viernes, 30 de octubre de 2020

GENERAL ÁNGEL PACHECO (Luces y Sombras de un General Argentino)

 

GENERAL ÁNGEL PACHECO

(Luces y Sombras de un General Argentino)


                     Gonzalo V. Montoro Gil 



Intentemos un breve retrato del General Ángel Pacheco que ha despertado y despierta algunas controversias respecto a los últimos años de su carrera militar y política.

Nace en Buenos Aires el 13 de Abril de 1793 y fallece el 25 de Septiembre de 1869, también en Buenos Aires.

En 1822 se casó con María Dolores Reinoso, con quien tuvo seis hijos: José, Román, Julio, Eduardo, Pablo y Elvira. Esta última fue esposa del primer intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear y madre del que fuera luego presidente argentino Marcelo Torcuato de Alvear; o sea, su nieto.

Tuvo la particularidad que fue educado militarmente por José de San Martín y se incorpora primero al Regimiento de Patricios en el año 1811 y luego, al de Granaderos a caballo que creó y organizó el –por entonces- Coronel San Martín.

Siendo extremadamente joven –alrededor de los 17 años- participa junto a otros noveles soldados como, Bouchard, Necochea,  en la Batalla de San Lorenzo el 3 de Febrero de 1813, teniendo como misión una actividad estratégica avisando en distintas postas camino a San Lorenzo, que San Martin se venía aproximando para que allí se tuvieran listos caballada y alimentos.

Luego participó en el Cruce de los Andes en 1816, junto a Mariano Necochea –entre otros- , batallando en Chile y Perú junto al Libertador.

Posteriormente, y ya bajo el Gobierno del Brigadier General Juan Manuel de Rosas es uno de los principales jefes y estrategas en la Campaña del Desierto en 1833, destacándose por su estrategia y tácticas de combate.

A posteriori, luce sus glorias en la primera Guerra contra el Brasil y se destaca en la Batalla de Ituzaingó.

Tras cartón es un exitoso militar en la confrontación con los anglo-franceses.

Fue uno de los principales comandantes de la Confederación Argentina junto a Manuel Oribe, Pascual Echague y Lucio N. Mansilla, todos a las órdenes de Juan Manuel de Rosas, el ilustre Restaurador de las Leyes, durante todo su mandato.

Como General de la Confederación Argentina y bajo las órdenes del primero de los nombrados y conjuntamente con el General Nazario Benavidez y Félix Aldao, emprende una campaña en los años 1840-1841 contra los Unitarios y la Coalición del Norte que estaba dirigida por el General Aráoz de Lamadrid, Juan Galo Lavalle y Mariano Acha, a los que vence una y otra vez.

En la batalla de Arroyo Grande el 6 de diciembre de 1842, mandó la infantería del ejército coligado de la Confederación y los "blancos" uruguayos — cuyo comandante en jefe era el depuesto presidente oriental Manuel Oribe — contra las fuerzas de los "colorados" uruguayos y los Unitarios argentinos comandadas por Fructuoso Rivera que tenían el apoyo material de los franceses. La actuación de las tropas de Pacheco fue decisiva, logrando arrollar el centro y la artillería del enemigo. Durante 1843 y 1844 intervino en famoso sitio de Montevideo durante la Guerra Grande.

Por el año 1845 también funda la población de Bragado y la actual 25 de Mayo

Dice de él Ernesto QUESADA en una descripción puntillosa de su persona, aunque disentimos con el eminente historiador en algunos conceptos que luego sostendremos:

Pacheco era el primer oficial de 'la confederación, y Rosas .lo sabía muy bien : era el único tal vez a quien este mandatario respetaba. ·Pacheco era, ante todo, un oficial .de escuela y de una disciplina férrea; procedía según su conciencia y estaba convencido de que, en esas circunstancias, su deber era sostener la autoridad y la patria; era soldado hasta la médula de los huesos, y de una de esas lealtades rayanas en lo quijotesco; conocedor profundo del país, anatematizó el crimen de los decembristas y la hoguera que encendiera el sacrificio inaudito de Dorrego; Rosas representaba a sus ojos el gobierno legal y constituido, aspiraba la organización de la nación y veía que los continuos esfuerzos del bando unitario tendían a arruinar al país y que cometían actos de barbarie, fomentando represalias peores a su turno: sobre todo a sus ojos tenían la mancha indeleble de la traición a la patria, por estar aliados a los franceses en su intervención militar al Río de la Plata y el bloqueo de sus puertos, aceptando su dinero y sus armas para combatir a los gobiernos argentinos existentes.

“Cuando la campaña de Cuyo, tenía el general Pacheco 49 años: se encontraba en todo el vigor de la edad. Era una figura. Singularmente severa, de estatura mediana, tieso el cuerpo, erguida la cabeza: siempre irreprochablemente vestido de uniforme, parecía como si éste hubiese sido cosido por el sastre sobre su persona misma, tal era la absoluta corrección y la ideal falta del más mínimo pliegue.

 

“Educado en la rígida disciplina :de los famosos granaderos a caballo, oficial favorito de San Martín, había cimentado con su sangre en cien combates, en el Alto Perú, en Chile, en la inmortal jornada de Ituzaingó, en las márgenes del Río Negro, su pasión ferviente, dominante, absoluta, por la carrera militar; era la antítesis del caudillo y del jefe de milicianos: jamás habría descendido a la triste condición del desgraciado Lavalle, quien, habiendo sido un brillante oficial de línea, cometió el lastimoso error de transformarse en cabecilla de montoneras de ciudadanos, como se lo reprocha con una amargura singular aquel severo general Paz, que presenta tantas analogías con el general Pacheco por su acendrado amor a la carrera militar y por su austero culto por la disciplina. Pacheco con nadie ni por nada transigía en ese punto delicado: toda su vida, en los campamentos como en su retiro privado, se conservó cuadrado, de una pieza, como digno discípulo del gran capitán argentino.

De una educación esmerada, era cultísimo en su trato, y es proverbial su galantería para con las damas: siendo conocido su profundo respeto por la mujer en general, calidad no muy común en aquellas épocas de campañas continuadas. Hombre de mundo en toda la acepción de la palabra, tenía el raro don de que todos se sintieran bien con él, desde el más humilde hasta el más encopetado personaje.

“Con Rosas, en sus mocedades, había estrechado una íntima y cordialísima amistad, tuteándose recíprocamente pero así que Rosas subió al poder, Pacheco jamás volvió a tutearlo, ni en su correspondencia ni en su trato, y siempre lo llamaba "señor gobernador"; era 'en esto de una exigencia tiránica- exageraba el respeto de los demás, para tener el derecho de ser a su vez respetado, -lo que explica el raro fenómeno de que, durante la época de Rosas, la personalidad de Pacheco haya sido quizá la única que no fuera manoseada.

“Tenía el general Pacheco una fisonomía simpática, si bien severa; jamás empleaba circunloquios, iba recto a su objeto, mandaba para ser obedecido sin réplica y al instante, pero su espíritu era abierto y su corazón noble; los viajes que en su juventud había hecho a la Habana, centro entonces de brillante sociedad, habían ensanchado sus horizontes, y su larga y dolorosa experiencia durante la guerra de la independencia y después en luchas obscuras, pero terribles, contra los indios del desierto, y en las no menos terribles contralas facciones partidistas alzadas en armas, habían dado a su espíritu un sello de profunda ecuanimidad y cumplimiento de su deber -en cuyo punto jamás transigió- con la mayor benevolencia y humanidad posibles.

