno de sus colaboradores le hace caso”.

La idea finalmente no se lleva a cabo, seguramente por lo absurdo.

Pero bueno, como sigue diciendo su biógrafo, “No era la Biblioteca su camino. Sin embargo estuvo allí un buen tiempo”.

Luego, estuvo como embajador en el Brasil “cada una de sus actuaciones se convirtió en un estruendoso fracaso”, sentencia aquél.

Cuando se retira de todo poder, le pide –según Blasi Brambilla- a Avellaneda que “lo eximiese de pagar franqueo de sus interminables cartas, para no debilitar aún más su magro presupuesto”. O sea, ladrón, y ahora miserable defraudador del Estado. El tiempo no le hizo perder las mañas a este oscuro personaje.

En fin, ni todas las apologías y encomios sobre él pudieron hacer que el pueblo de la nación, siquiera, supiera quien es. Dándole la espalda a su existencia y a sus obras llenas de grandilocuentes adjetivos, insuficiencias e imperfecciones literarias.

Que su nombre figure en pueblos, plazas, calles no debe llamarnos la atención: elevado a puestos públicos como por ejemplo Director de la Biblioteca Pública, embajador, es sinónimo de que los mismos que defenestraron sus escritos, políticamente les era útil para reescribir la historia al paladar de los Unitarios.

Todos se encontraron masónicamente en ese templo con su vívida impronta que era el ‘Club del Progreso’ ya en la primera reunión el 25 de Mayo de 1852, con cenas pantagruélicas y los más finos vinos, champagnes, etc, en feliz tenida de los hermanos 3 puntos, donde se volcaban encomiásticos discursos y mutuas felicitaciones autoreferenciales por el derrocamiento del último gobierno soberano representado por Juan Manuel de Rosas.

Como se dijo, mas allá de las peleas con Mitre y sus denuestos mutuos, cuando muere el 9 de Agosto de 1871, Mitre dice de él que “es uno de los primeros poetas americanos. Son los nuevos resplandores de una nueva vida, que está más allá de lo que deja de ser sepulcro, para convertirse en pórtico de un templo” (¿?¡!)…suponemos que se refiere a ‘templo’ masónico donde todos los hermanos del mandil se encuentran en franca connivencia contumaz.

Si Mármol es uno de los ‘primeros poetas americanos’ luego de todas las críticas recibidas a lo largo de su vida por los propios que lo elevaron –políticamente- queda claro que las mentes Unitarias tuvieron que glorificarlo en su deceso por una necesidad de contar con adalides literarios sin mérito alguno pero que conformarían el Olimpo de aquellos que entregaron a sangre y fuego nuestra nación, a los imperios.

Mármol, sin las áuras de tragedia que sufrió Juan Manuel de Rosas, “no hubiese llegado a ser nunca lo que fue”, según confiesa descarnadamente Blasi Brambilla, lo que demuestra que las adulacions que tuvo en su vida son más por sus efectos políticos de sus escritos que por la calidad de su prosa y poesía.

El propio Blasi Brambilla respecto a la muerte de Mármol dice que “entre el respeto reverente del pueblo, que no sabe bien de quien se trata, pero que intuye que ese muerto debe ser muy importante para que retumben por él los mismos cañones que un día se escucharon retumbar por Juan Manuel”.

No es así: el pueblo no es que lo respetó; simplemente no sabía quién era y los verdaderos escritores e historiadores, con sus silencios manifestaron la ida del mediocre Mármol sin pena ni gloria.

Y si el pueblo intuyó que ese muerte debía ser muy importante por el retumbar de los cañones, era importante para ese grupúsculo oligárquico desconectado de su propio terruño y de sus intereses soberanos.