“No quiso ser político, ni antes, ni durante, ni después de Rosas: su desvío de Lavalle – su camarada de Ituzaingó- venia justamente de ahí: Le parecía que con ello amenguaba sus presillas ganadas gloriosamente con el filo de su sable, una por una, en las más famosas batallas de América.

“La Legislatura lo nombra gobernador después: renuncia. Cae Rosas, lo invisten casi con la suma del poder público para organizar la defensa de Buenos Aires, y, apenas termina la parte militar de la lucha, se elimina de la escena.

“Esa repugnancia por la política era en él no solo cuestión de idiosincrasia personal, sino fruto de su experiencia amarga durante la crisis del año 20; pero era hombre de convicciones arraigadas: estaba dispuesto a ayudar a los políticos, cuando trataban de encaminar al país en las vías que le parecían más correctas, pero creía que el militar no debía acumular a la vez el carácter político, porque no sería ya ni buen militar ni buen estadista: cada uno, en su entender, debía ocuparse de su ramo, sin perjuicio de ayudarse recíprocamente.

“Su timbre de honor, su gloria, era haber sido soldado de San Martín: no quería aspirar a otra. Nación con la vocación militar y con ella murió, sin haber claudicado una sola vez en su vida.

“Era un hombre naturalmente reservado; era estudioso y profundamente observador; de ahí que fuera un enemigo temible, cuando mandaba fuerza veterana, porque a esas cualidades unía la fecunda experiencia de sus dilatadas campañas.

“Su célebre campaña del Colorado, en 1833, fue una verdadera Conquista del Desierto, y su diario inédito, sus planos, sus trabajos, sirvieron de modelo a la expedición que medio siglo después dejó resuelta la cuestión frontera.

“Esclavo de su deber, entendió que no debía excusar sus servicios al gobierno de la patria; fue casi el único oficial superior de la independencia que puso en la balanza de las luchas civiles su espada, su lealtad y su saber, del .lado de la  Confederación”.

*

Fue excelente como General y, en tal sentido, se ha dicho que nunca perdió una batalla. Pero, disentimos con el autor citado en algunos conceptos, según se dijo:

Su vida militar y política se desdibuja justo antes de la Batalla de Caseros y posteriormente combatiendo contra Urquiza bajo las banderas porteñas que se segregan formando el Estado de Buenos Aires, manchando una excelente foja de servicios para su patria.

Dijo arriba QUESADA “No quiso ser político, ni antes, ni durante, ni después de Rosas […] Esa repugnancia por la política era en él no solo cuestión de idiosincrasia personal, sino fruto de su experiencia amarga durante la crisis del año 20”

No parece ser así. Antes de Caseros se evade de sus responsabilidades por primera vez justo en el momento en que el destino de la patria se juega frente a una guerra internacional frente al Brasil; país contra el cual combatió en 1825-1827. Luego de Caseros se alía con los porteños frente a los jirones que quedaban de los Federales, combatiéndolos, también…

O sea, se evade de la lucha contra los brasileños y Urquiza en Caseros pero enfrenta a los Federales del interior cuando éstos enfrentan a los porteños Unitarios ya en el poder.

Parecería que la citada experiencia amarga durante la crisis del año 20 no fue recordada por Pacheco. Por lo que la política sí jugó en su persona antes, durante y después de Caseros.

Las circunstancias de su defección, innegable por otra parte, antes de Caseros son confusas.

En 1851, Justo José de Urquiza  se puso al frente de la oposición a Rosas. Tras invadir el Uruguay y derrocar a Oribe, invadió también Santa Fe, y desde allí avanzó hacia Buenos Aires. Por primera vez, Pacheco y Rosas no estuvieron de acuerdo en la estrategia a seguir, y el gobernador –y amigos de toda la vida- dicen algunos, desconfiaba de su general.

Dice Oscar y Gabriel TURONE que “…en 1851 cuando el general Urquiza se levantó en armas contra Juan Manuel de Rosas; y en esta circunstancia, Pacheco se apresuró a renovar su adhesión a Rosas. Nombrado comandante en jefe de los ejércitos federales que debían afrontar al ejército aliado que mandaba Urquiza, Pacheco procedió con una inexplicable y extraordinaria lentitud, haciendo sospechosa su conducta a los demás jefes ‘rosistas’. El 26 de enero de 1852 abandonó la Guardia de Luján, que Pacheco cubría con 2.000 hombres, ante el avance del Ejército Aliado. Cuando se produjo el 31 de enero el encuentro en los Campos de Álvarez, el jefe que allí combatió, coronel Hilario Lagos, creyó encontrar apoyo de Pacheco en el Puente de Márquez, pero no fue así, pues había hecho retirar todas las fuerzas, habiendo vadeado el río de las Conchas el día anterior. El 1º de febrero Pacheco presentó su renuncia del mando en jefe, la que no le fue aceptada.

“En la tarde del mismo día llegó aquél a Santos Lugares, donde estaba Rosas. “Reyes fue a anunciarlo –dice Adolfo Saldías-, y se volvió a conversar con el coronel Bustos. No habían pasado cinco minutos cuando con asombro estos jefes vieron salir de las habitaciones de Rosas al general Pacheco, cabizbajo, que pasó sin saludarlos, montó a caballo y se dirigió a la chacra de Witt, donde permaneció mientras se llevaban a cabo los hechos de armas”. Afirman personas bien informadas, que el general Urquiza había logrado que entrara la desconfianza en Rosas con respecto a Pacheco, haciendo que tropas rosistas capturaran un supuesto mensaje del primero al último según el cual estaría en connivencia con los invasores. Después de la batalla de Caseros, el general Pacheco regresó a Buenos Aires”.

Aparentemente Pacheco se sintió dejado de lado por Rosas cuando discreparon ambos como enfrentar a Urquiza. Entonces, y en una actitud que no lo ennoblece estando la soberanía de la patria en juego, dejó las armas y se retiró yéndose a su Estancia acusando que tenía un hijo muy enfermo, aunque hay historiadores que dicen que ya hacía un tiempo andaba en tratativas de abstenerse de luchar contra Brasil y el General Urquiza.

Las razones fueron poco claras y había sospechas fundadas de un acuerdo con Urquiza a cambio de asegurársele el respeto a sus propiedades y bienes, y en un futuro, la concesión de algún cargo político; esto último contradeciría lo dicho por Quesada porque si bien no aceptó un cargo de Gobernador ofrecido por Urquiza, aceptó un cargo diplomático en el Brasil y fue ministro de guerra del Estado de Buenos Aires,.

Aparentemente Urquiza, le habría prometido el gobierno de la Provincia. de Bs.As. Según Adolfo SALDÍAS “ El Sr. Cabrera, Juez de Paz, había oído en una reunión un año antes de la batalla de Caseros, que se había brindado con las copas en alto para que Urquiza lograse invadir a Buenos Aires y derrotase a Rosas y que el Gral. Pacheco había participado de ese brindis. La actitud demostrada por Pacheco dio la razón a quienes así pensaban. Abandonó su puesto un par de días antes de la batalla y se recluyó en su casa. Ya en los meses anteriores a la batalla de Caseros no dejó de hacer cuanto movimiento militar fuera necesario para perjudicar al gobierno nacional. ¡Qué distinta la actitud de Chilavert que dio su vida por defender a su nación disparando hasta su último cartucho!”.

La sospechosa defección de Pacheco le fue advertida a Rosas por sus oficiales, pero éste no lo creyó posible y por lo tanto no tomó medida alguna. Esto nos advierte ciertamente de un error de estrategia militar y política del noble Juan Manuel de Rosas que no pudo creer en la actitud postrera de Pacheco, su amigo.

El comportamiento de Pacheco lo sintetiza Enrique ARANA (h): ”Para juzgar de la actitud de Pacheco, conviene recordar que en 1851, Urquiza le había dirigido varias cartas que cayeron en manos de Rosas. Pacheco había rehusado el mando del ejército sitiador de Montevideo; Pacheco aconsejó a Rosas la inacción de Oribe, lo que trajo la deserción y la capitulación; aconsejó el abandono de la línea del Paraná y así Echague tuvo que batirse en retirada, abandonando Santa Fé. Cuando Urquiza se movió del Rosario Pacheco hace retirar a Mansilla de las posiciones del Paraná; cuando Lagos quiere cubrir el Arroyo del Medio, Pacheco lo hace retroceder hasta el Puente de Márquez y, finalmente, cuando Lagos quiere cubrir el Puente, Pacheco deja la posición sin cubrir y, sin dar órdenes, se retira a su estancia”.

Las verdaderas razones de la defección de Pacheco no sabemos si fue una o varias. Podría haber habido algunos resquemores latentes en Pacheco con respecto a las decisiones militares de Rosas.

Veamos.

Primero:

No debemos olvidar que Rosas le otorgó a Oribe la Jefatura de la Vanguardia Republicana en todo el territorio argentino y Oriental. Esto disgustó a Pacheco que entendía que este cargo por merecimientos le correspondía a él (lo mismo sintió Echague).

En efecto, Oribe fue designado por Rosas Comandante en Jefe del Ejército de Vanguardia de la Confederación. Cumplía así la palabra empeñada con el depuesto presidente Oriental a la par que solucionaba hábilmente el delicado problema de la unificación del mando de sus ejércitos.

La designación fue en un principio resistida por los Generales Pacheco, Juan Pablo López y Echagüe, que aspiraban a la jefatura, pero Rosas apeló a todo su prestigio ya su habilidad política para imponer a Oribe.

Segundo:

En las fuerzas de la Confederación había dos posturas distintas cuando se produce el Sitio de Montevideo en la llamada Guerra Grande. Una postura era la de atacar Montevideo a sangre y fuego para completar la toma de toda la Banda Oriental.

Otra postura –y que finalmente es la que primó- es la de no atacar Montevideo y esperar que caiga por sus propias debilidades y escasez de material, lo que –a los ojos vistas hoy- resultó un error.

Pacheco y otros oficiales estaban en por la primera postura. Y le insistían a Oribe que estaban cerca de derribar a los Unitarios y a los extranjeros enquistados en Montevideo, y que por lo tanto no era necesario esperar más para el ataque. Oribe –y tal vez también Rosas- no consideraron que ello fuera acertado y sostenían que sólo era cuestión de tiempo para que la Defensa cayera por su propio peso y desintegración.

Tampoco Oribe tuvo en cuenta que las fuerzas navales anglo-francesas iban a darles a los habitantes y comerciantes de Montevideo dinero y vituallas sin solución de continuidad, no permitiendo, de ninguna manera, que la plaza cayera. No iban a dejar que Brown los dispersara ya que, por otra parte, la fuerza naval de la Confederación Argentina era inferior a la europea.

Y tercero:

Se suma las divergencias entre Pacheco y Rosas de como plantarse frente a Urquiza que marchaba hacia Buenos Aires antes de Caseros. Ello puede haber influido en Pacheco para ‘oir’ a Urquiza y su’ canto de sirena’ y  retirarse de la lid...

Como puede verse son varias las razones o causas de la posible defección de Pacheco a horas de la batalla de Caseros. Todos válidas y posiblemente se sumen unas y otras.

Pero creemos que un dato mas certero nos brinda Jorge PELFORT, historiador Oriental.

Recordemos, primeramente unos datos históricos: Pascual Echagüe había sido derrotado en Cagancha en Diciembre de 1839. Cuatro meses después, en 1840,, también fue derrotado por las fuerzas Unitarias al mando de Lavalle en la batalla de Don Cristóbal (Entre Ríos) tornándose la situación de los Federales, ciertamente, desesperada yendo de derrota en derrota.

Manuel Oribe toma el mando del ejército Federal, la segunda jefatura asignada por el propio Echagüe  revirtiendo la situación derrotando a Lavalle y a los Unitarios en las batallas de Sauce Grande, Quebracho Herrado (en la frontera entre Santa Fé y Córdoba), Famaillá persiguiendo a Lavalle hasta la misma Jujuy.

Rosas premia a Oribe obsequiándole una espada y, por los éxitos obtenidos, lo nombra Jefe Interino de las Fuerzas de mar y Tierra de la Confederación Argentina siendo a partir de ahí la máxima autoridad militar argentina ya que mientras en Sauce Grande, a orillas del Paraná Oribe arrasaba a los Unitarios, Echagüe era perseguido en derrota.

Pues bien, téngase presente que a partir de ahí Oribe tuvo preponderancia para Rosas en la Jefatura de sus ejércitos por sobre Echagüe [y sobre Pacheco y López] que si bien patriota aguerrido cien por cien, era más un filósofo y teólogo que militar de carrera..

PELFORT da una respuesta a la defección de Pacheco en Caseros sumamente plausible.

El historiador Oriental dice que “El 29 de Septiembre [de 1840] Rosas da a conocer una importante resolución. Comunica a sus tres principales jefes, los generales Pacheco, Echagüe y López [Juan Pablo], que desde la fecha quedan bajo el mando del general Oribe, a quien ha asignado el título de General en Jefe Interino del Ejercito Unido de Vanguardia dela Confederación Argentina. Es decir, delega en él sus propias potestades de gobernante en materia militar”

Ahora veamos las reacciones de Echagüe, de Juan Pablo López y de Pacheco.

“Echagüe, con sus derrotas en Cagancha y Don Cristóbal y su disparada de tres leguas largas en Sauce Grande —que Oribe enmendó—, ni chista”.

“Los otros tampoco, pero quedan doloridos. López no demorará en pasarse a filas unitarias2.

“Pacheco necesitará algo más. Cuando entre a territorio oriental a órdenes de Manuel Oribe —como Jefe de las fuerzas auxiliares argentinas de unos 4.500 efectivos— éste lo pondrá a su vez bajo el mando de su hermano Ignacio. . Pacheco protestará airadamente ante Rosas, lógicamente sin resultado, y actuará en toda la Guerra Grande subordinado a ambos hermanos”.

“Todo esto explica la inquina que el historiador argentino Quesada —yerno de Pacheco-- destila en sus textos contra Oribe, negándole hasta la mínima capacidad militar

“ Al producirse en nuestro país la paz de 1851, Rosas adjudica a Pacheco el mando de sus ejércitos ante la invasión urquicista-brasileña. Pero sus actitudes se tornan sumamente sospechosas y en vísperas de la batalla final de Caseros, renunciará al cargo”..

Lo de Juan Pablo López está probado. La actitud de Echagüe, también, que acata sumisamente lo que Rosas ordena, teniendo en cuenta sus varias defecciones en batallas.