Lejos de ser ese retumbar de los cañones, como dice el biógrafo que estamos citando, igual en su momento a los que se escuchaban retumbar por don Juan Manuel de Rosas cuando se venció a los franceses, ingleses en los campos del honor, en donde el pueblo salía a las calles y a las plazas a festejar y a sostener con su algarabía el gobierno singular y firme defensor de la libertad de su patria, que fue la Confederación Argentina en tiempos del Restaurador….

 

IIII.-Epílogo

 

Concluimos esta descripción somera de este personaje menor pero que coadyuvaron con sus predicas insistentes y constantes en dañar y destruir a  nuestra nación, su integridad territorial y su independencia política, económica limando, además, su autoestima, con palabras justas de Marcelo R. Lascano:

Para el federalismo tradicional, encabezado por Rosas y los caudillos del interior, son la independencia y la unidad nacional las condiciones primordiales e inclaudicables de la política. A estos valores responden los objetivos y la acción de gobierno. Después de afirmadas estas categorías, vendría recién la discusión sobre la mejor forma de ajustar las instituciones.

El unitarismo, en cambio, ha privilegiado la libertad abstracta, iluminista, atea, de la Revolución Francesa, como paradigma.

Contra esa libertad abstracta “Las propuestas Federales, parecen proposiciones más realistas y razonables, menos ideológicas e ingenuas, que la búsqueda y la afirmación de una ’libertad’ que resulta quimérica sin el concurso y reconocimiento de la soberanía como presupuesto inescindible de la noción de independencia.

“Se subraya en esta obra la ingrata predisposición del partido de las ‘luces’ y de sus más destacados miembros, por su obstinada y desaprensiva inclinación por hacer uso de la impostura como herramienta de acción política, la subestimación del nativo y de sus instituciones y creencias, lenta y espontáneamente maduradas,

“Lo mismo la vocación por tejer inconvenientes alianzas con forasteros sin réditos para la Republica, como lo revelan, entre otras cosas, las ingentes perdidas territoriales que ilustran nuestra historia y llevan su irrefutable impronta.

“Los acuerdos que siguieron a la batalla de Caseros son coronación y testimonio inocultable de una desaprensión territorial que encuentra tempranos antecedentes con los ‘directoriales’ rivadavianos.

“El fracaso de la concepción unitaria, encarnada sistemáticamente a través de gobiernos legítimos o ilegítimos, es la mejor prueba de su inoperancia política y de su inutilidad estratégica.

No resulta fácil aceptar esa premisa. Pero no se llega a crisis sistémicas recurrentes en una nación geográfica, humana y económicamente bien dotada, si no coexistiesen en su desempeño organizacional fuertes vulnerabilidades culturales, arraigadas, enquistadas, difíciles de remover sin una amplia y sincera regeneración de hábitos.

El eventual despegue demandaría considerables esfuerzos intelectuales, sobre todo en un contexto donde la esquizofrenia de los ganadores de Caseros y la difamación, en lugar de la sana crítica han ejercido una influencia arbitraria en la formación culturar de la sociedad, cuyas consecuencias han dificultado  que brote espontáneamente una identidad nacional libre de lagunas históricas y de tergiversaciones que la desnaturalizan…”

Correcto. ‘Caseros’ es consecuencia de las traiciones militares de Urquiza, Garzón, entre otros y de los que fogonearon literariamente, diplomáticamente como Andrés Lamas, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre, Vicente F. López, Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría, José Rivera Indarte y nuestro inefable José Mármol que puso su cuota de insidia y mentiras al servicio de los intereses imperiales ingleses, franceses y brasileños que dio como resultado la pérdida de nuestra posición geopolítica  de integridad y seguridad nacional.

Y como dijo Jorge A. Ocon, (en un brillante trabajo al que recomendamos), la derrota de Caseros  “en proyección histórica, significa un ideal nuevo de país, subordinado a intereses foráneos y al triunfo de un grupo social vinculado a esos intereses cuyo aglutinante es una ideología hegemónica: el Liberalismo, económico y filosófico.”

 

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FUENTES

 

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