Respecto a Pacheco, éste quedó con la ‘sangre en el ojo’. Debe haber sentido una traición de su antiguo amigo Rosas y cuando éste lo pone bajo el ala no solo de Manuel Oribe sino de su segundo, su hermano Ignacio, es evidente que esperando acceder al mando supremo delegándolo a una tercera posición, los celos deben haber jugado su papel.

Súmese como hecho final que cuando derrotado los Oribe, recién ahí Rosas lo nombra Jefe máximo de las fuerzas confederadas para luchar contra Urquiza y los imperiales en Caseros, Pacheco debe hacer pensado con inquina y resentimiento disimulado “¿recién ahora te acordás de mi? (recordemos que durante años, antes de la aparición de Oribe y sus triunfos, Pacheco era su mejor jefe y amigo).

Por ello, Pacheco  deja a Rosas y a su patria huérfana de jefatura defeccionando y yéndose a sus pagos sin luchar.

Celos, seguramente, acumulados por años….

. *

Luego de Caseros, en Febrero de 1852,  se exilia y viajó por todo el continente americano, sobre todo en Cuba

Regresó a Buenos Aires después de la Revolución del 11 de Septiembre de 1852 en que Buenos Aires quedó dominada por los antiguos Unitarios y se separó del resto del país.

En otro acto contrario a los intereses de la nación privilegiando su porteñismo a al federalismo, organizó la defensa de la capital durante el sitio que le impuso el general Hilario Lagos, su antiguo compañero de armas en el Gobierno de la Confederación Argentina al mando de Rosas.

En efecto, luego de Caseros coexistían en Buenos Aires ex - Federales con los Unitarios repatriados pues sus intereses comerciales se volvieron comunes, así pues antes que Federales o Unitarios, eran porteños.

Entre estos nuevos aliados de los intereses ‘porteñistas’ (sic), se encontraban los antiguos –hasta hace horas- Federales: Manuel Moreno, Ángel Pacheco, Lorenzo Torres, Nicolás Anchorena, Antonino Reyes. Este último al ver el error cometido, renuncia a sus cargos y se pasa a las filas ‘urquicistas’.

Sigue diciendo Oscar y Gabriel TURONE “Cuando estalló la revolución del 11 de setiembre de 1852, el general Pacheco se incorporó al partido de Buenos Aires. El día 20 de aquel mismo mes fue nombrado Inspector y Comandante General de Armas de esta Provincia, con antigüedad del 12 de setiembre. El 7 de diciembre de igual año fue designado Ministro de Guerra y Marina, pero habiendo renunciado Pacheco a este cargo, el Gobierno, con fecha 9, aceptó su dimisión, designándolo general en Jefe de las fuerzas de la Capital, transfiriéndole todas las facultades que las Cámaras le habían concedido. El día 27 del mismo mes fue nuevamente nombrado Ministro de Guerra, puesto que desempeñó hasta el 7 de febrero de 1853, en que fue reemplazado por el coronel Pedro José Díaz.

“En el comando del Ejército de la Capital, el general Pacheco organizó las fuerzas para la defensa de la ciudad, sitiada por las tropas al mando de los coroneles Hilario Lagos y Cayetano Laprida. Personalmente dirigió algunas salidas contra los sitiadores, siendo herido de bala en un brazo en la efectuada hasta San José de Flores, el 21 de enero de 1853, en la cual no obstante esta contrariedad, tuvo un éxito completo. Aún no curado de esta herida, el día 30 del mismo mes, el Gobierno le nombró Enviado Extraordinario en misión especial cerca de S. M. el Emperador del Brasil. En la defensa de Buenos Aires, Pacheco se halló, además, en los encuentros del 25 de diciembre y del 1º de enero contra los sitiadores”.

Pasó a retiro militar a mediados de 1853. Durante los años siguientes fue ministro de guerra del Estado de Buenos Aires, y enviado especial ante el gobierno del Brasil.

Permaneció el resto de sus días en su estancia del Talar, que hoy es conocida como ‘Talar de Pacheco’", muriendo el 25 de Septiembre de 1869, a los 76 años.

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FUENTES

ARANA, Enrique (h) (‘Rosas y la Política Exterior‘- Ed. Instituto Panamericano de Cultura 1954-pag.103/104)

ARANA, Enrique (h) (‘Rosas y la Evolución Política Argentina‘ - Ed. Instituto Panamericano de Cultura 1954-pag.176/177 y sstes)

IRAZUSTA, Julio, (‘Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia’. Ed. Albatros, Bs. As., 1943)

PÉREZ, Ariel Gustavo (‘El Grito Apasionado-San Martín camino a San Lorenzo’- Prosa Amerian Editores-2020)

QUESADA, Ernesto, (‘Acha y la batalla de Angaco’, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1965).

QUESADA, Ernesto, (‘Lavalle y la batalla de Quebracho Herrado’, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1965).

QUESADA, Ernesto (‘Pacheco y la Campaña de Cuyo’-Ediciones Pampa y Cielo- Bs.As.- 1965- pags.104/107.)

MONTORO GIL, Gonzalo Vicente  (“Brig. Gral. Juan Manuel De Rosas - Aspectos poco conocidos de su vida y su familia” - Blog ‘El Mensajero De La Confederación Argentina’-Febrero 2019)

MONTORO GIL, Gonzalo Vicente (“De Artigas a Rosas-El Sueño Trunco de la ‘Patria Grande’- Blog ‘El Mensajero De La Confederación Argentina’- 2020).

PAZ, Gustavo L., (‘Las Guerras Civiles’ (1820-1870), EUDEBA, Bs. As., 2007)

PELFORT, Jorge (“Semblanzas de Manuel Oribe”-Ediciones de la Plaza-Montevideo-diario ‘El País’-1992)

ROSA, José María (‘La Caída de Rosas’-Editorial Punto de Encuentro-Buenos Aires. 2010)

SALDÍAS, Adolfo, (‘Historia de la Confederación Argentina’, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1987).

TURONE, Oscar (‘Angel Pacheco’- Revisionistas-La Otra Historia de los Argentinos – www.revisionistas.com.ar


ARTIGAS Y ROSAS: CRÓNICA DE UN ENCUENTRO QUE NO FUE

 

ARTIGAS Y ROSAS: 

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO QUE NO FUE


Gonzalo V. Montoro Gil





A través del tiempo siempre nos hemos preguntado si en tantos años de coetaneidad hubo algún tipo de trato entre Artigas y Juan Manuel de Rosas.

Recordemos que en el año 1820 Artigas se exilia en el Paraguay profundo para luego instalarse en los últimos años en Asunción.

Rosas accede al poder en la Confederación Argentina legalmente en 1829 por primera vez hasta el 3 de Febrero de 1852 donde una conjunción de fuerzas brasileñas y unitarias más el traidor Urquiza y Garzón, ilegítimamente lo sacan del gobierno.

En momentos en que finalizaba con los ingleses la guerra sostenida en Vuelta de Obligado comenzándose a tratar el acuerdo de paz que desembocaría en 1849 en el Tratado Southern-Arana. Del mismo modo estaba en vías de solucionarse con los franceses. Mientras en la Banda Oriental continuaba el asedio a Montevideo por parte de las fuerzas Federales y todo hacía prever que la causa de Oribe, Rosas y el ideario de Artigas parecían destinados a triunfar. La Confederación Argentina estaba próspera. En esos tiempos se produjo lo siguiente:

No existe registro en la mayoría de los autores e historiadores respecto a algún tipo de conocimiento personal entre Artigas y Rosas. Nosotros participamos del mismo criterio. Entendemos que no se conocieron físicamente. Pero hubo una aproximación entre ambos a través de una tercera persona.

Relata la historiadora Oriental Ana Ribeiro citando como fuente la obra de otros importantes historiadores Orientales Washington Reyes Abadie y Andrés Vásquez Romero,  respecto a una propuesta que Rosas le envía a Artigas en 1847 “Una propuesta que Artigas recibió la de Juan Manuel de Rosas quién mando a [el Coronel] Eduviges Gutiérrez para exponerle a Artigas su posición […] Consta lo que el viejo caudillo le dijo al enviado de rosas sabrosita que no quería abandonar la Asunción; que quería morir tranquilo donde estaba antes que plegarse a ningún movimiento que no fuese que él mismo había iniciado y por el cual estaba expatriado desde hacía 27 años”

Esta fue el único contacto que se sepa entre los máximos caudillos del Río de La Plata.

*

Es dable afirmar también que sin embargo a Artigas no le disgustaba el accionar de Rosas.

Dice Carlos Machado que a la muerte del dictador Gaspar Rodríguez de Francia, en setiembre de 1840, Artigas, a sus 76 años, fue detenido y engrillado por temor a lo que pudiera suceder. En esas circunstancias, Carlos Antonio López le ofrecerá regresar a Montevideo, sin embargo Artigas decidió permanecer en el Paraguay el resto de sus días.

No obstante tiempo después en 1845 fue enviado a buscar por López designándolo “Instructor del ejército del Paraguay”; cargo que inicialmente aceptó, pero cuando llegó a la capital Asunción y recabó información de la situación advirtió que se buscaba reunir fuerzas en contra de Juan Manuel Rosas y entonces renunció. No aceptaba combatir contra el federalismo, aunque se quedó a vivir en esa ciudad.-

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FUENTES

REYES ABADIE, Washington y VAZQUEZ ROMERO, Andrés (‘Crónica General del Uruguay’ Tomo III y Tomo IV, pág. 264 Ediciones Banda Oriental – Año 1999; en Ana Ribeiro: ‘El Caudillo y el Dictador’- Pag.500, nota al pie Nro.233- Ed. Planeta – Montevideo, Banda Oriental -Año 2003)

MACHADO, Carlos (‘Historia de los Orientales’ – Tomo I-Montevideo: Ediciones Banda Oriental, 1984 y Tomo III Montevideo: Ediciones Banda Oriental, 1985 pag. 95; en Cristina Mazzeo -El Padre del Federalismo y Protector de los Pueblos Libres. José Gervasio Artigas y la creación del ideario nacional en Uruguay-1856”, Programa Interuniversitario de Historia Política- Pontificia Universidad Católica del Perú).-


lunes, 26 de octubre de 2020

(de Pluma Ajena) JUAN BAUTISTA THORNE

 

(De pluma ajena) JUAN BAUTISTA THORNE


Por Norberto Chiviló y Guillermo Masciotra

Juan Bautista Thorne, nacido en Nueva York, EE.UU, adoptó como su patria nuestra Argentina.

El mejor periódico nacional EL RESTAURADOR (antes, en formato papel y ahora en formato digital) nos brinda a través de su Director Norberto Chiviló y también Guillermo Masciotra en el mismo periódico, unas semblanzas de nuestro heroico y valiente soldado que dio las mejores páginas en nuestra historia en defensa de nuestra soberanía territorial.

Tenemos el gusto y placer de reproducir los textos referidos e invitamos a los lectores a abrevar más sobre el tema en el periódico mencionado.

https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/

https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/search/label/Juan%20Bautista%20Thorne 

https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2007/09/homenaje-y-recordatorio-al-tte-cnel-de.html

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El Pedido de su Pase a Inválidos


 Norberto Chiviló

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 4 - Septiembre 2007 - Pag. 5

 

DIPLOMA POR SU PARTICIPACIÓN EN LA CAMPAÑA DE 1833

 

Dedicado Al Valiente Ejercito Expedicionario Al mando del Brigadier General Dn. Jn. Ml. DE ROSAS 

 COLINA DE CLEMENTE LOPEZ 

 El Gobernador y Capitán General de la Provincia de Buenos Aires 

 Por cuanto el Capn. de Exto. al servicio de la Marina D. Juan Bautista Thorne ha participado de la gloriosa campaña del año 1833 contra los Indios enemigos, contribuyendo al aumento del territorio de la República y a la seguridad de sus fronteras.

 

Por cuanto siendo acreedor a la Medalla de premio acordada al Ejercito de la Izquierda por Decreto Supremo del 6 de Mayo de 1834 ha tenido á bien el Gobierno expedirle el presente Diploma para que en virtud de el, pueda usarla y obtener una justa consideración.

 

Dado en Buenos Ayres a 2 de Agosto de 1834. Año 25 de la Libertad y 19 de la Independencia.

Jn. José Viamonte

Tomás Guido

 

S.E. concede el uso de una Medalla de honor al Capitan de Exto. al servicio de la Marina D. Juan Bautista Thorne. 

 

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Despacho de Teniente Coronel

¡VIVA LA FEDERACION!

EL GOBIERNO DE BUENOS AIRES

ATENDIENDO á los méritos y servicios del Sargento Mayor al servicio de la Marina Dn. Juan Thorne ha venido en conferirle el Grado de Teniente Coronel al mismo servicio, con la antigüedad de 29 de Diciembre del año ppdo. de 1839 y declarándolo benemérito de la Confederación y fiel defensor de la Libertad y dignidad de la America concediéndole las gracias, exenciones y privilegios que por este titulo le corresponden.

POR TANTO manda y ordena, se haya, tenga y reconozca por tal Teniente Coronel graduado por lo que se le expide el presente despacho, del que se tomará razón en la Contaduría General de la Provincia---

Dado en la ciudad de Buenos Aires, á dos del mes de Marzo de mil ochocientos cuarenta. Año 31 de la Libertad, 25 de la Independencia y 11 de la Confederación Argentina---

Juan M. de Rosas

Agustín de Pinedo

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ACTUACIÓN DE THORNE EN OBLIGADO

 

El 25 de octubre de 1883, se recibió en el Consulado General Argentino en Londres, el siguiente documento remitido por el Almte. de la Royal Navy, B.J. Sullivan, quien había actuado en el Combate de Obligado y que fue publicado en La Tribuna Nacional del 22 de diciembre de 1883 y que dice así:

“En la batalla de Obligado en el Paraná, el 20 de noviembre de 1845, un oficial que mandaba la batería principal, causó la admiración de los oficiales ingleses que nos hallábamos más cerca de él por la manera con que animaba á sus hombres y los mantenía en su puesto al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba más especialmente expuesta.

“Por más de seis horas se paseó por el parapeto de la batería exponiendo su cuerpo entero sin otra interrupción que cuando de tiempo en tiempo ponía él mismo la puntería de un cañón.

Por prisioneros heridos de su regimiento, supimos después que era el coronel Rodríguez, del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando todos los artilleros fueron muertos ó heridos hizo maniobrar los cañones con soldados de su regimiento de infantería hasta que el combate estuvo casi terminado, perdiendo 500 muertos y heridos, de 800 que lo componían. “Cuando los marineros y soldados ingleses desembarcaron á la tarde y tomaron esa batería, él con los restos de su regimiento sola­mente, y sin otro concurso de las fuerzas defensoras, mantuvo, su posición en retaguardia á pesar del fuerte fuego cruzado de todos los buques por entre los bosques que se hallaban detrás de la batería y fué el último en retirarse.

“La bandera de la batería que había defendido tan noblemente fué arriada por uno de los hombres, de mi mando y me fué dada por el oficial inglés de mayor rango, capitán Hotham. Al ser arriada la bandera cayó sobre algunos de los cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre. He visto últimamente que la bandera de un regimiento inglés que se hallaba en poder de una familia desde la guerra de 1807, había sido restituída al regimiento por esa familia.

“Deseoso de seguir ese ejemplo, quiero restituir al coronel Rodrí­guez si vive, ó sino al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aun existe, la bandera bajo la cual y en la noble defensa de su patria, cayeron tantos de los que en aquella época lo componían.

“Si el coronel Rodríguez ha muerto y si el regimiento no existe ya, yo pediría á cualquiera de los miembros supervivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y de la muy brava con­ducta de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado.

“Los que nos habíamos batido contra él y habíamos presenciado su abnegación y bravura, tuvimos grande y sincero placer al saber después que había salido ileso hasta el fin de la acción”.

La bandera fue remitida a Buenos Aires. Considerando que el Alte Sullivan había designado por un error de información al Coronel Rodríguez, como encargado de una de las baterías de Obligado –lo que en la realidad no había ocurrido-, el hijo de Juan Bautista Thorne, realizó una consulta al Sr. Víctor J. Elizalde, combatiente también en Obligado, quien le contestó a Juan A. Thorne, el 21 de abril de 1891:

“En contestación á su muy apreciable del 20 del presente mes en la que me pide que como combatiente y testigo ocular en el memorable combate de Obligado le certifique á la vez que le ade­lante algunos antecedentes sobre la conducta que observó su finado padre el coronel Thorne, durante la acción, como también si fué el coronel Ramón Rodríguez jefe de algunas de las baterías que se formaron para resistir al poderoso enemigo que nos asaltó; le diré á usted:

“Que el coronel Thorne fué ocupado por el general Mansilla en la construcción y dirección de las fortificaciones como también se le dió el mando de la batería "Manuelita" de donde se retiró después que las demás baterías habían quemado su último cartucho.

“Diré a usted además: la brava y serena conducta de su padre mereció del general en jefe y de todos sus compañeros, la aprobación y el aplauso, por el hecho de que él no abandonó el merlón de su batería, y si lo hacía, era cuando veía que sus artilleros no daban en completo y certero blanco.

Cónstame también que le intimó por dos veces la orden de que suspendiera el fuego y se retirara de la batería, pero él contestó: "que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer ó morir"; mereciendo por este desacato el que fuera arrestado en el convento de San Lorenzo adonde fué transportado herido y sordo. Allí mismo el general Mansilla fué á visitarlo y felicitarlo por su conducta, de­jando al retirarse la orden de que quedaba levantado su arresto.

“En lo que se refiere al coronel Ramón Rodríguez, le diré que este jefe no tuvo otro rol durante el combate que permanecer á la en­trada del monte, de donde salió, cuando ya no había defensores en las baterías y el enemigo desembarcó dándoles la más franca y soberbia carga á la bayoneta, al frente de su batallón Milicianos de Buenos Aires.

“Deseando que le satisfaga esta exposición verídica, lo saluda muy atentamente”.

Con el mismo objeto Juan A. Thorne había consultado también a Adolfo Saldías, quien le contestó el día 22 de abril de 1891: "Estimado amigo: En respuesta de su estimable carta del 20 del presente mes en la que Ud. se sirve pedirme mi opinión sobre si fue el coronel Ramón Rodríguez o el coronel Juan B. Thor­ne, quien mandaba una de las baterías en el combate de Obligado, contra las escuadras aliadas de la Gran Bretaña y de la Francia y quién fue el último que se retiró de ese glorioso campo de batalla le diré que fue el coronel Thorne. El coronel Rodríguez, benemérito Oficial del Ejér­cito Auxiliar del Perú y del Republicano contra el Imperio del Brasil, no mandó batería alguna en Obligado. Según se ve documentado en mi "Historia de Rozas y de la Confederación Argentina". Eran cuatro esas bate­rías, respectivamente mandadas por el mayor Alzogaray, por el teniente Brown, por el teniente Palacios y la del extremo izquierdo por el teniente corone J. Thorne. El coronel Rodríguez tenía mando del batallón de Pa­tricios de Buenos Aires y estaba de flanco en el extremo derecho, no ha­biendo en esa línea a sus órdenes más que cuatro cañones al mando del teniente José Serezo. El combate se inició naturalmente contra las bate­rías de la derecha; rota la cadena que sujetaba los barcos que forma­ban línea de atajo al pasaje del río el fuego de los franceses e ingleses se concentró en la izquierda. A las cuatro de la tarde las baterías habían quemado casi todos sus cartuchos y cuando la mortandad y el estrago en­señaban la derrota a los argentinos. Pero la batería de Thorne se sostu­vo todavía más de una hora. Diósele la orden de retirarse y contestó que le quedaban municiones. Reiterósele la orden, y entonces, puesto de pie so­bre el merlón de la batería y al ir a arengar a los escasos soldados, fue derrumbado en tierra. El "Philomel", que mandaba el capitán Sullivan, y que venía de vanguardia, operó su desembarco en la costa y fue entonces cuando se tomó la bandera de la batería argentina. La bandera argentina del batallón de Patricios de Buenos Aires fue tomada por los marineros franceses y existe en el Hospital de Inválidos de París. No es du­doso, por lo demás, que un jefe de las relevantes cualidades del coronel Rodríguez habría sido capaz de la acción que le supone el almirante Sullivan; pero precisamente por su antigüedad y por sus condiciones, y en los primeros momentos que se siguieron a la acefalía del mando en jefe, producida por la herida que postró al general Mansilla, fue el coronel Rodríguez quien lo asumió, llevando personalmente una carga a la bayoneta sobre los ingleses y franceses que desembarcaron cuando apagaron los fuegos de las tres baterías de la derecha y del centro. Los aliados no desembarcaron por frente a la batería de la izquierda que mandaba Thorne sino a la caída de la tarde, cuando ya no podía tronar allí el cañón argentino. Esta misma comunicación del almirante Sullivan al cónsul argentino en Londres, se publicó en la Tribuna Nacional del 22 de diciembre de 1883, y no hay más que fijarse en los detalles que da tan caballeresco oficial, y que están perfectamente corroborados por documentos y aún por testigos que sobrevivieron, para comprobar que se refieren no al coronel Rodríguez, sino al coronel Thorne. El cónsul argentino, señor Guerrico, pariente, según tengo entendido, del coronel Rodríguez, quizá por falta de datos no pudo rectificar la verdad de los hechos, a bien que, repito, al coronel Rodríguez no le fue necesario, arrebatar gloria a sus compañeros para recoger la que recogió conteniendo a los vencedores con una soberbia carga a la bayoneta, a la cabeza de sus milicianos de Buenos Aires. Soy su atento S. S. Adolfo Saldías”.

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CARTA A SU AMIGO EL CORONEL HILARIO LAGOS

Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 4 - Septiembre 2007 - Pag. 2 

Después del Combate de la Vuelta de Obligado, Thorne desde la Estancia de Gómez, -el 27 de noviembre de 1845-, le dirige una carta a su amigo, el coronel Hilario Lagos: "Querido amigo: Estos renglones no llevan otro objeto que comunicar a V. el desagradable y fatal encuentro que tuvimos el día 20 del presente con las escuadras anglo francesas, en el punto de Obligado, a las 10 de la mañana. Rompieron los infames sus fuegos sobre nuestras baterías las cuales contestaron con todo el ánimo federal, y duró un fuego duro y mortífero hasta las 4 de la tarde, a cuya hora cesaron los fuegos de las baterías "Restaurador", "General Brown" y "General Mansilla" por su falta de municiones y mal estado de las piezas, sosteniendo todavía a la batería "Manuelita" que tuve el honor de mandar hasta las 6 de la tarde a cuya hora me ví obligado a abandonar por falta de municiones. Como cuatro horas batieron los enemigos nuestras baterías a tiro de pistola con 125 piezas de calibre 24 hasta de 80. Las escuadras se componían de 12 buques, tres vapores, dos corbetas, cinco bergantines y dos bergantines goletas, contra nuestras baterías que se componían de los siguientes: La derecha, "Restaurador", 6 piezas; centro "General Brown" y "Mansilla", 8 piezas; izquierda" Manuelita", 7 piezas y dos de tren volante. Nuestras pérdidas han sido considerables y la de los enemigos han sido mucho más porque hasta la fecha están en compostura y todavía no pueden moverse, pero tal vez dentro de pocos días los ha de tener por aquellos destinos a estos malvados. Es cuanto tengo que decirle a V. sobre el particular".

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La simpatía de Thorne por el partido federal, lo llevaba a pintar de rojo los mástiles

de los barcos bajo su jefatura

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SU PEDIDO DE RETIRO

Cuando Thorne fue separado del servicio después de Caseros por el gobierno de Buenos Aires, solicitó a Valentín Alsina su pase a inválidos –contaba con 45 años–, para recibir una merecida pensión.

El petitorio que se encuentra en el Museo Naval (Ciudad de Tigre), estaba encabezado como sigue: “El teniente Coronel D. Juan B. Thorne, norteamericano de origen, pero argentino por simpatía, por adopción, y por haber adquirido con mi sangre tan glorioso título… He servido a ésta Patria mía 27 años, le he sacrificado mi juventud toda entera, he sufrido por ella prisiones en el extranjero, por ella estoy cubierto de cicatrices, por ella la salud y el perfecto uso de mis sentidos corporales me faltan…”

Después de señalar su actuación militar y mencionar cada uno de los combates en los que actuó y las heridas que recibió, continua diciendo “En muy costoso compendio he extractado mi hoja de servicios: muchos pliegos ocuparía si intentase detallar mis trabajos y mis fatigas… permítame gloriarme de ellas porque las he dedicado todas a la República Argentina…”

“…estoy cierto de ser bien comprendido cuando afirmo que mi entusiasmo ardía más puro en los combates que defendía a la Patria contra el extranjero. Llevo en mi cuerpo las severas impresiones del plomo del Brasil, del plomo de la Francia, del plomo de la Gran Bretaña, y estos signos me hermosean a mi vista, y estos signos me recrean al contemplarlos. Sin uso de un brazo y del oído podía hace tiempo haber pedido ir a descansar a inválidos: pero aspirando todavía a servir a mi patria, soportaba con paciencia mi desventajosa situación en las fatigas…

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SU FALLECIMIENTO 

Thorne falleció el 1º de agosto de 1885, en su casa de la calle Tucumán 1482, por un ataque de bronconeumonía según algunos historiadores. Se contaba que su médico, Dr. Castillo necesitaba hacerle una cura de ventosas, pero no pudo hacerlo porque se lo impedían las cicatrices en el cuerpo del Héroe.

El diario “Tribuna Nacional", en su edición del día siguiente, publica esta noticia "Juan Bautista Thorne. Ayer a las 7 de la mañana dejó de existir, víctima de un ataque de corazón, el anciano jefe de la Armada, coronel D. Juan Bautista Thorne, el cual sirvió a las órdenes del almirante Brown en diferentes combates navales. Por el ministerio respectivo se decretaron los honores militares que corresponden a su rango. Hoy a las 4 de la tarde serán conducidos sus restos mortales al cementerio del Norte. Paz en la tumba de ese buen servidor de la Patria".

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Homenaje y recordatorio al Tte. Cnel. de marina Juan Bautista Thorne En el año del Bicentenario de su nacimiento

Guillermo Masciotra 

Publicado en el Periódico El Restaurador 

- Año I N° 4 - Septiembre 2007 - Pags.1 y 2

 

“Mis cañones me imponen hacer fuego hasta vencer o morir” 

 ( Respuesta de Thorne a su superior 

 durante el Combate de la Vuelta de Obligado)


 Simultáneamente con la ocupación de la Plaza de Montevideo por las tropas británicas que preparaban la segunda invasión inglesa a Buenos Aires y mientras las fuerzas criollas se alistaban para la Defensa de Buenos Aires, nacía en la ciudad de Nueva York el 8 de marzo de 1807 Juan Bautista Thorne, hijo de Margarita Brayer y del ingeniero naval Enrique Thorne.

Quien fuera después soldado y marino de la Patria, formado en un hogar de hombres de mar no tardó en dar cuenta de su vocación y a los escasos once años de edad fue embarcado en una flota norteamericana que en viaje de instrucción de un año visitó los puertos del Pacifico y Atlántico del continente americano y de esa forma conoció Buenos Aires.

Posteriormente cursó estudios en la Escuela Naval de Tolón en Francia, embarcó como guardiamarina en un buque corsario francés, que naufragó en las costas de África, episodio del cual solo sobrevivieron cinco marinos entre ellos el joven Thorne. Forjado en la dura vida marinera y con las privaciones de los corsarios llegó a Perú. Desde esas costas se embarcó en naves mercantes que transportaban guano al Brasil y así llega por segunda vez al Río de la Plata, donde visita a un antiguo amigo de la familia, el marino criollo José María Pinedo en la ciudad de Santa Fe, con el cual se embarca en la Goleta “Fortuna” que operaba en aguas del río Paraná en 1819/22 formando parte de la escuadrilla fluvial de Santa Fé y Buenos Aires.

Nuevamente desde el Río de la Plata se embarca en una nave corsaria que recorre el mar de la China y el Pacífico, pero por tercera vez vuelve a nuestras costas y se afinca en Buenos Aires y con 18 años es un veterano de la guerra en el mar, se iniciaba el año 1825 y el conflicto con Brasil se agudizaba.

La guerra contra el Imperio

Inmediatamente con el inicio de las hostilidades se presenta en la Comandancia de Marina, que bajo el mando de Guillermo Brown se alistaba con los escasos recursos existentes para hacer frente al voluminoso poder naval del Brasil.

El Almirante, lo incorpora a la Armada argentina con el grado de guardiamarina en Junio de 1826 en el buque corsario “Congreso” o “Congreso Nacional” bajo el mando del capitán César Fournier. Así se inicia la carrera de este intrépido defensor de nuestro pabellón. La campaña del “Congreso” que logra salir del estuario del Plata a pesar de bloqueo enemigo lo lleva a las costas del centro de Brasil, donde su actuación sobresaliente siembra el terror en la marina mercante imperial; incursiona en la Bahía de Todos los Santos y en la Bahía de Río de Janeiro. Casi veinte presas capturadas dan testimonio de su eficacia. Al regresar a nuestras aguas se produce un duro combate con los sitiadores, que deja cuarenta bajas y muy maltrecha la embarcación.

Con la llegada de la corbeta “Chacabuco” adquirida en Chile se le asigna un nuevo destino ahora bajo el mando del capitán Santiago Bynnon, así se suceden los combates de Carmen de Patagones donde el almirante brasilero Pinto Guedes que intentó ocupar el puerto y el fuerte, sufrió una completa derrota naval y terrestre, pierde sus naves y entre las capturadas está la corbeta “Itaparica” que es abordada por Thorne y sus hombres. Este hecho significó que fuera premiado con el grado de segundo comandante en otra nave capturada y rebautizada “Patagones” al servicio de la República Argentina.

Con el “Patagones” incursiona en las costas de Río de Janeiro donde en un tremendo combate con el bergantín imperial “Pedro I”, armado con 16 cañones, la embarcación patriota es capturada. Thorne recibió cinco heridas de metralla en el combate y sufre prisión hasta el final de la guerra; con la firma de la paz retorna a Buenos Aires a fin de 1828.

Actividad entre 1829 y 1831 

El Alte. Brown lo reincorpora y lo asciende al grado de capitán y se le asigna el bergantín “Republicano”, el “General Balcarce” y la goleta “Martín García”. En este período realiza una actividad esencialmente fluvial. Durante algunos meses también efectuó viajes al litoral marítimo llegando a Carmen de Patagones.

Expedición Descalzi. Exploración de los Ríos Colorado y Negro. Primera Campaña del Desierto. 

Al mando de la goleta “Margarita”, explora el río Colorado y posteriormente toma el mando de la goleta “Sofía” que transporta pertrechos para la expedición científica del Ingeniero Nicolás Descalzi y Feliciano Chiclana contratada por Juan Manuel de Rosas para acompañar el avance sobre el desierto y relevar nuevamente las cartas levantadas oportunamente por la expedición Villarino.

La intervención de Thorne junto con la de Bathurs resulta vital para el abastecimiento y la exploración, a la que se sumó el piloto Edmundo Elsegood, baqueano del río Negro.

La escuadrilla que operó en apoyo del avance terrestre, comprendía las goletas “Encarnación”, “Margarita” y “Sofía” y la ballenera “Manuelita” que alcanzó en su avance Choele-Choele, punto de encuentro de las columnas del Ejército con las fuerzas fluviales.

Su actuación en la campaña naval de apoyo a la primera Campaña del Desierto le significó un nuevo reconocimiento del gobierno nacional y su condecoración con la Medalla de Honor.

Destacamos que los teodolitos, sextantes, telescopios, cronómetros, cartas y mapas fueron transportados por vía marítima. Asimismo viajaron los técnicos que acompañaron al ingeniero Descalzi en su expedición científica en sucesivos viajes de las embarcaciones antes mencionadas.

Martín García, la Gloria de su defensa

En el año 1838 con motivo de la intervención francesa en el Río de la Plata, Thorne tuvo una destacadísima actuación en la defensa de la isla Martín García, la que fue tomada por los franceses después de encarnizado combate. En atención que en el próximo año se cumplen 170 años del episodio dejaremos su mención especial para un próximo número.

Período 1839-1852

En este período se consolida la actuación de Juan B. Thorne. Su vocación, las repetidas heridas recibidas, su subordinación y la disciplina hacia la enseña azul y blanca adoptada, abundantes actuaciones de guerra en Cagancha, Yeruá, Diamante, conocen de su aporte profesional y gallardía. Con el grado de teniente coronel de Marina acompaña al Alte. Brown en la campaña de los ríos Paraná y Uruguay, que culmina con la derrota de Garibaldi en el combate de Costa Brava el 15 y 16 de agosto de 1842. En ese episodio cubre la ruta de Martín García que impide que se le manden refuerzos desde Montevideo al italiano que pretendía incursionar en nuestros ríos interiores.

Así se llega a la invasión armada anglo francesa que pretende dominar nuestros ríos interiores, era el año 1845 y Thorne estaba afectado a la defensa fluvial. Se le asigna la responsabilidad de la configuración y construcción de la batería “Manuelita”, en las costas del Paraná, en la Vuelta de Obligado, próximo a San Pedro. La tenacidad en los trabajos dio sus resultados. El 20 de noviembre en el combate de la Vuelta de Obligado, consumió hasta la última munición, su actuación causó la admiración de los ingleses, dirigiendo el fuego de los cañones personalmente, con un brazo fracturado y un corte en la cabeza. Seguía dando ordenes y combatiendo, fue intimado por sus superiores a retirase y no lo hizo. La batería “Manuelita” que se ubicó en el centro del dispositivo de defensa argentino fue la última en silenciar sus cañones, el silencio también fue para un oído de Thorne ya que una granada que explotó muy cerca, le afectó el oído, lo que dio origen al seudónimo de “sordo de Obligado”, como también se lo conoció. Tan férrea fue su defensa de la posición que su prestigio lo llevó a ser designado en 1846 Jefe de la Defensa de la Costa del Paraná, y así pudo continuar impidiendo el ataque avieso contra nuestras costas de la flota invasora anglo francesa, donde vuelve a combatir en las fortificaciones del Quebracho y San Lorenzo, donde los navíos de las dos mas grandes potencias de la época que regresaban luego de haber forzado el paso en Vuelta de Obligado, reciben un duro castigo desde tierra que les provoca bajas, perdida de naves y con ello la ruina de los comerciantes de Montevideo que armaron la expedición.

Su generoso aporte en el Paraná, junto a los hombres que dirigieron Mansilla, Alzogaray, Eduardo Brown, significaron para la República Argentina el reconocimiento por parte de las potencias europeas de que los ríos interiores eran argentinos, el fin del bloqueo y el desagravio a la bandera nacional.

Participó Thorne de las luchas civiles entre unitarios y federales, siempre en defensa de la Confederación Argentina, “a quien la gran mayoría del país obedecía” actuando con disciplina e hidalguía. El pronunciamiento de Justo José de Urquiza lo sorprendió en servicio y al igual que la mayoría de los oficiales navales, Alzogaray, Py, Craig, Pinedo, Cordero (Mariano y Bartolomé) y Lasserre entre otros, permaneció leal a la Confederación Argentina por lo que fue separado del servicio por los vencedores.

Su reconocimiento

Luego de la proscripción política, posterior a Caseros, en diciembre de 1852, participó en la malograda Revolución del Gral. Hilario Lagos, contra el gobierno liberal de Buenos Aires. Dado de baja y sin recursos, se mantuvo como un marino sabe, navegando nuevamente al mando de buques mercantes Pero en 1868 llega la ley de reparación patriótica para hacer justicia con Thorne y muchos más que habían combatido contra el Imperio de Brasil, a favor de nuestra independencia, y en los ataques y bloqueos de las potencias europeas; se le reconoce nuevamente el grado de teniente coronel de Marina, se termina su penuria económica y puede tener un merecido descanso junto a su esposa - doña Maria Abad- con quien se había casado en 1852.

Con el reconocimiento público y acompañado por la amistad de dos de sus compañeros de armas los marinos José María Pinedo y Enrique Sinclair falleció el 1º de agosto de 1885 en la ciudad de Buenos Aires….

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